𝐋𝐎𝐒 𝐖𝐎𝐑𝐖𝐈𝐂𝐊


Capítulo 1

El aire del vasto bosque se sentía puro. El verde de los árboles y de las plantas brillaban con intensidad a la luz del sol, mientras los movimientos de los caballos de los príncipes eran rápidos y ágiles, como si se estuviese disputando una carrera entre ambos.

El príncipe Veikan iba tras su hermana menor, la princesa Diana, quien ese día lo acompañó a montar a caballo, pero como era común en la personalidad de Diana, sus travesuras terminaban por ganarle. Ella disfrutaba los momentos al máximo, su risa se escuchaba agudamente en medio del silencio de aquel bosque, despidiendo un halo envolvente de alegría en cada una de sus risas; y aunque para Diana todo era diversión, para su hermano no. El príncipe dejó de prestarle atención a lo divertido que podía ser Diana y sus travesuras cuando ella se le adelantó en su caballo de pelaje color dorado, semejante a sus mismos cabellos.

Él temía por la Rapidez que su hermana llevaba en el equino,

"Diana detente, por favor."

Esas eran las palabras que gritaba Veikan a Diana para orillarla a detenerse, pero ella  solo se reía aún más sin acatar las órdenes de su hermano mayor.

"Diana detente."

Volvió a gritar Veikan, pero ella no se detenía y él tampoco lo hacía. Él debía mantenerme el paso a toda costa porque si algo le ocurría, seguramente él tendría que rendirle cuentas a su padre. Finalmente, la preocupación del príncipe llegó a su fin cuando ambos hermanos cruzaron las puertas del castillo.

Veikan se bajó ágilmente de su caballo blanco plata y le ordenó a uno de los guardias que guardara a su equino. Veikan se dirigió a su hermana, que aún estaba montada en su caballo, acariciando divertidamente la melena de Danis. Todos los que estaban  presentes fueron testigos de la rapidez con la que la princesa había entrado al entrar al castillo y, como siempre, el público quedó fascinado con el aura de alegría y travesuras que despedía Diana.

Diana era una princesa hermosa, su risa era bella y encantadora, a donde quiera que ella iba, todos fijaban su atención en la rubia sin ella hacer mucho esfuerzo por hacerse notar, su ternura y amabilidad para con todos era cautivadora y sus ojos  reflejaban inocencia y ternura; deslumbrando  a los que la veían e interactuaban con ella a diario.

Un Guardia se acercó para ayudar a la princesa a bajar de su caballo, pero Veikan le ordenó que se retirara. Él se haría cargo.

—¿Acaso quieres matarme de un ataque Diana? —preguntó Veikan mirándola con una sonrisa en su rostro mientras extendía sus brazos  hacia la joven.

—Fue divertido acéptalo —contestó Diana sosteniendo la mano de su hermano, quien procedió a sostenerla de la cintura para bajarla.

—Si algo llegara a pasarte padre me mataría, sabes cuál fue la condición para dejarte montar —Veikan miró a su hermana a los ojos.

—No entiendo por qué eres tan grande —habló la princesa riendo por su propio comentario que se sintió tonto y sin caso en la conversación.

—¿Qué tiene que ver eso con que montes como loca a caballo? —preguntó el príncipe que gozaba de 1.90 de alto mientras se reía de las ocurrencias de su hermana.

—Necesitaré una base de madera para dialogar eso contigo sobre mis momentos de locura al montar en Danis. —El comentario de Diana volvió a sonar divertido para su hermano, quien no dejaba de reír. Todo en ella a él le provocaba ternura.

—¿Qué harás ahora? —preguntó Veikan.

—Iré a leer a mi habitación, suficientes aventuras por hoy —comentó Diana caminando aferrada al brazo de su hermano.

—Está bien, Ve y preséntate ante madre para que sepa que ya estás aquí, yo iré al patio de entrenamiento —dijo Veikan sosteniendo la mano de su hermana.

—Está bien, nos vemos. —Diana se despidió de su hermano, y él se dio la vuelta para alejarse mientras ella entraba por uno de los pasillos del castillo, hasta que vio al príncipe Aiseen recostado en una de las columnas de los pasillos, observándole.

Él presenció todo lo que había ocurrido entre sus hermanos y la forma en la que ella había entrado al castillo; Diana se acercó a él amablemente como de costumbre para hablar con él.

—Aiseen, ¿iras a entrenar?

—¿Te diviertes? —preguntó el príncipe con cara de pocos amigos.

—¿Divertirme? —Diana frunció el ceño por la pregunta de Aiseen.

—Sí, me imagino que te encanta ser la atracción principal de todos estos malditos, eso es lo que buscas siempre —habló con su habitual prepotencia mientras se acercaba a su hermana.

—Yo no busco eso Aiseen.

—¡Cállate! —gritó Aiseen—. Siempre te ha gustado ser el centro de atención, ¿Acaso no puedes estar un momento sin querer llamar la atención de los demás?

—Pero te juro que yo no quise hacer eso —trató ella de explicarse con los ojos empañados por la actitud y las palabras que estaba recibiendo de su hermano.

—Pues es lo que haces, y no te hagas la estúpida conmigo, desde que padre nos dio en compromiso, no has parado de comportarte como una vulgar. ¡Una princesa decente y comprometida, no anda montando a caballo en campiña de un hombre que no sea su prometido,  ni mucho menos deja en vergüenza y ridículo a su futuro esposo!

—Yo juro que no ha sido mi intención faltarte el respeto —habló Diana con su voz entre cortada, acción que llamó la atención de un guardia que estaba a escasos metros de la pareja, Aiseen logró darse cuenta de que dicho guardia se estaba dando cuenta del intercambio de palabras entre él  y Diana y discretamente él la agarró del brazo aumentando la presión de su amarre y la introdujo en uno de los pasillos cercanos. Diana se quejó del fuerte agarre que Aiseen le tenía e intentó zafarse de él.

—¡Deja de llorar y hacerte la víctima! —Aiseen la soltó—. Suficiente tengo con el hecho de tener que casarme contigo.

—¿Por qué no puedes quererme?, ¿En qué momento decidiste aborrecerme de esta forma Aiseen, qué te hice? Yo todo el tiempo he estado haciendo lo posible para podernos llevar bien —preguntó llorando.

—¡Deja de preguntar idioteces! —exclamó él—. No te quiero y no pienso hacerlo Diana, así que te pido que dejes de hacer berrinches respecto al tema y compórtate.

—Entonces me iré. —Diana se dio la vuelta para tratar de salir del pasillo

—¡Te estoy hablando! —Aiseen le agarró bruscamente la cara a Diana con su vasta mano obligándola a volver ante la presencia de él, el príncipe gozaba de un cuerpo corpulento y de una estatura de 1.88, así que inevitablemente era mucho más fuerte que la frágil Diana y la fuerza que estaba ejerciendo sobre ella la estaba maltratando—. No vuelvas a dejarme con la palabra en la boca, Diana, debes respetarme.

—¡Eso hago! Pero siempre soy yo la que tengo que callarme y estoy cansada de so —habló la princesa molesta.

—¡Pues aguántate porque así debe ser! Pero que más le vamos a pedir a la princesa si eres igual de vulgar a tu madre.

—¡Con mi madre no te metas Aiseen! —gritó Diana molesta empujando a Aiseen, acción que provocó que él reaccionara de inmediato plantando una bofetada en la cara de Diana y justo cuando iba a seguir insultándola sintió el filo de una daga en su garganta con un grito áspero decir.

—¡SUELTA A MI HERMANA AHORA!

—¡Valerio!, Valerio baja esa daga por favor.

Valerio seguía sosteniendo su daga contra la garganta de Aiseen, el que intentaba no parecer asustado, pero realmente sí lo estaba. —No se te ocurra volver a ponerle una mano encima a mi hermana si no quieres tener una flecha clavada en tu cabeza, y te juro que la adornaré con un poco de veneno para ti.

—¡Valerio ya!, baja esa daga por favor, ¡bájala! —insistió la rubia.

Aiseen no fue capaz de darle pelea a Valerio ni a enfrentarse a él, aunque este era dos años mayor que el joven príncipe, Valerio tenía los puños duros y fuertes, y era un poco más alto que Aiseen llegando a medir 1.92 de alto. Valerio gozaba de una buena  formación militar, siendo todo un experto con el Arco y la flecha y dominaba las dagas con excelencia; mientras Aiseen no había dedicado su vida al entrenamiento y la mejor elección del príncipe fue irse del lugar sin enfrentar  al arquero. Una vez solos, Valerio se acercó a Diana revisando a su hermana.

—¿Estás bien? —preguntó Valerio preocupado.

—Sí, estoy bien —respondió Diana con la mirada triste.

—Debemos decirle esto a padre —sugirió Valerio agarrando a su hermana de la mano para llevarla en busca del rey Valko.

—¡No! —se opuso Diana frenando el paso de Valerio—. Por favor Valerio no digas nada, por favor.

—¡Pero Diana! No está bien lo que Aiseen te hizo, dime, ¿No es primera vez que lo hace o sí?

—Es que, yo lo empujé porque él me dijo que yo era igual de vulgar a mi madre.

La molestia se vio reflejada en el rostro de Valerio, quien no dudó en esconder la rabia que sintió ante el comentario de Aiseen. —No importa lo que le hayas hecho, él no debe tratarte de esa forma. Aiseen es demasiado hostil contigo, ¡y no es justo!

—Por favor Valerio, no digas nada, eso no va a volver a pasar.

—¿Qué me lo garantiza?

—Yo hablaré con madre, lo prometo —dijo Diana tratando apaciguar la rabia de su hermano.

Valerio suspiró ante el ruego de Diana y mirándole dijo: — Está bien, no diré nada, pero no vuelvas a permitir que te trate de esa forma, ¿sí?

Diana asintió en respuesta a lo dicho por Valerio, y preguntó: —¿Vienes de entrenar?

—No, apenas iré al campo de tiro, ven conmigo.

—¿Qué? No, padre, solo me dio permiso de ir a caballo junto a Veikan.

—Tranquila, si padre dice algo yo pondré la cara, vamos, quiero que distraigas la mente, todo va a estar bien.

—Está bien.

Con una sonrisa en su rostro, Diana partió junto a su hermano al campo de tiro para tratar de olvidarse de lo sucedido con Aiseen ese día.

En el interior del castillo, La princesa Tanya yacía en sus aposentos en compañía de su amiga y doncella tratando de elegir un vestido elegante para una ocasión de la misma índole; ya se cumplía casi veintiún años desde que Valko se adueñó del castillo Loancastor convirtiéndolo finalmente en el castillo Azzex y el rey planeaba dar un banquete para celebrar tal triunfo.

—Este se ve decente  —dijo Tanya refiriéndose a un vestido beige que le habían recomendado, la risa de su amiga Asenya no ayudó de a mucho, ya que la princesa no le duró el gusto por el vestido.

—Esto es terrible, no sé por qué busco opciones si ya sé lo que usaré.

—Es gracioso como busca opciones princesa —comentó Asenya riendo divertidamente.

—Ya está decidido, le daré gusto a mi padre esta vez y usaré ese hermoso vestido rojo —dijo Tanya señalando un vestido que se encontraba sobre uno de los sillones de la habitación—. Voy a  parecer una calabaza, pero solo será una noche.

Asenya volvió a reír tras el comentario de Tanya logrando que una leve sonrisa se dibujara en el rostro de la princesa. La Worwick de cabellos blancos estaba acostumbrada a llevar vestidos sencillos en cuero y telas negras con adornos color plata, rayando en un estilo gótico de la época, pero esta vez, ella le daría gusto a su padre y usaría un vestido un tanto más femenino color rojo con blanco que de por sí  no iba con sus gustos.

—¿Ya elegiste tu vestido? —preguntó la joven princesa

—¿Yo?

—Sí, Asenya, ¿o no te gustó ninguno? Aunque bueno, si no te gustó ninguno, no culpo por ello.

—No, es que... No sabía que estaba invitada —respondió Asenya sonando apenada.

—Claro que sí lo estás, eres mi mejor amiga y sugiero que vayas del brazo de Valerio.

Asenya abrió los ojos, sorprendida ante el comentario de Tanya colocándose visiblemente nerviosa, actitud que al parecer logró percibir Tanya, pero el momento fue interrumpido por la reina Elizabeth, quien irrumpió en la habitación de la joven.

—Tanya hija, que bueno que estás aquí, necesitaba hablar contigo, Asenya cariño, espero que estés bien. ¿Ya ambas eligieron sus vestidos?

—Yo ya lo hice madre, pero Asenya no, ella cree que no ha sido invitada y que irá del brazo de Valerio.

Una vez más comentario de Tanya logró colocar más nerviosa a la joven Asenya.

— ¡Oh!, Sí, estás invitada, cariño, claro que sí, y me parece excelente idea que vayas del brazo de Valerio —dijo Elizabeth sonando emocionada—. Le informaré a Valerio sobre esto, de seguro aceptará sin problemas.

Asenya sonrió ante la calidez del trato que recibía por parte de la propia reina y de la princesa, sintiéndose afortunada.

La tarde había caído sobre Southlandy tornándose de una tonalidad salmón por la puesta del sol, mientras que en el interior del castillo la reina Elizabeth se encontraba intranquila por su hija Diana, la que desde la mañana no había sido vista en el castillo. El rey Valko fue informado sobre la ausencia de su hija mientras él aguardaba en el salón del trono en compañía de su esposa y en espera de que sus hijos se presentarán ante su presencia.

El príncipe Aiseen caminaba tranquilamente hacia al salón del trono, hasta que se encontró con su hermana Tanya, casi llegando al lugar. Tanya calvo su fría mirada en él, mientras que Aiseen trataba de ignorar la presencia de su hermana junto a él.

—¿También te mando a llamar padre? —preguntó Tanya.

—Sí, por algo estoy yendo ante él —respondió Aiseen de forma despectiva.

—Haces un gran esfuerzo hermano, deberías de no ir y evitarte el cansancio, ya que todo te pesa.

—¡No me hables de esa forma!

—Yo te hablo como quiera y no se te ocurra decirme una palabra más porque no respondo —sentenció Tanya dándole un freno al trato burlón y despectivo de Aiseen dejándolo sin palabras en su defensa.

Tanya entró al salón del trono y tras ella entró Aiseen, ambos se reverenciaron ante  su padre y La joven princesa no tardó en tomar la palabra.

—¿Nos mandó llamar padre?

—¿Sí, alguno de los dos ha visto a su hermana Diana? —preguntó Valko.

—No, padre, yo he estado toda la mañana con Asenya eligiendo los vestidos para el banquete, madre estuvo con nosotras —respondió Tanya.

—Hijo, ¿tú sabes algo de Diana? —preguntó Elizabeth refiriéndose a Aiseen.

—Primero que todo no me digas Hijo, porque no lo soy y segundo no se nada de ella, solo la vi esta mañana y me dijo que iría a leer —Aiseen sonó antipático.

—¡Aiseen! —intervino Valko dirigiéndose a su hijo—. No vuelvas a faltarle el respeto a Elizabeth, tu reina.

Ante el llamado de atención de su padre; Aiseen no tuvo más remedio que agachar la cabeza con recelo y molestia.

—Elizabeth es nuestra madre, te guste o no —dijo Tanya retando a Aiseen.

—Cállate Tanya y deja de decir estupideces —refutó Aiseen.

—Tú eres la única estupidez en este lugar.

—¡Ya basta! —exclamó Valko alzando su voz—. Ten mucho cuidado como te expresas Aiseen o no tendré contemplaciones contigo niño.

Las puertas del salón se abrieron interrumpiendo el regaño de Valko hacia Aiseen y a través de ellas entraron Carsten y Veikan.

—Madre, padre, ¿Nos mandaron a llamar? —preguntó Carsten.

—Sí, hijo, —respondió Valko.

—¿Sucedido algo? —indagó Veikan.

—Se trata de su hermana, la princesa Diana no aparece por ningún lugar del castillo y quería saber si alguno de ustedes sabían donde podría estar o había hablado con ella.

—Padre, yo estuve todo el día en la biblioteca, no he visto hoy a mi hermana —respondió Carsten dejando ver su preocupación.

—Veikan, di mi permiso para que fueras a montar a caballo con ella, ¿qué pasó?

—Padre, nosotros llegamos aquí al castillo y yo ordené que guardarán los caballos, después de eso ella me dijo que iría a leer a su habitación —respondió Veikan igual de preocupado que los demás.

—Ella no está en su habitación, ni tampoco está en la torre blanca, hijo —comentó Elizabeth.

—Debemos irla a buscar de inmediato, madre —sugirió Veikan.

—¿Acaso no oyes que no está en ningún lado del castillo? ¿Dónde piensas buscarla? —intervino Aiseen en una postura relajada, como si no le importara lo que estaba sucediendo con su prometida.

Veikan caminó hacia su hermano, notándose molesto por la obvia actitud de Aiseen ante la desaparición de Diana. —No lo entiendo, tú deberías estar más que preocupado, ella será tu esposa, pero al parecer eso no te importa.

—Por algo estoy aquí, si no me importara créeme que no me hubiera quedado —respondió Aiseen.

—¡Oigan ya por favor!, Diana no aparece y no es momento de discutir, ¿alguien sabe donde está Valerio? —se pronunció Tanya

Y como si los fueran invocados, las puertas del salón del trono se volvieron abrir dejando ver al príncipe Valerio y a la princesa Diana entrar a través de ellas, ambos hermanos se acercaron ante el rey y ante los demás príncipes en la sala, Valko suspiró aliviado al ver a su hija, mientras que Elizabeth corrió hacia los brazos de Diana para saber cómo estaba ella.

—Padre, me acaban de informar que nos estaban buscando —dijo Valerio.

—¿Dónde estaban? —preguntó Valko acercándose a su hijo.

—Padre, estábamos en el campo de tiro.

—¿Campo de tiro? ¡Valerio! ¿Por qué llevaste a tu hermana a ese lugar sin mi permiso? —preguntó Valko molesto

—Padre —interrumpió Diana—. Yo le pedí que me llevara, yo estaba aburrida después de llegar del bosque con Veikan y me apeteció ir con Valerio a su entrenamiento.

—La verdad es que fui yo quien la convenció para que fuéramos, ella me dijo que estaba aburrida, padre, si hay alguien a quien debe regañar es a mí.

—Por eso ella hace lo que se le da la gana, siempre es lo mismo ¡Eres una mujer comprometida y no apruebo tu comportamiento! —acusó Aiseen a Diana llamando la atención de Valerio.

—¿Aprobar su comportamiento? —preguntó Valerio molesto, girando su cuerpo hacia su hermano con obvia desaprobación—. ¿Quién te crees que eres tú para hacer tal cosa?

—Soy su futuro esposo, y ella debe respetarme —alegó Aiseen aprovechándose de la situación para dejar en mal a Diana, cosa que disfrutaba hacer.

—Sabe qué padre —Valerio miró a Valko—. Creo que es mejor que le diga realmente lo que sucedió.

—Valerio, por favor —rogó Diana acercándose a su hermano.

—¿Qué es lo que realmente pasó? —preguntó Valko.

—No le dé importancia padre, Valerio siempre dice cosas sin sentido —Aiseen se mofó de su hermano al estar completamente seguro de que por cariño a Diana él no diría nada de lo que pasó porque él sabía que la rubia le había pedido guardar silencio.

Valerio estalló en ira y se acercó a su hermano sacando su daga mientras le gritaba a Aiseen que cerrara la boca y que si él se había llevado a Diana es porque él la estaba tratando mal, todos en el salón no evitarlo  asustarse por la reacción inesperada de Valerio, la que en sí ni el mismo Aiseen esperaba del tranquilo y apacible rubio Worwick.

—¿Cómo que tratando mal? ¿Qué le hiciste? —preguntó Veikan molesto, acercándose a Aiseen encarándolo.

Los nervios de Diana y Elizabeth estaban estallando mientras Valko miraba la escena esperando alguna reacción de Aiseen.

—¡Tú no te metas en esto!, nadie pidió tu opinión —gritó Aiseen a su hermano Veikan.

—¡Cállate Aiseen! —amenazó Valerio a su hermano.

—Quiero saber por qué la estabas tratando mal, Diana es nuestra hermana y no te voy a permitir que lo hagas  —exigió Veikan entrándole a Aiseen mientras lo hacía retroceder acorralándolo.

—¿Quién te crees que eres tú para no permitírmelo?

—Soy su hermano y más que eso no se te olvide que soy el futuro rey.

La risa burlona de Aiseen resonó. —Lo que pase con mi prometida no es tu maldito problema príncipe bastardo.

El grito de Aiseen dejó sorprendidos a todos en el salón  y sin darle más largas al asunto Valko se acercó rápidamente a Aiseen y plantó una fuerte bofetada en la cara de su hijo y lo apretó fuertemente por la nuca advirtiendo: —Que sea la última vez que dices algo como eso Aiseen Worwick, porque te juro que la próxima vez no tendré piedad, y sabes que no soy de tenerla,  por tu propio bien y tu vida espero que no sea cierto que tratas mal a Diana, yo no críe a un poco hombre cobarde.

Valko soltó de golpe a Aiseen dejándolo avergonzado al encontrarse con la mirada de sus hermanos, observándole ante el golpe y la amenaza recibida de su padre, hiriendo su ego y su arrogancia. Valko se dirigió a Valerio y encarándolo dijo: —La próxima vez que desees llevar a tu hermana a algún lugar, dame aviso, tu madre y yo estuvimos muy preocupados.

—Lo haré padre y me disculpo —respondió Valerio.

—Pueden retirarse —ordenó Valko.

Aiseen quedó invadido en ira, permaneciendo en el lugar donde estaba mientras todos se retiraban. Una vez que todos abandonaron la sala, Aiseen lo hizo también.

El príncipe caminaba por el pasillo con visible irritabilidad en su rostro; para él fue una humillación lo que su padre había hecho  y sí que se desquitaría por eso, los pasos de Aiseen se volvieron más afanoso mientras iba sumergido en sus pensamientos hasta que sintió un fuerte apretón por la parte de atrás de su cuello, y seguidamente fue empujado con fuerza contra la pared quedando su rostro de cara a las frías piedras amarronadas sintiéndose inmovilizado sin saber quién le estaba agrediendo hasta que escuchó la voz de su hermano Carsten resonar en su oído.

—Que sea la última vez que tratas mal a mi hermana Diana, si quieres enfrentar a alguien hazlo conmigo y no seas tan cobarde de aprovecharte de la fragilidad de Diana, porque la próxima vez que me entere de que le has hecho algo créeme que se me va a olvidar que repudio las peleas.



Hola familia 😃 👋🏻  Espero les haya gustado mucho este primer capitulo del segundo tomo de VALKO : LOS WORWICK que comparto con mucho cariño de mi para ustedes

No sé les olvide dejar sus votos si el capítulo fue de su agrado🤍💛🖤

Les deseo una bella noche y les envió abrazos a todos
Los quiere Claure✨

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top