𝟎𝟑/𝐄𝐧𝐞𝐫𝐨/𝟐𝟎𝟎𝟔
— Disculpe, oficial.
Después de aquella noche buena, su corazón se había calentado un poco, al menos por un tiempo.
La emotiva ocasión le había ayudado a sentirse más reconfortado sobre su propia soledad. La visitas de su madre no tardaron demasiado en reanudarse. Pasó junto a ella la noche vieja, pero en dicha fecha no volvió a tener noticias de ella.
Quizás lo ocurrido en navidad no había significado nada, quizá todo había sido una mera coincidencia, pero dentro de su mente las cosas no cuadraban por completo. Si no se trataba de nada más que una casualidad, ¿cómo hubo suficiente comida para ese montón de muchachos con el apetito similar al de un ejército? ¿por qué era que Mitsuya y Draken secreteaban cada dos por tres cuando alguien mencionaba la repentina junta de los fundadores? ¿por qué Chifuyu había enmarcado la imagen de Baji para ese preciso momento?
Al ver a su madre otra vez no dudo en cuestionarle si es que ella tuvo algo que ver en la sorpresa, aunque la mujer parecía aún más impactada por aquello. Afirmaba ante todo que ni siquiera conocía a otro amigo suyo diferente a Baji, por lo que difícilmente pudo ser la mente maestra. Fue entonces que Kazutora comenzó a creer en que quizá las cosas no eran simples caprichos del azar, pero debía averiguar por qué.
Si aun pretendía estar presente en su vida, si realmente lo suyo no era un adiós sino un hasta pronto... las cosas aun podrían cambiar, de alguna u otra manera. Sabía que no estaría de vuelta en sus brazos o tocaría sus labios dentro de algún tiempo, pero la cercanía no tendría por qué esfumarse, podría quererla a la distancia.
— ¿Qué quieres, once cero siete?
— ¿Podría ir al pabellón dos? — murmuró en voz baja — me gustaría escribir una carta
El guardia lo miró con una ceja arqueada — ¿Ahora recién?
— Sí
— ... Hoy ya pasó la hora, pero mañana también hay un tiempo destinado para correspondencia. Vendré a recogerte.
El hombre se marchó. Kazutora suspiró aliviado, ahora solamente hacía falta la parte más importante de una carta:
La dirección.
O eso quiso pensar.
Visitó su casa muchísimas veces, conocía la ruta que debía seguir para llegar, las calles y hasta recordaba vagamente el número. Quizá lo que le hacía falta para decidirse era una señal, un aviso, algo que le dijese que hacerlo no era un error, algo que iba a terminar lastimándola. Sabía que a él no le hacía daño, pero ella era un asunto completamente aparte. Temía equivocarse nuevamente y provocar aún más daños de los que había hecho ya.
— ¿A quién vas a enviarle una carta? — una voz desde arriba de su cama se pronunció, haciéndolo dar un saltito
— Mierda, Rakki. — Kazutora se llevó una mano a la frente — avísame que vas a hablar.
El muchacho de cabello bicolor sonrió — perdona, es solo que me extraña.
Yoshino Ichiro, más conocido como Rakki era su compañero de celda desde hacía aproximadamente dos semanas. Era un chico extremadamente reservado, de mirada triste, cabello bicolor a blanco y negro. Era unos cuantos centímetros más bajito que él y raramente solía decir palabra alguna. No eran amigos ni nada similar, pero al ser un par de retraídos metidos en la misma celda eso les permitía llevar un ambiente tranquilo. Al menos más que el troglodita que tenía antes durmiendo sobre él, un tipo similar a Pah en apariencia, pero que en actitud no era más que un salvaje; tanto que lo habían transferido a una prisión para adultos porque apuñaló a dos de los prisioneros del sitio.
— No es asunto tuyo — dijo dándose la vuelta sobre su pseudo cama, buscando a tientas una revista — es privado.
— Vale
Kazutora se quedó tumbado unos minutos, dando vueltas ante la idea de enviar la dichosa carta sin siquiera conocer cual sería la respuesta; no tenía ni siquiera una premisa o una excusa válida para hacerlo. Sabía que, ahí afuera, cerca de ella, había una persona que sin duda alguna podría dar el visto bueno ante su idea, o detenerlo antes de que fuera muy tarde. Pero para eso hacía falta permiso, un número y valor. Lo más imprescindible era lo segundo en su lista.
Suspiró, restregándose las manos sobre el rostro, agobiado. ¿Probar suerte serviría de algo? Solo había una manera de averiguarlo.
Se levantó de la cama y caminó hacia la entrada de la celda, haciendo algo de ruido con el metal para que un guardia se aproximara a él.
— Disculpe, señor... ¿podría pedirle algo?
— ¿Qué quieres ahora?
— Necesito el número del detective Haya...
La risa irónica del guardia lo interrumpió. Mala idea. Comenzó a sentirse avergonzado; sus manos sudaban y había desviado la mirada hacia cualquier otro punto en el que la mirada del oficial no lo invadiera con su soberbia.
— Por supuesto, ¿no quieres también un teléfono nuevo y un bufete para ti solo, niño? — dio un golpe con la macana en contra de los barrotes, asustándolo — deja de pedir estupideces y no vuelvas a pensar que soy tu paloma mensajera, idiota.
El tipo se marchó y Kazutora bufó molesto, recargándose sobre la pared y dejándose caer al suelo. Quizá esa era la señal que le hacía falta para ceder ante su plan. .Escuchó un saltó desde la parte alta de la habitación seguido de unos pasos caminando hacia donde se había quedado sentado, tragándose su propia pena. Una silueta se sentó sobre su propia cama, mirándolo fijamente, como si esperara una respuesta de parte del otro. Levantó la mirada y vio a Rakki mirándolo con esos ojos teñidos de gris, acompañados de un ceño fruncido.
— ¿Para qué quieres el número de un detective?
— Mierda, Rakki, ya te dije que es privado.
El peliblanco chasqueó la lengua, cruzándose de brazos — Es una pena, pude haberlo conseguido para ti.
Abrió los ojos de par en par, mirando de nuevo en dirección al contrario
— ¿Cómo?
— ¿Sabes por qué me metieron aquí? — Kazutora negó — bueno, da igual. No te lo voy a decir, solo tienes que saber que estaba metido con mucha gente peligrosa con la que aún tengo contacto, ellos pueden ayudarme desde fuera si lo necesito.
— ¿Podrías conseguir el número para antes de la correspondencia?
— Si quisiera podría incendiarle la casa y matarle al perro en menos de una hora al tipo que buscas.
Cambió su postura a una defensiva, poniéndose de pie inmediatamente, sacando el pecho cual animal buscando pelea. Fue hacia su compañero y lo tomó por el cuello de la camisa.
— No se te ocurra hacerle daño a su familia — los ojos teñidos de sol de Kazutora se impregnaron en furia y en amenaza, sorprendiendo al otro. Lo soltó de forma brusca — solo quiero el número.
Paso ambas manos a través de su cabello, algo arrepentido por su comportamiento. No le gustaba ser agresivo con los otros, después del arranque repentino que había tenido por el cual había terminado en confinamiento solitario, prefería regularse un poco. El simple hecho de recordar la oscuridad, el frío, humedad, ratas y cucarachas por doquier le producía un escalofrío que le consumía toda la columna.
Rakki se levantó de la cama, yendo en dirección a la puerta. — ¿Por qué te importa tanto un detective? Esos tipos son basura — Kazutora volvió a tirarle una mala mirada — vale, vale, entiendo... ¡eh, guardia! Tengo que hacer una llamada, ábrame.
...
Rakki era un tipo de palabra. No pasó más de media hora para que hubiera conseguido el número no solo del móvil de Kazuma, también el de su casa, las placas de su auto, su número de identificación como detective, su dirección completa y una descripción física actualizada de él y su familia. En un primer momento aquello lo hizo sentir sumamente intimidado, le había dado a un montón de desconocidos carta abierta para hacerle daño a ella y a su familia, pero el muchacho le había jurado por su "querida medusa" que dicha información no sería revelada a nadie más.
Y ahora estaba ahí, digitando los números del móvil de su padre en el viejo teléfono de la prisión, pasando saliva, con las manos temblorosas y unas gotas deslizándose por su frente, sudor frío. Llevó el parlante a su boca y la bocina a su oreja.
Uno, dos, tres tonos.
— Hayashi.
— ¿Señor? Soy — carraspeó — soy Hanemiya, ¿podría hablar con usted?
El impacto era perceptible en su voz — ¿Cómo diablos conseguiste mi número?
— Un guardia me lo dio — mintió, la voz le temblaba.
Kazuma guardó silencio, incrédulo —... Te escucho.
— Dai... ella planeó todo lo de la nochebuena, ¿cierto?
— Bueno, ibas a enterarte tarde o temprano, si querías que te lo confirmara ahí lo tienes
— No solo es eso, señor... me gustaría hablar con ella
— Está en casa de Ima, y creo que te dijo que la visita que tuvieron sería la última vez
— Lo sé, pero... — volvió a dudar sobre sus propias intenciones, sobre si realmente sería algo de bien o mal. Respiró hondo, buscando en el aire que inspiraba valentía — pensé en una carta.
— ¿Una carta? Mira, Hanemiya, si buscas hacer que vaya a verte o algo por el estilo no va a funcionar, sé que no lo...
— No, señor... solo quiero agradecerle lo que hizo por mí.
— ... ¿y que necesitas de mí entonces? ¿nuestra dirección?
— No, la conozco de antes, cuando solía visitarla... Me gustaría saber que piensa usted sobre hacerlo, no quiero hacer algo que terminé haciéndole daño. Más daño.
Hubo silencio.
— Dame un minuto
Escuchó a través de la bocina un par de pasos, seguido de una puerta cerrándose.
Un suspiro resopló del otro lado de la línea — Mira, Hanemiya... cuando Dai me dijo que quería hacer algo por ti en noche buena no me pareció una mala idea, creí que sería algo que la ayudaría a cerrar todo esto y que cuando pasara estaría mejor, pero... las cosas con ella no están marchando bien.
— ¿A qué se refiere?
— Ha estado encerrada en su habitación todas las vacaciones. Está comiendo bien por el momento y cuando Ima viene de visita sonríe un poco, pero cuando se va vuelve a su cuarto horas y horas. Ya ni siquiera cocina o se queja de lo que yo hago... y las madrugadas que está pasando son una pesadilla; a veces no puede respirar, y pasa noches enteras llorando. Ella... está intentando dejarte ir, pero le duele. Más de lo que yo pensé.
Su corazón se encogió en un puño, le flaqueaban las piernas y la neblina opacaba su afligida mirada. Un nudo atado por dentro de su garganta le hería, impidiéndole emitir cualquier palabra. Puñales atravesaban su cuerpo, lastimando sus adentros, lacerándole el pecho con dolor.
No quería ni vislumbrar la imagen de su pequeño cuerpo encogido, abrazando sus rodillas y llorando a corazón abierto, rasgando su garganta con la pena que intentar olvidar le creaba. Quería ayudarla, poder hacer algo que eliminara las secuelas que alguna vez había dejado su presencia por su vida. Reparar el daño que hizo sobre su corazón.
— No sé si a ti te lastime esto, Hanemiya. Pero aun siendo miembro de la policía y con todo lo que he visto, nada me duele tanto como verla así. — el hombre se aclaró la garganta — creo que Dai está intentando forzar todo esto. Quiere que todo pase rápido, evadir el dolor... quizá si algo le ayudara a entender que no es necesario que eliminé lo que siente ahora ayudaría. Y lo haría aun más viniendo de ti.
Sorbió por la nariz, aguantando sus lágrimas — ¿Eso cree?
— Once cero siete, te queda un minuto.
— ¡Ya voy!
—... Es lo único que creo que podría ayudar. Escribe las cartas que hagan falta, yo se las haré llegar.
Un suspiro de alivio se escapó de sus pulmones, cerrando los ojos y recibiendo el permiso concedido por el mayor.
— Gracias, señor, debo irme.
— Cuídate Hanemiya, estaré pendiente de ti desde fuera.
Holaaaaaaa<3 lxs extrañé, estar de vuelta me hace feliz, ¿cómo pasaron las fiestas? ¿todo bien?
Es de mi gusto presentarles a Rakki! Él es un OC creado por Mothsuki (está así en instagram), vi algunas fotos de él y Tora en instagram y me enamoré, por lo que hable con su creadora y ella me dio permiso de usarlo en esta historia, si quieren saber más de él les dejo una foto de como luce y una con Kazutora para que los vean juntillos jiji, igual creo que su historia es re interesante, pueden ir al instagram para saber más sobre él.
Creo que oficialmente nos quedan solo como 10 capítulos de esta historia y no saben como me duele, aaaaaah:( espero que lo que resta sea de su agrado. Recuerden que lxs quiero<3
PD: los próximos caps ya van a ser más cortitos jsjsjs, promesa. Gracias por leer otra vez. uwu
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