𝑣𝑒𝑖𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜́𝑠


—Repite después de mí. Shinazugawa. —decía el azabache a punto de perder la paciencia.

—Chinga tú guagua. ¿Así?

Genya dio un grito dramático hacia el techo.

—¡Eres un exagerado! Además sabes que estoy bromeando. 

Estaban en la hora del descanso. Pasaron un par de semanas donde empezaron consigo las actividades del club.

Se encontraban en un aula prácticamente solos. A veces entraban alumnos buscando alguna cosa, después de todo el lugar era como una clase de almacén.

Rosslenne estaba compartiendo su almuerzo con Genya. Todo comenzó porque le contó que su hermano mayor no le recordó llevárselo.

Entonces una cosa llego a la otra y.... Empezó a bromear sobre su apellido impronunciable.

—Los apellidos latinos son también difíciles. No solo los japoneses. Al menos no existe la ñ o la doble r en mi idioma. —suspiró.

—A ver intenta decir algo con la erre. 

—¡Ya basta con eso, sabes que no puedo!

—¡No me obligues entonces que diga tu apellido correctamente!

Siguieron comiendo en silencio. Shinobu se asomó al salón.

—Ross ~ Te necesito un momento. ¿Puedes?

—¡A la orden! Oh, pero me da pena dejar a Genya solo. —se detuvo ya estando de pie.

—No te preocupes por mí. Igual ya debería irme.

—Vale... Déjame darte un abrazo de despedida. —bromeó intentando acercarse.

Dejó de seguirlo cuando la azabache la sostuvo del brazo llevándosela. 

Rosslenne hizo un puchero infantil.

—Le quitas lo divertido a la vida.

—Vamos, luego puedes seguir jugando. Necesito que me ayudes con Sasumaru a ordenar el salón donde podrán practicar en su club.

—¿Por qué me haces esto? ¿Por qué quieres que me vuelva una persona productiva? Eres la maldad en persona.

Apenas llegaron al salón empezó la castaña a estornudar.

En el momento que iba a buscar a Shinobu ya que desapareció de su vista la vio acercarse con unos tapabocas.

—¿Cuándo fue la última vez que usaron esta aula? ¿En la Era de Piedra? —empezaron a mover unas sillas para tener espacio para limpiar.

—Eso sería prácticamente imposible. —sonrió divertida.

Barrer fue bastante sencillo. El piso era de madera así que no era tanto trabajo.

No llegaba aún Sasumaru. Aquello el molestaba un poco a Rosslenne. No quería estar terminando haciendo todo el trabajo, algo de ayuda sería bueno.

Como si pensar en ella la invocara apareció con un par de chicas que traían productos de limpieza.

Rosslenne tapó sus oídos.

—¡Chicas, disculpen la demora! —su grito casi que resonaba por toda la escuela. Realmente tenía una voz potente.

—No pasa nada. —respondió Shinobu.

Se pusieron a limpiar las ventanas que tenían algo de telarañas.

La castaña se ofreció a buscar más agua.

Pero por cosas de la mala suerte no había agua en el piso. 

—¿Qué es esto? ¿Latino américa? Pensé que me había librado. —se quejó para tomar los baldes y bajar por las escaleras. Si, sería un buen ejercicio.

Ya estando en el patio buscó al lado de la cancha donde podía solucionar el problema.

Por dentro esperaba que no tuviera que buscar tantas veces. No era la persona más deportiva del mundo, se cansaba muy fácilmente.

Las voces de algunos estudiantes practicando deporte le hizo observar. Tragó un poco de saliva.

Se supone que dentro de poco llegaría Shinjuro con intenciones de repartir sus clases.

El sonido del agua derramándose la hizo salir de su trance para cerrar la llave.

Buscó algo para secar los baldes y no tener que mojar por donde caminara. En eso recordó que su pañuelo se lo dejó a Rengoku en el momento que vio que lo necesitaba.

Cierto que Inosuke literalmente la secuestró sin darle si quiera tiempo para despedirse.

Tocó su sien intentando pensar en otra alternativa.

—¡Rosslenne! —la voz de alguien llamándola la asustó. 

Vio hacia arriba dónde provenía.

Saludó tímidamente con la mano viendo como Kyojuro estaba observándola.

¿Acaso tenía el poder de llamar a las personas si pensaba en ellas?

—¿Ya almorzaste? —preguntó con una sonrisa.

—Sí... —le daba algo de vergüenza que le hablara y llamara la atención de las personas que se encontraban cerca.

Rengoku se quedó callado un momento.

—¿Necesitas ayuda? —se percató de lo que estaba detrás de ella.

—¡Ah! ¡Bueno! No hace... 

—¡Espérame un momento! —ni siquiera la dejo terminar de hablar.

Rosslenne se tapó el rostro entrando en un estado de nerviosismo al verlo irse. 

Aprovechó para echarse algo de agua para que no se notara demasiado lo rojo que se puso su rostro.

Si tan solo no se hubieran besado anteriormente estaría solo un poco más tranquila a comparación. 

Justo cuando termino se dio cuenta que no tenía nada con que secarse.

Se quedó apoyada al frente del grifo sin saber qué hacer.

Kyojuro se acercó a ella haciendo que reaccionara. 

Por los nervios empezó a reír.

—Me... Me dio algo de calor pero recordé que no tengo nada para secarme. —le dolían las mejillas debido a la pena.

El sacó algo de su bolsillo.

Con sumo cuidado paso la tela por su rostro. 

Quedó por completo en un estado de trance donde solo le observaba. 

Justo cuando iba a hablar la voz de otra persona le hizo dar un respingo.

—¡Ross! —Shinobu apareció. 

Sonrió en respuesta. 

—Buenas tardes profesor. —saludó con una sonrisita. —Disculpe que interrumpa. La están buscando.

Al tomar su mano y alejarse volteo a ver a Rengoku.

Cuando se encontraban ya a una distancia considerable fue que sus emociones se convirtieron en todo lo contrario.

—Di-dime que no fue a propósito... —temía que su amiga se diera cuenta de que lo estaban observando.

—No lo fue. Después hablaremos de eso así que no te preocupes. Shinjuro acaba de llegar.

—¡Ay no me digas eso!

—Si te lo digo. Yo seguiré con las chicas con la limpieza. 

La dejó justo donde aparecía Gyomei hablando con él. Rosslenne sintió escalofríos.

Shinobu le dio un empujoncito. 

Giró a verla con una mueca pero caminó hacia ellos.

—Oh, Rosslenne justo a tiempo. Te presentó a Shinjuro.

—Es un placer. —hizo una reverencia. Disimulaba muy bien ya que empezó a sudar por las manos.

Se limpió disimuladamente con la falda.

—Tú debes ser la que le da clases a mi hijo. Te lo agradezco por hacerlo, no nos habíamos presentado.

—No... No es nada. —tartamudeó un poco al no esperarse el comentario.

Gyomei se le veía complacido. Les hizo señas para que los acompañara.

Me siento realizada al subir este capítulo el último día de Octubre. Quiero escribir cursilerías, me voy a desquitar SADUASJO

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