𝐑𝐄𝐒𝐈𝐒𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀

Capítulo 10


ISLAS DE MARES TURBIOS (PALACIO ESCANDINEVA)

Lady Merrie se encontraba ante la presencia del príncipe Carsten lista para comunicarle su decisión y, aunque el hombre había mostrado ser muy gentil, eso no quitaba que ella se sintiera nerviosa. Merrie no sabía cómo reaccionaría Carsten, ella no le conocía muy bien.

—Puedes darme tu respuesta.

Merrie respiró profundo y mirándole a los ojos dijo: —No... no quiero casarme.

Carsten sostuvo la mirada ante Merrie y sonrió amablemente como si aquello no le hubiera afectado en lo absoluto y tenía sentido; él quería que las cosas fueran genuinas, no obligadas, además de eso él tenía presente que el "No" como respuesta podría ser posible.

—Siéntate Merrie —dijo Carsten señalando una silla.

Merrie se sentó en la silla en silencio esperando alguna reacción del príncipe, la serenidad por parte de él ante su negativa la tenía sorprendida.

—Si eso te hace sentir bien, no hay problema, por eso pedí tu opinión.

—Muchas gracias por entenderme príncipe.

—Me supongo que... tu amistad no me la negarás, ¿o sí? —le sonrió Carsten con amabilidad.

—No —sonrió Merrie de vuelta—. Usted ha sido muy amable conmigo y no tendría por qué decirle que no.

Carsten seguía sonriendo ante las palabras de Merrie. —Eres muy valiente y te felicito, sé que ahora tendrás que enfrentar a tu padre, pero no te apures, yo hablaré con él.

—¿Usted? —preguntó confusa.

—Sí, yo, yo le comunicaré a tu padre la decisión que se tomó aquí, y le advertiré que no arremeta en contra tuya.

Los gestos de sorpresa y asombro no dejaban de aparecer en el rostro de Merrie con cada palabra y actitud del Worwick.

—¿Y su padre el rey? ¿Él lo entenderá? —preguntó ella

—Sí, lo hará, créeme que esto de venir a desposarte a mí también me tomó por sorpresa. Yo vine aquí por petición de mi padre, él me informó sobre el diálogo que tuvo con Lord Sergi y me envió aquí para fijar la unión.

—¿Petición de su padre?

—Sí, mi padre fue quien acordó junto a Lord Sergi esta unión, pero como te vi un poco desanimada quise preguntarte primero.

—¿Entonces usted no lo planeó?

—No, yo solo fui informado, acepte venir, pero ... No vine con intención de obligarla, aunque veo que usted sí estaba siendo obligada.

Las palabras de Carsten sacaron rápidamente a Merrie de aquel estado de confusión en el que se encontraba, ella pensó que él había propuesto todo lo referente al matrimonio y solo por el simple hecho de pensar que él lo había planeado, ella se retrajo.

Cada acción de Carsten le indicaba que él no era igual a los demás hombres, incluso que no era igual a su padre, y aunque llegó a esa sala con un sinfín de dudas, lo recientemente revelado en la conversación hizo que todos sus  pensamientos sobre el príncipe cambiaran al instante.

—Yo hablaré con tu padre y le comunicaré tu negativa…

—Sí, quiero —interrumpió Merrie al príncipe dejándolo en silencio.

—¿Si quieres qué?

—Si quiero casarme con usted.

—Pero... dijo que no —indagó Carsten notándose confundido.

—Es que yo pensé que usted había planeado esto, yo creí que fue usted el que habló con el rey Valko y le propuso a mi padre esta unión, lamentó ser como soy, me han estado hostigando demasiado por este matrimonio, me he sentido terriblemente oprimida por mi padre para que acepte casarme con usted y yo tenía miedo que usted fuera igual, se dicen muchas cosas de los Worwick

—Comprendo, Pero dime ¿Qué has escuchado?

—Que son malos y de mal carácter.

Carsten sonrió ante la ingenuidad de la joven. —¿Has leído algo sobre nosotros?

—No leo, mi padre dice que…

—Que ustedes, las mujeres, deben prepararse para ser madres amorosas y esposas obedientes, ¿cierto?

—Sí.

—¿Quieres aprender a leer?

—¿Podría?

—¡Claro!, ¿por qué no? Si gustas, yo te puedo enseñar. Mis hermanas, las princesas Diana y Tanya Worwick saben leer —comentó el príncipe emocionando a Merrie—. Déjame  explicarte algo, que los Worwick seamos temidos y considerados despiadados no significa que seamos malos, mi madre la reina Anya fue dada en matrimonio a mi padre legítimo el fallecido rey Molko y él la quiso mucho, pero al morir mi padre sugirió que mi tío y padre el Rey Valko ascendiera al trono y desposara a mi madre, ambos tenían ya una historia de amor de la que nacieron Veikan el heredero y mi hermana Tanya. El rey Valko amó demasiado a mi madre, la amó de verdad. Ahora todo será enredado para ti, pero pronto entenderás mejor a qué me refiero.

—¿Pero usted era el heredero de Molko Worwick?

—Sí, pero era un bebé cuando él murió. El reino necesitaba a alguien real para gobernar y le agradezco a mi padre la decisión que tomó. El rey Valko conquistó el norte después de eso, ¿y sabes por qué?

—¿Por qué?

—Por la muerte de mi madre. Después de que mi hermano Valerio nació, mi madre fue asesinada a traición ante mi padre y él vengó su muerte. La caída de un reino entero se debió a la muerte de una mujer y por amor. Por suerte mi padre conoció a una bella dama, Elizabeth Thousands, actual reina consorte de mi padre. Ella fue quien me crio, la considero mi madre y la aprecio demasiado. No nos temas, Merrie; no me temas. Mi padre es un gran guerrero y no le teme a la sangre ni a la muerte, pero a mi madre la trató como lo más bello y sagrado que tenía.

Las palabras de Carsten hicieron sonreír a Merrie, esto le confirmó que ella estaría bien al lado de Carsten y que siendo su esposa; más que amor y comprensión recibiría respeto y consideración.

—Entonces no creo que me arrepienta de ser su esposa.

—Yo me encargaré de eso, solo quiero que me lo permitas. Respecto a la boda y al lugar donde quisieras vivir, ¿tienes alguna sugerencia? Quiero que sea tuya, no las que tu padre sugirió.

—Sí, quiero casarme, pero no quiero hacerlo aún, quisiera conocerlo un poco más, y que usted me conozca un poco más a mí —sugirió ella con timidez.

—Está bien, te parece si aprovechamos este tiempo que aún tengo aquí y nos conocemos, yo debo ir a Southlandy después, si gustas te puedo mandar a buscar para que pases un tiempo allí y conozcas mejor a mi familia.

—¡Sí, me gustaría! —Merrie sonrió emocionada—. Mi padre quiere que me case aquí, pero yo quisiera casarme en Southlandy.

—Será en Southlandy.

—Y quisiera pasar nuestra boda en Blackwalls —pidió ella.

—Será en Blackwalls.

—Y podríamos vivir de nueva cuenta en Southlandy, junto a tu familia —pidió ella una vez más.

—Si eso es lo que quieres, está bien para mí.

Ambos sonrieron con complicidad y Merrie estaba sintiendo su corazón explotar. Más que tener de esposo a un príncipe hermoso y atractivo, ella sentía que estaba tocando el cielo con un hombre que la consideraba y le daba el valor que ella sentía tener y sabía que su vida iba a ser feliz de alguna forma al lado de él y Carsten no podía estar más que agradecido, Merrie era bella y tierna, él sentía que ella necesitaba de alguien que la protegiera y él lo haría. Él la haría sentir especial.

LUSSOX ( CASTILLO BRANDENHILL)

La reina consorte Kathie Winder se encontraba a la cabeza en la mesa del consejo en representación de su hijo Hasper Brandenhill, quien era el rey de Lussox.

Hace diecisiete años, Hasper Brandenhill ascendió al trono de Lussox gracias a que su padre abdicó en favor a su primer hijo de su segundo matrimonio, para asegurarse de que el concejo ni la corte de aquel reino entregará el trono rojo a su hijo mayor de su primer matrimonio con la princesa Aena Castelfeld y legítimo heredero Valero Brandenhill.

Años después de haberle cedido el trono a su hijo, el rey Draccer murió dejando a Hasper al mando, pero después de un tiempo en el trono, Hasper enfermó, siendo víctima de altas fiebres que apenas si habían cedido de a poco, logrando que el joven rey que oscilaba entre los treinta y cinco años perdiera gradualmente su salud volviéndolo incapaz de seguir ante el trono.

Esta situación tenía inquieto al consejo de Lussox, este reino necesitaba un rey capaz de gobernar, pero la reina Kathie no estaba contenta con la propuesta del consejo.

—¡No lo acepto! —gritó—. Si mi esposo el fallecido rey hubiera querido que Valero ascendiera al trono, lo hubiera sucedido.

—Mi reina, eso lo sabemos, pero que el rey haya cambiado la línea sucesoria no significa que el príncipe Valero no fuera su real heredero y el reino necesita un rey —comentó un Lord miembro.

—El príncipe Liam ascenderá al trono —dijo la reina.

—El príncipe ya ha demostrado que no le interesa ascender, nuestro único y original candidato es el príncipe Valero y si él no acepta, está su hijo Jaden Brandenhill —comentó otro Lord miembro.

—¿Jaden? —preguntó la reina con total desacuerdo.

—Sí, mi reina —confirmó otro miembro.

—Si me lo permiten, creo que no es una buena idea que el príncipe Jaden ocupe el trono. Él contraerá matrimonio con la princesa Tanya Worwick y eso complicaría las cosas —advirtió un Lord miembro.

—¿Los Worwick?, no quiero a los Worwick en Lussox —advirtió la reina.

—Los quiera o no mi reina, el rey Valko es primo del príncipe Valero y él lo ayudó a conquistar Twishel, Madasko y Armes, cualquier cosa que tenga que ver con Valero Brandenhill tiene que ver con Valko Worwick, y en ese caso le recomendamos rendirse —dijo otro Lord miembro en sugerencia por la paz.

—¿Rendirme? ¿Por qué me rendiría? —preguntó la reina arrogante.

—Porque nadie quiere al rey Valko de enemigo, muchas cabezas rodaron sin piedad la última vez que alguien osó meterse con uno de los suyos y Valero Brandenhill es uno de los suyos, no solo por ser su primo, sino porque su preciada hija se casara con el hijo de su primo —volvió a comentar el Lord miembro.

—Pues no me rendiré ante el rey Valko, ellos no tienen nada que hacer en nuestro reino, Lussox no les pertenece a los Worwick y Liam ascenderá al trono porque yo lo digo, y si un Worwick o cualquiera que ayude a Valero a querer usurpar este trono morirá, nuestro ejército peleará.

Un silencio abrumador invadió la mesa del consejo mientras todos se miraban entre ellos. Estaba más que claro que la reina no tenía idea de a quién estaba subestimando.

—Lo lamentamos mi reina, pero si el príncipe Liam no decide aceptar el nombramiento como rey de Lussox, buscaremos al príncipe Valero Brandenhill para que él decida sobre este reino, no estamos dispuestos a morir a manos de Valko Worwick —comentó el Lord miembro.

—Que no se les olvide que sigo siendo su reina y yo decido con quien pelea este reino, por mi hijo que aún vive y sigue siendo rey, si los Worwick deciden enfrentarnos para defender a Valero Brandenhill, nosotros pelearemos contra ellos.

La reina Kathie se levantó de aquella mesa y abandonó la sala del consejo. Esta mujer al parecer desconocía lo caliente y caótica que era la sangre Worwick, hace veinte años solo era Valko, un guerrero que nunca le tembló la mano para matar a quien se pusiera en su camino, ahora también estaban sus hijos, Veikan su heredero y guerrero capaz de igualar las habilidades del padre a su manera, Aiseen II que sin duda ayudaría a su padre en batalla, Valerio el arquero capaz de emboscar a su presa hasta dar en el blanco sin fallar, y Carsten el príncipe que repudia la guerra, pero que era capaz de luchar a su manera usando sus habilidades de estrategias y conocimiento.

ARMES NORTHLANDY (CASTILLO DUNNOTOR)

La reina Ahela paseaba por los jardines del castillo Dunnotor cuando su nieto, el príncipe Aiseen hizo presencia ante ella. Después de haber llegado de lo alto del pueblo, él fue informado de la presencia de su abuela en el castillo y de inmediato el príncipe se dirigió ante ella.

—¡Abuela! —exclamó el príncipe con alegría. De todos los miembros de la familia que Aiseen detestaba, su abuela Ahela Castelfeld era uno de los pocos que él realmente quería.

—¡Mi vida! —habló la reina con alegría al ver a su nieto—. ¿Cómo estás Aiseen?

—Bien, ¿y usted?

—Yo estoy bien y feliz de verte mi niño —sonrió Ahela—. Me dijeron que Diana no vino contigo, pensé que ella estaría aquí.

—Diana no pudo venir, ella estuvo indispuesta cuando partí hacia acá.

—¡Qué infortunio!

—Sí, que mal —respondió Aiseen en sarcasmo, pero Ahela no alcanzó a notarlo.

—Yo quería hacerte una pregunta Aiseen y por favor te pido que confíes en mí para responderla.

—Sí, dígame.

—Aiseen, ¿tú de verdad te quieres casar con Diana?

—¿A qué viene la pregunta?

—Solo quiero saber. Esta pregunta que te estoy haciendo, la debí haber hecho a mis hijos hace años, pero no lo hice, y sucedieron muchas tragedias.

—¿Qué tragedias?

—Tu abuelo, el rey Vasko y yo acordamos casar a tu tía, la reina Anya, con tu tío, el rey Molko y fue un desastre en un principio, él no quería casarse y mi hija sufrió mucho por ello. Cuando tu tío, el rey Molko era joven, no tenía compromiso con la corona y no quería cumplir con el deber. Él se aferró a la bebida y en ocasiones agredió a Anya. Si no hubiera sido por tu padre, muchas desgracias hubieran ocurrido, y aunque todo se arregló después y ambos llegaron a quererse y a respetarse, muchas cosas se pudieron haber evitado, por eso te pregunto si de verdad quieres casarte.

—Sí, quiero, abuela, por eso lo estoy haciendo, si no créame que me negaría.

Ahela sonrió y acarició la mejilla de su nieto. —Espero de verdad que sean felices, Diana es un amor y tú eres todo un hombre.

Aiseen sonrió ante las palabras de su abuela, pero la reina y el príncipe fueron interrumpidos por Sr Harol, quien se presentó ante Aiseen con una nota, el cuervo enviado desde Southlandy hasta Armes había llegado.

—Mi príncipe, noticias desde Southlandy.

—Gracias —respondió Aiseen recibiendo la nota.

Un sirviente del castillo intervino en el lugar para avisarle a la reina Ahela que el baño que había solicitado ya estaba listo.

—Me iré hijo, pero nos vemos para la cena, espero sean buenas noticias.

—Está bien abuela, nos vemos.

Ahela se retiró y Aiseen aprovechó la soledad y abrió la nota para leerla. Las noticias recientes de Southlandy no habían sido de mucho agrado para el príncipe, demostrando en sus gestos que el contenido de la nota no era de su agrado. Aiseen se había acabado de enterar de lo que Diana y su hermano estaban haciendo en su ausencia y a él no le causó gracia. Al Worwick no le causaban celos que otro hombre que no fuera él tocara a Diana. Lo que le molestaba era quien lo estaba haciendo y más aún porque él necesitaba a Diana para poder llegar al trono de Armes.

Los pensamientos airosos del príncipe fueron interrumpidos por su espada jurada y confidente, quien ya conocía las facetas más oscuras del príncipe y al notarle desencajado intervino para averiguar en que podía ayudar.

—¿Todo en orden mi príncipe?

—Veikan está intentando arrebatarme a Diana.

—¿Sucedió algo?

—Acabe de ser informado sobre actividades que ambos están teniendo en mi ausencia.

—Con todo el respeto que usted merece mi príncipe, creo que no fue buena idea haber venido sin ella aquí.

—¡Maldita sea! ¡Qué fastidio estar cargando con ella a todas partes!

—Lo sé mi príncipe, lo entiendo, pero su acceso al trono es lo que más importa, de igual forma ella puede estar aquí, la reina Ahela está en el castillo y la princesa podría entretenerse con la reina y así no se extrañaría de sus escapes al pueblo.

Aiseen se detuvo a analizar las palabras de su espada jurada. —Tienes razón, de igual forma Kamille no puede entrar al castillo mientras mi abuela está aquí.

—¿Enviará una nota solicitando a la princesa?

—Envíala, quiero a Diana de inmediato aquí en Armes.

SOUTHLANDY

La noche había caído sobre Southlandy y la familia estaba reunida tomando la cena, el Rey Valko, la reina Elizabeth, el príncipe Veikan, el príncipe Valerio, la princesa Diana y la princesa Tanya estaban en la mesa compartiendo.

El ambiente gozaba de armonía con todos reunidos en familia, hasta que la inquietud del rey Valko se hizo presente en el lugar.

—Se me informó que tú Valerio y tú Veikan fueron al pueblo con alimentos junto a una bolsa llena de unas considerables piezas de plata y se las entregaron a una humilde señora, ¿es cierto?

Ambos príncipes se miraron mientras los demás se notaban confusos.

—Sí, padre —respondió Valerio—. Cuando veníamos de montar a caballo, bueno, yo me encontré con mis hermanos, regresamos por el pueblo y…

—Y yo me detuve a ver unas joyas que esa mujer vendía —intervino Diana.

—¿Te gustaron? —le preguntó Valko a su hija.

—Sí —respondió Diana con timidez.

—¿Ese el brazalete que traes puesto?

—Sí, padre.

—A Diana le gustaron mucho las joyas, pero no teníamos dinero con nosotros en ese momento y la mujer se lo regaló por ser la princesa —comentó Veikan.

—Yo les pedí que le enviaran comida y dinero en agradecimiento padre, la señora fue amable conmigo.

Valko sonrió orgulloso de sus hijos y las tensiones bajaron en la mesa al ver la aprobación de Valko.

—Me enorgullece saber que tengo hijos con tan gran corazón, recuerden que ustedes son los príncipes de este reino, y esas personas confían y creen en nosotros como gobernantes, como protectores, y eso justamente debemos ser.

—Gracias padre —comentó Veikan.

—Tú eres el futuro rey, me alegro de que te des a conocer de esta forma, pero por favor, no vuelvan a venir a caballo por el pueblo o por lo menos no sin guardias y llevando a su hermana.

—A mí sí —sonó la voz de Tanya.

—A cualquiera de las dos —refutó Valko—. Todos ustedes son importantes para mí, son mis hijos.

—Padre, ¿cuándo Vuelve Carsten? —preguntó Tanya.

—En unas semanas estará de vuelta.

—¿A dónde fue?  —indagó Diana.

—A Turbios, lo envié a hacer alianza matrimonial con la hija de Lord Sergi.

—¿Merrie Whitemount? —preguntó Tanya.

—Sí, hija, tu hermano volverá de Turbios comprometido o casado, Jaden Brandenhill se encuentra con él.

Tanya sonrió al escuchar aquel nombre, ella aún esperaba el regreso de Jaden, el príncipe que la desposaría si todo salía bien. Aquel hombre era el candidato que su padre le había estado guardando a su hija para que ella eligiera cuando quería casarse.

—Parece que alguien se emocionó con el nombre Brandenhill —comentó Valerio en chanza.

—Padre… Creo que mi hermano Valerio debería ir a algún reino a buscar esposa.

—¡Tanya! —exclamó Valerio con el ceño fruncido ante el comentario de su hermana. Ella sabía lo que había entre Asenya y él y temió que su padre tomara esa propuesta en serio.

—Está bien hermano, las princesas no muerden —Tanya sonrió maliciosamente ante dicha broma.

Veikan y Diana rieron disimuladamente por los juegos de sus dos hermanos y Elizabeth también, la reina había entendido el chiste de Tanya, pero Valko parecía no haber relacionado nada.

—¿Las princesas no muerden?

—Sí —sonrió Tanya mirando cariñosamente a su hermano mientras él la observó "molesto"—. Por cierto, padre, quería preguntar si podríamos visitar Azzex.

—¿Quieren ir? —preguntó Elizabeth.

—Sí, madre, por lo menos yo quiero pasar unos días ahí y claro, iría con Asenya.

Valerio y Tanya se miraron y  ambos se dieron una sonrisa cómplice.

—¿Ustedes quieren ir? —preguntó Valko a sus otros hijos.

—Sí, suena bien la idea —contestó Veikan.

—Perfecto, mañana temprano parten a Thousands.

—Gracias padre —respondió Tanya mirando encantada a su padre.

Valko sonrió ante la mirada alegre de su hija, y se sintió feliz junto con la grata presencia de su familia en la mesa.

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