𝐀𝐋𝐄𝐆𝐑𝐈𝐀 & 𝐓𝐑𝐈𝐒𝐓𝐄𝐙𝐀
Capítulo 25
Al posarse el sol sobre el cielo de Thousands en el castillo Azzex Minerva fue en busca del príncipe Veikan. Los guardias en la puerta de los aposentos del Worwick no le permitieron la entrada a la joven por más que ella les rogó que la dejaran pasar hasta que Veikan logró escuchar los reclamos tras la puerta y salió para ver que estaba sucediendo encontrándose con Minerva terriblemente molesta y exaltada.
Eventualmente, Veikan le permitió la entrada a sus aposentos a la rojiza y amonestó fuertemente a los guardias por no haber anunciado la presencia de la joven a las afueras de la habitación. El Worwick lo consideró una grosería por parte de ellos, ya que todos los sirvientes y guardias del castillo sabían que esta joven podría convertirse en esposa del príncipe y en posible reina si el matrimonio llegaba a efectuarse así que después de una fuerte amonestación Veikan le ordenó a los guardias que se retiraran del lugar de inmediato.
Una vez cerrada la puerta de la habitación, se liberó la primera pelea entre la pareja. Minerva se había estado sintiendo ignorada por el príncipe desde que llegaron a Azzex, ella se lo había quedado esperando no solo casi toda la noche sino también durante todo el día anterior y al final él decidió dormir en su habitación a solas sin siquiera irla a ver para saber cómo estaba ella lo que la irritó demasiado y sin rodeos ella le reclamó todo eso a Veikan. Minerva no entendía cómo podrían llevar así una relación y menos un matrimonio, ella no estaba dispuesta a admitir ese tipo de desaires porque simplemente no se sentía bien con eso y no dudó en expresar su descontento.
Por otro lado, Veikan tenía sus razones para haberse ausentado, ya que después de haber tenido aquel sueño con su madre la noche anterior, su animosidad bajó terriblemente y presentó malestar de calentura. El descanso para él no fue placentero, llevándolo a pensar una y otra vez en las palabras que su madre le había dicho, palabras que de por sí él acataría.
Minerva ignoraba por completo lo que había experimentado él la noche anterior llevándola a expresar todo su descontento sin tacto alguno, Pero lejos de ser escuchada Veikan no permitió aquel reclamo a su persona, saber que Minerva se oponía cosas tan cotidianas para él como pedir acceso a ciertos lugares del castillo o no interrumpirle mientras él estaba ocupado entre otras cosas era algo con lo que él no iba a mediar, Veikan ya le había explicado como se manejaban las cosas ahí dentro y nada de eso podía cambiar, ella se debía acostumbrar.
Entre aquel intercambio de palabras, la discusión se fue tornando más acalorada cuando los tonos de voz de ambos jóvenes fueron subiendo de a poco; hasta que Veikan impuso su palabra cortando la confrontación de Minerva, logrando que ella bajara su tono de voz con él. Al haber logrado controlar la situación, él le pidió a Minerva que se preparara porque ambos se iban ese mismo día de vuelta a Southlandy; ella preguntó del porqué de la decisión, pero aun así no protestó, la joven muy en el fondo quería irse del castillo, sentía que los sirvientes no la tomaban en cuenta como si no fuera nadie en ese lugar y al final de la discusión cuando los ánimos estaban calmados Veikan intentó contentar de a poco a Minerva para que su vuelta a Southlandy no fuera tensionante y lo logró.
Ese día el príncipe estaría de vuelta en el castillo Worwick.
SOUTHLANDY
—Pero dime ... ¿Aún me quieres? —preguntó el príncipe Valerio mirando perdidamente a Asenya mientras la sujetaba de la cintura.
Asenya miró a Valerio sonriendo y con timidez, sus mejillas sonrojadas la delataban. —Sabes que te quiero.
—Mi corazón roto necesita saber que lo haces.
—¡Valerio, no seas dramático! —Asenya sonrió las palabras de su rubio, el que obviamente él estaba siendo bromista en ese momento solo para sacarle una sonrisa a su damita.
Valerio acercó más a Asenya hacia él y la besó, la mirada del príncipe revelaba cuan enamorado estaba de ella.
—No vuelvas a tener ese comportamiento tan insoportable de "todo lo puedo."
—Lo prometo —susurró el príncipe al oído de Asenya—. Intentaré no volver a desesperarme tanto, porque todos sepan que me traes locamente enamorado.
—Sabes que no es eso Valerio, yo también te quiero.
—Lo sé, sé que tenemos que ir a tu ritmo y lo entiendo.
En ese instante, la pareja fue interrumpida por la presencia de la princesa Tanya en la sala, logrando causarle susto tremendo a su hermano y a Asenya, la que se escondió rápidamente en las espaldas del arquero.
—¡Diablos, Tanya, me asustaste! —exclamó Valerio al darse cuenta de que era su hermana, mientras que Asenya descansó al saber que se trataba de Tanya.
—Disculpen, pero Veikan está de regreso.
—¿Tan rápido Volvió? —preguntó Valerio confuso.
Tanya señaló el balcón. —Sí, asómense.
Valerio y su hermana se acercaron al balcón de la sala que daba con el jardín delantero y observaron la figura de Veikan cruzando el jardín; ambos príncipes se miraron extrañados.
—Ordenaré que le avisen a Diana que Veikan está aquí.
El rubio salió de la sala para ir en busca de un sirviente que le informará a su pequeña hermana sobre la presencia del mayor en el castillo.
Por órdenes del príncipe Valerio, la princesa Diana fue avisada sobre la presencia del príncipe Veikan en el castillo y de inmediato ella se alistó. Ella se colocó un lindo vestido de color amarillo pastel con rosas estampadas del mismo color en la falda del vestido junto a su abundante y suelta cabellera rubia dorada.
La princesa llegó hasta la puerta de los aposentos de Veikan quien desde su llegada al castillo no había salido de su habitación y ella no demoró en tocar la puerta; Diana estaba nerviosa, desde hace tiempo no veía a su hermano y no sabía como iba a reaccionar él al verla por lo que ella sabía.
Al no tener respuestas, la princesa abrió la puerta y entró en la habitación con cuidado y de la misma forma la cerró. La rubia observó detenidamente todo el lugar, notando lo desordenado que estaba y que no había nada más fuera de lo normal a decir verdad, hasta que a través de la puerta del cuarto de baño se asomó Veikan quien se asustó al ver repentinamente a Diana ahí, ya que él la hacía aún en Armes.
—¡Diana!—exclamó Veikan con un poco de susto mientras apretaba el amarre de la toalla que le cubría levemente de la cintura para abajo.
—¡Veikan me alegro de que estés aquí! —se expresó Diana con alegría lanzándose a los brazos de su hermano.
Ella lo abrazó con dicha, sintiendo su piel nuevamente rozar la suya, pero Veikan no reaccionó de la misma forma y con ligereza se soltó de los brazos de su hermana apartándola de su lado, lo que confundió a Diana, logrando que la sonrisa se borrara de su rostro instantáneamente.
—Diana, ¿Qué haces en mi habitación?
—Me dijeron que habías llegado al castillo y quise verte para hablar contigo.
—¿De qué?
—¿De qué? —Miró Diana a su hermano con el ceño fruncido; el tono que Veikan estaba usando con ella era demasiado frío y Diana lo sintió—. Pues de ti y de mí, de nosotros.
—¿Nosotros? ¿A qué te refieres? —preguntó Veikan sabiendo que según aquella carta ya no había nada de que hablar.
—¿Qué pasa Veikan, por qué me hablas así? —Los ojos de Diana empezaron a empañarse a causa de la actitud distante de Veikan, la que le estaba provocando un terrible pánico en su interior.
—Eso mismo me pregunto yo hermana. ¿Qué haces aquí en mi habitación? Si alguien te ve estaremos en serios problemas, tú eres una mujer comprometida —enfatizó el príncipe.
—No me casaré con Aiseen.
—¡Ja! Ya he oído eso muchas veces.
—Y las veces que te lo dije, dije la verdad.
—¡Claro! Fueron tan ciertas tus verdades que te fuiste tras él a Armes ¿No?
—Padre ordenó que partiera junto a él, de verdad yo no quería hacerlo, pero tú tampoco estuviste ahí para impedirlo.
—Si no querías ir, simplemente no hubieras partido. Mi padre fue muy claro al decírmelo.
—Veikan. ¿Qué estás insinuando?
—Nada; los actos hablan Diana y tus actos hablaron. Espero que tu vida de esposa de Aiseen no sea tan infernal después de todo.
—¡Ya te dije que no me casaré con él! Yo solo quiero estar contigo, lo sabes.
—Sí, pero tú lo preferiste a él.
—Me juzgas como si yo te hubiera defraudado, ¡cuando lo primero que oigo al entrar aquí es que estabas con una mujer en Thousands! —reclamó Diana con un terrible enfado envuelto en lágrimas.
—¡Hice lo que me pediste! ¡Yo tengo derecho a tener una relación normal donde no sea el segundo siempre!
—¿Pedirte? ¿De qué estás hablando?
—Sabes muy bien de lo que te estoy hablando, Diana, no te hagas. Y sabes, ya mejor dejemos esto aquí; si quieres ayuda para romper tu relación con Aiseen te la daré como tu hermano que soy, pero nada más.
Las palabras de Veikan hirieron terriblemente el corazón de Diana, ocasionando que las lágrimas corrieran por su rostro al ver que su hermano ya no era el mismo con ella. La princesa no terminaba de entender a qué se refería él con eso de que "Ella se lo había pedido".
Veikan suspiró de cansancio llevando las manos a su rostro y dijo: —Mira Diana, yo creo que lo mejor es que te vayas, no es recomendable que estés aquí.
—¿Por qué siempre debo ser yo la que sale lastimada?
—Con Aiseen tienes la solución, solo rompe el compromiso y acaba con todo.
—¿Y tú? Tanto que decías quererme y me lastimas con esto ... ¡Yo sé que a ella no la amas!
—¡Pero lo haré!, ¡sé que lo haré! Ahora retírate de mis aposentos por favor hermana.
—¡Yo sé que no lo harás!
Diana miró a Veikan por última vez con los ojos llenos de lágrimas que revelaban el dolor tan inmenso que la joven princesa estaba sintiendo en ese momento y sin decir ni una palabra más, Diana salió de la habitación estrellando la puerta tras ella.
Veikan se acercó impotente a la puerta, amagando un golpe sobre la misma con sus puños apretados, pero al final solo se recostó tras ella, y suspirando citó:
—¡Qué hermosa eres Diana!
Al parecer el príncipe aún la amaba.
Cerca a las horas de la tarde una carroza llegó al castillo Worwick en southlandy junto a una caravana de soldados siguiéndole. En la entrada al castillo se encontraba el príncipe Carsten, la reina Elizabeth y el rey Valko recibiendo la formación y cuando la carroza se hizo presente a los adentros del castillo, Carsten se acercó al vehículo y un guardia abrió las puertas del mismo bajando primeramente el príncipe Jaden Brandenhill y tras él Lady Merrie Whitemount la prometida de Carsten.
Con mucho entusiasmo, Carsten saludó a su primo y seguidamente fue tras Merrie recibiéndola en sus brazos. Elizabeth se acercó a los jóvenes para saludarlos y Carsten presentó a Elizabeth como la reina y como su madre ante su prometida; Merrie hizo una reverencia ante Elizabeth, y seguidamente la reina abrazó a la joven para hacerla entrar en confianza, después de todo ella ya había sido elegida para esposa de Carsten y quería hacerla sentir en familia.
El rey observaba la escena un poco a la distancia, pero una vez los saludos culminaron el rey se acercó logrando que su presencia se sintiera fuerte. Jaden se reverenció mostrando respeto inminente al rey y seguidamente ambos se estrecharon las manos.
Valko se dirigió a Merrie para darle la bienvenida Pero la joven se retrajo un poco ante la presencia del monarca, ya que nunca lo había tenido tan de cerca a ella, aun así Merrie se reverenció ante él mostrando sus respetos al rey y Valko no tardó en suavizar sus facciones dándole la bienvenida al castillo con una ligera sonrisa logrando cortar la tensión de la joven.
A petición del rey, la reina Elizabeth ordenó que se arreglara el salón del comedor familiar y que se prepara una cena esa noche para darle la bienvenida a Merrie a la familia Worwick.
La princesa Tanya se encontraba guardando un libro que había culminado de leer en uno de los libreros de la sala privada de los príncipes y hasta ese momento ella ignoraba la presencia de la prometida de su hermano Carsten en el castillo y sobre todo la presencia del príncipe Jaden.
Tanya estaba a punto de tomar otro libro cuando la puerta de la sala se abrió y a través de ella entró la señorita Asenya.
—Princesa Tanya, Alguien quiere verla y hablar con usted.
—¿Quién? —preguntó Tanya extrañada.
La figura del príncipe Jaden se hizo presente en la sala, dejando a Tanya sorprendida y paralizada.
—Hola —Jaden sonrió de medio labio mientras observaba a Tanya.
—Yo me retiro princesa, permiso.
Asenya se retiró cerrando la puerta de la sala sabiendo que ellos necesitaban privacidad y una vez a solas, ambos se observaron en silencio por unos segundos y Jaden se acercó a Tanya adueñándose de ella dándole un fuerte a abrazo al que la Worwick correspondió de la misma forma.
—¡Viniste!
—Te dije que lo haría.
—Me alegro de que estés aquí.
—Eso me reconforta, yo también me siento feliz de verte y estar aquí —sonrió—. La prometida de Carsten llegó conmigo.
—¿Solo viniste a traerla? —curioseó Tanya, con muchas ganas de que no solamente la presencia de Jaden en el castillo fuera por ese tema.
—No, no, yo vine para finiquitar nuestro compromiso, hablaré con tu padre y le diré que quiero casarme contigo —comentó Jaden sujetando las manos de Tanya trasmitiéndole su seguridad.
—¿De verdad? —preguntó la princesa con la mirada deslumbrada.
—Sí, te dije que la próxima vez que viniera sería para eso y aquí estoy.
—Te quiero Jaden.
—Y yo a ti, mi Tanya, salvaje, pero encantadora —Tanya sonrió al oír esa frase que solo él le decía—. Bueno, me iré, no puedo estar mucho tiempo a solas aquí contigo. Si Veikan o Valerio aparecen y nos encuentran solos, tendré que enfrentar fuertes cosas.
Tanya rompió en risa. —No exageres, ya no soy una niña.
—Pero eres la niña de tu hermano, y sobre todo de tu padre, una vez que el compromiso se haga público tendré el poder de estar contigo donde sea como tu prometido que soy.
—Está bien —asintió Tanya sonriendo con una gran dicha que le hacían brillar sus bellos ojos azules intensos. Esa coraza de dureza que la princesa siempre ostentaba parecía desmoronarse ante la presencia de Jaden—. Nos vemos en la cena.
—Nos vemos mi amor.
Jaden se acercó a Tanya y le dio un suave y ligero beso en sus labios y posterior a eso, el Brandenhill se alejó de Tanya y salió de la sala dejando el corazón de la peliblanca volando.
La cena que el rey Valko había ordenado que se preparara había sido cuidadosamente organizada y la gran mesa estaba lista para que la familia tomara su lugar.
Los primeros en estar presentes en la mesa fueron los reyes, Valko se sentó a un extremo de la mesa encabezándola, el rey Valko llevaba unas vestiduras negras tal cuales él estaba acostumbrado a portar, mientras que la reina Elizabeth llevaba un elegante vestido blanco con adornos color plata sentada al otro extremo de la mesa.
La princesa Tanya se hizo presente en el comedor junto a Lady Merrie Whitemount, todos se encargarían de acoger a la prometida de Carsten en el castillo y en la familia. Tanya Lucía un vestido negro con adornos color plata en un estilo gótico como la princesa estaba acostumbrada a usar junto con su cabello blanco suelto mientras que Lady Merrie Whitemount portaba un vestido de hombros ligeramente descubierto color dorado, el cual se le fue obsequiado por parte de la reina para que Lady Merrie comenzará a familiarizarse con los colores de la casa Worwick.
Posteriormente en la sala se hizo presente el príncipe Valerio y el príncipe Carsten, Valerio llevaba puesto unos pantalones negros con unas botas de cuero negras más un camisón que era mitad dorado y mitad negro con un cinturón negro ajustado a la cintura, el príncipe llevaba su cabellera rubia dorada suelta como de costumbre más el prendedor del escudo de la casa puesto del lado negro de su camisón, el príncipe Carsten, por otro lado, llevaba puesto también unos pantalones negros con unas botas de cuero negras y un camisón mitad dorado y mitad negro con un cinturón del mismo color negro ajustado a la cintura, portando el prendedor del escudo de la casa en el lado negro de su camisón, el príncipe llevaba suelta su larga y lisa cabellera rubia dorada.
Merrie perdió su mirada en Carsten cuando la presencia del príncipe se hizo visible en el comedor y él también perdió su mirada en ella por lo hermosa que se veía ante sus ojos.
Una vez los príncipes se hicieron presentes, tomaron sus lugares en la mesa, situándose Valerio del lado izquierdo de la misma; mientras que Carsten se hallaba del lado derecho junto a Merrie y a una silla de distancia se encontraba Tanya.
Segundos después, Diana cruzó las puertas en compañía del príncipe Jaden Brandenhill, ella llevaba un hermoso vestido beige en estilo corset y su cabellera rubia dorada suelta, mientras que el príncipe Jaden llevaba unos pantalones marrones oscuros, unas botas negras de cuero y un camisón totalmente rojo con un cinturón negro ajustado a su cintura, en las muñecas de las mangas del camisón del príncipe se exhibía el escudo de la casa Brandenhill bordado de color blanco. La princesa Diana tomó asiento al lado de su hermano Valerio, mientras que el príncipe Jaden tomó ligar al lado de la princesa Tanya.
Justo cuando parecía que ya todos estaban reunidos en la mesa, el Rey Valko tomó la palabra y se pronunció diciendo:
—Me alegro enormemente que estemos todos juntos reunidos como familia esta noche...
Las palabras del rey fueron interrumpidas cuando las puertas del comedor se abrieron y a través de ellas entró el último que faltaba.
El príncipe Veikan.
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