5_ You're no good for me
Habían pasado algunos meses de la ansiada vuelta de Dazai.
Talvez sus expectativas habían sido demasiada, soñando despierto en que cuando su antigüo mentor volviera iba a implorarle que lo perdonará por dejarlo por tanto tiempo, estúpida idea de su parte.
Aún así, eso no evitó que sintiera una especie de chispa encenderse que creía muerta desde hace tiempo al ver los ojos castaños de Dazai, sintiendo aún esos ojos escanearlo de pies a cabeza.
Con el tiempo había empezado a comprender este sentimiento, y hasta aceptarlo en cierto modo, decidido en guardarlo como secreto hasta el día de su muerte.
Eso no le impidió sentir una espina aguda clavada en su pecho al ver que Dazai parecía preferir a ese tal jinko.
Le molestaba, le molestaba muchísimo ver que ese simple e inepto chico albino pudo lograr lo que él no había podido hacer en tantos años. Le molesto aún más enterarse que Dazai no lo golpeaba, no lo humillaba remarcando una y mil veces su debilidad, no lo hacía sentirse inferior a su lado.
Él simplemente lo cuidaba, bromeaba a su lado como amigos de toda la vida lo harían, reía y acariciaba su cabeza como una especie de recompensa a un cachorro.
Entonces le dolió, se sintió como una especie de traición verlos juntos. ¿Cómo podía llegar a cambiar tanto una persona en ese lapso de tiempo?
Aún así, aún con todos sus sentimientos mezclándose en su pecho, no pudo hallar ni una pizca de odio hacia Dazai, estaba seguro de que el castaño había tenido sus razones para tratarlo de ese modo. Lo que no llegaba a comprender era ¿por qué jinko? Qué tenía de especial él?
Interrumpiendo todo su dilema interno, decidió no darle tantas vueltas al asunto, no tenía sentido alguno hacerlo.
Fue entonces cuando sintió un dolor ardiente en su estómago, bajando la vista se sorprendió al ver una flecha atravesarlo.
Llevó su mirada al frente donde se encontro con la mirada temblorosa y al borde del llanto de una niña, claramente mucho menor que él.
Frunció el ceño. Era por eso que en las misiones dejaba sus sentimientos de lado.
Inmediatamente sacó a rashomon, escuchando un grito agudo y roto antes de ver cómo la tela negra atravesaba el pecho de la niña con bastante facilidad.
Tosió un par de veces en la palma de su mano para luego enroscar sus dedos alrededor de la flecha en su pecho, retirándola con un grito ahogado.
Tomo aire unos segundos antes de encaminarse hacia la salida de la casa.
En el exterior se encontró con la oscuridad de la noche, las pocas estrellas en el cielo siendo obstáculizadas por las nubes que impedían su vista.
Una ráfaga de viento particularmente fría lo hizo encogerse en si mismo, abrazándose a si mismo mientras sentía la sangre de la herida manchar sus brazos.
Caminó unas cuadras antes de detenerse en un callejón, apoyándose en una pared temblorosamente y con la respiración inestable
Un jadeo casi imperceptible abandonó sus labios al deslizarse por la pared para quedar sentado en el suelo. Apretó los dientes, colocando sus manos en la herida y haciendo presión en esa zona.
El viento frío no ayudo en el momento, haciéndolo soltar el aire que ni siquiera se había dado cuenta que había estado conteniendo, y entonces cerro los ojos, intentado recuperar las fuerzas para poder seguir su camino.
- Pero miren esto, si no es más que un perro sucio y ensangrentado- Escuchó la voz juguetona y al instante supo de quién se trataba, solo esperaba que fuera una simple alucinación de su mente cansada y al borde del desangrando.
Pero el ruido de los pasos lentos y encontrarse de frente con los ojos marrones de su ex mentor le hizo sabes lo equivocado que estaba, él realmente estaba allí.
Se odio a si mismo y al destino por el estado tan deplorable en el que se encontraba para ver al castaño.
- D-dazai-san - habló intentado recuperar el aliento.
- Vamos, curare tu herida-
Eso lo tomó totalmente desprevenido, dejando que el asombro se dejará ver en su rostro.
- Oh vamos, sino con quién emparejaré a Atsushi para pelear-
La simple mención de ese nombre le provocó una molestia notable en su estado de ánimo, atribuyendo el dolor persistente en su estómago. Definitivamente deseó estar en cualquier otro lugar.
- Yo puedo solo- respondió más cortante de lo que pretendía, apoyando gran parte de su peso en la pared de ladrillos en su espalda para así poder levantarse.
- No seas tan orgulloso, a veces es bueno dejar que te ayuden- comentó el mayor distraídamente sin despegar la vista de su subordinado ni un segundo.
Akutagawa lo miró de vuelta, sus ojos se encontraron y el azabache se hundió más contra la pared, queriendo alejarse lo que más pudiera.
- Vamos...?- por un momento, Akutagawa creyó escuchar una leve vacilación en la voz de su mentor, pero lo descartó rápidamente para comenzar a seguir al castaño que ya había comenzado a caminar tranquilamente tarareando una canción que no supo identificar.
Al escucharlo se preguntó cuánto había cambiado. Por supuesto que seguía siendo tan fuerte como siempre lo había sido, simplemente ahora parecía más... feliz, talvez.
Ésto lo intrigo aún más.
- Vamos a tu departamento, es el que está más cerca- Dazai hizo una pausa para voltear y mirarlo fijamente. -Sigues viviendo en el mismo lugar, no?-
Akutagawa detuvo su andar a unos pocos pasos aún detrás del castaño, sintiéndose más y más adolorido a cada paso que daba. Levantó la mirada del suelo al escuchar la voz de Dazai rompiendo el silencio y solo atino a asentir levemente con la cabeza, mencionando un suave "mh".
Apretó su mano con más fuerza en el hueco en su estómago que seguía despidiendo sangre aún cuando lo había envuelto con Rashomon.
Solo faltaron unas cuadras más antes de llegar al bendito edificio para suerte de Akutagawa, sintiéndose casi al borde del colapso se deslizó por las pocas escaleras por detrás de Dazai hasta llegar al departamento que algunas veces compartía con su hermana.
El castaño sacó la llave del tapete sucio y polvoriento que estaba en la entrada para luego abrir la puerta, ingresando como si fuera su propia casa.
- Sigue igual a cómo lo recordaba- comentó el mayor mirando ligeramente a su alrededor antes de centrar su atención en el azabache. - Recuestate en algún lado-
Akutagawa no tardó en caminar lentamente hasta el sillón en el medio de la sala de estar, tirándose encima y dejando escapar un suspiro agotado en el proceso.
- Quítate la camisa- volvió a escuchar la voz de Dazai, encontrándolo en frente suyo con varios artículos en su mano que supuso que los había sacado de su baño.
Sin detenerse a pensar y por mero instinto le hizo caso, soltando un jadeo corto al moverse para retirar el abrigo negro y luego la camisa.
Se sintió expuesto, y eso aumentó cuando las manos frías de Dazai trazaron su abdomen, limpiando con una suavidad que no sabía que tenía la sangre en él.
Mordió con fuerza su labio, respirando hondo para tranquilizarse a si mismo antes de bajar la vista para mirar al castaño que estaba de rodillas concentrado en limpiar la herida lo más que pudo.
Siguió con la mirada todos los movimientos de su superior, admirando los habilidosos dedos largos y envueltos en vendas recorrer con gasa en mano por su estómago.
Sus ojos recorrieron su abdomen ya más limpió antes de elevarse para mirar el rostro de Dazai o lo que podía ver de él.
- Puedo sentir tu mirada en mí, sabés?- ronroneo el castaño riendo ligeramente al ver cómo el azabache apartaba la vista apresuradamente y tosia en su mano para disimular.
Luego de eso todo se quedó en completo silencio, Dazai terminando de coser y limpiar la herida para luego vendarlo lentamente.
Al finalizar el castaño se quedó de rodillas, mirandolo fijamente con una mano aún en el abdomen de Akutagawa.
El azabache le devolvió la mirada, sintiendo lo realmente cerca que estaban el uno del otro, pudiendo hasta sentir la respiración del mayor en su rostro.
Abrió la boca para decir algo pero nada salió de ella, solo un simple suspiro abandonado antes de inclinarse lo suficiente para chocar sus labios contra lo de Dazai.
Fue ciertamente estúpido, lo rápido que lo hizo y lo tosco que fue en el proceso. Pero aún así sintió como su corazón comenzó a latir a un ritmo preocupantemente rápido.
Y todo se congeló cuando pudo sentir los labios del castaño responder a eso, sintiendolos moverse experimentalmente contra los suyos.
Elevó su mano derecha hasta posarse en la suave mejilla de su mentor, cuando de repente Dazai lo empujó con demasiada fuerza para alejarse.
Su espalda chocó abruptamente contra el sillón haciéndolo soltar un jadeo sin aliento.
- No, tú no... - escuchó al castaño susurrar antes de que se levantará y saliera del departamento sin darle la oportunidad de decir algo.
Entonces se quedó solo en su apartamento, sin llegar a creer todavía la estupidez que acababa de hacer.
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