𝟏𝟗/𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞/𝟐𝟎𝟎𝟓
¿Era posible que su vida estuviese en proceso de dar una vuelta de ciento ochenta grados en un tiempo tan escaso como lo eran dos semanas?
La respuesta parecía absoluta, aunque también era increíblemente abstracta. No estaba segura de poder utilizar el tiempo como una medida equiparable a todos los sentimientos que habían nacido en su corazón. El mundo parecía más brillante y colorido. Parecía que la vida al fin volvía a dedicarle una sonrisa después de algunos años rodeada de la fatiga de la rutina y la penumbra, el muchacho de ojos tristes pero brillantes era el rayo de sol que siempre necesitó para disipar la neblina que le rodeaba el corazón.
Sabía que sus pensamientos eran el producto del amor adolescente, pero la razón pasaba a segundo plano cuando se trataba de él; soñaba despierta con la ilusión de que, dentro de algunos años más, fuera él quien la sacudiera sobre la cama para después depositarle un beso en la frente y llevarla en su motocicleta hacia al trabajo en su restaurante, y que después de una larga jornada volvería a casa con la promesa de encontrarlo tumbado en un sofá, con una copa de algún vino que les gustase a los adultos. La recibiría con los brazos abiertos mientras ella anunciaba su regreso, y pasarían la noche viendo programas de televisión sobre doctores o policías, o quizá escuchando las noticias mientras esperaban a que el sueño los venciera y volvieran a su cama conjunta para hundirse en sus brazos y dormir ahí.
No podía evitar soñar con la vida que cualquier chica enamorada veía en las películas, y sabía que lo suyo no distaba tanto de aquel romance de fantasía que solía ver en la televisión, con la única diferencia de que todo aquello que sentía por Kazutora era más real que una simple actuación para la pantalla: era puro y genuino. Nada importaba más que aquello.
Ese era el día de la entrega del proyecto de ciencias. No podía estar más feliz por aquello, tenía unas ganas tremendas de agradecerle a su profesor por hacerla trabajar con aquel muchacho con ilusión de cretino que había terminado volviéndose el sol de sus días.
El día anterior, Dai, aun trastocada por las palabras de Baji, había terminado llamando a Kazutora antes de dormir. Escuchar su voz por la bocina del teléfono la hizo sentir consolada, ni siquiera había mencionado la charla, lo único que buscaba en aquel momento era una prueba de que todo estaba bien, y sus palabras sumadas a la dulzura de su voz la hacían estar tranquila. Aquello fue lo único capaz de hacerla conciliar el sueño esa noche y había podido descansar lo suficiente para el día que le venía.
Aparte de su mochila, ese día llevaba una bolsa donde cargaba el motor, la bombilla, una botella de agua extra, y un recipiente con la promesa que se había esmerado en preparar el día anterior.
Al entrar al salón, notó que él ya estaba ahí dentro, mirando directamente hacia la puerta, por lo que al percatarse de su presencia se levantó del pupitre y caminó en su dirección para ayudarla.
— Déjame ayudarte con eso — rápidamente el muchacho le quitó la bolsa extra y también la propia mochila, sacándole una sonrisa.
— Buenos días para ti también — Caminando a su lado rumbo a su propio asiento, Dai le dio un beso en la mejilla a Kazutora.
Para ese punto exacto las personas de su grupo estaban aun sorprendidas de que justamente ese par estuviese saliendo, seguía pareciéndoles rarísimo ver a una persona tan gruñona como Dai y a un sujeto tan escalofriante como Kazutora dándose leves muestras de cariño como tomarse de las manos o besos en la mejilla. La reputación de Dai era intachable, y al ser una persona con una belleza bastante peculiar era algo bastante normal que tuviera a unos cuantos chicos detrás de ella, solo que estos nunca se atrevían a hablarle, asustados por el carácter usualmente mandón y berrinchudo que poseía. Por su parte, Kazutora igual era bien parecido, cuando recién se reintegró en la secundaria, Dai recordaba que eran más de una las chicas que antes de siquiera haberlo visto ya suspiraban por él, y al tenerlo frente a ellas, con esa apariencia tan peculiar, reservado, pero con una reputación tan impactante tras de sí, probablemente se había vuelto el sueño de más de alguna.
Podría sonar como un típico cliché, pero para algunos no caía de sorpresa que él único capaz de ablandarle la coraza a Dai hubiera sido alguien como Kazutora, con más carácter del que algunos pensarían; de la misma manera, no era de dudar que quizá esos comunes berrinches y esa actitud infantil y perfeccionista de Dai eran aquello que habían terminado por ablandarle a él el corazón.
— Te traje una sorpresa — dijo la rubia tomando asiento — pero solo te la daré si ganamos.
Kazutora arqueó una ceja — ¿por qué me condicionas tanto?
— Estaba bromeando — fingió un berrinche — puedo dártelo ahora pero va a perder la magia.
— En ese caso intentaré ser paciente. — soltó con tranquilidad y fue él quien dejó un corto beso en la frente de la chica.
Las primeras dos horas de clase pasaron tal como comúnmente; y para cuando llegó la clase de ciencias y el profesor tomó la palabra para comenzar a llamar a las duplas a presentar sus proyectos, la complicidad entre Dai y Kazutora era más evidente que nunca. El muchacho había abandonado su asiento al final de la fila para sentarse detrás de Dai y tomarla por los hombros esperando a que sonaran sus nombres, sintiéndose cada vez más confiados al ver que los demás tenían proyectos bastante básicos en comparación al suyo. Sin embargo, el terror comenzó a abrumarlos una vez que vieron el proyecto de Ima y Kaito, lucía increíblemente elaborado y al igual que ellos, también habían abandonado los parámetros del libro y habían terminado haciendo algo completamente de cero. Probablemente estarían a la par en cuanto a ingenio y elaboración, y el profesor sería quien determinaría el ganador.
Para ese punto Kazutora lucía aún más nervioso y acelerado que Dai, quien permanecía tranquila en su asiento hasta que escuchó su apellido salir de la boca del profesor. El par se levantó y avanzó con determinación al frente. Habían acordado que, para la muestra, Dai sería quien explicaría todo el proceso de elaboración y funcionamiento del motor y la bombilla, mientras que Kazutora mostraría al grupo y al profesor que el proyecto era funcional, así como la forma en la que estaba armado.
Los muchachos realizaron su demostración de forma efectiva, sin embargo su profesor parecía inmutable, no había cambiado el rostro durante todo el tiempo que estuvieron al frente y ni siquiera le hicieron salir alguna sonrisa, su boca estaba estática siendo una línea recta en su cara, no podían saber lo que estaba pensando. Y aunque sabían que habían hecho un muy buen trabajo, sabían que el proyecto de Ima les iba a dar riña.
Al concluir la muestra los muchachos volvieron a su sitio. Algunos otros trabajos más se presentaron, y al terminar con todas las parejas el profesor se tomó un momento fuera del salón para deliberar su decisión final, mientras que en el resto del salón los cuchicheos por saber quién ganaría el dichoso premio sorpresa comenzaba.
— ¿Crees que lo logremos? — Preguntó Kazutora aun nervioso mientras tomaba a Dai por los hombros.
— Espero que sí, ya veremos.
La muchacha tiró la cabeza hacia atrás y le dejó un beso en la mejilla al muchacho justo antes de escuchar la puerta deslizarse.
— Voy a dar tres lugares, jóvenes. El tercer lugar obtendrá dos puntos extras, el segundo lugar obtendrá cinco y el primer lugar habrá ganado un diez en la asignatura.
Aun fingiendo tranquilidad Dai sentía el corazón acelerado, Kazutora notó su nerviosismo y le tomó la mano en un intento por calmarla. El profesor volvió a pronunciarse.
— El tercer lugar lo tienen Katsuragi y Akagi — las dos muchachas pelinegras sentadas en la otra punta del salón chocaron sus manos entre si — el segundo lugar y el primero fueron más complicados, ambos proyectos fueron muy buenos, pero al final decidí que los cinco puntos extras serán para Hanemiya y Hayashi. — Ima y Kaito se miraron entre sí y se dieron un apretón de manos, con una notoria mirada de orgullo por lo que habían logrado, y para sorpresa de Kazutora Dai aun lucía bastante serena. — el primer lugar será para Misora y Takada. Muchas felicidades muchachos.
El sonido de fin de clase sonó justo después de las palabras del profesor, quien se retiró del aula a la par de la mayoría de sus compañeros. La rubia se levantó del pupitre y caminó velozmente hacia Ima, quien aun conversaba con Kaito respecto a su victoria. Dai abrazó por detrás a la castaña, quien parecía sorprendida.
— ¡Felicitaciones!
— ¿Por qué no estás queriendo asesinarme? — pronunció Ima desconcertada
Dai la soltó — Tengo cinco décimas extra, aun tengo que esforzarme por el puntaje máximo pero no hay problema.
— ¿Qué le hiciste a Dai? — Ima dio unos golpecitos en la cabeza de su amiga y después le colocó un mechón de cabello tras la oreja y fingió buscar algo ahí.
— ¿Estás bien? — Kazutora se acercó al par aun descolocado por la actitud de su novia. Ima se despidió haciendo un gesto con la mano y dejó a los dos muchachos solos en el salón.
La verdad era que en el momento en el que los habían nombrado a ellos como un segundo lugar, todo el salón esperaba ver a Dai haciendo reclamaciones al profesor y exigiéndole la rúbrica con la que hubiese evaluado el concurso; se sentía demasiado extraño verla quedando en otro lugar que no fuera el primero, pero se sentía aun peor y más desconcertante verla tan tranquila e incluso felicitando a su contrincante por haberla derrotado.
— ¿Por qué no lo estaría? — Dai volteó a Kazutora con una gran sonrisa en el rostro y le tomó la mano — segundo lugar es mejor que ningún lugar, ¿no lo crees?
— Sí, pero... ahora siento que te decepcioné, te esforzaste un montón con todo esto, Dai. Si se me hubiese ocurrido algo mejor quizá podríamos...
Dai le sonrió y mientras parloteaba se colocó de puntitas y se impulsó, tomando a Kazutora por los hombros para poder estar a su altura y robarle un beso corto.
— La verdad es que siento que la nota me importa poco ahora — se encogió de hombros — vas a decir que es muy bobo de mi parte, pero... creo que terminé obteniendo algo mucho mejor que un diez gracias a ese trabajo de ciencias.
En un primer momento se sintió desconcertado, no entendía a que se refería, hasta que sintió la cálida mano de la chica entrelazando sus dedos con los propios y la vio dedicándole una sonrisa. Los labios de Kazutora formaron una curva mientras miraba enternecido hacia la rubia. Conmovido, la tomó del brazo y la acercó a su pecho para rodearle la cintura con el brazo.
— Lo mismo digo — sonrió para si mismo y se agachó ligeramente para besarle la frente.
La verdad era que él también se sentía en extremo feliz de que algo tan burdo como lo era aquel trabajo de ciencias le hubiese acercado a una persona tan significativa como lo era Dai ahora en su vida. Desde que había comenzado a estar más cerca de ella, le había cambiado toda la perspectiva; ahora la vida y todo lo que lo rodeaba se sentía más real, ya no habitaba dentro de él esa sensación recurrente de vacío e ira con todo aquel que se le parase de frente, su pecho se sentía lleno y su vida se sentía incluso más completa. Todo lo malo parecía comenzar a alejarse de él.
Después de que Baji huyó de su casa meditó sobre lo que él le había dicho, ¿valía la pena seguir insistiendo con borrar la existencia de Mikey del mapa ahora que tenía a Dai consigo? Su mente estaba en una encrucijada gigante, no quería que nada lo hiciera desistir de aquello que había estado esperando por tantos años, pero tampoco quería arriesgar aquello que había conseguido; no sería capaz de seguir sus días sabiendo que había derrotado a su enemigo, pero que había perdido a la luz de su mirada. No quería cargar con el peso de hacerle daño a ella, y parecía que con cada día que pasaba comenzaba a aceptar que era capaz de causarle la felicidad, y ese simple hecho lo hacía sentir increíblemente lleno.
Aun no podía tomar una decisión, había obtenido un plan perfecto para lograr aquello que había estado deseando desde hacía dos años, sabía que aquello no podía botarse a la basura así como así, pero... ¿estaba seguro de que vengarse lo haría feliz, o era que ya había encontrado la felicidad real?
— ¿Quieres almorzar algo? — preguntó el muchacho, saliendo de sus pensamientos y alejándose unos pocos metros de ella.
— ¡Almuerzo! ¡Tu regalo! — apresuradamente, Dai sacó de la bolsa extra un recipiente que aún se sentía caliente, el cual tenía un sobre encima.
Dai intentó entregarle las cosas a Kazutora, quien hizo ademán de rechazarlo.
— Hey, no, dijiste que me lo daríamos solo si ganábamos y...
— ¿No escuchaste nada de lo que te dije antes? — la muchacha hizo un puchero — quiero que tengas esto, es para ti — el muchacho arqueó una ceja y Dai lo miró con determinación — Anda, ábrelo. Primero el recipiente, después el sobre.
— Vale... — el muchacho obedeció y levantó la tapa, dejando que el olor a chocolate le impregnara la nariz. Dentro había una buena cantidad de brownies, algunos cubiertos de azúcar y otros con jarabe de chocolate y trozos pequeños de fresas, todos perfectamente acomodados dentro y con una apariencia de revista. — Dai, no hacía falta, te lo dije.
— ¡Deja de rechistar! — la muchacha le puso el dedo índice en la boca — ¿solo acéptalo, sí? Quise hacer algo lindo por ti en agradecimiento a todo lo que pasó en estas dos semanas, así que ahora abre el sobre.
Confuso, Kazutora suspiró y obedeció la orden.
Dentro del sobre encontró fotografías del día que se habían dado su primer beso, una de él, una de ella la cual recordaba haber tomado, y finalmente encontró una copia de la fotografía que se habían sacado juntos en la cabina de fotos cuando visitaron la plaza favorita de Dai.
Detrás de cada fotografía había cosas escritas; en la foto en donde aparecía él en solitario se leía "Kazutora Hanemiya el día de nuestro primer beso<3"
En la fotografía de Dai había escrito un "Un día antes de esta fotografía admití por primera vez lo mucho que me gustas... me gustan las coincidencias tanto como tú."
Finalmente, en la tira de la cabina de fotos había una frase tan simple como significativa "Te quiero, Kazutora.".
El muchacho sintió como sus ojos se volvían cristalinos y su mirada pasó de las fotos a los ojos de Dai, quien contemplaba su reacción con ternura. Mentiría si dijera que recordaba cuando había sido la última vez que había escuchado a alguien decirle un te quiero, y aunque este no salía directamente con voz, tenía un significado grandísimo dentro de sí. No podía dejar de sentirse inmensamente agradecido por lo que sea que hubiese puesto a la muchacha en la misma dirección que él. Ya a solas en el salón, Kazutora atrajo a Dai hacia sí mismo, rodeándole la espalda con los brazos y apretándola con fuerza, como si de alguna manera eso le hiciera sentir que se quedarían en ese momento por siempre. Algunas lágrimas se le escaparon mientras ocultaba su rostro en el hombro de la rubia, quien también lo estrechaba con dulzura.
— Yo también te quiero, Dai... gracias.
...
— ¿Entonces volverás a casa con Ima, verdad?
— Sí, recuerda que mi papá quiere hablar sobre algo, quizá puedes pasarte por la tarde.
— Creo que debo reunirme con Hanma hoy para solucionar unas cosas, pero si no hay problema puedo ir a tu casa mañana. Lo siento pero no tolero seguir viniendo a clases.
Dai le dio un jalón a la manga de su uniforme como reprimenda, sacándole una risita. Caminaban en dirección hacia la salida de la escuela, con Ima yendo detrás de ellos para evitar sentirse la mala tercia. Iban a despedirse en el portón escolar para que después el pudiera marcharse en la motocicleta y ellas a pie. Aun con el ajetreo que significaba la salida de clases en los pasillos, Dai pudo ver una cara conocida, recordando lo que Kazutora le había dicho unos días antes.
— Hey, ¿aun necesitas el nombre del muchacho de segundo? Ahí está Hina, puedo hablarle.
Dai miraba en dirección a una muchacha bajita, de cabello rosado y que hablaba animadamente con las personas a su alrededor.
Estuvo a punto de acceder, hasta que recordó su encrucijada mental de hacia unas horas y las palabras de Baji sobre no involucrar a la chica en ninguno de sus asuntos.
— No, estoy bien así. Ya veré como encontrarlo.
Después del avistamiento los tres se alejaron y caminaron juntos hasta la salida de la escuela en donde Dai se despidió de Kazutora, con él dejándole como promesa verla al día siguiente. Inmediatamente después de la renuente despedida, las dos muchachas caminaron en dirección a casa y el sonido del motor de la motocicleta de Kazutora se perdió en el asfalto. Durante el camino, Ima no parecía interesada en curiosear en aquello de lo que su padre tenía que hablar con ella, por el contrario, parecía que ambas habían recobrado la emoción por sus charlas más banales y cotidianas que hacía tanto no tenían. Dai tomó nota dentro de sí misma: no tenía que dejar sola a Ima, después de todo era su única amiga, y seguramente en algún punto conseguiría que se llevara bien con su novio.
Cuando llegó a casa encontró el auto de su padre afuera, se despidió de su amiga y notó que la puerta estaba abierta, por lo que solo le dio un empujón leve para poder pasar, quitándose los zapatos y anunciando su llegada tal como se debía.
— ¡Estoy en casa!
— Ven al salón, por favor.
El tono de su padre sonaba aún más serio que de costumbre. La muchacha caminó hacia allá y encontró a su Kazuma sentado en el sofá de mayor tamaño, apretándose las sienes con los dedos y con una carpeta en la mesa del frente. El hombre le hizo una seña para que se sentara a su lado, a lo que Dai obedeció, dejando la mochila en uno de los sillones más pequeños y tomando asiento junto a su papá.
— ¿De qué querías hablar?
— Todo lo que voy a decirte justo ahora es algo confidencial, Dai. Si alguno de mis superiores descubriera que saqué esta información fuera de las oficinas podría perder el empleo y muchísimas cosas, así que necesito que esto quede entre tú y yo, como padre e hija.
— Me estás asustando.
El hombre soltó un suspiro mientras apretaba sus manos y hacía tronar sus dedos — Dai, ¿tú sabías que Hanemiya estuvo en la correccional?
Algo de alivio invadió el cuerpo de la muchacha. Si el asunto urgente era eso todo estaría bien. No era nada que Kazutora le hubiese ocultado, todos en su grupo lo sabían y quizás podría hasta convencerlo de hablar con su padre para limpiar la reputación que ese pequeño antecedente le pudiera haber dejado.
— Sí, pero...
— ¿Por qué no me lo dijiste cuando hablamos de él? — La voz del mayor comenzaba a salir con algo más de molestia.
— Me daba miedo que reaccionaras mal con eso...
Kazuma le levantó la voz — ¿Y cómo esperabas que reaccionara, Dai? ¡Es un sujeto peligroso! Te lo digo de una vez, no vas a verlo más, no lo quiero en casa y no vas a verlo en ningún sitio, hablaré con tus profesores, voy a conseguir que te transfieran de clase y tus profesores van a prohibirte acercarte a él.
— ¡Espera! Vas muy rápido, no te entiendo. Kazutora no es peligroso, estás sacando todo de contexto papá. Estuvo en la cárcel pero no es nada de lo que dices, si él viniese y hablara contigo sobre...
El hombre la miró, confundido, dejando lugar a la tranquilidad después de los gritos — Dai, hija... ¿no sabes por qué estuvo en la correccional?
Dai se sintió consternada, él había prometido contarle, y en el momento en el que estuvo a punto de hacerlo terminó callándolo, ¿de verdad había tanta gravedad en todo el asunto como para ponerse así? La mente se le quedó en blanco un momento hasta que la voz pudo salirle de la boca.
— No.
Su papá tomó la carpeta de la mesa y se la entregó. En la pestaña que sobresalía estaba escrito el nombre completo de Kazutora. ¿Por qué no se lo contaba el mismo y solo le arrojaba los papeles? Por un momento dudo en si leer el contenido de ahí dentro sería una buena idea, aunque al final terminó por ganarle la curiosidad.
Con la carpeta sobre sus piernas, abrió esta para ver que la primer hoja dentro indicaba los datos básicos del muchacho: nombre completo, donde vivía, el nombre de sus padres, además de unas fotos de registro como esas que salían en los programas de televisión o las películas, su mirada en las fotografías se veía perdida y asustada. Cuando terminó de leer todo y se dispuso a cambiar de hoja, su padre le dio un apretón en la mano, entendió que el significado era de intentar reconfortarla en el momento en el que comenzó con la lectura de la hoja siguiente.
"Estado: encontrado culpable por el homicidio de Sano Shinichiro, 13 de agosto, 2003."
— ¿Te equivocaste de expediente, verdad papá? — el hombre negó con la cabeza mientras desviaba la mirada, Dai sintió como un sudor frío le recorrió la espalda ante la negativa y la voz comenzó a salirle en un hilo — ¿te inventaste esto porque no quieres que tenga un novio? Papá, no voy a descuidar la escuela, te lo prometo, no es una mala persona y me quiere, me lo dijo, te prometo que...
— Dai, Hanemiya es un asesino. — soltó Kazuma con un tono golpeado.
La frase se sintió como si alguien le diera un golpe directo al estómago, sintió como la temperatura disminuía de golpe y como las náuseas aparecían de la nada. Instintivamente comenzó a negar con la cabeza mientras su manos temblaban, no quería escucharlo.
— Papá, ya no...
— Mató al dueño de una tienda de motocicletas cuando intentaba robar una, le rompió la cabeza de un golpe. — Dai se cubría los oídos mientras Kazuma hablaba fríamente.
Le dolía ver a su hija en ese estado, pero no podía permitirle seguir con la mentira de que el muchacho era un alma inocente y pura cuando sabía que no era así. No podía dejarla estar con él sabiendo que su vida podía correr peligro estando cerca suyo.
— Él día en que estuvo aquí — soltó el mayor — algo en él me pareció familiar, pero no supe que fue hasta que en un papeleo de rutina un compañero de trabajo mencionó que había un chico recién salido de la correccional en tu escuela y que debía tener cuidado en que no te cruzaras con él, cuando me dijo quién era y lo busqué en la base... bueno.
Con el dedo, el hombre apuntó al pie de la hoja, en el cual se leía quien había sido el responsable del reporte y del arresto en ese incidente: Hayashi Kazuma. Eran los años en los que su padre aun fungía como un oficial. De ahí venía esa familiaridad con el muchacho el día que lo vio de pie en su puerta, él lo había arrestado cuando aún era más chico.
La mirada de Dai se había perdido en algún punto del suelo, aguantaba las ganas de llorar como le era posible, y sentía que su corazón iba a salírsele del pecho por la ansiedad. ¿Qué tenía que pensar ahora? Era un asesino, no había un matiz gris en el asunto, pero ¿de verdad el muchacho que conocía y quería había sido capaz de acabar con la vida de alguien? El corazón parecía negarse rotundamente a aceptarlo, pero en su razón encajaban mil y un hechos aislados que había pasado por alto. El terror que infundía por los pasillos el primer día que llegó a clases, las pandillas, incluso las palabras de Baji el día anterior parecían resonarle en la cabeza una y otra vez.
"Y si decidieras irte no tendría nada que recriminarte. Solo... él nunca ha querido hacer daño a nadie, jamás."
La muchacha tenía la mirada perdida en algún punto del suelo, Kazuma no sabía que más debía hacer. En un momento vio como la chica pasaba a la siguiente página y él hizo ademán por quitarle de las manos la carpeta, pero fue demasiado tarde.
Las fotos de la escena del crimen eran demasiado crudas y grotescas, le hubiera gustado sacarlas para que la muchacha no se encontrara con eso pero no podía alterar aun más el estado de esa carpeta, por lo que optó por no tocarlas.
Había mucha sangre: en el suelo, en lo que parecía ser el techo, al lado del cuerpo y sobre la camiseta de la víctima, que estaba tirada con la mitad de los sesos saliéndole del cráneo. Pensar en la imagen de Kazutora rompiendo la cabeza de un extraño a puños por mero placer terminó por causarle otro revoltijo más en el estómago. Su cuerpo pareció moverse por impulso en esos momentos, levantándose del sofá a prisas y dejando que la carpeta cayera al suelo. Corría tambaleante, provocando que su padre se sobresaltara y la siguiera hasta que llegó al baño de la planta baja, no tenía fuerza suficiente como para subir las escaleras y su interior estaba tan desecho que necesitaba sacar los vestigios que le quedaban dentro.
Su padre solo escuchaba los quejidos y arcadas del otro lado de la puerta.
Con cada impulso que daba su garganta había nuevas ideas cruzándose por su cabeza, ¿de verdad había sido él? ¿lo inculparían? ¿Qué motivos tenía? ¿qué había pasado de verdad esa noche?
Nuevamente las palabras de Baji le cayeron como un balde de agua fría.
"Puedo jurarte por mi vida que el sujeto que es tu novio ahora es el verdadero Kazutora."
Necesitaba que fuera él quien lo desvelara todo, sin intermediarios. El único capaz de disiparle el cúmulo de pensamientos en su cabeza era el verdadero Kazutora.
El sonido del retrete sacó al hombre de sus pensamientos y la apariencia aún más pálida de su hija al abrir la puerta lo asustó.
— ¿Estás bien?
— Voy a ver a Kazutora mañana por la tarde.
— ¡Te he dicho que no, Dai! ¡¿cómo es que no entiendes la gravedad de todo esto?! Él no va a acercarse a ti...
Su orden se vio interrumpida por los sollozos que comenzaban a salir por la garganta de la rubia, quien se recargó en una pared y se dejó caer de rodillas en el suelo mientras permitía que los quejidos en su voz salieran con mayor libertad, tristes y desgarradores. Se sentía ilusa, engañada y sobre todo confundida. ¿Por qué cuando todo pareciera ir bien algo tenía que resurgir y arruinarles la felicidad?
Sincerándose con todo el pesar del mundo, sabía que quería verlo, lo necesitaba, y le dolía en mayor medida la amenaza de no volverlo a ver nunca que la cruda verdad que recién descubría.
Con un hilo de voz, soltó el último ruego.
— Por favor.
¡Holaaaa! ¿qué tal? perdón por no haber actualizado ayer, tuve un día bastante acelerado y no me dio tiempo de nada :( pero aquí está el capítulo correspondiente! y el de mañana también lo tendrán ahora sí el día que toca<3
Lamento mucho el retraso, en compensación al ratito comenzamos con un viaje corto hacia el futuro que espero que les guste. <3
Ya son 9K lecturas AAAAAAAAAAH hace nada anuncié lo de las 8 y ahora 9, de verdad lxs amo mucho, gracias por tanto <3 <3 <3
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