Giyuu Tomioka.


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La desesperación recorría cada parte de tu ser. A pesar de esconderte en la densa niebla y los intentos de sobrevivir todos eran vanos. Tarde o temprano él te iba a encontrar.

Cada vez veías más ojos y manos recorriendo tu espalda. Descubriendo los horribles pecados que habías cometido.

El sabor a sangre de tu boca, los colmillos y las largas uñas eran prueba que habías asesinado de nuevo a almas inocentes.

Te repetías una y otra vez que no era tu culpa, no los recordabas. No sabías ni quien eras.

No eras consciente si tuviste familia o personas que quizás pudiste haber considerado como amigos. Buscabas en tu memoria pero solo veías rostros desconocidos.

Estaban borrosos. Tu cabeza empezó a doler.

Te arrodillaste dando un gemido de dolor, observaste entre lágrimas tus manos. Tenías en la piel marcas que se asemejaban a las manchas de un tigre de tonalidades grises. Tu aspecto ya no era de humano, sino de un demonio.

Tus sentidos te advirtiendo de alguien viniendo hacía ti a una gran velocidad. La niebla te ocultó por unos breves segundos.

El sonido de la espada siendo desenvainada y luego lanzando un corte que atravesó uno de los árboles fue lo único que se escuchó después de la brisa.

Cayó el cazador del aire y quedó parado a unos pasos detrás de ti.

Sentiste que te falto el aire por un momento.

¿Cómo fue que todo terminó así?

Eras una chica común de la cuidad principal Tokio. Te encantaba salir con tus amigos e ir a cada reunión que se presentará. 

Sin embargo, aquellas risas y bromas fueron poco a poco desapareciendo. Transformándose en un suceso que cambiaría tu vida para siempre.

Fueron entre juegos y gritos, terminaron tus mejores amigos ebrios y tú en un callejón. Todo era borroso, solo reconocías sus caras riéndose como si todo les causara la gracia más grande de sus vidas.

De repente, un señor de unos treinta años apareció. Chocó con uno de ellos. Casualmente era al que le gustaba meterse en peleas cuando estaba pasado de copas.

Después de no poder distinguir sus palabras, solo pudiste observar como movían sus labios pero sin poder entender nada. Tu amigo desapareció en un parpadeo y algo tibio se sintió en tu cabeza.

Lo tocaste y lograste verlo por la poca luz que había. Era sangre.

El cuerpo de tu compañero estaba en el piso desangrando.

Retrocediste sintiendo el cuerpo de tu amiga estremecerse del miedo, la mantenías sujetada del brazo apoyándolo por tu hombro ya que no se podía ni mantener de pie por el alcohol.

El sujeto se acercó a ustedes, tus labios temblaban. Todo esto tenía que ser una pesadilla.

Los dos chicos que estaban con ustedes intentaron escapar, pero el de traje negro en un segundo ya los había atrapado.

Tu amiga empezó a gritar desesperada que los dejará en paz.

Después de eso no sentiste su cuerpo sobre ti, ahora estaba contra la pared muerta.

Tus piernas te dejaron caer. Empezaste a sollozar ante los atentos ojos rojos que te observaban.

Tus dos amigos que aún se mantenían vivos intentaban huir entre gritos.

—Tal vez tú me seas de ayuda. —dijo, acercó una de sus manos hacía ti. Solo esperabas el final.

De repente, todo se volvió negro.

No recordabas nada de lo que sucedió en tu vida, las páginas habían sido arrancadas por completo. Cuando fuiste consciente, pudiste ver como estabas comiendo los cuerpos de dos chicos.

El hombre que estaba parado al frente de ti solo te miró, parecía complacido.

—Vivir y que tu final sea ser comida de tu amiga, debió haber sido algo muy trágico. —no comprendías sus palabras, solamente te sentías por una parte satisfecha. 

Pero también vacía, extraña y pérdida.

¿Qué era lo que se supone que eras?

¿Quiénes eran esas personas?

Sus ropas te parecían familiares, sin saber cuál era la razón.

Esos ojos rubí removían algo dentro de ti, simplemente te quedaste ahí cuando se dio vuelta.

—Si quieres sobrevivir y ser más fuerte tendrás que comer mucho más humanos. Entonces vuelve aquí y me serás útil.

Pasaron semanas desde que sucedió.

Habías huido de ese lugar, algo dentro de ti detestaba ese ambiente. Te gritaba que quería alejarse y caminaste de noche hasta lo que más podías.

Te diste cuenta que de alguna manera la luz solar te lastimaba.

Encontraste unas telas algo viejas guindadas en un árbol, las utilizaste para cubrirte durante el día mientras te escondías.

Por alguna razón sentías que podías continuar eternamente si no fuera por el sol, pero algo en tu estómago te incomodaba y no sabías que era.

Cuando no encontrabas a donde ir ya muy tarde en la noche, hallaste una pequeña cabaña con las luces encendidas. Tal vez alguien pueda ayudarte.

Un olor dulce llenó tus sentidos, ¿de qué se trataba?

Se te hacía agua a la boca, entonces tus tripas rugieron más que nunca.

Te acercaste hipnotizada, pasando por el portón hasta llegar a la entrada donde tocaste la puerta.

—¿Hola, hay alguien? ¡D-disculpen, estoy pérdida! —llamaste algo desesperada, querías encontrar respuestas.

Después del sonido de algo siendo retirado, un niño te abrió la puerta.

Su cabello era azabache, ojos marrones y llevaba vestido un kimono verde y pantalones negros.

Te observó sin decir nada, manteniendo sostenida la puerta con una de sus pequeñas manos.

—¿Necesitas ayuda? —fue lo único que pudiste recordar, esa voz tan suave y dulce.

Cuando volviste en sí. Viste esa misma ropa destrozada entre sus manos.

Cuando observaste el lugar, tres cuerpos adultos estaban en la entrada de la cabaña. La sangre estaba esparcida por todo el lugar.

Escuchaste a la lejanía varias voces, se hacían cada vez más audibles.

—¡Hay dos cuerpos más ahí! ¡Algún demonio ha atacado a una familia!

No, eso no es verdad.

Ellos estaban vivos, tú solamente querías hablar con alguien. Ese niño amable tenía que seguir vivo.

Había abierto la puerta a pesar de que se encontraba solo.

Presto su mano para ayudar a alguien que estaba perdido.

Pero aun así, ahora estaba muerto. Y tú seguías en la nada.

La puerta fue abierta, la luz casi te rozo si no fuera porque reaccionaste a tiempo.

—¡Maldición, sigue aquí a pesar de que es de día! ¡Atrápenla! —tu cuerpo se sentía mucho más rápido y fuerte.

—E-esperen... —trataste de hablar, pero esas personas tenían la intención de lastimarte.

Esquivaste varios cortes, ya habían entrado tres chicos y una chica a la cabaña. Tenían un extraño uniforme y todos tenían katanas de colores diferentes.

—¡En este lugar tan reducido no podremos hacer mucho, no podemos lastimar los cuerpos! —escuchaste en un momento que ellos se detuvieron. Entonces te aproximaste a la cortina y la arrancaste.

Rompiste la ventana y por unos breves segundos viste como había más personas afuera. Uno de ellos estaba llegando y tenía un haori de dos colores pero pasaste de ellos. El sol no podía llegar a tu piel.

La sombra de los árboles altos te ayudó por su sombra, tenías algunas quemaduras en los brazos pero era lo mínimo que podía suceder.

Cuándo sentiste que estabas lo suficientemente lejos te escondiste adentro de un gran árbol viejo que simulaba un pequeño espacio.

Te quebraste en llanto.

Sentías que tu cabeza explotaría en cualquier momento.

¿Qué era lo qué estaba pasando?

¿Por qué sentías que todo era tan confuso y que olvidaste algo muy importante?

Una gran ansiedad se apoderó de tu cuerpo, no querías lastimar a nadie. Lo habías hecho antes, no había otra explicación.

Esos cuerpos tenían las marcas de tus garras y restos de ropa estaba entre ellas.

Otra vez empezó a dolerte la cabeza, un chillido irritante, como si estuvieran arañando algo de metal te hizo dar gemidos de dolor. Saliste de aquel árbol, la sombra te mantenía segura. 

Pero ya no te sentías así.

—Y-yo, los asesiné a todos, a mis a-amigos... A esa familia. —sollozaste, cerraste los ojos. —Me c-convertí en un monstruo.

El sonido de unos pasos a la distancia te llamó la atención. Sí, estaban lejos pero podías captarlo a la perfección. Abriste los ojos y saltaste de tu posición.

El ataque llegó pocos segundos después, dispersando la nieve y rompiendo algunos troncos a su paso.

Cuando te paraste arriba de unos de los árboles donde no daba la luz fue cuando lo viste.

Era uno de los que traían el uniforme pero tenía el haori de dos colores. Se incorporó para voltear a verte.

Tus ojos se abrieron más al hacer contacto visual con esos hermosos ojos azules.

—Parece que tienes los sentidos muy bien desarrollados. —habló su voz era seria, sin arrastrar ningún sentimiento. —Tal vez si hubieras nacido humana en esta vida tendrías potencial para ser una cazadora de demonios.

¿Cazadora de demonios?

Así que ellos asesinaban a los seres que inevitablemente te terminaste convirtiendo.

—Te equivocas, y-yo no quise hacer nada de eso.

—Eso es lo que dicen todos, después cuando ven a un humano no dudan en atacarlo mientras babean por su carne. —volvió a flexionar sus piernas y sujetar su espada con fuerza. Te alertó.

La rama donde estabas parada cayó, se levantó la nieve hasta que el cazador vio de nuevo hacia arriba.

—No parece que hayas comido a muchas personas, pero aun así logras esquivar mis ataques. La próxima vez no fallaré.

En un parpadeo viste como unas olas de agua se aproximaban hacía ti, tus instintos de demonio hicieron lanzar un ataque.

—Técnica de sangre de demonio, garras de tigre. —lanzaste dos zarpazos y el impulso te ayudó a pasar por mera suerte a través de su ataque. No mediste el aterrizaje, terminaste lastimándote y rodando un poco por el suelo. Aunque no te golpeo a ti, el roce del agua logró destrozar la cortina que habías amarrado a tu cuello y tu ropa.

El sol volvió a rozarte un poco, haciéndote retroceder por el ardor.

Los ojos azul oscuro te observaron.

Sentías como las quemaduras te debilitaban. Pero te mantenías de pie.

—P-parece que no lograste darme. —dijiste dando un leve jadeo, mirándolo desafiante. Mantuvo su katana a tú dirección.

—No te entiendo, si realmente estás arrepentida de lo que hiciste deberías dejar tener al menos una muerte digna. ¿Por qué insistes en seguir con vida?

—P-por qué... —suspiraste. —Si eres la última persona que veré, al menos quisiera poder decir mis últimas palabras. —las lágrimas volvían a caer con más intensidad que antes. —Y-yo, no logré recordar lo que hice hasta este momento. No sabía ni quien era, no entendía que era lo que me pasaba. Que sucedía alrededor. —diste un grito de frustración. —Solo, solo quería, poder disculparme en voz alta, que alguien me escuchará. ¡Maté a mis únicos amigos, a una familia inocente! ¡¡Asesiné a un niño que tenía una vida por delante!! —gritaste sintiendo como se te desgarraba la voz. Sollozaste y limpiaste las lágrimas de tu cara a la vez te acercaste más donde pegaban los rayos del sol. —Pero, ya no vale la pena arrepentirse. Hice todo eso por lo que me convertí. No sé porque tuvo que suceder, viví una vida feliz mientras estuve rodeada de las personas que amé. Merezco ser quemada hasta que no quede rastro.

Viste el piso, pudiendo recordar los rostros de aquellas personas que tanto querías. A tu familia, a tus amigos en los mejores momentos.

Por un momento viste al niño que había abierto la puerta en esa noche tan lúgubre.

¿Quién eres?, ¿Necesitas ayuda? —el infante se acercó a ti sin temor alguno. Jaló de tu brazo para llevarte adentro. —No puedes quedarte afuera, te vas a congelar por el frío.

El roce de su mano había sido lo más cálido que pudiste experimentar en la vida.

Quedaste tan anonadada que sus ojos castaños te volvieron a ver cuándo notó que no respondías.

Tienes unos ojos muy bonitos, son verdes como los de mi madre. —te dedicó una sonrisa.

Buscaste la luz, después de todo, si morirías con aquella imagen en tu rostro no había nada más que hacer.

Cuando estuviste a punto de tocarla, unos brazos te detuvieron.

El roce fue igual de cálido. Eran muy parecidos.

Pero era algo extraño. Había una gran tristeza que era transmitida por su cuerpo.

—¿Puedo saber tu nombre? —preguntaste, no moviste ningún músculo. Solo podías sentir como su cuerpo te sujetaba, era como pudieras sentir de nuevo el sol sobre tu piel y que no quemará.

—Giyuu, Giyuu Tomioka. —dijo con un leve hilo de voz.

—Giyuu. —le nombraste. —Gracias por escucharme. Tal vez, de casualidad si logró ser perdonada por todo lo que hice. Podamos vernos en otra vida. Si te convertiste en un cazador debiste haber perdido a alguien importante como yo.

Hubo un silencio entre los dos.

—Estoy seguro que no se compara a que tú lo ocasionaras sin poder hacer nada.

Sonreíste, sintiendo como tus labios temblaban y las lágrimas caían. —E-eres, una persona que tiene buenos sentimientos. Puedo sentirlo. —cerraste los ojos. —Por favor, hazlo.

No hubo ningún otro ruido después del sonido que hacía la espada tras un corte. Sentías que todo se movía hasta que caías en la nieve.

No quedaba mucho tiempo, con las quemaduras que recibiste solo haría todo menos doloroso.

Cuando pensaste que todo había acabado, el roce de unas manos sobre tu rostro te despertaron.

Abriste los ojos, se sentían cansados. Tu cara estaba mojada, la imagen estaba borrosa por tus lágrimas hasta que unos ojos oscuros captaron toda tu atención.

—Tenemos que irnos de aquí. —otra vez esa voz. Parecía apenas un segundo que lo escuchaste en otro lugar pero ya no recordabas.

Varias personas entraban y salían de las calles. Se llevaban cuerpos y buscaban entre los escombros, no entendías que sucedía.

—Vámonos. —te volvió a insistir, te levantaste del suelo para seguirlo.

Después de que te revisaran y confirmaran que no había daños te mantuviste en silencio cerca del azabache. No pudiste evitarlo, te transmitía alguna clase de calidez.

Le miraste, pero parecía no querer dar la primera palabra.

—T-tú, ¿me salvaste, verdad? —preguntaste con algo de timidez.

—Sí, varios demonios atacaron estás casas en la noche. Fuiste la única que quedó viva de tu familia. Lo siento. —te quedaste observándolo, aún ese sentimiento extraño no desaparecía. Tal vez era admiración por haber salvado tu vida.

Miraste hacía abajo. —Lo sé, mi mamá me pidió que me escondiera.

Ninguno dijo nada, pensaste que se había ido pero se mantenía ahí mirándote.

—Uh, yo. —jugaste un poco con tus manos. —¡Muchas gracias por salvarme!, puedo...

¿Saber tú nombre?


La idea me la dio mi mejor amiga, así que este one shot es para ella. Espero que te haya gustado ^^

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