〔〔 En el manga (2)
︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿
No sabías por cuantos minutos llevabas corriendo, esquivando y tratando de no detenerte lo menos frecuente posible. El sudor estaba presente en gran parte de tu cuerpo, humedeciendo el uniforme. Sin duda era el sueño más realista que tuviste jamás.
En un punto crítico, te detuviste arrodillada. Buscando con la mirada a donde ir. La ansiedad era dueña de lo mental y físico, las opciones parecían ser todas las mismas. Sentiste como las paredes de nuevo se movían y no tuviste opción más que volver a alejarte.
¿Era posible hacer algo?
Tal vez no, pero era desesperante querer detener algo tan inevitable como el tiempo. La esperanza estaba presente, no se desvanecía a pesar del cansancio.
En el momento que ibas a tirar la toalla, escuchaste unas voces lejanas. Apenas se podían distinguir por el sonido que producía el lugar, pero ahí estaban. Una pequeña apretura apareció, logrando ver a dos personas.
Eran Mitsuri y Obanai, pero estaban tan lejos que no sabía cómo acercarse. Todo se movía erráticamente, quizás era el núcleo del demonio que lo ocasionaba. Miraste hacia abajo, la profundidad era escalofriante. Si caías muy probablemente no iba a ver manera de regresar arriba.
Tenías que intentarlo, no era lo mismo que estuvieran los tres a quedarse solos. Esquivaste y trataste de usar todos los atajos posibles para acercarte. Gritabas sus nombres pero tu voz no llegaba a ellos. De manera sorpresiva, tu pie terminó tropezando, haciendo que cayeras.
Todo paso tan rápido pero alejándose tan lentamente y de manera que parecía ser una cruel tortura. Ver como todo se iba sin poder hacer nada era como la sentencia de que iba todo a acabarse. Tu cuerpo giró hacia donde iba a inevitablemente terminar, hasta que una pared apareció y se rompió por tu caída.
Unos pilares aparecieron en tu campo visual, usaste la espada para tratar de disminuir el impacto. Sirvió de algo pero recibiste un golpe en tu cintura y rodaste hasta quedar en el suelo. Un sonido agudo invadió tu cabeza, aun así te levantaste con dificultad para observar donde estabas.
Era limpio, como un campo de batalla junto a pilares bastante altos. No había ninguna señal de que hubiera alguien más aparte de ti. Se hizo familiar, ese lugar...
No podías creer como el golpe te incomodaba tanto, más eso no impidió que buscaras. Genya, Sanemi, Gyomei o Muichirou tenían que estar presentes. Mientras más te acercabas no encontrabas ni siquiera el más mínimo ruido, aquello te preocupó. No pudo haber acabo la batalla, te negabas a creerlo.
Un quejido, breve. Pero lo escuchaste. Era dirección hacia la izquierda, corriste hasta ver a alguien.
Era Muichirou, estaba clavado como Jesús oriental contra una columna.
—¡AHHH! ¡Ya me lo hicieron brocheta! —gritaste dejando la espada en el suelo. Ahí estaba él, en vivo y en persona. La escena era mucho más impactante y dolorosa de ver. Para tu suerte no pareció escucharte, ya que estaba más concentrado en quitarse la espada. Delante de él te miró sorprendido, el sudor de su rostro y su gesto de dolor era claro ejemplo de lo que estaba sufriendo. —¡N-no te preocupes, deja, aah, ayudarte! —sujetaste el mango para jalarlo. ¡Por todos los dioses, estaba clavada por completo y demasiado profundo! ¡¿Cómo logró quitárselo solo?!
Apoyaste tus pies sobre la pared para ayudarte, apenas se empezó a mover unos pocos centímetros. Entre los dos parecía irse poco a poco aflojado, hasta que al cabo de su esfuerzo iba por la mitad. Fue entonces que con una mano le sujetaste para que no cayera al suelo con brusquedad. La espada estaba casi saliendo por completo.
Pudo separarle de la columna, quedando sentado sobre sus pantorrillas. Solo quedaba la parte más difícil, terminar de quitarle la espada del pecho. Hizo un gesto afirmativo para que continuaras, ya que te detuviste. De manera lenta el filo salió de su cuerpo haciendo que dejará recostado su torso. El gemido de dolor de Muichirou fue espantoso. Dejaste la espada al lado, rompiste tu uniforme para usar parte de la tela para detener lo más posible el sangrado. No querías moverlo pero sino hacías iba a ser mucho peor.
Lo amarraste bien, viendo como su rostro no paraba de sudar y empezaran a verse unas claras ojeras. Respiraste profundo aguantando las ganas de llorar. No podías creerlo, si no hubieras tardado tanto no hubiera estado solo y no nada de eso hubiera sucedido.
No tenías palabras, estabas completamente angustiada. Viste su mano cortada y continuaste cortando tela para reafirmar la que tenía antes. Bendito seis ojos, como lo odiabas.
—G-genya... —dijiste y te levantaste con rapidez, volviendo a tomar tu espada. Corriste asegurándote que nadie te viera, a la distancia se podía ver como Sanemi mantenía batalla con la Luna Uno. El cuerpo de Genya estaba a unos pasos.
—¡O-oye! ¿P-puedes darme una mano? —aquel diálogo tan gracioso e irónico en un momento tan triste. Te aproximaste sintiendo náuseas al verse la sangre tan real. Muichirou no tardó en acercarse para ayudarte a juntar las partes de su cuerpo. —¡Gracias, oigan, t-traigan ese mechón de cabello! —ambos voltearon, notando dicho pelo a la distancia.
Ya con ello en su poder, Genya empezó a comerlo. Hiciste un gesto de asco, no era lo mismo verlo en las páginas que en persona. Las ahorcadas te provocaron taparte la boca y voltear a otro lado. Fue entonces que te diste cuenta que no parabas de temblar.
Tus ojos volvieron a ver a Muichiro quien apoyaba al azabache para recuperarse, pronto empezó a balbucear producto del efecto del poder de la Luna uno dieron frutos. Quedaste paralizada mientras ellos hablaban, ya debería Tokito estarle hablando sobre su plan. No querías escuchar, te estabas desesperando cada segundo que pasaba sin saber qué hacer, querías despertar de una buena vez.
Una mano se posó sobre tu antebrazo, no te diste cuenta cuando colocaste las manos en tus oídos. Los ojos mentas te observaban con determinación.
—Necesito que te quedes con Genya, en caso de que necesite ayuda. —un sollozo salió de tu boca, las ganas de llorar estaban en su máxima expresión. Genya ya había atado bien la espada en su otra mano.
Fue imprevisto, pero Muichiro sonrió y acarició tu cabeza.
Se levantó, imitaste su acción para observar cómo se alejaba.
—¡M-muichiro-san! —gritaste. —¡Usted nació para ser feliz!
Regresaste de vuelta, sin poder ver su reacción. Las lágrimas caían con tanta facilidad que te asustaba, te refugiaste detrás de una columna apretando con fuerza la espada.
Tras unos minutos notabas como Genya empezaba a dudar tras encontrar la parte de la espada de la luna uno.
—Genya, yo sé que puedes hacerlo. —te quedaste con él estando al tanto de la pelea, no había sido tan arriesgado por la distancia. Más de alguna manera lograste defenderte con esfuerzo por tu herida. Podías jurar como todo tu cuerpo ya se sentía abatido, parecía la pelea durar eternamente. Tus ataques no lograban hacer más que distraerlo por unos segundos, por los momentos solo pensaba que estabas sola y que Genya ya había muerto. Era una ventaja muy grande.
Tras escuchar tus palabras asintió y empezó a consumirla. Evitaste ver hasta que escuchaste un gemido.
—¡G-genya! —colocaste una mano en su espalda, aquello duró unos segundos para que luego se levantará como si nada. Tragaste saliva.
Su aspecto cambió totalmente y fue entonces que lanzó el ataque.
Después de aquello, parecía que hubieran ganado. Hasta que lanzó el ataque más letal.
Tenías intenciones de alejar a Genya para que el ataque no le alcanzara, pero él te empujó lejos. En un segundo viste su sonrisa, para luego escuchar su grito de dolor.
Caíste por unos cuatros metros de distancia, abrazándote a ti misma para evitar empeorar el golpe que te habías dado. Gritaste con tanta fuerza que la garganta te dolió, continuaste llamándolo para regresar a su lado.
—¡G-genya, genya! ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Por qué?! —te dejaste caer a su lado.
—Y-yo... no quería... perder a nadie más...
—N-no, se suponía que yo debía salvarte... ¿P-por qué soy tan débil?
—N-no lo eres... ( _-_ ) —abriste los ojos.
—¿Q-qué...? ¿C-cómo...? —un grito despavorido te hizo dar un brinco en tu lugar, tomaste tu espada pero te quedaste quieta al ver como Sanemi se aproximaba hacia ustedes.
Te levantaste para darles su espacio, fue entonces que te alejaste con prisa para buscar a Gyomei.
—¡Gyomei! —le llamaste con aflicción, observaste como cerraba los ojos de Muichiro y colocaba su haori sobre su cuerpo. Te sentaste a su otro costado, Gyomei se levantó para darte espacio.
—L-lo hiciste muy bien, fuiste excelente... todos lo fueron. Nada se hubiera logrado si no hubiera sido por ti. —limpiaste tus mejillas humedecidas. —Descansa, ve con tu hermano y tus padres. Ellos están esperando por ti.
Un gran temblor los alertó a todos, escuchaste la voz del pilar del viento.
—¡Tenemos que salir de aquí!
—¡( _ )! —giraste a verlos. —¡Hay que irnos! —volteaste a ver el cuerpo de Tokito.
—¡N-no podemos dejarlos aquí! —trataste de mantener el equilibrio lo más que podías.
—¡Nosotros tampoco, pero si nos tardamos nos caerá todo encima! ¡Vámonos!
Los seguiste mientras los temblores se hacían cada vez más fuertes, todo se derrumbaba con demasiada rapidez. Fue cuestión de suerte que lograron ayudarse para finalmente salir a la superficie.
A los pocos segundos que estuvieron afuera, el sol te molestó en el rostro. Abriste los ojos notando como todo estaba destruido.
No me odien, no me odien ¡Les juro que lloré igual que ustedes! :')) Sé que se suponía que iba a hacerse el intento de salvar a alguno de ellos pero mientras escribía se me ocurrió una idea para una historia más profunda. Pensaba en dividirlo todo por las batallas al principio, pero siento que es mejor todo conectado para darle más sentido.
Pronto sabrán el significado de todo esto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top