┈─ 𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭





⊹ ‧₊˚ 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐄𝐢𝐠𝐡𝐭 ⊹ ‧₊˚

𝐰𝐡𝐢𝐬𝐩𝐞𝐫𝐬 𝐢𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐝





Ambos comenzaron a caminar por la playa, dejando que el silencio se instalara entre ellos por un momento. El sonido de las olas seguía siendo el único ruido que los acompañaba, mientras cada uno reflexionaba sobre lo sucedido.

Axel rompió el silencio, mirando al frente mientras caminaban.

- Entonces, ¿de dónde eres? - preguntó con curiosidad.

Maya lo miró por un instante antes de responder, sabiendo que la pregunta iba más allá de lo que él quería saber.

- De All Valley - respondió, sin muchos rodeos.

Axel la observó, frunciendo el ceño ligeramente.

- ¿All Valley? ¿Que Miyagi-Do no es de ahí? - preguntó, con un toque de confusión.

Maya asintió, sin dudar.

- Sí, lo es. Miyagi-Do es de All Valley - respondió Maya - Es... una larga historia -

Maya decidió cambiar el rumbo de la conversación hacia algo más trivial, buscando alivio en un tema en lo que los dos pudieran hablar sin problema alguno.

- ¿Tienes alguna superstición antes de una pelea? - preguntó, sonriendo ligeramente mientras miraba al frente.

Axel la miró, un poco sorprendido por la pregunta, pero luego se rió suavemente.

- No exactamente, pero siempre me aseguro de llevar el mismo par de calcetines antes de cada combate. Algo sobre eso me da suerte - respondió con una expresión juguetona.

Maya rió, imaginando la escena.

- ¿Calcetines?. Yo siempre llevo una moneda de la suerte en el bolsillo, no sé si realmente funciona, pero me hace sentir más segura - confesó.

Axel levantó una ceja con interés.

- ¿Una moneda? ¿De qué tipo? - preguntó, sintiendo que la conversación se estaba volviendo más divertida.

- Es una moneda vieja, de mi abuelo. No es nada especial, pero él siempre decía que traía buena suerte - explicó Maya.

Axel sonrió, asintiendo.

- Eso suena como algo que tendría mi abuela. Aunque si ella me hubiera dado algo así, probablemente me habría dicho que no podía perder porque sería deshonrarla - bromeó.

Maya se rió, disfrutando de la conversación.

- ¡Eso es demasiado! Yo solo trato de no pensarlo demasiado, y ya - dijo, meneando la cabeza.

El silencio se llenó de una ligera risa, y Axel rompió de nuevo.

- ¿Alguna vez has intentado hacer alguna comida rara o experimentar con recetas? - preguntó, curiosamente.

Maya pensó por un momento, luego soltó una pequeña carcajada.

- He intentado hacer sushi alguna vez, pero... digamos que no fue un éxito rotundo. Terminé haciendo algo más parecido a una sopa de arroz - confesó, con una sonrisa avergonzada.

Axel se rió.

- Eso suena como algo que yo haría. A mí se me da bien cocinar, pero una vez intenté hacer una pizza en casa, y terminé con una masa tan dura que ni siquiera el perro quiso comerla - dijo entre risas.

- ¡Eso suena increíble! Pero creo que tienes que dejar la cocina a los profesionales - respondió Maya, riendo junto con él.

Mientras seguían caminando, la risa de ambos fue menguando, dejando paso a un ambiente más relajado pero cargado de cierta complicidad.

- ¿Sabes? - dijo después de unos segundos de silencio. - Hay algo en el mar que siempre me hace pensar en lo pequeño que soy en comparación. -

Maya lo observó, sorprendida por la sinceridad en sus palabras.

- Sí, entiendo a lo que te refieres. Es como... un recordatorio de que hay cosas mucho más grandes que nosotros, que nuestras peleas o preocupaciones. -

Axel giró la cabeza para mirarla, sus ojos brillando con un toque de interés.

- Exacto. Y, sin embargo, aquí estamos, compitiendo, entrenando, intentando demostrar algo... a otros y a nosotros mismos. -

Maya asintió, dejando que sus palabras resonaran en ella. Había algo en Axel que no había notado antes: una profundidad que contrastaba con su apariencia y actitud en el dojo.

- ¿Alguna vez has sentido que todo esto - las peleas, los torneos, los dojos - te consume? - preguntó Maya en voz baja, casi como si temiera la respuesta.

Axel sonrió, pero era una sonrisa melancólica.

- Muchas veces. Pero también creo que eso es lo que nos hace quienes somos. El desafío, la lucha, el esfuerzo... son parte de nosotros, ¿no? -

Maya lo miró fijamente, tratando de descifrar lo que realmente pasaba por su mente. Finalmente, suspiró y miró al mar.

- Supongo que sí. Pero a veces me pregunto qué pasaría si dejáramos de pelear, si simplemente... existiéramos. -

Axel dejó escapar una risa suave, más por la ironía que por diversión.

- Suena bonito, pero no creo que funcione para nosotros. Al menos, no mientras tengamos algo que probar. -

Maya volvió a mirarlo, esta vez con una sonrisa más genuina.

- ¿Y tú, Axel? ¿Qué es lo que quieres probar? -

Él se detuvo un instante, sorprendido por la pregunta. Luego bajó la mirada, como si estuviera buscando las palabras correctas.

- Quiero probar que puedo ser más que lo que otros esperan de mí. Más que el chico obediente, más que el luchador que solo sigue órdenes. Quiero ser... yo. -

Maya sintió un nudo en la garganta al escuchar su respuesta. Había algo tan honesto y vulnerable en su confesión que no pudo evitar sentirse conectada con él en un nivel más profundo.

- Creo que ya estás en camino a lograrlo - dijo suavemente, tocando su brazo con delicadeza.

Axel la miró y sonrió, esta vez con una calidez que no había mostrado antes.

- Gracias, Maya. Creo que tú también lo estás. -

- ¿Y qué te parece Barcelona hasta ahora? - preguntó, rompiendo el silencio con una sonrisa tranquila.

Maya giró su cabeza hacia él, pensando por un momento antes de responder.

- Es... diferente. -

- ¿Diferente? - repitió Axel, alzando una ceja. - Eso suena a que no estás muy convencida. -

Maya rió suavemente, dándose cuenta de que su respuesta había sido vaga.

- No, no es eso. Me gusta, de verdad. Tiene un encanto especial, con la arquitectura, las calles, el mar... Pero supongo que aún no me acostumbro del todo. Es como si estuviera en un sueño y todavía no supiera cómo encajar en él. -

Axel asintió lentamente, comprendiendo lo que quería decir.

- Te entiendo. Yo también me sentí así la primera vez que estuve aquí. Es como si todo fuera demasiado perfecto, ¿no? -

Maya lo miró sorprendida.

- Exacto. No pensé que alguien más lo entendería. -

Axel se rió suavemente.

- Bueno, no soy tan diferente de ti como crees. Pero, ¿hay algo que te haya gustado especialmente? -

Maya sonrió, esta vez con más entusiasmo.

- La Sagrada Familia me dejó sin palabras. Y las tapas... no voy a mentir, creo que he comido más en estos días que en toda mi vida. -

Axel soltó una carcajada.

- Sí, la comida aquí es peligrosa. Te hace olvidar que tienes que mantenerte en forma para el torneo. -

- Definitivamente. Aunque creo que caminar por todas esas calles estrechas y subir escaleras ha compensado un poco. -

Axel le dedicó una sonrisa cálida.

Mientras Axel y Maya seguían caminando por un estrecho callejón iluminado por débiles faroles, el silencio entre ellos se sentía cómodo, como si ambos estuvieran disfrutando de la tranquilidad del momento. Sin embargo, esa calma se rompió abruptamente cuando una figura conocida apareció. Kwon, con una sonrisa burlona en el rostro, bloqueándoles el paso. A unos pasos detrás de él estaba Yoon, quien mantenía una postura más relajada, pero con la misma expresión.

- Qué lindos - dijo Kwon con un tono sarcástico, cruzando los brazos frente a su pecho mientras daba un paso hacia adelante. Su voz resonó en el callejón, cargada de burla. - Esparcimiento con el equipo rival. Muy profesional de tu parte, Maya. -

Maya suspiró profundamente, visiblemente molesta, y dio un paso al frente, colocando una mano en la cadera mientras lo miraba fijamente.

- Hazte a un lado, Kwon. Ya tuve suficiente con Tory esta noche. No estoy de humor para tus tonterías. - Su tono era cortante, pero también denotaba cansancio.

Kwon no se movió ni un centímetro. En lugar de eso, su sonrisa se ensanchó, como si disfrutara de la irritación de Maya.

- ¿Tory? - preguntó con una fingida expresión de sorpresa. - No me extraña. Te gusta atraer problemas, ¿verdad? Pero este es el límite, Maya. Tienes que regresar con nosotros. No tienes nada que hacer con él. - Señaló a Axel con un gesto despectivo, como si su presencia fuera insignificante.

Maya frunció el ceño y cruzó los brazos, inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado.

- No soy tu problema, Kwon. Déjame en paz y sigue con tu vida. En serio, ¿no tienes algo mejor que hacer? -

Axel, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, observando cuidadosamente la situación, finalmente dio un paso al frente. Su mandíbula estaba apretada, y los puños cerrados a los costados eran una clara señal de que estaba comenzando a perder la paciencia.

- Oye, ¿por qué no haces caso a lo que dice? - soltó con un tono firme y directo que hizo que Kwon se detuviera momentáneamente para evaluarlo.

Kwon soltó una carcajada burlona, sacudiendo la cabeza mientras miraba a Axel como si fuera un insecto molesto.

- ¿Y qué vas a hacer al respecto? ¿Pelear? - preguntó con una mezcla de burla y desafío en la voz.

Antes de que Axel pudiera responder, Yoon, quien había estado observando en silencio desde el fondo, notó cómo Axel tensaba los puños. Sin previo aviso, Yoon lanzó una rápida patada dirigida al torso de Axel.

Axel apenas logró esquivar el ataque, retrocediendo un paso mientras trataba de mantener el equilibrio.

- ¡Basta! - gritó Maya, interponiéndose rápidamente entre Axel y Yoon con las manos levantadas. - ¡Paren ya los dos!. -

Kwon y Yoon se detuvieron por un instante, pero sus miradas seguían llenas de desafío. Kwon, sin embargo, parecía más interesado en prolongar el enfrentamiento, avanzando un paso hacia Maya con una sonrisa amenazante.

- Esto no tiene nada que ver contigo, Axel - dijo Kwon con frialdad, ignorando las palabras de Maya. - Este es un asunto de nuestro equipo, y tú no perteneces aquí -.

- Pues yo digo que no vas a decirle a Maya qué hacer - respondió Axel con la respiración agitada, su voz cargada de determinación.

Yoon avanzó nuevamente, sus movimientos rápidos y precisos, pero antes de que pudiera lanzar otro ataque, un sonido distante llenó el aire: el inconfundible sonido de una sirena de policía acercándose rápidamente.

Kwon maldijo por lo bajo, intercambiando una mirada rápida con Yoon.

- Nos veremos luego, Maya. Esto no ha terminado. -

Con un movimiento ágil, Kwon y Yoon se giraron y desaparecieron por otro callejón, sus pasos resonando en la distancia.

Maya dejó escapar un profundo suspiro de alivio antes de girarse hacia Axel y tomarlo del brazo.

- Vamos, tenemos que salir de aquí. -

Ambos comenzaron a correr, alejándose del lugar y de las sirenas que se acercaban. El aire frío de la noche les golpeaba el rostro mientras corrían, y finalmente llegaron de nuevo a la playa. Sus pasos se volvieron más lentos hasta que ambos se dejaron caer en la arena, jadeando y riendo entre dientes por la adrenalina del momento.

- Gracias... - dijo Maya después de recuperar un poco el aliento. Su voz era suave, pero había un toque de sinceridad en sus palabras. - Por defenderme de ellos. Te dije que había algunos imbéciles en mi dojo. -

Axel, que estaba recostado en la arena con las manos detrás de la cabeza, giró para mirarla. Sus ojos todavía tenían un destello de enojo, pero también reflejaban algo más profundo, una especie de preocupación genuina.

- Nadie debería hablarte así, y mucho menos intentar intimidarte. No me importa quiénes sean. -

Maya lo miró, sorprendida por la intensidad de sus palabras. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios mientras tocaba suavemente el brazo de Axel.

- Aprecio que lo digas, de verdad. Pero no tenías que hacerlo. -

Axel mantuvo su mirada fija en ella, sus ojos conectando con los de Maya de una manera que hizo que su corazón latiera más rápido.

- Claro que tenía que hacerlo. - Su voz era baja, pero firme.

Sin decir una palabra más, Axel se inclinó hacia ella, y antes de que Maya pudiera reaccionar, sintió sus labios sobre los de ella. Fue un beso suave al principio, como si ambos estuvieran probando los límites, pero pronto se volvió más profundo, más lleno de emoción, como si todo lo que habían pasado esa noche los hubiera llevado a este momento.

Cuando finalmente se separaron, ambos se miraron en silencio, todavía respirando con dificultad, pero esta vez no por la carrera, sino por lo que acababa de suceder.

- Bueno... eso fue... inesperado - murmuró Maya, intentando no sonrojarse demasiado.

Axel soltó una pequeña risa, apartando un mechón de cabello del rostro de ella.

- Supongo que sí. Pero no me arrepiento -.

Maya bajó la mirada, sin poder contener su sonrisa.

- Yo tampoco. -

Después de un rato en la playa, donde el silencio entre ellos estaba cargado de emociones y miradas cómplices, Maya se incorporó lentamente, sacudiendo la arena de su ropa con movimientos pausados.

- Deberíamos regresar al hotel antes de que sea más noche - sugirió Maya con un tono suave pero decidido, rompiendo el silencio. - No quiero meterme en más problemas con los demás. -

Axel levantó la vista hacia ella, observando su expresión. Había algo en sus palabras que denotaba cansancio, pero también una firmeza que no podía ignorar. Se puso de pie con cierta lentitud, sacudiendo también la arena de su pantalón mientras asentía.

- Tienes razón. Además, no quiero darte más dolores de cabeza con Kwon y su séquito - respondió con una leve sonrisa, tratando de aligerar el ambiente.

Maya le devolvió la sonrisa, aunque solo ligeramente, agradecida por su comprensión. Sin necesidad de decir más, ambos comenzaron a caminar de regreso. Las calles estaban tranquilas, casi desiertas, con apenas algunas luces titilantes que iluminaban su camino.

El silencio entre ellos no era incómodo, sino lleno de una complicidad que parecía crecer con cada paso. Era como si las palabras no fueran necesarias, como si cada mirada y cada gesto hablaran por ellos. El murmullo del viento y el eco de sus pasos en el pavimento eran los únicos sonidos que los acompañaban.

Mientras avanzaban por una estrecha calle, iluminada tenuemente por faroles antiguos, Axel hizo algo inesperado. Extendió la mano y, con un movimiento decidido pero lleno de cuidado, tomó la de Maya. Ella lo miró, sorprendida al principio, y sus ojos buscaron los de él, como si tratara de descifrar sus intenciones. Pero no se apartó.

En lugar de eso, entrelazó sus dedos con los de él, sintiendo la calidez de su tacto, una sensación que parecía recorrer todo su cuerpo como un suave corriente eléctrica.

- Esto está bien, ¿no? - preguntó Axel en voz baja, su tono cargado de una mezcla de inseguridad y esperanza mientras la miraba de reojo.

Maya sostuvo su mirada por un momento, y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

- Sí, está bien - respondió con honestidad, su voz apenas un susurro.

El resto del camino lo recorrieron así, con las manos unidas, como si el simple contacto físico les diera una fuerza y seguridad que no necesitaba explicarse. El mundo a su alrededor parecía desaparecer; ni las luces, ni las sombras, ni el tiempo mismo parecían importar en ese instante.

Cuando finalmente llegaron al hotel, el cambio en la atmósfera era palpable. Había algo diferente en el aire, algo más ligero pero también cargado de una intensidad que ninguno de los dos podía ignorar.

Entraron al vestíbulo y con un gesto tímido, soltó la mano de Axel, aunque le costó más de lo que esperaba. Era como si ese simple acto creara una pequeña distancia entre ellos que no deseaba. Axel, por su parte, no parecía dispuesto a despedirse tan rápido.

Antes de que Maya pudiera dar un paso hacia el ascensor, Axel se inclinó hacia ella, su movimiento tan natural como decidido. La tomó desprevenida, pero no hubo tiempo para que procesara lo que estaba pasando. Sus labios se encontraron en otro beso.

Fue un beso lo suficientemente corto como para no llamar demasiado la atención, pero lo suficientemente largo como para dejar claro todo lo que Axel sentía en ese momento. Cuando se separaron, Maya lo miró con las mejillas encendidas y los ojos brillando con una mezcla de sorpresa, emoción y algo más que no podía definir del todo.

- Buenas noches, Maya - dijo Axel, su voz tranquila pero cargada de un tono cálido, mientras una suave sonrisa curvaba sus labios.

Maya asintió, todavía un poco aturdida, pero con una sonrisa que comenzaba a formarse en su rostro.

- Buenas noches, Axel - respondió en un susurro.

Ambos se dirigieron a sus respectivas habitaciones. Mientras caminaba, Maya no pudo evitar tocarse los labios con la punta de los dedos, como si quisiera asegurarse de que lo que acababa de suceder había sido real. Una sonrisa lenta y genuina se dibujó en su rostro mientras su mente volvía al momento.

Axel, por su parte, caminó con una sensación de triunfo que no podía ocultar. Había algo en ese beso, algo en la forma en que Maya lo había mirado después, que le hacía sentir una tranquilidad que pocas veces había experimentado. Era como si, por primera vez en mucho tiempo, las piezas comenzaran a encajar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top