010
manip by isabe12s
CAPITULO 010
ᵃʳᵐᵃˢ
El humo del cigarrillo flotaba en el aire como un recordatorio constante de que en Birmingham nada era limpio. Me encontraba sentada en el despacho de Thomas, observándolo mientras revisaba unos documentos. Su ceño estaba fruncido, sus ojos oscuros concentrados en lo que parecía un plan que solo él entendía. Me encantaba ese lado suyo, el estratega, el hombre que siempre iba tres pasos adelante de todos.
Pero también me aterraba.
—Deja de mirarme así, Jen —dijo sin levantar la vista.
—¿Así cómo?
Thomas soltó una pequeña risa, dejando los papeles a un lado. —Como si quisieras decirme algo, pero no te atreves.
Me acerqué a él, rodeando el escritorio. Apoyé mis manos en sus hombros, sintiendo la tensión acumulada en su cuerpo.
—Solo estoy pensando en lo mucho que te esfuerzas para mantener todo bajo control —murmuré.
Thomas giró la silla hacia mí, tomándome de las caderas. Sus ojos me estudiaron, como siempre lo hacían, como si intentara descifrar cada pensamiento que cruzaba por mi mente.
—¿Y qué es lo que realmente quieres decirme, Jennifer?
Me mordí el labio, dudando por un momento. Pero sabía que con Thomas no había espacio para las dudas.
—Que no quiero perderte. Que todo esto... las apuestas, los enemigos, los acuerdos con hombres como Kimber... me preocupa que un día todo se salga de control.
Él me sostuvo la mirada, y en ese instante no era el líder de los Peaky Blinders, sino solo Thomas, el hombre que amaba.
—No voy a dejar que eso pase —dijo con firmeza—. No voy a perderte, Jennifer. Si te pierdo a ti, lo pierdo todo.
Su voz era baja, cargada de una intensidad que me dejó sin aliento. Lo amaba más de lo que podía expresar con palabras, y él lo sabía.
Dejé el despacho de Thomas después de asegurarle que estaría bien. Había algo en su mirada que me decía que planeaba algo grande, algo peligroso. Decidí darle espacio y fui a la mansión, donde sabía que encontraría a Gabriel y Mateo.
Los dos estaban en el despacho, con un par de copas vacías frente a ellos. Me acerqué, y ambos levantaron la vista al verme.
—Mira quién decidió unirse a nosotros —dijo Gabriel, con una sonrisa burlona.
—¿Y dónde dejaste al Shelby? —añadió Mateo, dándome un lugar junto a él.
—Thomas está ocupado, como siempre. ¿Qué están tramando ustedes dos?
Gabriel intercambió una mirada rápida con Mateo antes de responder. —Algo que quizá te interese.
Levanté una ceja, intrigada. —¿Y qué es eso?
Mateo se inclinó hacia adelante, bajando la voz. —La tumba de Danny Whizz
—¿Danny? —pregunté, recordando las historias sobre él—. ¿El amigo de Thomas que se supone que está muerto?
—Exacto. —Gabriel tomó un trago antes de continuar—. Pero resulta que esa tumba está vacía.
Fruncí el ceño, intentando procesar lo que me estaban diciendo. —¿Vacía? ¿Cómo es posible?
—Es una larga historia —intervino Mateo—, pero lo importante es que alguien estuvo husmeando en esa tumba. Creemos que dejaron algo allí.
Me crucé de brazos, mirando a ambos con escepticismo. —¿Y qué se supone que quieren hacer al respecto?
—Revisarla, obviamente —respondió Gabriel con una sonrisa de medio lado—. ¿Qué dices? ¿Vienes con nosotros?
La noche era fría y oscura cuando llegamos al cementerio. La niebla cubría las lápidas, dándoles un aspecto fantasmal. Gabriel llevaba una linterna, mientras que Mateo cargaba una pala en el hombro.
—¿Seguro que esto es buena idea? —pregunté, abrazándome el cuerpo para protegerme del frío.
—¿Desde cuándo hacemos cosas que sean buenas ideas? —bromeó Gabriel, guiñándome un ojo.
Nos detuvimos frente a la tumba de Danny, una simple losa con su nombre grabado en ella. Mateo no perdió tiempo y comenzó a cavar, mientras Gabriel iluminaba el lugar con la linterna.
—¿Qué esperan encontrar aquí? —pregunté, tratando de ignorar el sonido de la pala golpeando la tierra.
—Cualquier cosa que nos dé una pista de las armas —respondió Gabriel, su tono más serio de lo habitual.
Después de unos minutos, Mateo se detuvo. —Aquí está.
Nos acercamos, y allí, en el fondo de la tumba, había variedad de cajas. Gabriel la sacó con cuidado y abrió una de ellas.
—Esto no puede ser…— murmuré
Gabriel saca una ametralladora— Lo sabía
—¿Dónde están?— preguntó Mateo, con un tono áspero, mirando alrededor como si pudiera hacer que las armas aparecieran con sólo desearlo.
—Maldita sea por fin— dije, casi en un susurro.
—¿Lo sabían?— preguntó Mateo, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie nos estuviera observando.
—No. Nadie lo sabía,— respondí, cerrando la caja y mirando nuevamente la tumba que estaba llena de cajas con armas
—Necesitamos sacar estas armas de inmediato,— dijo Mateo, su tono firme y decidido. —No tenemos tiempo. Los refuerzos de Gabriel están en camino.—
—¿Refuerzos?— pregunté, alzando una ceja mientras miraba a Gabriel.
—Sí, están cerca,— respondió Gabriel, revisando su reloj. —No podemos quedarnos mucho tiempo. Esto tiene que hacerse rápido y bien.—
El sonido de vehículos acercándose nos sacó de nuestros pensamientos. Un grupo de hombres, vestidos para no llamar la atención, apareció entre las sombras, liderados por uno de los contactos de confianza de Gabriel.
—Listos para trabajar, jefe,— dijo uno de los hombres, con un gesto de respeto hacia Gabriel.
—Bien, manos a la obra,— respondió Gabriel, sin perder un segundo.
En cuestión de minutos, las armas fueron extraídas de la tumba con una coordinación impecable. Los hombres trabajaron en silencio, como si cada movimiento estuviera ensayado. Yo observaba todo, intentando no perderme ningún detalle.
—Ahora, llenen esto con pólvora y minas,— ordenó Mateo, apuntando al interior vacío de la tumba. —Si alguien se atreve a abrirla, será su último error.—
Los hombres trajeron cajas llenas de explosivos y comenzaron a colocarlos con precisión dentro de la tumba. Cada pieza estaba asegurada para que todo pareciera intacto, pero lo suficientemente peligroso como para disuadir a cualquiera de inspeccionarla.
—Esto será suficiente para alejarlos,— dijo uno de los hombres, mientras aseguraba el último explosivo.
Gabriel asintió, observando el trabajo. —Perfecto. Ahora tapen todo. No queremos que nadie sospeche.—
En menos de una hora, la tumba estaba nuevamente sellada, como si nunca hubiera sido tocada. Las armas estaban a salvo, y la trampa que dejamos atrás aseguraría que nadie volviera a intentar abrirla.
Antes de que termináramos, Gabriel me miró. —¿Todo claro aquí?—
—Sí, no hay nada que temer,— respondí con confianza.
—Entonces nos movemos,— dijo Mateo, mientras los vehículos se preparaban para partir.
Nos dispersamos rápidamente, dejando el cementerio en el mismo silencio inquietante en el que lo habíamos encontrado. En una sola noche, habíamos logrado lo imposible. Pero sabía que esto era solo el principio.
Después de tanto tiempo actualizo, estaré por finalizar la primera temporada, espero les guste
No olviden comentar que les gustó del capítulo y votar para seguir motivandome a escribir ✨
Gracias, gracias isabe12s por el lindo manip me encanta. ❤️❤️
Hasta la próxima 🌸🌸
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