ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ: ❝ɴᴇɢᴀᴄɪᴏɴ❞
Dai:
Ojalá pudiera poner en palabras más simples todo lo que quisiera decirte, pero el papel que nos dan aquí, junto con el tiempo son bastante escasos, así que intentaré que mis manos hablen mejor de lo que yo lo he hecho todo este tiempo.
Gracias por lo que hiciste por mí en noche buena. Por ti el día que yo creí sería el más gris y solitario de todo mi año se convirtió en algo completamente diferente, no sé cómo lo hiciste (aunque estoy bastante seguro de que Draken tuvo que ver en eso) pero te agradezco mucho por ayudarme a no estar solo una vez más.
Siempre terminas estando ahí cuando menos lo espero, ¿curioso, no? Creí que después de tu visita no volvería a saber absolutamente nada de ti, que ibas a terminar arrojándome a la basura como una hoja de papel arrugado como las que solías botar en clase cuando algo en tus notas estaba mal, pero no es así. Y me hace feliz saberlo... no quiero sonar como un ególatra infantil, pero darme cuenta de que aun sigo presente en tu vida, de alguna manera, aunque sea lejana, me hace sentir una calidez en el pecho que solamente tú eres capaz de provocar dentro de mí. Lo único que me lastima de eso es saber que no es tan grato para ti como lo es para mí.
Aunque al menos a mi mente eso no parece importarle mucho, después de todo, la promesa de seguir llevándote conmigo, incluso en una parte de mi rostro, sigue presente. Aunque en este punto me sienta indigno de hacerlo, de hacerte acarrear mi recuerdo a lo largo de tu vida porque sé el dolor que te provoca seguir llevándome; la otra parte de mí, la que tiene más fuerza y que aún se aferra, sigue brillando con algo de la luz que dejaste dentro de mí, la misma luz que creí que se había extinguido hasta antes de noche buena. Casi siempre soy capaz de sentir como titila dentro de mí, como una luciérnaga que lucha por no apagarse, y, Dai, te juro que cada vez que siento la luz... esa parte sigue diciéndome que no quiere que la olvides.
Soy consciente de que no es lo mejor, pero no quiero pasar desapercibido en tus recuerdos. Fuiste una de las pocas personas que me hizo sentir como algo importante en su vida alguna vez, hiciste que mi aliento realmente tuviera peso en caso de que yo lo hubiera detenido, curaste mis heridas no sólo por fuera, me mostraste un mundo que no creí conocer nunca, la vida de una persona normal, de un adolescente de secundaria enamorado cualquiera, eres todo eso para mí, y me gusta pensar que también significo para ti algo similar.
No quiero olvidarte, Dai.
Y no quiero que tú lo hagas tampoco, ¿es egoísta de mi parte decírtelo?... seguramente sí. Pero quiero dejar de tragarme todo como lo he hecho durante quince años, y que mi pecho deje de ser un almacén de cosas que tarde o temprano me van a pudrir por dentro. Me he esforzado por no soltar palabras vacías, y realmente quiero cambiar, ser una mejor persona, y uno de los tantos motivos que sigo teniendo para hacerlo eres tú.
Siempre vas a ser tú, Dai. Solo tú.
¿Está bien que haga esto? ¿es bueno para ti? Me gustaría seguir escribiendo cartas para ti, sentirte cerca aun a la distancia, contarte algunas cosas, pero sé que puedo lastimarte. Sé que el pedirte que no me olvides y que me dejes seguir fingiendo que tu silueta camina a mi lado también es hiriente. Si lo es, si quieres que termine de desaparecer de tu vida, lo haré. Solo dímelo. Porque cuando creí que estaba listo para hacerlo, volviste a aparecer y ahora necesito de algo de ti que me ayude a huir o quedarme. Por favor dame una respuesta.
Te quiero, Dai.
P.D. También puedo dejar de decirte que te quiero si lo deseas.
Atentamente: Kazutora.
...
Después de la correspondencia, todos tenían una especie de "receso", si podía decírsele de tal manera. Dejaban a todo el mundo salir a un patio que lejos de parecer eso, era una especie de baldío con un par de porterías de futbol y aros de basquetbol. Más al oeste, por el ala izquierda, había una pequeña habitación que fungía como gimnasio, olía a una mezcolanza extraña de sudor, desodorante y talco. Medianamente equipado con algunos aparatos y lo más importante, un saco de boxeo gigante. Había siempre un guardia vigilando para que de esa manera pudiesen facilitarles unas vendas para las manos sin que las usaran a ellas o cualquier otro equipamiento para autoinfligirse heridas.
Al final, pasando algún tiempo, Kazutora había descubierto que propinarle puñetazos a aquel pedazo de lona relleno de arena le ayudaba a descargar un poco sus emociones. Si alguien intentaba retarlo, si un guardia le respondía de forma pedante, si en las duchas intentaban jugarle bromas, toda aquella rabia terminaba detonando sobre el plástico pintado de un rojo que se había ensuciado progresivamente por el paso de los golpes sobre él. Sin duda eso era mejor que pasar la mayor parte del día pensando en una manera de huir, en su hartazgo, en los días restantes para salir, en su tristeza o en su soledad.
Y, a menudo, solía encontrarse con Rakki por ahí. Rondando por el lugar, usando las pesas para lo que fuera que su cabeza necesitara. Algunas veces había intentado acercarse a él mientras usaba el saco, pero sus charlas se limitaban a si el otro necesitaba de ayuda para algo o quería algo de agua.
Pensó que, si estarían conviviendo por unos diez años mínimo entre cuatro paredes de concreto y una de barrotes, quizá entablar conversaciones medianamente profundas con él sería de utilidad para que la comodidad entre ambos creciera.
Se limpio algo de sudor de la frente, aunque no fue de mucha ayuda, los mechones de cabello azabache que caían mojados por su cara. Probablemente dentro de poco algún guardia le haría cortarse el cabello.
— ¿Tú nunca le escribes a nadie?
Una voz curiosa se emitió al otro lado de la sala — ¿Me hablas a mí?
Kazutora rodó los ojos — No, Rakki, le hablo al guardia de allá en frente.
Su compañero rio — No, nunca. — guardó silencio, como si la duda estuviera introduciéndose en sus pensamientos — ... ¿y tú carta? ¿era para ese detective?
— No, para alguien más — suspiró — solo espero que haya una respuesta
— ¿No se supone que si envías cartas es porque habrá una respuesta?
—... Supongo que no en todos los casos.
— ¿Por qué en este precisamente no? Anda, ¿para quién es?
Kazutora le lanzó una mala mirada, rodando los ojos.
— Ya, ya, entiendo, no quieres hablar de eso... — calló solo unos minutos, haciéndole creer al otro que la charla había finalizado, hasta que retomó la palabra — ¿problemas familiares? ¿De pareja? Déjame adivinar, el detective y tú...
Harto de todo el asunto, dio un golpazo sobre el saco que terminó haciéndole daño en los nudillos. El dolor le hizo pegar un par de saltitos y sobarse con la mano sana. Volvió a ver al otro con zaña.
— No eres gracioso.
— Claro que sí — él se carcajeó y soltó las pesas, yendo en su dirección — solo estás malhumorado. Y lo estás haciendo mal.
— ¿Eh? — Rakki se colocó frente a él y le tomó ambas muñecas, colocándolas en una posición. Después fue atrás de él y le abrió un poco las piernas con un puntapié — ¿Qué haces?
— Así es menos probable que te lastimes. Sé boxear, puedo enseñarte lo poco que sé, sería divertido. Espera, déjame ver si tienen manoplas.
Fue hacia un rincón en el que guardaban utilería y tomó lo que necesitaba, colocándoselas en ambas manos mientras se acomodaba en posición de pelea.
— ¿Qué intentas?
— Golpea aquí, te iré mostrando como.
— ¿No es otra de tus bromas de mal gusto?
— Relájate — Rakki sonrió — estaremos un buen rato en el mismo sitio. Al menos podemos llevarnos medianamente bien, ¿no crees?
Al final resultó que pensaban similar, y aquello le hizo creer que Rakki no era tan mal tipo después de todo. Kazutora sonrió y soltó el primer golpe.
...
Habían pasado ya dos semanas en las que esperaba con ansias el correo de la correccional, rogando cada vez que las cartas eran repartidas a escuchar su número. Aprendió que había alrededor de seis prisioneros más cuya numeración comenzaba con un once, seis veces en las que sus esperanzas se veían reducidas a cenizas cuando no escuchaba tras su digito un cero. La fe se le esfumaba de a poco, pero no quería rendirse tan rápido, tenía que insistir un poco más.
Era tanto así, que había vuelto a salir junto a todos los demás con rumbo al ala de correspondencia. El único iluso que escribía solamente preguntas, no respuestas, caminando junto a un montón de otros chicos.
Dai:
¿Cómo debería entender tu ausencia? ¿cómo un sí o un no? Supongo que debería ser lo segundo, pero soy un terco, creo que eso es algo en lo que ambos podemos estar de acuerdo.
Sin embargo, nunca conocí a alguien más aguerrida que tú, con un carácter más fuerte que el de nadie ¿recuerdas cuando recién nos conocimos? Me dijiste que no intentara mirarte por encima del hombro, quizá eso fue una de las cosas que me terminó dejando prendado a ti. Pensé en tus palabras diciendo eso durante todo el día, y el cardenal que me dejaron las llaves después de que me las lanzaste me lo recordaba una y otra vez.
Fue el primer día que no pude dejar de pensar en ti. Justo como ahora.
No quiero dejarte ir, ni que me dejes ir, pero quiero saber si realmente seguir sabiendo sobre mi existencia te hace un daño, porque conmigo las cosas son siempre al revés.
Siempre que recuerdo tus ojos, tu cabello, tu sonrisa y todo lo que es, recobro algo de alegría, sobre todo teniendo las fotografías que me obsequiaste hace tiempo atrás tan cerca de mí. Mi madre me las trajo, dijo que creyó que me gustaría tenerlas y no tenía una pizca de desacierto en sus palabras, ¿te dije que las cosas entre ella y yo mejoraron? Incluso pasó el inicio de año conmigo, me encantaría contártelo, solo si tú lo quisieras saber.
Pero, volviendo al tema: negarme a que tu presencia desaparezca de mis pensamientos es una manera extraña que tengo de pensar que las cosas serán más brillantes cuando al fin salga de aquí y pueda correr a buscarte, aun cuando sea solo para verte de lejos, triunfando de alguna manera. Supongo que tu futuro pinta ser más brillante que cualquier cosa, pero mucho menos que la propia luz que tú le das a los demás, ¿aun la tienes, no?
Estoy seguro de que sí.
Quizá debería dejar de hablar de estas cosas, quizá estas cosas son las que te hacen daño. Que me siga aferrando a algo de lo que te quieres desatar. ¿Es así, Dai? ¿Está bien si hablo sobre algo más?
Espero que respondas.
Atentamente: Kazutora.
Les presento "las cartas" (Tsumi, no me mates por recordarte cosas tristes JAJAJAJA)
Los siguientes cinco capítulos llevarán este formato, veremos un poco más de la vida de Tora en la cárcel y pues eso, no tengo más que decir. uwu
¿Qué opinan? ¿Les gusta el desarrollo de la historia hasta ahora? Estoy volviendo a tener p2 mentales por creer que no es tan buena historia, perdón u.u tampoco pretendo dar lastima diciendo estas cosas, es solo que tengo q expresarlo de alguna forma
En fin, es todo, lxs amo, tomen awa. <3
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