Iguro Obanai.


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Continuación.

Habían pasado un par de días y Alexa no salía de su caja. Al igual que Nezuko ella se recuperaba durmiendo hasta recuperar la energía que usaba en batalla.

Iguro se mantenía al lado de ella aunque no recordaba quien era. Empezando así sus pensamientos profundos dudando de la existencia del mundo como la conocía, pero esta vez no era el caso. Principalmente estaba debatiendo algo que en su vida jamás de los jamases consideró que fuese a ocurrir: Sus sentimientos.

Nunca tuvo que hacerlo, al menos hasta el momento. Bendito sea la persona que creo el dicho: Siempre hay una primera vez para todo.

Cuando Alexa se removió dentro de la caja no pudo evitar observar hasta que cesó. Dio un suspiro casi inaudible.

Estaba confundido. No sabía si lo que sentía hacia ella era simple amor de compañeros o era algo más. Ojala fuese solo ese el conflicto ya que en el tiempo que Alexa estuvo ausente se acercó más a Mitsuri.

Era muy encantadora, linda, atenta y amigable. Eso y más. Pero...

Alexa también fue su primera amiga, su confidente y posiblemente la persona que más tenía confianza.

Aghh, malditos sentimientos.

Como si esperara una señal del universo para que dejará de ser tan masoquista en torturarse asimismo de esa manera, la puerta de la caja se abrió.

La demonio caminó como si se tratara de un bebé recién nacido. Observó a sus alrededores hasta que se encontró con la mirada de Iguro sobre ella.

Un sentimiento de culpa lo invadió. El karma se las cobraba muy caro, así como el joven Tanjirou llegó con su hermana vuelta demonio ahora él estaba pasando lo mismo. Qué ironía.

Pensó por un momento que ella se escondería como anteriormente hacía, más su sorpresa a ver que no hacía nada si no simplemente le miraba en una competencia de quien pestañeaba primero.

—¿Qué sucede? —en efecto, era estúpido pensar que ella le respondería sabiendo que tenía ese bambú en la boca. Pero no costaba nada intentar.

Alexa observó a su alrededor para luego volver a verle. Como si estuviera buscando algo.

Iguro a pesar de no poder escuchar su voz notó entonces que los ojos de la demonio reflejaban cierta tristeza.

Aquello solamente le hizo sentirse miserable, quería abrazarla y que volviera a ser la chica que conoció.

Sin percatarse lágrimas cayeron de sus mejillas de manera silenciosa. La pequeña demonio se dio cuenta de esto y se acercó a él intentando consolarlo. Colocó sus pequeñas manos en su rostro.

El azabache solo cerró los ojos, sintiendo como aquella presión en su pecho se liberaba. Nunca tuvo la oportunidad de llorar por la pérdida de su primera amiga, así no hubiera muerto ya no tenía recuerdos de él y eso le dolía de igual manera o hasta más. La única persona que sentía que podía confiar, desahogarse y compartir se fue sin poder hacer nada para impedirlo.

Estaba tan frustrado, todo le salía mal. Desde el principio solo fue utilizado para satisfacer las necesidades de los demonios. Fue hasta que conoció a Alexa que consiguió una verdadera motivación además de defender a los humanos para que no fuesen atacados por aquellos seres como le había sucedido.

Un sonido le hizo reaccionar, observando a la demonio que parecía querer decir algo sin éxito.

Obanai relajó la expresión para acariciarle la cabeza con afecto.

—No debí haberte dejado ir esa noche. De verdad lo siento tanto, soy un idiota... Todo es mi culpa. —continuó con su acción viendo como los ojos de Alexa le observaban.

Ahora podría cambiar las cosas, si aún el joven Kamado tenía esperanzas de que su hermana volviera a la normalidad lo ayudaría con su cometido también. Por el bien de una de las personas más especiales para él.

—Pronto volverás a ser una humana y no tendrás que esconderte del sol jamás. Es una promesa. —la abrazó.

La demonio a pesar de todo era capaz de entenderle, aunque no entendía exactamente a lo que se refería. De alguna manera se sentía grata al estar cerca de ese chico. Se le hacía familiar.

Sus palabras parecían ser sinceras así que asintió con la cabeza, abrazándolo de vuelta.

Haría todo lo posible para protegerlo y ayudarle.

Después de todo sentía que debía hacerlo. Era especial para ella.

Y no se volverían a separar jamás.


Me salió algo cortito a comparación de los demás, pero si quieren puede tener otra continuación. 

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