𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗦𝗜𝗘𝗧𝗘

Miércoles enero 22 de 2022

Gulf está sentado en el suelo apoyando su espalda contra el borde de la cama completamente desnudo con las rodillas alzadas, tiene un brazo metido entre las piernas para embestir su entrada consecutivamente con un dildo delgado y rosado.

—Ngh, mm.— Gime mordiéndose el labio inferior mientras se escucha el chapoteo obsceno de su entrada siendo dilatada. Embiste el dildo suave y consecutivamente. —Dios.— Arquea su espalda con un gemido.

Mueve sus caderas de adelante a atrás durante las embestidas. —¡Agh!— Mira abajo a su entrada abultando sus labios eróticamente con los dientes sobre los unos a los otros.

—No,— Gime ahora embistiendo más rápido. —agh, ¡Agh!

Mueve sus caderas más rápido también. Queriendo correrse desesperadamente. Hasta que sus piernas comienzan a temblar al igual sus caderas. Su cuerpo se sacude como poseído hasta que se corre.

—Ngh... Huh, huh.— Deja de mover sus caderas y de embestirse así mismo. Solo tira la cabeza sobre la cama mirando arriba al techo con parpadeos débiles.

Saca el juguete para depositarlo a un lado de su cuerpo.

«Como tu sangre no es compatible con el suero,» Recuerda las palabras de Trece. «tus niveles de celo y hormonas son descontrolados. Si no tienes sexo por más de cuatro días te volverás loco. Tu cuerpo comenzará a actuar como un maníaco.»

El moreno suspira agotado. —Ya puedo encargarme de esto yo solo.— Bufa agotado.

—Aunque,— Se toca la espalda baja con el dorso. —me duele el culo~.— Se queja como un nene chiquito.

🦄

Mew recuerda el edificio de Perth. Sin decirle nada al moreno desquiciado va al edificio del ladrón en jefe. Toca en la puerta dos veces aunque despacio.

Quién únicamente abre la puerta es Pulgarcita aparentemente ella siempre está acompañando al ladrón. Esta viste un traje cuero de dominatriz negro cerrado en estilo bikini. Consigo viste botas de cuero negras hasta las rodillas revelando sus sedosos muslos de chocolate, al igual sus marcadas clavículas e brazos de masa correcta.

Su cabello marrón ondulado por sus hombros.


A Mew lo toma por estupor la escena así que alza sus cejas tartamudeando. No sabé cómo reaccionar ante tal belleza aunque el momento se le hace más bien incómodo que apetitoso. ¿Lo mejor de todo? Es que ella no tiene miedo alguno de mostrarse así ante un desconocido. Lo mira tan normal como si nada.

—¿Te puedo ayudar en algo, primor?— Ella ladea su cabeza con una dulce voz.

El humano de todos abre su boquita para hablar, pero sus ojos captan algo sobre el hombro de la chica, así que vuelve a cerrar su boquita poco a poco. A unos pasos detrás de ella está su objetivo inicial: Perth.

Dicen que incluso si un hombre tiene la fuerza de diez hombres nada lo evita de ser dominado por su mujer. Como dos y dos son cuarto pues más verídica esa frase no podía ser.

Perth está en sus cuatro en el suelo con un bozal puesto, toda la parte superior de su cuerpo desnuda. Solo viste unos calzones negros de cuero y se nota que ha recibido unos buenos latigazos en su culo pues hay rayas rojas marcadas por el área de sus glúteos.

Él mira con aborrecimiento la puerta. —Te dije que esto iba a ser vergonzoso, Amanda.— Dice con una voz pesada el masoquista.

Uh no vergonzoso, muchos matarían por estar en tu posición, bombón. No hay nada más sexy que un hombre que le guste hacer el amor — Ella voltea de su ladrón al humano de la puerta con una sonrisa seductora. —con un poco de dolor.— Ronronea sus últimas palabras antes de guiñar con una sonrisa.

—Yo solo vine a pedirle un favor.— Tartamudea Mew carraspeando la garganta mientras desvía la mirada.

—¡Perth, es para ti!— Ella grita con un tonado irritado dándose la vuelta mientras se retira.

—Pues eso era obvio, ¿no crees? ¡Nadie viene a visitarte, pulgarcita!— Él jadea apoyándose en una rodilla para intentar levantarse. Lo está logrando. Solo un poco más y se pondrá de pie a pesar del dolor.

Ella se detiene a su lado con el «clack, clack» de sus tacones y patea el trasero de su jefe. Este vuelve a caer en sus cuatro.

—¡Gracias por recordarme que no tengo amigos!— Grita chillona antes de seguir su camino bien irritadita.

—Siempre es un placer, pulgarcita.— Gruñe Perth tomando impulso con sus manos para restaurar su espalda. Se pone de pie por completo, mirando a Mew con trazos de cabello pegado a su sudoroso rostro. Se ve ardiente de esa manera más que está semi-desnudo.

Esos calzones de cuero denotan su gran miembro. Seguramente es un tamaño regular, pero se ve bastante grande e apetecible para un cuerpo tan minusculamente moldeado.

Los ojos del individuo humano solo vuelven a desviarse con incomodez. Siempre respeta los cuerpos de los demás sin importar quiénes sean así que prefiere mirar a otros lados en casos como este.

—¿Qué es lo que necesitas?— Suavemente pregunta el moreno a través del bozal.

—Hice algo... Que no debí hacer.— Murmura el pelinegro.

🐻🦄

Lo que el chico unicornio pidió fue un simple entierro en un campo abierto a ocultas de su madre. El terreno verdoso no parecía tener fin en el lugar al que fueron. Mew está arrodillado frente a unas rocas vistiendo un traje negro formal, lamentando la muerte de Dante.

No llora demasiado como antes, pero se ve dolido. Simplemente no puede mantenerse sin arrugar las facciones de su rostro e dejar las lágrimas caer.

Eventualmente consiguieron a Gulf así que ahora ambos felinos están parados detrás del humano. Ambos hombro a hombro con sus manos resguardadas sobre sus regazos. Los dos vistiendo trajes formales por moderación aunque, Gulf no trae corbata.

—Pudiste al menos ponerte una corbata.— Le susurra el ladrón, arreglándose la suya.

Gulf mira su pechito luego mira la del ladrón. —Yo cogí este traje de Trece. No tuve tiempo para corbatas.— Susurra devuelta.

—Nunca tienes tiempo para ser educado, bestia.

—Me lo dice el que roba de bancos humanos.

—Al menos lo mío cuenta de algo, tu solo cumples misiones de un imbécil.

—¿Me estas llamando "dependiente"?

—Yo no dije más nada.

—Animal.

—Bestia.

—Gato inmundo.

—Mueve colas.

—¡¿Me estás llamando perro ahora?!

Gulf se gira completamente hacia él para empujarlo.

Aish, es en serio...— Perth se queja antes de girarse por completo y empujarlo también.

Comienzan a pedalear sus manitas en el aire mientras desvían las miradas y golpeando sus manos al azar. Parecen dos niños peleando mientras que el humano de todos solo sigue con lamentos.

—¡Imbécil!— Perth intenta patearlo por el costado, pero Gulf le sostiene la pierna contra su cadera, y los empuja al suelo. Ambos restriegan sus cuerpos en forcejeos e golpecitos.

Mew cierra sus ojos obteniendo paciencia porque los PUEDE oír.

—Deberías disculparte con ese muchacho.— Perth le dice con gruñidos ahora empujándole los cachetes para atrás mientras Gulf lo agarra de los hombros.

—¿Disculparme por qué?— Gruñe el moreno casi ni pudiendo pronunciar bien las palabras. Algunos dedos de Perth se cuelan por las cornisas de la boca contraria ahora revelando más del área bucal.

—¡Tal vez lo mató por las cosas que le dijiste...!

—Chicos, esto es un funeral.— Mew dice súper serio ahora poniéndose de pie para mirarlos adolorido.

Los felinos se congelan en sus posiciones mirándolo.

—Ustedes solo se pelean. Es una falta de respeto. Tal vez no les importe porque no es su familiar, pero tengan un poco de decencia.— Exige el pelinegro señalando las rocas con su dedo acusador.

«Oh no» Gulf piensa. Escaneando su decepcionado rostro de mejillas rojizas. Asimila ese rostro con el rostro serio que Trece le dió el otro día. «está decepcionado. No quiero que esté decepcionado. No, no...»

Precipita a ponerse de pie con muchos nervios. Frota las palmas de sus manos rápidamente y pisa el estómago de Perth para llegar a Mew.

—Idiota.— Perth tose fuertemente por la pisada.

Los oscuros ojos del chico unicornio miran los ojos menta casi celeste del otro. Permanecen viéndose ahora con más seriedad que en cualquier otro momento. Especialmente ahora.

—Me-- Me disculpo — Tartamudea el loquillo. —en caso de que mis palabras hayan causado la muerte (accidental) de tu hermano. Lo siento mucho. De verdad.

—No, descuida, yo también llegué a creer, por mi parte, que él también era sospechoso.— Mew abraza al felino desquiciado. Ante el inesperado abrazo Gulf agranda los párpados. Se mantiene congelado en su lugar. Brazos bien abiertos a los lados del pelinegro.

Mew lo abraza fuertemente con una confianza extrema. El felino no se espero ese abrazo así que no sabe qué hacer ni a dónde mirar... No recibió nuestras de afecto de este tipo desde que dejó de ser humano.

Mira desventurado sobre su hombro al ladrón.

Perth, por otra parte, los está mirando con un cariño que ni él mismo comprende, pero le da ternura que alguien este abrazando al felino desquiciado. Los mira con una sonrisa sincera de labios cruzado de brazos.

Gulf ligeramente vuelve a mirar el ancho hombro del humano.

Lentamente acerca sus manos para abrazarlo. Quiere devolverle el abrazo. Sentirse también cálido con él. Dejarle saber que la calidez es mutua.

—Voy a matar al Cazador sin importar qué.— Escucha a Mew decir ahora con un tonado firme. Eso detiene sus manos.

El humano se separa para que ambos se miren al rostro. —Lo encontraré y lo mataré. ¿Quieres ayudarme?

Los rayos del sol tienden a escapar a través de los espacios de sus siluetas. Sin embargo los trazos que dejan sobre sus rostros hacen sus ojos brillar. Destacando sus hermosos irises.

—¿Estás seguro de que eso es lo que quieres hacer?— Pregunta Gulf.

—Jamás cuestiones la voluntad de un hombre cuando está dispuesto, Gulf. Voy con todo y no planeo detenerme.

Las últimas palabras fueron mucitadas como el coro de un rugido. Ambos mirándose fijamente sin pestañear.

—De acuerdo — Va sonriendo con sus labios el felino. —hagamos esto.

Se toman en un apretón de manos entre sus pechos. Las manos de ambos tiemblan pues se han apretado fuerte, accediendo a la ayuda mutua. Al igual que el desquiciado gato, Mew sonríe con sus labios de la misma forma.

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