𝐌𝐄𝐑𝐑𝐈𝐄
Capítulo 31
Después de la unión matrimonial entre el príncipe Carsten y ahora La princesa Merrie, la ceremonia trascurrió con tranquilidad y la apertura del baile Nupcial fue llevado a cabo por los recién casados; después de ellos se le sumaron la pareja del príncipe Valerio y la señorita Asenya los que aún eran observados minuciosamente por Sr Francys el padre de la joven.
Seguidamente, el príncipe Veikan también se unió al baile junto a la princesa Arlette Brandenhill y por último el príncipe Jaden Brandenhill también se unió a ellos junto a la princesa Tanya Worwick.
La llegada del príncipe Veikan junto a la princesa Arlette y la eventual salida al baile hizo malentender la situación a los ojos de las ladies que estaban en el lugar, las cuales pensaban que el príncipe estaba comprometido con la joven princesa, lo que ocasionó que el príncipe no fuera una opción para ninguna de las mencionadas esa noche.
Por otro lado, la princesa Diana fue invitada a bailar por el hijo de un Lord de Thousands. El joven fue muy osado al extenderle la invitación a la Worwick, puesto que todos sabían que la princesa estaba comprometida con el príncipe Aiseen, pero más allá de eso, el gesto no tardó en llamar la atención del príncipe Veikan, quien se encontraba hablando a gusto con su prima Arlette mientras bailaban; logrando generar cierto malestar en el príncipe que no paraba de mirar en dirección a su hermana en medio de la multitud, mientras que Diana trataba de sobrellevar la situación con el joven hijo del Lord que no paraba de parlotear al tiempo que compartía la pieza de baile.
Diana se estaba empezando a fastidiar, pero lo más tedioso para ella llegó cuando el joven empezó a intentar cortejarla con palabras halagadoras y empalagosas, lo que solo logró incrementar el malestar en Diana, mientras que a la distancia; Veikan, comenzó notar el malestar de su hermana, ella lo buscaba con la mirada pero realmente no quería molestarlo porque no quería dañarle el rato a su prima Arlette.
La música se detuvo y la primera sonata del baile terminó para dar inicio a la segunda y Diana se quiso retirar de la multitud e ir junto a su padre, pero el joven no se lo permitió, sujetándola atrevidamente por el brazo. Aquella actitud llamó más la atención de Veikan quien se encontraba observándola en ese momento. Diana le pidió al hombre que la soltara, pero este se negó y la sujetó para continuar el baile.
La princesa se zafó bruscamente del atrevido amarre del hijo del Lord, pero aquel hombre seguía firme en su punto y volvió a sujetarla, entonces pensó Veikan que ya había sido suficiente. El príncipe le pidió a Arlette que lo esperara un momento y corrió en busca de Diana. Él llegó hasta la presencia de su hermana y colocándose al lado de aquel hombre, lo agarró del brazo con fuerza diciendo:
"Déjala ir o te corto la garganta"
El hijo del Lord sonrió soltando a Diana mientras Veikan lo observaba atentamente. La mirada del mayor hablaba por sí sola, a él no le agradaba este hombre en lo absoluto.
"Mi príncipe, debería usted ir con su pareja de baile, la princesa Diana, y yo estamos bien".
A Veikan le irritó la predisposición del tipo que se atrevía a querer tocar descaradamente a Diana y sin pensarlo dos veces, Veikan agarró al hombre y lo sujetó con rudeza por su camisón de cuero.
—¡Te dije que la dejaras ir y mis órdenes no se contradicen! —le amenazó el príncipe con autoridad en su voz y los que se encontraban más cerca de ellos pudieron escucharle.
Diana intervino para pedirle a Veikan que soltara al hombre, mientras Valerio y Carsten notaron lo que estaba pasando y se acercaron; ellos no preguntaron lo que estaba ocurriendo, pero conocían la actitud fiera de Veikan, si él estaba actuando así era por alguna razón y lo secundarían en todo.
—¿Necesitas ayuda, hermano? —preguntó Valerio mirando agresivamente al hombre.
—No, él ya se va y no volverá a acercarse a Diana —respondió Veikan mirando al tipo.
—Aléjate ahora, si no quieres conocer la daga de mi padre, el rey —amenazó Carsten al oído del hombre, logrando que este se alejara despavorido.
Los reyes notaron que algo estaba sucediendo por el escándalo que se alcanzó a percibir, pero la cuestión no pasó a mayores y desafortunadamente las personas alrededor lograron darse cuenta, lo que ocasionó que Diana se sintiera realmente incómoda.
Valerio volvió junto con Asenya mientras Carsten iban con Arlette aprovechando que Merrie estaba hablando con otros invitados y Diana aguardaba junto a Veikan en el salón.
Al llegar las horas de la noche, la celebración fue finalizando y los invitados fueron instalados en excelentes habitaciones en una de las torres del castillo, mientras que en la habitación matrimonial que se había adecuado para la nueva pareja, los príncipes empezaban a disfrutar de su intimidad. Merrie aún se encontraba con su vestido de novia mientras Carsten alistaba la bañera para tomar un baño relajante junto a su ahora esposa.
Ella estaba enamorada de Carsten y se sentía nerviosa por la nueva etapa de su vida que empezaba a vivir, pero más que eso, ella se sentía realmente mal por no haber compartido ese gran día con sus padres, ya que el clima de Turbios no permitió que ellos pudieran salir de la isla llegando a sentir paz por la ausencia de ellos, y culpa al mismo tiempo; una culpa que la estaba consumiendo desde el momento que dio el sí en el altar generando en ella la necesidad de hablar.
Carsten llegó hasta el balcón de la habitación donde se encontraba su esposa observando el paisaje sintiendo la suave brisa nocturna, y la abrazó por de tras sorprendiéndola. Él plantó un beso suave en su cuello y susurró a su oído:
—Ven, ya está listo el baño.
Carsten la agarró suavemente por la cintura para llevarla al interior de sus aposentos, pero Merrie intervino.
—Carsten espera…
—¿Qué pasa? —preguntó el príncipe confuso.
—¿Podemos hablar un momento?
—Sí, mi amor claro. Si te sientes nerviosa y quieres entrar sola, yo lo entiendo.
—No, no es eso —interrumpió Merrie a su esposo.
—¿Entonces?
—Carsten yo ... Yo necesito confesarte algo que me ha estado dando vueltas en la cabeza. —dijo Merrie notándose nerviosa.
—¿Confesarme?, ¿De qué hablas? —la preocupación invadió el rostro de Carsten, quien se notó serio para este punto de la conversación y ya estaba empezando a temer por lo que le diría su esposa.
—Solo quiero decirte que si después de esto que te diga tú decides anular el matrimonio, lo entenderé y lo aceptaré.
—Merrie ya deja de darle tantas vueltas al asunto y dime que es lo que pasa —habló Carsten desesperado y ansioso.
—Se trata de mi padre, él… —titubeó ella nerviosa—. Él tenía todo esto planeado; la boda, el lugar donde viviríamos, todo. Antes de que llegaras a Turbios, él habló conmigo y me dijo que estaba hablando con el rey Valko sobre una propuesta de matrimonio donde daría mi mano a uno de sus hijos, al principio él estaba negociando mi mano para tu hermano Veikan.
—¿Para Veikan? —preguntó Carsten desconcertado y un tanto enfadado.
—Sí, pero el rey Valko no aceptó por algún motivo que desconozco y dijo que hablaría con sus hijos para ver quién deseaba desposarme, pero el rey no le comunicó nada a mi padre por un tiempo y de repente mi padre me dijo que tú irías a Turbios a desposarme y que ya todo estaba arreglado, por eso creí que tú lo había solicitado y planeado ¿recuerdas?
—Sí, lo recuerdo —su voz sonó fría.
—Él comenzó a meterme en la cabeza cosas, me dijo que debía ser obediente y no oponerme en nada de lo que se viera venir y todo su parloteo me atemorizó. Me sentí usada y sin posibilidades de decir que era lo que yo quería, obligándome a aceptar todo, pero lo que me atemorizó más fueron los planes que tenía mi padre.
—¿Qué planes?
—Mi padre nunca ha querido aceptar que nuestro apellido ya no tiene el mismo valor que antes. El apellido Whitemount ya no tiene tanto poder como solía y él quería de alguna manera alcanzar algo que le diera poder y me dijo que él tenía todo planeado. Yo me casaría contigo y él nos sugeriría que nos fuéramos a vivir a Turbios más adelante, cuando yo estuviera a punto de tener un heredero tuyo, y una vez ahí él se encargaría de ti. —Merrie pausó su habla ante la mira airada de Carsten sintiendo temor de los pensamientos de su esposo, pero terminaría de decir lo que sabía—. Él hablaría con el rey Valko para convencerlo de que te cediera el poder de Turbios en nombre y honor a tu padre el rey Molko y una vez eso sucediera; él se encargaría de ti y solo quedaría tu heredero el cual sería el dueño de islas de mares Turbios y estando tu heredero en sus manos él se encargaría de moldearlo.
Merrie rompió en llanto mientras Carsten dejaba ver una terrible desilusión en su mirada por lo que había acabado de oír.
—¿Por qué me dices esto hasta ahora Merrie?
—Porque soy tu esposa y no quiero tener secretos contigo y no quiero callarme algo que sé que no está bien. Cuando empecé a conocerte y me aclaraste que tú no tuviste nada que ver con la solicitud de matrimonio y me di cuenta de que eras un buen hombre supe de inmediato que no merecías esa traición y por eso me negué a casarme, pero tu amabilidad tu caballerosidad y tu ternura me hicieron cambiar de opinión, por eso mi padre todo el tiempo me agredió y me presionó al darse cuenta de que yo estaba haciendo todo lo contrario a lo que él quería, te lo juro Carsten.
Carsten se mantuvo callado al no encontrar las palabras adecuadas para hablar ni saber cómo reaccionar, siendo invadido por sentimientos encontrados en ese momento.
—¿Tú me quieres de verdad? —preguntó el príncipe temeroso.
—¡Claro que te quiero! —ella buscó su mirada melancólica colocando sus manos sobre los brazos del príncipe—. Por eso estoy aquí diciéndote esto; no quiero participar en ese juego sucio que mi padre planeó, yo solo quiero estar contigo y que seamos felices —aclaró, mientras un llanto cargado de culpa salía de ella, pero afortunadamente Carsten entendió la situación; virtud que poseía por ser de carácter tranquilo y no ser impulsivo, permitiendo así que la rabia no lo dominara.
—Tranquila, no llores, no llores. —La abrazó.
—Perdóname —ella sollozó en los brazos de su esposo.
—No tienes que pedirme perdón, Merrie, eso no es tu culpa y tú no tienes nada que ver con las ambiciones de tu padre y esto que acabas de hacer es un gran acto de lealtad a nuestra unión —habló él mirándola a los ojos tratando de infundir paz en ella.
—Siempre te seré fiel y leal, lo juro.
—Ahora esto debo decírselo a mi padre para que él tome medidas.
—¿Qué? ¿A tu padre? —preguntó ella preocupada.
—Sí, tu padre es un traidor a la corona Merrie, planificar la muerte de un príncipe que es hijo de un rey es alta traición y no puedo dejarlo pasar.
—Pero Carsten yo… yo te lo dije para que lo supieras y manejaras tú la situación de la mejor forma.
—Merrie sé que te dije que conmigo tendrías voz y voto y que tu palabra sería importante para mí, pero hay cosas que no me puedo callar y lo que te puedo prometer es que hablaré con mi padre para que él haga lo que tenga que hacer, pero que te tenga en cuenta, ya que a pesar de todo Lord Sergi es tu padre.
Merrie entendió a duras penas y con dolor la gravedad del asunto y no le quedó más que confiar en su esposo, después de todo él la había protegido y entendido más que su propio padre. —Está bien, si eso es lo correcto, lo acepto.
—Verás que todo va a estar bien mi amor.
Merrie asintió sintiéndose segura de las palabras de Carsten, en las cuales ella creía y confiaba ciegamente. El Worwick ya le había demostrado que podía hacerlo y que él la protegería y la cuidaría de todo y de todos. Ahora ella era su esposa, y una vez más él logró darle paz y tranquilidad al corazón de su amada Merrie.
En la intimidad de los aposentos de la princesa Diana, la rubia yacía junto al príncipe Veikan después de haber entrado a escondidas cuidando de no ser vistos, logrando una vez más su cometido. Una vez dentro, Veikan no quiso hablar demasiado con Diana y de inmediato se lanzó a sus labios para besarla apasionadamente. Él sabía por qué lo hacía, ya que había un tema de conversación pendiente que él quería evadir.
—Detente Veikan —pidió Diana con una sonrisa en los labios.
—No lo haré —respondió él sonando juguetón.
—Sabes que demos hablar, te lo dije.
—Ya no importa eso, ya pasó —él volvió a besar a Diana tratando de evadir una vez más el tema.
—No vuelvas a hacer ese tipo de escenas frente a los demás —dijo Diana zafándose de él—. Nos van a descubrir y aún no es momento.
—Sé que no es momento, pero ¿qué querías que hiciera si ese imbécil se estaba pasando contigo? —reclamó Veikan en un tono de voz serio.
—Lo sé, pero se notó que estabas celoso.
—¡Tengo derecho a estarlo, y estaré celoso de cualquier hombre que intente impresionarte! —advirtió.
—Te entiendo, pero solo te pido que tengas más calma con eso; por lo menos hasta que nuestro compromiso sea formal, ¿sí? —pidió Diana tratando de suavizar los ánimos entre ambos para finalmente arrojarse a los brazos de su príncipe.
—Está bien, no puedo prometer mucho, pero haré el intento —dijo el príncipe recibiendo a Diana en sus brazos—. Se me hace imposible negarte algo, eres quien haces latir mi corazón sin control alguno.
Diana miró a Veikan a los ojos, sintiéndose afortunada de tenerlo y de poder estar con él y él sentía lo mismo por ella.
—Te amo Veikan.
—Yo Te amo mucho más mi Diana.
Ambos príncipes se besaron en la intimidad de aquella habitación que estaba siendo testigo de la aventura que ambos jóvenes estaban teniendo.
En los aposentos de la señorita Asenya, la mencionada se encontraba junto al príncipe Valerio, compartiendo un bello momento íntimo entre besos y abrazos, estando dispuestos a pasar la noche juntos como lo hacían cada que podía.
Todo iba bien entre la pareja hasta que la puerta de la habitación fue tocada y se escuchó una voz masculina decir tras ella:
—Asenya hija, ¿puedo pasar?
El susto en los ojos de Asenya era rebosante y Valerio no tardó en taparle la boca a la joven para que no hiciera ruido alguno que los delatara y en un rápido movimiento de labios el príncipe le indicó a Asenya que estuviera tranquila; que él se escondería en el cuarto de baño de la habitación y que actuará con naturalidad ante su padre.
Valerio retiró su mano de la boca de Asenya y se escondió. Seguidamente, Asenya le indicó a su padre que ya podía pasar mientras ella trataba de fingir despojarse de su peinado y de las joyas que había llevado consigo.
—¡Padre, que bueno verlo! —exclamó Asenya con alegría.
—¿Estás bien, hija? —preguntó el hombre sentándose en el mueble que daba con la silla donde se encontraba sentada la joven frente al espejo.
—Sí, y usted, ¿está cansado?
—Un poco, pero quise venir antes de ir a descansar para hablar contigo Asenya.
—¿Pasa algo padre?
—Hija, sabes que te quiero y eres especial para mí, aunque yo no sea tu verdadero padre.
—Papá, lo sé y no tiene que repetírmelo —aclaró Asenya sonriendo con amor y ternura hacia el hombre que la había criado—. No importa lo que haya pasado o como llegué a su vida, nunca existirá más padre para mí que usted.
—Eres una dulce y tierna niña Asenya y también muy inteligente y entendida y por eso debo pedirte algo.
—Sí, padre, lo que usted quiera.
Valerio escuchaba atentamente la conversación entre padre e hija.
—No vuelvas a ir nunca más a un banquete o celebración de los Worwick de la mano del príncipe Valerio.
—¿Qué? —preguntó Asenya confundida.
—Lo que oíste Asenya.
—¿Por qué?
—¿Te afecta que te lo pida? —preguntó Sr Francys ante la duda de su hija.
—No, solo que no entiendo por qué me pide eso.
—Porque no es correcto. No quiero que el rey ni la reina malentiendan las cosas.
—¿Malentender?
—Asenya, el príncipe debe en algún momento buscar esposa y estas celebraciones también sirven para ese fin hija y mientras tú vayas de la mano del príncipe eso no será posible y no quiero que el rey me llamé la atención, porque sabes bien que él no te lo dirá a ti, sino a mí.
Valerio cerró los ojos con impotencia ante las palabras de Sr Francys. Él deseaba tanto salir de aquel escondite y dejar en claro lo real de sus sentimientos por Asenya, pero no podía moverse por ella y por la promesa que él le había hecho la última vez que se reconciliaron.
—Entiendo —contestó Asenya con la mirada triste tratando de disimular.
—Hija, sabes bien que debemos ocupar nuestro lugar, debes ser consciente de que toda la acogida que tienes es porque eres la mejor amiga de la princesa Tanya y sé que no puedo alejarte de los hijos del rey por la princesa, ella te tiene mucha estima y cariño, pero esa estima y cariño deben ser respetados, no quiero que te encariñes o que empieces a crear sentimientos por el príncipe, él jamás te verá de esa forma.
—Entiendo, padre —respondió ella, aguantando las ganas de llorar, mientras Valerio escuchaba la conversación con altas ganas de intervenir, sabiendo que dichas palabras le estaban haciendo daño a Asenya.
—Yo quiero lo mejor para ti, hija mía, y lo sabes. Protegerte es mi deber y no quiero que seas motivo de comentarios en la boca de los cortesanos del rey por tu ilegitimidad, sabes que los Worwick no ven con buenos ojos a los no legítimos y si el rey te aceptó cerca de su hija es por la forma en la que llegaste a mis brazos Asenya y porque el rey me tiene en alta estima y me tiene confianza por mis servicios y lealtad hacia la corona, pero de ahí a que pueda haber algún tipo de relación con alguno de sus hijos, sé que es algo que el rey no tolerará.
—Lo sé —las lágrimas resbalaron por los ojos de la joven.
—Tú vales mucho, Asenya, pero el mundo es muy cruel, así que recuerda no mirar tan alto, hija, no puedes poner tu vista demasiado lejos, no quiero que salgas lastimada, mi pequeña.
—Está bien padre, de igual forma entre el príncipe y yo solo hay una buena amistad —respondió Asenya entre llantos, la escusa perfecta para su lloro era su bastardía.
—Bien, me iré a descansar, te dejo para que hagas lo mismo, hija.
Sr Francys se levantó de su lugar dándole un beso en la frente a su hija para finalmente salir de la habitación de Asenya dejándola hecha un mar de lágrimas.
Una vez Valerio se dio cuenta de que Sr Molton se había ido, él salió del cuarto de baño molesto entendiendo quién limitaba tanto a Asenya sembrándole idas erróneas sobre su legitimidad, el padre de la joven sin malicia alguna, le hacía creer a su hija que por su condición de ilegítima no iba a ser bien vista de la mano de un príncipe Worwick y aunque esto era cierto, Valerio se esforzaba mucho por hacer que ella confiara en él y aquellas palabras solo desmoronaban aquella confianza que él se esmeraba por construir en su interior.
El rubio se acercó a Asenya que yacía sentada frente al tocador en una de las sillas de la habitación y se arrodilló al verla llorar amargamente buscando su mirada.
—Asenya mírame
—¡No! —exclamó ella llorando.
—¡Asenya mírame, por favor! —ella lo miró—. Te amo, y no me importa tu condición, y no me importa a quién le importe. Tu padre no se imagina lo que soy capaz de hacer por tenerte, por eso habla de esa forma, porque no sabe cuánto estoy dispuesto a hacer con tal de que seas la única mujer de mi vida, pero llegará el momento de que él sepa, y te juro que no volverás a llorar nunca más por esto.
—Él tiene razón, no debo mirar tan alto Valerio.
—No, no, no, esas son banalidades. Fui yo quien colocó su mirada muy en alto, y debo hacerme digno para ser tu esposo, tu valor no se mide por tu apellido o por ser hija de alguien importante o de un matrimonio unido, tú vales demasiado para mí y le das vida a mi corazón Asenya. —Valerio miró a su amada tratando de darle paz a su corazón afligido.
—Yo también te quiero Valerio —dijo ella rompiendo en llanto, un llanto cargado de mucho dolor y tristeza.
El príncipe tomó a su amada de los brazos y la sostuvo en los suyos, abrazándola contra su pecho. —Un día estaremos juntos y casados bajo la fe de mis dioses, y tú estarás en mis brazos sosteniendo a nuestro hijo, y entonces te acordarás de este momento y verás que yo tenía razón.
Asenya sonrió, Valerio lo consiguió —Yo estaría feliz de ser tu esposa y la madre de tus hijos.
—Verás que serán muchos —ambos rieron—. Y les enseñaré a decir groserías.
Asenya rompió en risas con el comentario de Valerio mientras él secaba sus lágrimas. —¿De dónde sacas tantas cosas?
Él la miró maravillado de verla sonreír. —No lo sé, pero lo haré siempre si sé que te hace feliz.
—Confiaré en ti. Te quiero —dijo Asenya aferrándose a su príncipe.
—Y yo te quiero a ti —habló Valerio para terminar de reconfortar esa noche el corazón de su Asenya.
Les mando un enorme y bello saludo a los lectores que se encuentran leyendo los Worwick en este momento y les agradezco por su apoyo.💛
Paso a decirles que no he actualizado mucho porque ando malita de salud y trato de editar y escribir conforme los momentos que me siento mejor 🌺🙃 amo compartir mis historias con ustedes y aquí estaré subiendo más caps conforme pueda 🥰
Muchas gracias por sus votos y comentarios 💛 los quiere mucho Claure.
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