𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗢𝗡𝗖𝗘
¡La persona encapuchada es...!
Trece.
Así es, el que creó a todos los hombres y mujeres gato. ¿Por qué de repente un creador quería destruir todas sus invenciones una por una? La razón aún es inexplicable. Y sorprende a todos menos a su creación menos cuerda de todas. Su favorita, Gulf.
—No lo entiendo.— Becky dice con el ceño fruncido.
Trece sonríe ladino mirando únicamente a su favorita creación de todas. Esa cuya sangre no era compatible con la dosis. —¿Saben por qué cree a las personas gatos?— Comienza a hablar el hombre sin quitar al moreno de la vista. —Porque los gatos son criaturas que pueden sobrevivir por si solas. No necesitan a nadie ni nada para sobrevivir. Son criaturas hermosas que también, piensan. Son astutas y fuertes. Quería una mejor experiencia para la humanidad. Lo que comenzó como un mero proyecto de experimentación... Me hizo querer llevarlo a niveles altos. Cuando me volví ambicioso solo quise seguir experimentando. Una vez el gobierno me dio luz verde a tener una ciudad repleta de mis experimentos no pude evitar, pero seguir creando más. Mis criaturas se reprodujeron, nacieron primogénitos y primogenitas de descendencia: humano-gato. Son criaturas hermosas en su absolución. Pero no son tratadas correctamente. En vez de ser bienvenidas, el mundo las aparta como si fueran fenómenos.
Lo mismo que me hacían a mí en la escuela. Los humanos arreglan sus prejuicios inadaptando a otros y llamándolos “fénomenos” para hacerse sentir bien ellos. Yo solo quería que todos vivieramos en armonía. Finalmente me sentí en familia con gente diferente. Que el mundo los amaría.
Gulf se le queda viendo serio, pero con los ojos cristalizados.
—Pero no fue así. Y ahora debo destruir todas mis creaciones.— Trece deja rodar por sus mejillas una lágrima... Cayendo de su ojo izquierdo con una sonrisa de labios triste. Ya no es mezquina ni orgullosa sino triste. Todo este rato mirando a Gulf. En ningún momento apartó la mirada. —Incluyendo a la que más ame.
—Si verdaderamente piensas que matar a la persona que amas es amor,— Mew va entrando a la cálida escena. Cojeando, pero sujetando el rifle unicornio a un lado de su cuerpo. Cabizbajo él. Gulf y todos voltean a verlo. —estás muy equivocado.
Becky y Paphan lo apuntan alarmados por el rifle.
—¡No!— Gulf suplica sentándose en su trasero. Los policías se perplejan mirándolo confundidos. —Dejenlo. Debe hacerlo.— Pide el moreno. —Debe hacerlo.— Sigue pidiendo.
Los policías se miran entre sí algo perturbados. Sin saber qué hacer realmente. Pero retroceden cediendo a la petición del felino psicópata.
Mew posa frente a Trece, dándole la espalda al psicópata. Dado a su ancha espalda Gulf no tiene vista del rostro de Trece.
El lisiado sin embargo, lo tiene bien de frente, pudiendo ver que el creador se inyectó varios sueros por toda la garganta. Algunos hoyos aún tienen gotas violetas sobresalidas. Trece se convirtió en hombre-gato para tener las fuerzas e matar a sus creaciones.
—A causa de ti cometí un error irremediable.— Cuenta el lisiado con una voz rasposa. Este coloca la punta de su rifle contra la cien del hombre. Ambos mirándose a los ojos. Trece con la boca entreabierta, pero sin borrar su feroz mirada. No se arrepiente de nada de lo que hizo. Casi se siente como Dios mismo; primero admiró su creación no solo eso sino que la amo con una pasión inigualable luego la quiere destruir. Borrar de la Tierra en su totalidad. Así mismo se siente Trece. No es un sentimiento demasiado complicado de entender luego de escuchar su explicación. Lo que si es complicado es la capacidad con la que un corazón humano toma decisiones. Matar no está bien ni jamás lo estará sin embargo en este tipo de casos el gobierno humano hubiera estado más bien gratificado de que los “fénomenos” estuviesen muriendo.
Para ellos esto no seria nada menos que una extinción animal.
—Tu reinado debe parar.— Mew comunica mirándolo firmemente a los ojos con toda la determinación del mundo.
—Verás, yo... Decidiré cuando eso deba pasar.— Trece asoma desde los fondos de su boca cómo tenía escondida entre sus dientes traseros una cápsula transparente reveladora de un contenido violeta. ¡Debe ser un suero! Otro más.
—¡No!— Mew grita arrugando el ceño, pero Trece muerde la cápsula. La cápsula estalla su plástico comestible. Dejando el liquido violeta bailar por su boca hasta que él traga todo con un gemido gustoso. Cerrando sus ojos.
—¡¿Qué haces?! Dispara.— Becky grita alertada.
Mew va a disparar de no ser porque Trece lo empuja del pecho con su antebrazo. Los vientos vuelven a ser desafiados por el cuerpo flotante de Mew. Este va volando por ellos, aunque por suerte Gulf pega un brinco a mitad de camino, tomándolo en sus brazos por más rotas que sus muñecas estén.
Dado al fuerte impulso con el que va el cuerpo de Mew, son obligados al suelo. Solo que Mew encima de Gulf, su pierna siendo protegida a lastimarse gracias al psicópata. Caen abrazados, jadeando.
Los demás miran con terror a Trece cuya apariencia humana va desfalleciendo. Siendo remplaza en una piel aterradoramente oscura que luce tanto velluda como no. Su cuerpo se va haciendo aterradoramente alto fácil unos 7 pies. Sus brazos se estiran aterradoramente mientras las uñas naturales de su cuerpo adelgazan hasta ser garras largas.
La ropa se rompe con su crecimiento. Cayendo de su cuerpo. Cuando termina de crecer, queda algo encorvado, con vello por todas partes e unas orejas afiladas grandes.
—No quería hacerlo, pero ¡no me dan más opción!— Grita en su voz humana antes de que esta sea reemplazada por una voz grave y las últimas distinciones humanas en su rostro sean reemplazadas por un hocico corto e ojos amarillos de gato. Toda su piel tan negra como el fango. Pega un rugido mirándolos a todos.
—Carajo, carajo.— Becky se asusta mientras retrocede con su compañero. Off incómodamente fotografía al creador. Gun lo mira insolente.
—¡¿Qué logras con fotografiarlo?!— Grita desesperado.
—¡No lo sé!— Lloriquea dramáticamente el forense fotógrafo. Ambos sin dejar de mirar a la bestia.
Mew tose varias veces antes de alzar su cabeza del pecho contrario. Un reconforntante pecho. Mira al salvador psicótico aunque este mantenga los ojos cerrados. El dolor que cala sus huesos ahora mismo no es bonito nada bonito. Menos aún si tiene las muñecas rotas. Ambas.
—Gulf...— Se consterna el lisiado escaneando todo de él con la mirada. —¿Por qué me protegiste? Puedes morir, idiota--
—¿Así es cómo me agradeces?— Gruñe el otro sin abrir sus ojos aún. Ambos están sucios de las manos e mejillas por el polvo granoso de la tierra.
—Lo siento,... Es solo que no quiero que mueras.
Esas palabras marcan la diferencia. Nadie jamás le dijo eso al chico. No cuando su cordura quedó atrás. Pensó que ya nadie excepto su papa lo querría. Los ojos color menta abrió como hipnotizado. Quiere oír más palabras reconfortantes de este chico. Más palabras así.
Golpea sus dorsos fuertemente contra el suelo, el suelo regresa los huesos rotos del felino devuelta a su posición con un crujido. Con mucha motivación el felino se sienta en su trasero obligando al otro a sentarse en su costado sin mucha distancia entre ellos.
—¿En serio te preocupas por mí?— Gulf pregunta entusiasmado.
—¿Por qué no lo haría?— Mew pregunta ladeando su cabeza para un lado.
Gulf desinfla y infla su pecho tres veces culminando con un hipo y una carita de enamorado.
—Ah, al fin entiendo que significa cuando haces eso.— Comprende Mew asintiendo la cabeza.
—¡CUIDADO!— Grita la imaginaria Fah parada detrás de ellos viendo con terror la escena de enfrente. Gulf mira sobre el hombro de Mew, el otro no ha escuchado ninguna voz imaginaria así que solo sigue la mirada del moreno.
Se sorprenden de ver a Trece alzando el auto policiaco de luces encendidas por encima de su cabeza con una fuerza increíble.
La criatura lanza el auto, pero es volada a un lado por una bola de fuego parecida a la que se lanzan de cañones.
El repentino golpe que aleja el auto llama la atención de Trece. Este voltea a su izquierda con otro gruñido.
Ve ahí al chico reciente que había convertido, Smart, estar ahí con una bazuka sobre uno de sus hombros. A su lado está Perth con un rifle rascando su nuca con aborrecimiento.
—Wow, si no es esa la cosa más fea que he visto en mi vida.— Dice Smart masticando chicle con una sonrisa despreocupada.
—Nunca fue guapa incluso en humana.— Perth murmura desganado.
Al lado de ellos se suma otro chico más delgado e bajo, con hombros fuertes y cabello estilo hongo. Tal viste camisa hawaiina con mahones y tenis. Incluso su rostro es tan delgado como su abdomen, solo que carece de unos labios rosados e una nariz de aspecto Griego. Ojos de arco redondos sin perder lo asiático en ellos.
—¡Chicos!— Se alegra Gulf de tener a los primeros dos. Luego mira al tercero con aborrecimiento. —A este no lo conozco.— Dice con simpleza.
—Nosotros tampoco lo conocemos.— Dicen los primeros dos con rostros aborrecidos también.
—¡¿EH?!— First, el tercer felino, grita en dirección al moreno. —¡JUGAMOS PING PONG UN DÍA Y ESTABAS TAN BORRACHO QUE POR POCO ENEMIGOS TUYOS TE MATAN, ASÍ QUE LOS MATE EN SU LUGAR.
—Oh~... Sigo sin conocerte, pero aprecio que estés aquí.— Sonríe Gulf.
—No me conoce...— Lloriquea el tercer felino.
—Chicos, ha sido una confusa y linda charla, pero ya es hora de que pateemos el trasero de este feo.— Perth dice con firmeza adelantándose unos pasos. Hasta que se aleja de los chicos con los que vino para agilmente brincar en el aire y desaparecer con el destello de un cortocircuito.
Trece lo busca con la mirada entonces. Girando en su lugar. ¿Era Perth tan veloz que podía hacer eso?
Con otro destello parecido al de un cortocircuito se revela Perth detrás de la criatura, tirando puños a su espalda cuanto más no poder.
—¡ARGH!— Trece arquea su espalda con los brazos abiertos frente a su pecho. Tensos ante el dolor. Se da la vuelta para confrontar al felino, pero no lo ve. Ha desaparecido de nuevo.
Smart camina descaradamente hacia Off, lo agarra de la nuca de su chaqueta alzandolo del suelo como si nada.
—Qué, qué sucede.— Off se espanta alzando sus rodillitas frente a su pecho mientras sostiene la cámara. —Es tu turno de cegar a esa cosa.— Smart dice y pone el culo de Off encima del boquete de la bazuka.
—¡¿QUÉ?, NO, NO!
Smart dispara la bazuka volando al gritón Off por los aires. Este mueve sus brazos de manera circular en el viento. Ve con temor como incluso puede mover sus pies de enfrente a atrás en el aire.
Pero mira enfrente suyo notando cómo de cerca está llegando a Trece. Se está acercando.
Trece voltea a mirarlo con un gruñido.
Off arma las fuerzas, no, arma valor durante el flote. En una cámara lenta, pone un rostro firme, sostiene bien esa cámara. Alza la cámara al rostro. Cubriendo uno de sus ojos e mitad del rostro.
La criatura abre su hocico mostrando sus colmillos gatunos.
Pero él toma fotos a por segundos. Resplandeciendo el rostro de la criatura con intensos flashes blancos. La criatura no puede evitar la molestia en sus ojos. Los cierra de inmediato.
Becky le dispara al abdomen de la criatura.
Off cae rodando por el suelo hasta llegar a un lado del dúo principal: Mew y Gulf.
Trece aún no abre los ojos con quejas, pero corre en dirección a donde recibe las balas.
La chica no desfallece su agarre al arma. Paphan se suma a los disparos disparando del lado derecho. Aquella piel gatuna en Trece es tan tosca que sirve contra las balas. Casi como si fuese un chaleco anti-balas.
Como las direcciones de balazos son distintas, Trece se detiene con jadeos del dolor, voltea su cabeza en las diferentes direcciones de balazos solo que sin abrir los ojos.
—Es mi momento,— El tercer chico muestra sus orejas gatunas negras. Este se agacha para tomar impulso. Al hacerlo sale corriendo con una velocidad neutral aunque aún así es rápida, él brinca a la espalda del creador, saca una raqueta de Ping Pong de uno de sus bolsillos.
Pequeña, pero oh, cuán mortal. De la raqueta sale una cadena metálica de púas conectada a una bola de mismos ingredientes.
Así que azota la bola de la raqueta contra la nuca de Trece repetidas veces. Dado a que la bola regresa de la carne a su raqueta. Cada vez más ensangrentada.
Durante el brinco los golpes aseguran maltratar aquella gran extensión de carne. Sin dejar ni un espacio no marcado.
—¡JA, JA!— Ríe como niño pequeño First, antes de caer al lado de Smart.
Trece grita cayendo de rodillas sin oportunidad ninguna a atacar.
—Es tu turno, Mew.— Gulf se pone de pie ayudando a su amigo a ponerse de pie por igual. Ambos se miran a los ojos.
—¿Podré hacerlo?— Pregunta el pelinegro mirando sus ojos con consternación.
El auto policiaco había estrellado hacen minutos así que hay fuego a la derecha de ellos. Una enorme cantidad de fuego que solo hace más cálido el ambiente entre esos dos.
Gulf sonríe con sus labios. —Sé que puedes hacerlo.— Reconforta el moreno. Como acto de dar más ánimos, lo toma suavemente de los cachetes, Mew se asusta ante el tacto pero no se mueve de su lugar ni aparta las manos del moreno. Simplemente lo mira con el mismo deseo y curiosidad que ha sentido desde que cruzaron caminos.
Gulf suavemente acerca su rostro al suyo. Los párpados de ambos desfalleciendo no con ganas de dormir. Sino deseosos a ceder. Tan gentil como la caída de una pluma al suelo, los labios de Gulf hacen contacto con los del lisiado.
Ambos cierran sus ojos en el beso. Ambos cediendo a ese pequeño, emotivo, beso que aunque no concede a más, se siente más que bien.
*N/A: AHHH, no sé pero me encantó cómo quedo ese beso. Tal vez estoy exagerando jajaja, pero bueno, ya ahora sí estamos cerca del final🐻🦄*
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