𝑑𝑖𝑒𝑧
Mientras caminaba y observaba la espalda de Kyojuro recordó inevitablemente a Senjuro. Las dos neuronas de su cerebro hicieron funcionamiento.
La lógica de su pequeña cabecita es que él podía ser su hijo pero...
¡Eso era prácticamente imposible! ¡Se notaba que se llevaban un poco más de cuatro años! ¡No tenía sentido!
¡¿Cómo no se dio cuenta antes?!
Fue un milagro que no hubiera hecho ningún tipo de insinuación. Quería darse un golpecito en la frente por su gran idiotez.
—¡Aquí tienes! —había entrado al salón de profesores y regresó con un bentō. Rosslenne ni siquiera quiso alzar por completo la mirada.
—Gra-gracias...
—¿Sucede algo? —el tono de voz de Rengoku denotaba preocupación.
—Bu-bueno... Es solo que... Lo he estado molestando mucho últimamente.
—¡Para nada! ¡Si puedo ayudarte lo haré con sumo placer, ya lo he dicho! ¡Así necesites cinco bentōs no te culparía, son deliciosos!
Ella solamente asintió.
Nuevamente como hace días atrás sintió como la mano del rubio acariciaba su cabeza.
—¡Así que no pongas esa cara! ¡Te vez mucho mejor sonriendo!
En ese momento sonó el timbre. Un pequeño puchero apareció en el rostro de la castaña con el rostro sonrojado.
—Quería hablarte sobre algo al finalizar el día. ¿Puedes?
—Claro.
Kyojuro le sonrió deseándole buena suerte.
La próxima clase sería química con Iguro. También la tenía con Inosuke.
Con un gesto serio se dirigió a su respectiva aula.
Tal vez su aura era demasiada pesada o hasta resultaba intimidante. Ya que apenas puso un pie en el salón todos se alejaron de ella.
Algunos hasta reflejaban pena ante el pobre azabache que claramente Rosslenne no estaba del todo contenta.
Tanjirou al captar rápidamente la situación se alejó llevándose a Zenitsu casi a arrastras.
Inosuke sintió el verdadero terror.
—¡¿Creías que te ibas a escapar?! —jaló las mejillas de su amigo.
Empezaron a discutir. Algo así.
Desde afuera nadie era capaz de entender que era lo que estaban diciendo.
—Chi-chicos, el profesor llegará pronto... —como siempre el de pendientes Hanafuda era quien quería mantener la convivencia entre todos. No en vano era el delegado.
—Ya terminé. —Rosslenne se alejó para sentarse al lado de Zenitsu.
Pronto comenzó la clase. Pudieron trabajar en un grupo junto a los amigos de Inosuke. Al terminar la actividad vio como un papelito caía en el escritorio.
Lo tomó entre sus manos.
Mira hacia atrás.
Algo extrañada hizo caso a lo que decía. Se encontró con Shinobu. Le saludó sonriendo.
Ya que Iguro les dejó hablar por los minutos que quedaban por terminar antes aprovechó para acercarse.
Colocó una silla al frente de ella.
—¡Hola! No te había visto en esta clase antes.
—Sí, es que me integraron hace poco. Tuve que hacer varias tareas para estar al día.
—Ya veo.
Aún mantenía su cuaderno en su regazo para disimular.
No tardó en darse cuenta la de orbes violetas.
—Oye, ¿podría ver tu cuaderno? —le pidió.
—¿Ah? —sonrió un poco nerviosa. —¿Pa-para?
—Me da curiosidad. Es muy bonito.
No sabía qué hacer. Aquello claramente era a propósito.
Shinobu se aproximó inclinándose un poco en la silla.
—Dime que te sucedió. Puede que me sea posible ayudar.
Tal vez se dio cuenta en el baño o era demasiado obvio. Hasta ambas.
—Uhm... —volteó para asegurarse que nadie la escuchara. —Tengo... Tengo la falda sucia.
La azabache se sorprendió. Luego se sentó correctamente con un gesto pensativo.
—Puedo prestarte una. Suelo tener una de más en mi casillero.
Quería refutar pero apenas dijo eso se levantó para hablar con Iguro. Este simplemente asintió para que saliera.
Sentía suma vergüenza. Era la segunda vez que tanto Shinobu como Kyojuro le apoyaban.
Tenía que hacer lo mismo cuando tuviera la oportunidad.
Al pasar unos minutos vio como regresó. Se levantó para pedir permiso.
—Aquí tienes.
—¡Te lo agradezco!
—¿Quieres que te acompañe?
Afirmó para dirigirse al baño.
—Disculpa que no te salude en la mañana. Aunque puedes entenderme ahora...
—No pasa nada. Ya tienes una solución.
Ya adentro se sintió aliviada al terminar de quitarse ese peso de encima. Pero en el momento de acomodarse se dio cuenta de algo.
La falta le quedaba un poco pequeña.
—¿No se ve raro? —preguntó al salir del cubículo.
—Oh. Lo siento, olvidé por completo que podría quedarte un poco pequeña por mí... —calló.
—¡Está bien! No es por tanto de todas maneras. Eres muy amable.
Aunque dijo eso si notaba cierta diferencia. Shinobu tenía medidas distintas a la de su cuerpo.
La campana les avisó sobre la siguiente clase.
Mientras conversaban sintió la mirada de varias personas sobre ella. Aquello le causó incomodidad.
En serio los humanos son seres ociosos. ¡Apenas se notaba que estaba algo más arriba de lo usual!
Se centró en las evaluaciones siguientes. Ya solamente quedaba una de escritura con Kyogai. Realmente le caía muy bien. Además sus tareas eran muy sencillas.
—Recuerden que estoy dando música en el club. Si quieren unirse. —dijo de manera pausada en el momento que todos se levantaron para retirarse.
Ya quería volver a casa.
Cuando caminaba en busca del rubio un chico la detuvo.
—¡Oye, espera! —se asustó. Ni si quiera se dio cuenta que estaba cerca.
—Hola... —le miró con algo de recelo. Era de aquellos típicos busca problemas y mala fama.
—Eres realmente bonita. ¿Puedes darme tú número?
Qué diablos...
—Em... No, lo siento. —intentó alejarse pero él nuevamente la retuvo tomando su brazo.
—¡Un segundo! ¡En serio me gustaría tenerlo!
Ya se estaba irritando. ¿No sabía que era la palabra no?
—¡Rosslenne! —justo cuando iba a refutar la voz de Rengoku le hizo detenerse. —¡Te estaba buscando!
El joven se alejó inmediatamente.
—¿Todo en orden?
No hubo respuesta, el estudiante simplemente huyó.
Rosslenne suspiró.
—Gra... —no pudo agradecer ya que de repente sintió una tela sobre sus hombros.
Asimiló la situación. Kyojuro le colocó su chaqueta.
—¡Está haciendo mucho frío afuera!
Cuando empezó a caminar se quedó unos segundos sin reaccionar hasta que él volteo a verla llamándola.
—Se nos hará tarde.
Al llegar a la puerta pensó en un tema para conversar.
—Tenía razón sobre la comida. Estaba deliciosa.
Él sonrió asintiendo. Le parecía rara su manera de actuar. Quizás eran cosas suyas.
—Uhm... ¿De qué quería hablar?
—¡Cierto! —cruzó sus brazos. —Mi hermano le cuesta un poco matemáticas. Así que pensé que podrías darle una ayuda.
Rosslenne giró hacia atrás asegurando que estaba hablando con ella.
—¿Yo?
—¡Por supuesto! —cruzaron la calle para llegar a la estación.
Cuando bajaron a esperar el tren meditó sus palabras.
—No tengo ningún problema. En realidad me encantaría.
El rubio iba a responder pero justo se dio el anuncio de la llegada del transporte.
Era la primera vez que se iban juntos. Se sentía raro, en el buen sentido.
Kyojuro mantuvo cierta distancia por respeto. Rosslenne se perdió en sus pensamientos mientras observaba por la ventana.
—Te dejaré mi número. —escuchó de repente. Al ver el rostro de sorpresa de la castaña Rengoku sonrió. —Puedes regresármela luego. —guardó un pequeño papel en el bolsillo de la chaqueta.
Apenas pudo reaccionar cuando este se despidió para salir.
Le dio su número...
¡¡Su número!!
Puedo explicarlo... Puedo explicar porque subí tantos capítulos a la vez ;;...
¿Para qué mentirles? Me inspiré JAJAJ A este paso terminaré la historia en un mes. Si Rengoku... Solo diste tu número por tu hermano HUMM... NO ENGAÑAS A NADIE JSADODJ. La idea de la chaqueta me la dio mi mejor amiga. Gracias mi vida.
Y gracias a ti por leer ♡
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