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Después de haber caminado un buen rato, Blinky y Jim habían llegado abajo de un puente.
- ¿Aquí es dónde vive?- preguntó Jim
- En realidad, nosotros los trolls vivimos abajo de ustedes- dijo Blinky

Aún así Jim lo seguía viendo sin saber a que se refería, Blinky soltó la mano del ojiazul y de uno de sus bolsillos sacó una pequeña piedra.
- Espera y lo entenderás- dijo mientras dibujaba un medio círculo en la piedra

Cuando despegó el improvisado lápiz de la piedra, se empezó a desmoronar creando una puerta, Jim abrió sus ojos sorprendido por lo que había dentro, muchísimas piedras preciosas brillantes que hacían que todo el lugar se viera con una hermosa luz y también había unos cuantos escalones hechos también de piedras preciosas que dirigían a un lugar más abajo.

- ¿Usted vive haya abajo?- preguntó Jim
- Sí, acompáñame- dijo guardando la piedra y tomando la mano del pequeño niño nuevamente

Bajaron con cuidado las escaleras, mientras que Jim veía todo el lugar, y entonces llegaron a Mercado-troll, Jim no tenía palabras para describir lo genial que se veía todo.

Había puestos, casas, criaturas y trolls, todo estaba iluminado con luces y entonces vió que había una luz mucho más grande de una piedra roja con destellos naranjas y amarillos.
- ¿Qué es esa piedra brillante Señor Blinky?- preguntó el ojiazul apuntando a la piedra
- Eso es lo que le da vida a Mercado-troll, se llama Piedra Corazón, vamos, te llevaré a mi cueva, pero antes Maese Jim...

Blinky se arrodilló a la altura de Jim tomando sus hombros, el ojiazul al ver el rostro del troll sabía que le diría algo serio.
- Necesito que no hagas ningún ruido y hagas todo lo que te diga, ¿Está bien?
- ¿Por qué?- quiso saber Jim
- Porque aquí en Mercado-troll no acostumbramos a tener humanos y si algún troll te ve puede espantarse y eso alteraría a todos- explicó Blinky

Jim solo asintió y Blinky tomó su mano tratando de ocultarlo lo mejor posible.
El ojiazul iba oculto llendo del lado izquierdo de Blinky, este saludaba a varios trolls que pasaban junto a él, Blinky trataba de no verse tan nervioso, Jim veía a todos los seres extraños que pasaban, era una civilización abajo de su pueblo y nunca supo de ellos, los trolls eran de diferentes formas, unos grandes, otros pequeños, de diferentes colores y todo tipo de características únicas.

Después de unos minutos de caminar habían llegado a una cueva iluminada por varias luciérnagas atrapadas en faroles, al entrar Blinky tapo la entrada con una cortina, Jim vio que la cueva era bastante acogedora, había un escritorio desbordante de libros, y ni hablar de los estantes, estos estaban llenos de estos, en la esquina derecha había una cama que se veía que la habían sacado del basurero.
- Tiene una casa muy linda Señor Blinky- dijo Jim con una sonrisa
El troll le sonrió viendo por última vez afuera para saber si alguien los había visto.
- Muchas gracias Maese Jim

Blinky vio como Jim veía sus libros y bostezaba con regularidad mientras se rascaba sus ojos.
- Debes estar cansado, será mejor que duermas un rato, puedes usar mi cama
- No quiero causarle problemas- dijo Jim, al troll le sorprendió los buenos modales del niño, sus padres lo habían educado bastante bien
- No te preocupes, casi nunca la usó, normalmente me acabo durmiendo en mi escritorio

Jim solo asintió y fue a la cama, debía admitir que para ser usada era muy cómoda, se recostó y solo le tomó unos minutos para caer dormido profundamente.

Blinky lo vió unos minutos, había hecho lo correcto, el pobre parecía que no se la pasaba muy bien en su hogar, claro que tendría que regresarlo mañana por la mañana, no quería que algún troll lo viera y menos Vendel, no se imaginaría lo enojado que estaría.

Al final tomó una manta que estaba en la silla de su escritorio y tapó a Jim, mientras que volvía a la silla para recostarse en ella y cerrar los ojos para dormir.








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