✶Undici
Sobre él se cernía un hombre furioso de algo más de metro setenta de altura. Aunque no lo tocó. El omega se quedó inmóvil, como si le hubieran atado el cuerpo. La habitual simpatía de Yoongi despareció y en su lugar apareció un aura peligrosa que tensó el ambiente. Lo había enojado de verdad. Por desgracia, en vez de miedo, Jimin experimentó un hormigueo sensual. ¿Cómo sería en la cama?, se preguntó. Desnudo, musculoso y... exigente.
Por regla general, se mantenía alejado de los Alfas que exhibían la menor tendencia dominante o controladora, pero Yoongi no lo asustaba. Al menos, no en el sentido literal del termino. Separó los labios de forma instintiva, invitándolo a que diera un paso más. Oscurecidos por el deseo, esos ojos negros con el azabache se clavaron en sus labios. Ansiaba descubrir el sabor de los besos de aquel Alfa. Ansiaba sentir su lengua reclamando el interior de su boca, el roce de esos labios mientras capturaba los suyos sin darle opción a que fuera él quien tomara la decisión.
Paso un segundo. Y luego otro.
Antes de poder contenerse. Jimin dijo:
–¿Qué pasa, Conde? ¿Te ha comido la lengua el ratón?
Él se dio media vuelta al tiempo que soltaba una retahíla de palabrotas. Jimin se relajó al ver que se apartaba, pero su intimidante presencia le provocó presencia le provocó un escalofrío en la columna. Decidió ignorar la desilusión que amenazaba con apoderarse de él por haber perdido semejante oportunidad.
–Cuidado, cara. Tal vez te resulte divertido jugar conmigo, pero al final me cansaré y te obligaré a jugar tus cartas.
El omega resopló.
–Hablas como los protagonistas de las películas que tanto me gustan. Pero yo no soy sumiso, guapo, y tu no eres mi dueño. Me he salido con la mía. Suponía que si desafiaba a tu familia desde el principio, no tendría que adoptar un papel que me resultará incómodo. Porque al final se percatarían de que no soy una persona dispuesta a contentar, ni tampoco un omega italiano tradicional. –Sonrio– Tu madre es genial.
–Esta enferma, si que ten cuidado, por favor.
–¿Que tiene?
Yoongi soltó un largo suspiro mientras se pasaba las manos por la cara.
–Además de tener artritis en una rodilla, tiene el corazón muy delicado. No le conviene estresarse ni realizar mucha actividad física, así que lo que intento con esta visita es complacerla –Fruncio el ceño– Y espero que tú también lo hagas.
–Puedo ser agradable durante una semana.
–Tengo que verlo para creerlo –Murmuró él Alfa– Ni se te ocurra intentar evitarme cuando trate de besarte o marcarte con mi aroma –Adoptó una expresión pensativa y Jimin estuvo apunto de tragar saliva por la inquietud– De hecho, debería besarte ahora mismo. Sin más demora. Para practicar, por supuesto.
El de ojos verdes siseó como una serpiente furiosa.
–Soy capaz de no dar ni un respingo cuando me toca un Alfa.
–No acabo de creerte –se acercó a él con una actitud amenazadora, invadiendo su espacio personal. El calor de su piel lo excitó– Un desliz y adiós a la farsa. No puedo permitírmelo. Sobre todo cuando podemos solucionarlo con un beso previo.
–Fingir se me da estupendamente– el omega lo miró con una falsa sonrisa. Su delicioso olor a Vino y masculino lo invitaba a probarlo. El corazón se le aceleró ante la posibilidad de que él descubriera su debilidad... y eso lo obligó a adoptar una actitud aún más ingreída.–Nadie se dará cuenta de que no me interesan tus besos. No hace falta ni que ensayemos.
Yoongi lo observo en silencio y él se relajó.
–Vamos a poner a prueba tu teoría, ¿qué te parece?
Lo aferró por los hombros y lo acercó a él. El castaño choco contra una dura pared de músculos, y levantó los brazos de inmediato para colocarle las manos en el torso a modo de protesta. Al percibir su resistencia a que lo apartara, se aferró al delgado tejido de su camisa. El Alfa colocó los pies a ambos lados de los suyos, ayudándolo a guardar el equilibrio. Sus labios se detuvieron a unos centímetros de los de él
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