𝑪𝒉𝒂𝒑𝒊𝒕𝒓𝒆 𝒗𝒊𝒏𝒈𝒕.

A finales de febrero un viento blanco barrió la nieve. Cubrió Gangwon como una manta, como si quisiera poner una sábana sobre el horror. Otra chica muerta, y la península se retrajo el resto del invierno. Los adultos permanecieron en sus casas o refugiados en bares de madera para sentarse frente a chimeneas avivadas. La gente joven se quedaba en las casas de los amigos u ocasionalmente, se escabullían para apiñarse en la nieve y hablar expulsando vaho al aire, retando la oscuridad. Era la época del año en la que se sentía que el tiempo no avanzaba y el mundo entero estaría atrapado bajo el hielo para siempre. Era como si la Tierra no estuviera en órbita sino merodeando en algún sitio lejos del Sol.

JiMin no le había dicho a JungKook lo que había visto. Sin embargo, durante el regreso a casa del baile, los tres dieron por hecho que todo había cambiado: el silencio en el auto, la tensión cuando se separaron en la entrada, YoonGi y JungKook hacia una dirección y JiMin hacia la otra. Él y JungKook no habían hablado desde entonces. JiMin no le había regresado las llamadas y se había escondido cuando escuchaba que tocaban la puerta, le había pedido a sus padres que dijeran que no estaba en casa.

Aunque podía sentarse en la ventana y observarlo todo: JungKook y YoonGi discutiendo en el jardín, y YoonGi finalmente alejándose manejando. JungKook en el asiento del pasajero de su auto mientras TaeHyung manejaba, quizá hacia el restaurante, para sentarse durante horas apoyados sobre la mesa, frente a frente y de la mano. La luz en el patio mientras JungKook se escabullía para ver a TaeHyung después del toque de queda. JungKook dejando la ventana abierta toda la noche, dejando entrar al aire frío esperando a que las piedras pegaran en su pantalla anunciando su llegada. Era difícil mirar y era difícil no mirar.

SeokJin comentó que en un año normal en Gangwon, febrero era capaz de romperte el corazón. Uno vivía la temporada con tal intensidad que no parecía tener fin y daba la impresión de que todas las señales de vida, cualquier señal de que el verano alguna vez había existido o volvería a existir, se desvanecía. El cielo volaba bajo sobre el océano de Boksakkot y no habían sorpresas, ninguna cara nueva en el pueblo. Todo ㅡlos días en sí mismosㅡ avanzaba lentamente. Y SeokJin tenía razón. Los días se veían iguales cada mañana que JiMin despertaba.

La nieve se había acumulado demasiado como para que pudiera correr. Pasó mucho tiempo vagando por la casa y el patio, porque no había ningún otro sitio a dónde ir, sólo mucha tarea escolar para mantenerlo ocupado. SeokJin le dio un par de zapatos usados para la nieve que habían llegado a la tienda de antigüedades, que milagrosamente no había vuelto a cerrar y a la cual había regresado Yang HyunSuk, sin decir una palabra a nadie de lo que había pasado. (Simplemente entró caminando una mañana y retomó su rutina.) JiMin recorrió los bosques con sus zapatos, pero sólo en el lado más lejano a la casa de JungKook. De regreso a casa habría estado contento de leer, pero era una cosa que JungKook había cambiado en su vida: ya no le gustaba quedarse quieto. Ahora lo hacía sentir como si estuviera perdiéndose de algo.

Compró un libro sobre árboles e intentó seguir e identificar a todas las aves en el bosque en torno a su casa. Y se dedicó a terminar de arreglar el interior de su casa. Lijó los barandales y ayudó a su papá a barnizar los pisos que todavía no estaban listos. Juntos pintaron por segunda vez los pasillos del piso de arriba y reemplazaron los gabinetes de la cocina por otros que su papá había comprado en oferta en una tienda de cosas recicladas para la casa. Día tras día, fueron colocando las piezas finales de su casa.

Se escondía en los cuartos traseros cuando JungKook tocaba la puerta. Sólo Van era un visitante regular. Ahora que JungKook había regresado, estaba confundido sobre a quién proteger y pasaba la mayor parte de sus días corriendo entre la casa de los Park y la casa de los Jeon para cuidarlos y confirmar que todo estaba seguro.

JiMin intentó despejar su mente. Se volcó dentro de sí mismo como lo había hecho en el pasado, cuando su mamá perdió su trabajo, o mucho antes de eso, cuando tuvieron el accidente automovilístico. 

Pero no podía olvidar. No podía olvidar las manos de TaeHyung sobre su piel, o su aliento en su cabello, o que cuando lo tocaba había sentido como si todo su cuerpo se hubiera llenado de redobles.

ㅡLas heridas te hacen más profundo y maduro ㅡdijo su papá, una noche frente al fuego, incluso cuando él no le había contado lo que había pasadoㅡ. Entre más grandes son los retos que enfrentas, más grande y profunda se vuelve tu alma.

JiMin le sonrió como si sus palabras fueran alentadoras. Pero sintió lo contrario: como si su corazón se hubiera empequeñecido y endurecido. Le asombró ser incapaz de detener el dolor en su pecho. Por la noche miraba el techo, obsesionado por la idea de que TaeHyung besara a JungKook exactamente como ellos se habían besado. Intentaba pensar en otras cosas, como recitar el alfabeto al revés, pero inevitablemente, cada mañana cuando bajaba a la cocina, lucía ojeroso y su mamá lo veía en la mesa de la cocina, preocupada.

Una de esas mañanas, cuando JiMin estaba buscando uno de sus zapatos para la nieve, el cual por alguna razón no estaba junto a su par, su mamá anunció que tenía una entrevista en Seúl. JiMin la miró conmocionado y se sentó de nuevo sobre los talones, desde donde se había arrodillado para buscar debajo del sofá. Todo su cuerpo se había animado.

ㅡ¿Quieres decir que nos vamos a mudar a casa? ㅡpreguntó incrédulo.

La señora Park se encogió de hombros.

ㅡSi me lo dan, no sé a cuánta gente estén entrevistando. No te ilusiones mucho todavía.

Pero el corazón de JiMin latió muy rápido. Parecía la ocasión perfecta para escapar. Podía olvidar a JungKook, a TaeHyung, así como el miedo que había brotado en Gangwon y regresar con NamJoon, a las calles familiares, a su antigua vida, cómodo y seguro. Sonrió por primera vez en días, se aseguró de que el zapato para la nieve no estaba bajo el sofá, caminó por el pasillo hacia el último lugar en el que podía estar.

Abrió la puerta y bajó al sótano húmedo. El único foco arrojaba un círculo de luz tenue, proyectaba sombras en las esquinas del cuarto. JiMin miró bajo las escaleras, movió unas cuantas cajas antes de darse por vencido, y luego se detuvo por un momento para escuchar. Intentó decidir si el silencio era vacío o de expectativa. Intentó imaginar la vida de la casa antes de él y se preguntó si habría sido más fácil en ese entonces, como lo creía JungKook. JiMin miró hacia donde había ocultado la carta, bajo el bloque de cemento, y decidió que la dejaría ahí para siempre.

JungKook estaba esperándolo en el pasillo cuando subió las escaleras.

ㅡEntré a escondidas.

JungKook tenía en la mano un puñado de ramas de pino envuelto con un lazo rojo y se lo puso en las manos. Sus mejillas estaban rosadas, resplandecientes, y no llevaba el abrigo cerrado. Estaba radiante pero parecía que tenía el corazón en la boca.

ㅡPor favor, acepta este ramo elegante como ofrenda de paz.

JiMin tomó el ramo y lo recargó en la escalera.

JungKook se veía lo suficientemente nervioso como para vomitar

ㅡEstán organizando una noche de películas en el Autocinema, la semana que entra, para todos los jóvenes. Un evento con chaperones. Películas viejas. Blanca nieves y... ㅡJungKook bajó el volumen de su vozㅡ. Me preguntaba...

JiMin lo miró fijamente.

ㅡGolpéame. Grítame. Algo. Lo que sea.

JiMin sintió que ardía como una llama fría. Ocultó su rabia, que iba en aumento, con un rostro inexpresivo. Miró a JungKook sin emoción, como si no lo conociera. Le temblaban las manos pero las apoyó en el barandal para que JungKook no las viera.

Una lágrima escurrió en la mejilla izquierda de JungKook.

ㅡSé que es una locura. Sé lo que siempre dije. Sobre lo que sentía por él.

JiMin continuó viéndolo con frialdad.

ㅡDi algo, ¿no te importa?

JungKook, quien siempre decía lo que sentía sin reparo, no podía reconocer que algunas personas tenían sentimientos tan profundos y firmes como el vidrio.

JiMin lo guio por el pasillo, cruzaron la cocina, y le abrió la puerta.

JungKook se mordió el labio, se le salió otra lágrima. Segundos después estaba caminando afuera en la nieve, Van corría detrás de él. JiMin podía jurar que dos pájaros le sobrevolaron la cabeza y después revolotearon alejándose. Como la maldita Blanca Nieves.

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Si encuentran algún error ortográfico, por favor háganmelo saber, y lo tomaré en cuenta a la hora de corregir.

Hola.~

Aquí tienen el capítulo veinte jsjs.
Desde aquí les voy diciendo que van a llorar si se encariñaron con los personajes ajsjdja, yo mismo no puedo evitar hacerlo cada que escribo. :((

También les recuerdo que tengo otras historias publicadas, por si gustan pasar a darles un vistazo.♡

Siendo todo de mi parte,
gracias por leer.☆

~𝙶𝚊𝚋𝚜.

Kim Seok.

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