24
Batalla final
Peter estaba listo para recibir aquel golpe que acabaría con su vida, estaba listo para sentir la hoja de la espada matandolo de una vez. Cerró los ojos y se consoló al pensar que podría volver a ver a Wendy, una vez haya ido más allá de lo que ha ido cualquier persona normal.
Aún así, el impacto nunca llegó, ese terrible dolor que pensó que sentiría no estaba, y no sentía el frío metal clavado en su torso. Se atrevió a abrir los ojos, y vió algo que le hizo abrir los ojos como platos; la estaba de Garfio estaba volando, y no podía ser alcanzada por el pirata.
Vió a su alrededor, varios grupos de hadas combatían con los piratas, y la princesa Tigrilla, quién volaba tranquilamente, peleando con un arco, era la pelea más rara que había visto.
Todas las hadas parecían ser comandadas por una castaña rojiza de cabello rebelde, con un estilo pirata.
Suspiró pesadamente. De un movimiento rápido tomó la espada de Garfio y lo amenazó con ella. El pirata no se quedó atrás y le quitó la espada a uno de su tripulación, apuntando a Peter con ella.
---He cumplido con mi parte, tú cumple con la tuya--- escupió, blandiendo la espada.
Peter se defendía con movimientos rápidos y certeros, estaba mal herido, pero sus sentidos y reflejos seguían siendo los mismos. Es como si un rayito de esperanza hubiera aparecido.
---Mataste a Wendy, eso no era parte del trato--- contraatacó el muchacho.
Estaba lleno de ira, y no acabaría hasta ver a Garfio pagar por sus crímenes.
Si bien Peter le había echo daño en el pasado, jamás llegó al punto de arrebatarle su verdadera felicidad ante sus propios ojos, fue el mismo James Garfio quién se la quitó; al dejar que su odio por Peter lo consumiera por completo hasta el punto de descuidar de su familia, matar a su esposa y aislar a su hijo después de ese suceso, para "entrenarlo" para ser un buen pirata y ayudarlo a matar a Peter. Fue él mismo quién mató su verdadera felicidad, y ahora venía él y le quitaba la del pelirrojo, como si él hubiera tenido la culpa de su miserable vida.
Alicia y Harry salieron de las celdas gracias a las hadas. Alicia iba montada en la espalda de Harry, mientras gritaba como una salvaje (a modo de juego) y blandia la espada. Eso hacia que el azabache disfrutara un poco más de la pelea. Si ya de por sí era interesante ver a un hada y un indio peleando juntos, más interesante era ver la actitud salvaje de Alicia en ese preciso momento, mientras le gritaba indicaciones a diestra y siniestra.
---¡Toma eso, marino de agua dulce!--- trató de insultar la rubia, mientras celebraba su pequeña victoria.
---¿Te he dicho que eres adorable?--- comentó el azabache, mirando divertido a la rubia.
Ella rodó los ojos con una pequeña sonrisa. Hace unas horas se estaba quejando de que era muy llorona, y ahora le decía adorable. ¿Quién lo entendía?
---Tendrás que repetirlo más seguido--- demandó la rubia, apretandole una de las mejillas, con un tono jocoso.
Él solo rodó los ojos y siguieron con la pelea.
Peter, por otro lado, estaba cansado, quería terminar las cosas YA, pero quién era él para terminar una pelea, ya de por sí era raro que no la hubieras iniciado. Así que continúo peleando, dando lo mejor de sí , sin importar qué.
Llegó el momento en el que Garfio lo tenía acorralado. No tenía salida. Si saltaba al mar probablemente moriría, puesto que sus heridas no le dejarían nadar tan lejos, pero si no saltaba Garfio lograría matarlo.
Entonces, de un rápido movimiento apartó la espada de Garfio y salto al borde del barco, manteniendo un buen equilibrio. Se apuntaban mutuamente, solo que Peter corría más riesgo de terminar muerto que Garfio, puesto que si perdía el equilibrio caía.
Fue entonces cuando oyó esa dulce voz gritándole, esa misma orden que le gritó hace dos años atrás y él había negado.
---¡Vuela, Peter, vuela!--- ordenó ella, fuertemente para que la escuchara.
Peter sintió que el calor y el color volvieron a su vida, mientras una enorme sonrisa se extendía a lo largo de su cara. Fue entonces, comenzó flotando, y luego voló por lo largo del barco, volviendo hacía Garfio para pelear con él.
Se sentía de nuevo convida, pues la chica que amaba estaba ahí, con vida, apoyándolo como si su vida dependiera de ello y mucho más. Aquella chica que minutos atrás había confesado que lo amaba, que correspondía sus sentimientos.
La pelea contra Garfio fue dura y más hostil que antes, pues el muchacho sentía todas las fuerzas y energías para pelear como antes.
La pelea hubiese seguido si Alicia no hubiera noqueado a Garfio con la espada que ella llevaba. Ella alzó ambas cejas superior, para luego gritar llena de euforia.
Varios le siguieron el grito, inundando los mares de felicidad: el reinado de Garfio había acabado, y por fin podrían vivir en paz.
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