Kyojuro Rengoku.
pedido por: CoNi_Irina (no me dejaba etiquetar ;)
︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿
Suspiraste.
—¿Qué era lo que me ibas a decir Kyojuro-san? —preguntaste a pesar de ya saber la respuesta. La verdad es que aquella situación era digna de telenovela.
—¡Lo-lo siento mucho ( _ )-san, lo olvidé completamente al observarle y notar que cada día está más bella! —te quedaste sin palabras, mirabas insistente a tu alrededor en busca de cualquier persona que pudiera salvarte.
Empecemos con el contexto. ¡Y nada mejor que empezar por el principio!
Desde que comenzaste con tu ardua tarea de convertirte en pilar tu gran desempeño concluyó en volverte en tsuguko de alguno de los pilares. Ni corta ni perezosa estabas tan emocionada y ansiosa que no sabías a quien elegir como maestro.
Pero hacerlo no era algo fácil para ti. La verdad eras muy indecisa y la presión de no cagarla no te hacía pensar con claridad.
Ya era hora de que dijeras tu veredicto. Así que se te ocurrió lo que a cualquier persona con que al menos saber sumar y restar haría.
Escoger al que mejor te caía.
Rengoku era un pan del señor. Seguramente Dios cuando lo creó se dio cuenta de cuanto empeño le puso, porque no tenía otra explicación.
Todo comenzó bien, más que bien. Kyojuro era una persona tan positiva y optimista que era imposible que no te sintieras motivada de entrenar. No habían regaños, caras de desagrado al hacer el ridículo aprendiendo nuevas técnicas, era paciente y repetía lo que no entendías.
¿Acaso había algo que este hombre no supiera hacer bien?
Más... Todo cambió cuando Rengoku empezó a decirte cosas demasiado lindas, sonrojarse al momento que te dabas cuenta que te estaba mirando y hasta una vez se tropezó por querer disimular.
¿Era un problema? Todo menos eso.
Cualquier ser humano en la faz de la tierra moriría por tener a un hombre como Rengoku a su lado. Y más si tuviese la oportunidad, no, la grandísima oportunidad de que fuese algo correspondido.
Solo había un pequeño detalle.
No sentías que lo merecías.
A pesar de tener pronto dieciocho años, estabas decidida en muchas cosas y una de ellas era convertirte en pilar. Más de ser ambos cazadores solo implicaba una dura y cruda realidad.
Alguno de los dos moriría en cualquier momento.
Tal vez ni siquiera podrían despedirse, vivir suficientes momentos juntos. Te aterraba el simple hecho de no volverlo a ver sin ser capaz de decirle todo lo que sentías por él.
Por eso no querías corresponderle. Era mejor que no se ilusionara contigo, mejor no empezar algo que posiblemente iba a terminar mal.
Te limitaste a sonreírle, la tensión en el ambiente era obvia pero Rengoku pareció no molestarle si quiera un poco. Continuó con su explicación, tan inspirador y admirable.
Contó hace meses atrás que no podía escuchar bien debido a una misión que tuvo hace años, por esa razón solía alzar un poco la voz.
De tan solo recordarlo inconscientemente hiciste un gesto de tristeza que no pasó desapercibido.
—¿Estás bien? —su voz te sacó de tu burbuja de pensamientos.
—Lo-lo siento, solo estaba recordando algo. Discúlpeme. —hiciste una reverencia.
—Perdón. —te sorprendiste. —No quería incomodarte, debe ser muy extraño para ti que te diga esas cosas de la nada. Pero no puedo evitarlo, realmente me gustas.
Te quedaste en tu sitio. No sabías que responder, otra vez la vergüenza invadió tu cuerpo ya que sentías la cara arder.
Suspiró. —Me siento mejor cuando te digo lo que pienso sobre ti, me gustan mucho las pecas que adornan tu rostro y tus ojos. Son hermosos, me encantas.
Auxilio, alguien que llame a una ambulancia.
Mordiste tu labio con fuerza, lanzaste tu katana al suelo.
—¡Ya basta! ¡No puedo creer que me estés haciendo esto! —lo señalaste. —¡Tú, eres el sol que me hace querer levantarme todas las mañanas! ¡Eres tan perfecto que debería reportarte a las autoridades por robarte mi corazón! ¡¿Acaso estás retando a alguna ley por ser el hombre más hermoso que hay en este mundo?! ¡Irás preso por quebrantarla! ¡PRESO!
Hubo un largo y extendido silencio. Aún mantenías tu posición inicial. No sabías ni que habías dicho, lo único que estabas muy segura es que fue el cumulo de muchas cosas que pensabas sobre él y que eran verdad.
Los ojos de tu maestro se mantuvieron estáticos sobre ti. Aquello te ponía demasiado nerviosa, ya estaba, hiciste el ridículo. Al menos que te de tiempo de recoger tu dignidad.
Oh, ya no la tienes.
De repente tomó tus manos con una energía que te asustó. La sonrisa que realizó te hizo sentir cosquilleos en el estómago.
—¡Entonces, por favor sal conmigo! ¡Cuidaré muy bien de ti y no me apartaré de tu lado, es una promesa! —querías llorar, no merecías tanto.
—Pe-pero tú eres demasiado... —no te dejó continuar.
—¡Tonterías, no vuelvas a menospreciarte de esa manera! Eres hermosa, con todos tus defectos incluidos. Adoro tu valentía y fortalezas tanto como cuando decaes. Estaré ahí para ayudarte a que te levantes todas las veces que haga falta.
Sentías un gran nudo en la garganta. Ibas a romper en llanto en cualquier momento. Rengoku te abrazó haciéndote sentir protegida. Era tan confortante que dejaste caer aquella frustración mediante el llanto.
—¿Qué pa-pasará si no nos volvemos a ver? No quiero perderte. Me harías mucha falta, tengo miedo de que ese día suceda y no sepa que hacer sin ti. —te aferraste a él con necesidad, sollozando.
—Entonces le rogaré a Dios si es capaz de escucharme que pueda permitirme encontrarte una vez más. Como esta vez tú me encontraste a mí. Y si es demasiado egoísta lo que deseo espero que al menos pueda protegerte si no estoy contigo.
Sus manos acariciaron tu cabello con cariño y delicadeza, podías jurar que podrías quedarte dormida en cualquier momento. Era tan gratificante que no querías separarte ni un poco.
• • • • • • • • • • • •
Extra.
—Apuesto por Sanemi. —dijo Iguro sacando algunas monedas como si tuviera su propio negocio de dudosa procedencia.
Todos lo miraron con la boca abierta. ¿El amor que sentía por Mitsuri le tenía más idiota de lo común que no pensaba con claridad?
—¿Cómo vas a pensar que Rengoku no va a ganar? —preguntó Uzui.
El azabache no respondió. Todos fijaron su atención en la pelea de los más mamados de los pilares. Oh, sin contar a Gyomei claro.
—Vas a perder Snape, ese dinero será mío. —sin duda el peli blanco no le gustaba que pusieran sus creencias en duda.
La pelea comenzó apenas unos segundos cuando Obanai gritó:
—¡Miren, es ( _ )! —lo hizo lo suficiente para que Kyojuro lo escuchará. Este se distrajo apenas un momento que Sanemi aprovechó sin descaro alguno para tumbarlo.
Ni siquiera Mitsuri lo pudo defender. Eso fue un golpe bajo.
De todas maneras el pelinegro solo lo hizo por diversión. Eran monedas de chocolate.
(...)
Rengoku y Shinobu hablaban tranquilamente aprovechando su tiempo libre. Fue entonces que escuchó como Tanjirou menciono el nombre de la castaña que era su aprendiz.
Pero no quiso voltear, sentía que iba a ser otra broma. Ya cayó muchas veces y no iba a confiar esta vez.
Siguió con la conversación hasta que sintió una mirada sobre él.
No, no, no. No iba a caer.
Aquello siguió por un rato que le comenzaba a incomodar. Era tentador preguntarle al pilar insecto quien era la persona que le miraba pero conociéndola no iba a hacerlo. Le encantaba ver el mundo arder.
Sintió como le jalaban de la manga.
—¡¿Por qué me ignoras?! ¡Te he estado llamando hace rato y no respondes! —no se esperó que si se tratará de ti.
Todos le miraron de manera acusadora. Entonces saliste de la escena indignada siendo perseguida por el pilar.
De todas formas, era imposible enojarse con él.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top