Capítulo 48
Tan lejos y tan cerca, como enero y diciembre.
Venía una época distintiva, la navidad.
Claro que, no era la más esperada por Kusuo.
Otra época más, otra oleada de mentiras. Así de sencillo para él. Además, esta época era aprovechada por las parejas melosas, y él no soportaba eso.
Pero, vamos, también puede tener cosas buenas. ¿Acaso no has probado los postres de esta época?
Esperaba poder pasarlo lo más ameno posible, o al menos quería evitar ciertas cosas de navidades anteriores.
Coff coff Nendo coff coff.
¿Ves? el frío navideño ya hizo efecto.
Veía como su madre preparaba comida, a ella le gustaba hacerlo, en especial para su familia.
Y a Kusuo le gustaba comer su comida.
No permitiría que el dolor de cabeza a causa de la ridícula cantidad de pensamientos que oía arruinara su cena.
La comida fue deliciosa, como siempre.
Aunque para otros era demasiado temprano como para dormir, el quería hacerlo. Fue una decepción saber que su cuerpo aún no podía dormir.
—¿Saldrás? Bien, ten cuidado y no regreses tan tarde, por favor.
El asintió a las palabras de su madre.
Quería embarcarse en su camino a la somnolencia. Aunque todo lo que hizo fue caminar hacia un parque y sentarse en un columpio, un sitio no tan concurrido a esa hora. Aunque aún podía escuchar a las personas.
Esta vez, se aseguró de quedarse en ese lugar para evitar posibles encuentros.
Pensó en lo que podrían estar haciendo sus compañeros en ese momento, y en lo diferente que sería cada uno. Pero también notó las miradas penosas sobre él.
Y de pronto, la mala fortuna golpeó su cara.
—¿Saiki? ¿Que estás haciendo?
Koemi lo observaba con curiosidad, sentada en el columpio junto a él.
¿Cuando...
—¿Estás bien? Ni siquiera notaste cuando llegué.
¿Se distrajo tanto? Casi nunca se distraía de esa manera.
—Lo siento.
¿Y ahora se estaba disculpando?
—No pasa nada, lamento haberte asustado.
Kusuo observó a Koemi, quién dejó algunas bolsas de papel en el suelo y se columpiaba levemente.
Ninguno decía nada, y los pensamientos de Koemi parecían revueltos y combinados con los pensamientos de los demás. No podía definir si era cómodo o incómodo.
Hasta que, sorprendentemente, él habló.
—¿Qué haces aquí?
Sorprendida por la pregunta, respondió.
—Fui a casa de Chisato, y al volver pasé a comprar algunas cosas, hasta que te vi y quise acercarme —sonrió levemente —. ¿Qué haces tú aquí?
—Despejar mi mente.
Luego de escuchar eso, comenzó a preocuparse.
—Lamento haber interrumpido tu paz.
«Otra vez»
—No importa.
Ambos permanecían sentados, mirando a lo lejos las llamativas luces que iluminaban la ciudad. Sin dudas, era como un deja vú.
A este punto, Kusuo podía escuchar la suave melodía que Koemi tarareaba en su mente.
—Ah, cierto —Koemi busco entre las bolsas que estaban a su lado y tomó un pequeño paquete rojo, del cual sacó una galleta —. ¿Te gustan las galletas de canela?
¿Eres un espíritu de la navidad?
Él tomó la galleta, miraba con entusiasmo los pequeños brillos sobre la galleta a causa del azúcar.
Ambos comieron una galleta en compañía de las luces y el bullicio de las calles a su alrededor.
Hasta que Koemi sintió un extraño escalofrío, así que giró para ver a Kusuo quien parecía algo inquieto.
Un pensamiento vino a su mente.
—Saiki, ¿Quieres otra galleta?
Él asintió.
Con una sonrisa, le entrego dos galletas.
—Gracias.
Escuchar eso fue lindo.
—¿Tú familia suele celebrar navidad?
¿Estás buscando una conversación?
—Sí.
—Oh, ¿y qué hacen para celebrarla? Si puedo saber.
—Mamá siempre hace una cena especial.
Por supuesto que no contaría que su padre se vestía de Papá Noel.
—Que lindo — él la miró con interés, no iba ser el único en hablar.
—¿Y tu familia?
—Bueno, no tenemos una tradición como tal. Pero, la mayoría de veces cenamos juntos, y yo me quedaba despierta para intentar ver fuegos artificiales desde mi habitación.
—Suena bien.
Ella río suavemente, pensaba que quizá Kusuo realmente estaba ahí para huir de alguna cosa, pero no sabía de qué.
—Pero este año fue diferente, pude ver a Chisato para navidad después de años, eso fue una de las mejores cosas —sonrió —. Aunque en realidad, creo que tener a los seres queridos que me quedan, aún conmigo, es lo mejor que pudo pasar este año.
Kusuo pudo sentir la sinceridad de sus palabras.
De pronto, la oscuridad de la noche fue iluminada por cientos de chispas que eran producidas por los fuegos artificiales.
Ah, olvidaba los shows de fuegos artificiales.
Kusuo miró a Koemi.
Si alguien más estuviera aquí, lo habría descifrado. Te lo habría dicho, que los latidos que sientes ahora mismo, no era culpa de esa droga llamada cafeína.
Su piel y sus ojos eran iluminados tenuemente, quizá era algo banal, pero en la oscuridad del lugar en donde estaban, era algo lindo de ver.
Los fuegos artificiales eran especialmente brillantes durante esa época.
—Hace mucho que no veía unos fuegos artificiales así de cerca, ¿No son bonitos?
—Si.
En medio de los fuegos artificiales, Koemi se percató de la hora al ver su teléfono.
«Ya es tarde, mi madre dijo que llegara antes de las once»
—Me tengo que ir, nos vemos pronto Saiki —luego de despedirse, comenzó a correr, pero en medio del camino, dio la vuelta.
—¡Feliz navidad, Saiki! —luego de gritar eso, siguió con su camino.
Está demente.
Claro que no tanto como sus demás amigos.
Recordó algo en cuanto vio al primer copo de nieve caer frente a su rostro.
¿Su cabello se verá brillante a causa de los copos de nieve?
Una pregunta algo tonta.
Después de al menos diez minutos, decidió regresar a casa.
Su madre abrió la puerta con una sonrisa en su rostro.
Ahora que lo pensaba, si era lindo tener a su familia en casa.
—Ku, que bueno que regresaste, Yuuta quería verte.
—¡Hombre Sidra Versión dos! —el pequeño niño corrió para abrazar al adolescente.
—Yuuta quería darte un regalo, insiste en que no dormirá hasta que te lo dé —la madre del niño sonrió un poco apenada, conocía lo hiperactivo que podía ser su hijo.
—¡Toma! —El extendió el regalo envuelto por él mismo.
—Gracias —el envoltorio era innecesario, ya sabía lo que había dentro.
—Listo, vamos a dormir mamá, tengo mucho sueño —la emoción de Yuuta desapareció para dar paso a un rostro somnoliento.
Eso le causó gracia a ambas madres.
—¡Nos vemos pronto, Hombre Sidra! —Yuuta salió de casa de los Saiki.
Él observó a la familia Yuuta irse, y en el fondo de su cerebro, deseo que pasaran una buena navidad.
—¿Ya te irás a dormir? —preguntó su madre, al verlo al pie de los escalones.
Él asintió y comenzó a subir las escaleras, pero en los últimos escalones, giró para ver a su madre y a su padre, quién no estaba vestido como Papá Noel.
La fina línea de sus labios concedieron una leve y casi imperceptible curva.
Cuando llegó a su habitación, quito el envoltorio de su regalo para verlo mejor.
Era lo que se esperaría de un niño.
Era una foto de él, de un día en particular.
El día que fueron al zoológico. Junto a esta, había una nota mal escrita.
“Hombre Sidra, te doy esta foto para que siempre recuerdes que soy tu más grande fan.
No tenía otra foto, además, creo que Hirai se ve muy bonita en ella.”
Eso pudo saberlo gracias a su psicometría, la letra del remitente no era precisamente la más clara.
Aún así, era un detalle bastante singular, una foto del remitente del regalo y su acompañante, en un marco decorado a mano.
No era lo que pediría para navidad, pero gracias a su psicometría podía saber el esfuerzo del pequeño. Digamos que eso compensaba la mayoría.
Miró la foto, Yuuta y Koemi sonriendo.
Se preguntó cómo es que se le ocurrió regalar eso, porque aún leyendo los pensamientos de las personas, aún era difícil descifrar su cerebro.
Colocó la foto en algún lugar de su habitación, uno en donde no estuviera a simple vista, pero tampoco donde estuviera abandonado.
Luego de eso, se fue a dormir.
Esa noche fue extraña. Tuvo un sueño particular, y no parecía ser una premonición.
Alguien tomaba de sus manos y se acercaba a él. Tanto que incluso podía escuchar sus latidos. O quizá era el sonido de esa persona entrando en el lado izquierdo de su caja torácica.
Parecía más bien una pesadilla.
Despertó algo exaltado, le parecía absurdo eso. Si su sueño significaba que alguien trataría de matarlo, era inútil tratar de evitarlo, porque, de todos modos, eso era imposible.
Kusuo Saiki era invencible.
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Lamento la tardanza.
Los últimos dos meses fueron muy agitados jjdjsj, al fin terminé el año c:
También sufrí de algunos bajones emocionales por el estrés y distintas circunstancias. Pero ahora estoy mejor.
Al fin pude escribir algo. Ojalá les guste ^^
Si están aquí, muchas gracias por leer, cuídense y sonrían 🌷
Pd: Cada vez estamos más cerca 🤸🏽♀️
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