Yuuichirou y Muichirou Tokito.
↬ Au moderno.
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Era grandioso comenzar tus clases, eso conllevaba a tener grandes oportunidades y nuevos compañeros. Poder crear tu reputación sin que nadie supiera tu pasado.
—Ahh... —suspiraste, lo mejor de ser tu primer día es que no solo era el primero. Si no que se sumaba que ibas a llegar tarde y sin saber exactamente cuál era tu salón.
Te habías ido tan apurada de casa que no revisaste que dejaste el horario sobre la mesa de la cocina, como siempre, te quedaste pensando en la inmortalidad del cangrejo y el tiempo se te escapo de las manos.
Ahora te encontrabas corriendo mientras cada estudiante entraba a su clase respectiva, algunos parecían estar tan perdidos como tú. Pero hace poco sonó la campana de entrada y por esa razón no podías darte el lujo de quedarte parada mirando la cara a alguien.
Volteaste viendo el nombre de los salones, pero ninguno sonaba familiar.
En un parpadeo terminaste chocando con alguien, estuviste a punto de resbalarte si no fuera por una mano que te sujetó del brazo.
—¿Todo bien? —una voz tranquila captó tus sentidos, algo aturdida te incorporaste y observaste al chico al frente de ti. Tenía el cabello azabache largo con las puntas color menta y ojos de igual color.
Su piel era pálida y era un poquito más alto que tú. Aún sostenía tu brazo con gesto preocupado.
—E-eh ¡Lo siento, lo siento! —hiciste varias reverencias totalmente apenada.
—No pasa nada. —sonrió. —Estás realmente apurada, ¿no consigues tú clase?
Oh Dios, este chico tenía que ser un ángel. Además de que su sonrisa era la más bonita que habías visto.
—S-sí... —te costó admitirlo. —La verdad es que, olvidé mi horario en casa.
Se rió. —Te entiendo, yo también olvide más de una vez mis libros en el año anterior.
—¿En serio?
—Sip. A veces suelo ser muy olvidadizo. —cruzó los brazos e inclino un poco la cabeza. —Hmm, ¿no recuerdas que sección eres?
—Soy de la B del tercer año.
—Yo soy de la A, la clase de su sección B... Escuché que era del salón 5B.
—¡Muchas gracias! —hiciste una reverencia y saliste corriendo a buscar el salón.
Justo lo encontraste, apenas algunos alumnos estaban entrando. Reconociste a algunas caras que te habías cruzado antes. Sin duda era el aula correcta.
Dejaste escapar un gran suspiro mientras te dejabas caer en uno de los últimos pupitres. El profesor no había llegado y solo era cuestión de tiempo para que empezara la clase.
Entonces abriste los ojos par a par. No le preguntaste su nombre.
Diablos.
Te acomodaste al ver que su profesor entraba para dar la materia de la primera hora. Si eran del mismo año su salón no debería estar tan lejos de la suya. Ibas a esperar a la hora libre para hablarle e internar aprovechar la oportunidad para hacer una amistad.
Después de varias horas, sonó el timbre del recreo. Te levantaste sin perder tiempo, saliendo del aula para buscarlo.
Caminaste con algo de prisa, revisando dos salones. En el primero apenas estaban saliendo, no lo encontraste por ningún lado. El siguiente tampoco.
Pasaste por el que estaba en el otro lado del pasillo, algunos alumnos ya se encontraban afuera. Te asomaste con un poco y pudiste verlo de perfil guardando sus cosas. El aula se encontraba ya media vacía.
Esperaste que saliera, cuando lo hizo caminó para irse al lado contrario donde estabas parada.
—D-disculpa... —lo llamaste, que tonta te sentías por no preguntar su nombre antes.
Volteó, mirándote con un gesto neutral.
—P-perdón por irme antes.
—¿Hm? ¿De qué hablas? —se paró al frente tuyo, frunciendo el entrecejo.
Parpadeaste, confundida. ¿Acaso te estaba jugando una broma?
—Estoy hablando de antes de que comenzaran las clases. —dijiste con lentitud, el chico te seguía mirando con desconfianza.
—Eh, no sé quién eres.
Esto te estaba comenzando a irritar, ¿cómo podía estar siendo tan odioso ahora y cuándo se conocieron todo lo contrario?
¿Actuaba así para confundirte? ¿Era un experimento social?
¿Sufría de bipolaridad?
Quedaste ahí de pie sin saber exactamente qué hacer, otra persona le llamó y se fue sin decir nada.
Cruzaste tus brazos con molestia y te dirigiste al comedor. No se te paso por la cabeza que las cosas terminaran así.
Acabaste de comer en un puesto apartado, no te molestaba. Siempre en las escuelas te la pasabas con la misma única amistad el resto del año o hasta sola en algunas ocasiones.
Miraste un pan dulce que te sobraba, lo habías guardado para él ya que sentías que se lo merecía por haberte ayudado. Ahora no sabías que hacer.
Lo guardaste en tu bolso y te levantaste, no faltaba mucho para que comenzara la siguiente clase.
Caminaste por los pasillos con tranquilidad, sobraba tiempo y seguramente tomarías una pequeña siesta en tu puesto. Mirabas algunas personas que pasaban cerca de ti, casi todos estaban en grupos pequeños.
Alguien salió del salón y giró, estuvieron a punto de dar un paso antes de chocar pero reaccionaron a tiempo.
Oh, otra vez. Qué suerte.
—¡Oh! —pero, es que la mala suerte te saludaba en tu cara. Era de nuevo el chico de puntas menta. —¡Qué bueno encontrarte!
Te salió una venita en la frente. ¿Tenía que ser una broma, verdad?
Ya no importaba que hubiera sido amable contigo al principio, lo ibas a destruir.
—¡Hermano, te dije que me esperaras!
En ese momento, todo cambió dentro de ( _ ).
Estabas viendo doble o seguramente te habías quedado dormida en clase y no lo sabías, sí, eso era.
El que salió del aula te observó, pareció reconocerte. —¿La conoces?
—Sí, la ayudé antes de que comenzaran las clases. —sonrío.
Ah. ¿Qué diablos estaba pasando?
—Ella habló conmigo cuando termino la primera hora.
—OH. —ahora el apodado ''tierno'' hizo un gesto de sorpresa, te miró. —Parece que habló con nosotros sin saber que éramos gemelos.
El cara de cul-
Digo.
El de gesto serio empezó a reírse sin siquiera disimular. Ahora parecía entender por completo la situación.
Estúpido.
—¡Hermano, no te rías! —ellos continuaron hablando, pero sin duda te quedaste en tu mundo. El primer día de clases, la oportunidad de oro para redimirte y estabas pasando por una gran vergüenza. —Lo siento, mi nombre es Muichirou Tokitou, él es mi hermano mayor Yuuichirou Tokitou. —lo señaló mientras este continuaba carcajeándose.
Así que el mayor, menos mal. Por lo menos hubiera dicho algo como ''Oh, disculpa. Seguramente te confundiste con hermano exactamente igual a mí. '' y no dejarte como una completa tonta sacando conclusiones erradas.
Ni lo conocías y ya lo odiabas.
Suspiraste, no valía la pena.
—Es un placer, mi nombres es ( _ ) ( _ ). De verdad me alegra encontrarte, te estaba buscando por haberme ayudado. —sacaste de tu bolso el pan que guardaste y se lo entregaste.
—¿P-para mí? —viste como Yuuichirou los miraba con recelo. Te dio gracia. —¡Muchas gracias! —sonrío reluciente.
Desde ese día de una manera casual, habías hecho dos nuevas amistades muy particulares.
Este año sin duda iba a ser diferente.
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