〔〔 En el manga (3)
Advertencias: Seguramente nadie se acordará de esta sección que termina con esta parte. Quería concluirla. Disculpen tardar tanto ;;
Marqué las partes con doble '〔 ' para que las identifiquen mejor.
Parte final.
Pensabas que nada se podía comparar con el dolor cuando te golpeabas el dedo chiquito del pie contra una mesa.
Vivías lo que más querías evitar como si alguien disfrutara de una manera descabellada tu sufrimiento. No entendías porque dolía tanto, se suponía que lo habías leído en una historia. No era real, solo era eso: fantasía.
Pero tu corazón latía con tanta intensidad en ese momento que podías jurar que era real.
No era ningún sueño.
Algo en ti termino de despertar. Entonces todo se volvió negro, extraño y lejano.
El olor de las flores inundó tus sentidos. Despertaste en un espacio donde había una gran variedad de spider lilies.
Sentiste el corazón agitarse con tanta fuerza que te levantaste en un sobresalto.
—¿Q-qué es este lugar...? —buscaste alguna referencia. Seguiste avanzando hasta lograr ver una silueta en tu lejanía. —¿Hola...? ¿M-Me puede ayudar?
—Claro que sí. —te detuviste. Esa voz...
Pasaste tus manos sobre tus ojos para verificar que no era una alucinación.
—Te estaba esperando. —de nuevo habló. Aquella persona eras tú.
Eras algo diferente. Tu aspecto no era el mismo al que tenías. El haori que portabas era hermoso de un color lila con patrones florales en degrade.
—¿C-cómo? —te quedaste sin palabras.
—Todo lo que ocurrió fue real. Simplemente fuiste capaz de recordarlo. —sonrió. —Aunque fue realmente doloroso... Perder a casi todos tus compañeros sin poder lograr hacer nada.
—¡Te equivocas! —gritaste. —¡Aunque no fuera más fuerte que ellos pude mantenerme de pie lo más que pude!
Ambas se quedaron en silencio. Tu versión del pasado ensanchó su sonrisa.
—Tienes razón. No debes sentirte culpable por eso por más tiempo. Después de todo... La muerte es algo inevitable. Ellos murieron para protegernos a todos, igual que tú.
Era verdad, no recordabas cuando moriste exactamente. Seguramente fue después de la pelea contra Muzan.
Volviste a llorar al saber que ni siquiera pudiste estar ahí para darles un entierro decente a tus amigos.
—Esta vez puedes hacer las cosas de manera diferente. Después de todo solo tienes que observar más a tu alrededor.
Querías evitar que se fuera. Tenías tantas preguntas que hacerle.
—¡E-espera! —estiraste tu mano pero esta desaparecía.
Despertaste finalmente en tu habitación. Tenías la garganta seca y tu corazón latía con rapidez.
Cuando te sentaste intentando asimilar todo lo vivido escuchaste como alguien tocaba tu puerta.
—Mi amor, ya es hora de la escuela. —era la voz de tu madre.
Al salir de tu hogar apenas podías estar pendiente de lo que ocurría a tu alrededor. Quedaste demasiado consternada.
Ibas a cruzar la calle cuando la bocina de un carro te hizo retroceder.
—¡Señorita, fíjese bien en el semáforo! —la voz algo agresiva de un policía de cabello blanco te asustó.
—¡Lo-lo siento! —te quedaste en shock al ver a la persona que manejaba. ¿Esos no eran...? —¡Di-disculpen! —intentaste llamarles pero se fueron.
Seguiste con tu camino intentando asimilar lo que viste. No, era pura casualidad.
Escuchaste las voces de unos niños y volteaste a observar.
Entonces al notar al hombre que los cuidaba no pudiste evitar acercarte más.
Tenía un gran parecido a Gyomei. Te quedaste sin palabras. Se dio cuenta de tu mirada y te sonrió.
—¡Hola ( _ )! —sentiste un escalofrío. ¿Cómo sabía tu nombre?
—Ho-hola... —saludaste con la mano.
Ahora que lo recordabas. A veces solías pasar por ahí y más de una vez solías ayudarle.
—¡Mucha suerte en tu clase! —su voz te hizo salir de tus pensamientos.
—¡Cla-claro! ¡Gracias! —sonreíste con los ojos llorosos y caminaste un poco rápido para llegar a tiempo.
Mientras continuabas notaste un local de comida que era muy popular en los últimos días. Entonces te detuviste al ver como limpiaban la entrada.
El azabache te miró con un gesto serio. En cambio tú le saludaste.
—¡Hola Iguro-san! ¡Estoy apurada pero mándale mis saludos a Mitsuri-san! ¡Vendré a comer más tarde!
Este solo te miró mientras te alejabas.
Llegaste al colegio pasando al lado de unos niños que al verlos te sonrieron.
—¡Mucha suerte hoy ( _ )-san! —dijo la más bajita con el cabello negro y ojos celestes.
El de cabello lavanda te observó con una sonrisa breve mientras el azabache te saludaba con la mano.
Hiciste lo mismo para entrar al salón.
Al sentarte viste como te saludaba un chico pelirrojo que estaba al lado de su amigo rubio de puntas rojizas.
Justo al frente del colegio viste a unos gemelos conversar. El corazón empezó a latir demasiado rápido mientras te acercabas.
—¡( _ )! —saludó Muichirou con una sonrisa. —¿Dónde estabas?
Sin poder evitarlo un par de lágrimas cayeron de tus mejillas.
—¿Eh? ¡¿Estás bien?! —ambos se preocuparon para acercarse con gestos de aflicción.
Sonreíste.
—Solo tuve un mal sueño. Vamos. —tomaste sus manos para empezar a caminar.
Aquel día cambió por completo todo.
Las personas que coincidieron en una vida pasada se reunían nuevamente para vivir lo que se les fue arrebatado. Aprovecharías esa oportunidad para hacer la mayoría de las cosas que prometiste y no fueron posibles, tanto que no podías evitar realizar hasta una lista al respecto.
También era inevitable llorar más de una vez en el salón a pesar de las miradas curiosas de tus compañeros.
Nada de eso importaba, necesitabas salir de la rutina lo más rápido que pudieras.
Ahora con Muichirou y Yuuichirou a tu lado nada te iba a detener.
—¿Qué haremos el día de hoy? —preguntó el gemelo mayor mientras se juntaban a la salida.
—¡Al cine, por supuesto!
—Aburrido ~ —sacó la lengua con burla.
—A mí me parece genial, nunca hemos ido y han sacado películas interesantes.
—Si es una de terror ya te quiero ver cuando empieces a llorar. —se burló.
—¡No es verdad, no lo hago como antes!
Los tomaste del brazo.
—¡Mucha charla, vamos de una vez para tomar buenos asientos! ¡Luego haremos una apuesta para ver si Muichirou es capaz de llorar o no!
—Perderás tu dinero, tonta.
Rieron para dirigirse al lugar entre charlas amenas y divertidas.
Desde entonces, no volviste a tener sueños relacionados a tu otra vida. Quedaron únicamente los que lograste compartir en esta.
La mayoría de esos instantes fueron inolvidables.
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