✶Trenta

Lo habia fastidiado.

Jimin observaba con disimulo a su marido ficticio mientras este lidiaba con uno de sus sobrinos, que llorababa grito pelado porque no quería irse a la cama. Yoongi se había remangado la inmaculada camisa blanca y podía ver los músculos de sus fuertes antebrazos mientras intentaba controlar al bebé, que no paraba de patalear y de chillar con creciente furia. Si no se sintiera tan mal, hasta se reiría de la escena, pensó. Aunque siempre lucía una aparecería serena y controlada, en esos momentos parecía un hombre cansado que solo deseaba un sofá y un mando a distancia.

Y solo eran las ocho y media de la tarde.

La estancia estaba como si la hubiera arrasado un tornado. Los alegres tonos azules y amarillos de las paredes y sus dibujos de animales marinos parecian una misión de submarinismo que hubiera acabado fatal. Sobre ellos había garabatos hechos con ceras de colores; el suelo estaba plagado de libros abiertos, y a un osito le habían sacado el relleno, como si se tratara de algún extraño experimento.

–¿Todavía tiene hambre?– le preguntó a Yoongi, al tiempo que daba un paso y pisaba un cereal tirado en el suelo.

–No. Lizzie me dijo que solo necesita un biberon antes de acostarse. – El bebé seguía retorciéndose en la cuna. Pronto tendrían que cambiarle el babero, y ya sería el tercero de la tarde. Los alegres patitas de su pijama enterizo se burlaban se la incapacidad de ambos para hacerlo feliz mientras comenzaba a llorar de nuevo– ¿Crees que necesitaba eructar más? –Le preguntó él con el ceño fruncido.

Jimin parpadeó.

–No lo sé. Cuando Taeha llora más de los normal, se lo doy a Tae y ya está.

Yoongi suspiró.

–¿Dónde están Luke y Robert?

Jimin movió los pies, inquieto. De alguna forma, presintió que la reacción de Yoongi no iba a ser buena.

–Jugando.

–Creía que lo habías metido en la cama.

–Y lo hice. Pero no querían dormirse y les dije que podían jugar.

Yoongi murmuró algo entre dientes mientras le limpiaba la boca a Thomas.

–Jimin, es normal que no quieran dormirse. Pero nosotros somos los adultos. Y debemos decirles que no.

–Lo hice. Tres veces. Pero Robert empezó a llorar porque quería que viniera su madre y al momento Luke lo imitó, y les dije que podían jugar cinco minutos más.

No pensaba admitir de ninguna manera que las lágrimas de cocodrilo de los niños le habían roto el corazón y que les habría consentido cualquier cosa que quisieran.

Yoongi soltó el aire con fuerza.

–Te la han colado. Bien. Pero que jueguen con libros, nada de juegos.

Jimin se preguntó por qué le daba miedo decirle que les había dejado jugar con la plastilina. ¿No era apto para los niños o que? Eso era lo que decían los anuncios. Robert le había dicho que su madre le dejaba jugar con la plastilina cuando no podían dormir.

De repente, comprendió que Yoongi tenía razón. Se le habían colado. Por completo. ¡Con razón estaban tan contentos mientras lo veían sacar la plastilina del armario! Se mordisqueó el labio inferior y decidió que iría a echarles un vistazo y a quitárselo antes de que el Alfa lo descubriera. De repente, comenzó a acribillarlo con preguntas.

–¿Y Ryan? ¿Está dormido?

Jimin parpadeó.

–No paraba de levantarse porque tenía sed. Le di agua en la taza esa rara con la tetina.

El pelinegro le puso el chupete al bebé y puso los ojos en blanco.

–Jimin, no me digas eso. Ryan se hace pipí en la cama y no debe beber nada después de las siete.

Lo miró echando chispas por los ojos.

–No me lo había dicho. Se llevó la mano en la barriga y me dijo que le dolía porque tenía sed. Tu te has pasado una hora aquí y me has dejado solo con esos engendros de Satanás. Así que vamos a cambiar. Yo dormiré al bebé y tú te encargas de esos rebeldes sin causa.

–¿Como que sin causa?

–Nada, era una broma. Dame–Sacó al bebé de la cuna y se lo coloco bajo un brazo, como si fuera un balón del fútbol americano, tras lo cual le metió un dedo en la boca. El llanto cesó de inmediato mientras comenzaba a chuparle el nudillo como si fuera algo delicioso y acabó cerrando los ojos, encantado – ¿Ves? Le están saliendo los dientes.

El Alfa miro sin dar crédito al bebé, que parecía muy contento. Sus oídos recibieron aliviados el bendito silencio, hasta que escuchó una especie de chillido procedente de otro extremo del pasillo.

–Quédate aquí. Tengo que llevar a Ryan otra vez al baño.

Jimin observó al bebé, que le chupaba el dedo sin parar. Siempre había sabido que sería una madre terrible y los hechos lo demostraban. ¿Cómo se las apañaba Lizzie para ocuparse de todos a la vez? La tarde iba de mal en peor desde que había tenido el orgasmo. ¡Hasta las torres más altas caían!

Siguió cavilando mientras paseaba de un lado a otro de la habitación. ¿Qué le pasaba? A lo mejor necesitaba terapia. Un hombre le proporcionaba un placer intenso y le ofrecía ternura y afecto. Y ¿que hacía él? Apartarlo de su lado y fingir que no le importaba.

Porque no se trataba solo del orgasmo.

Sino de como se sentía fuera de control. Se sentía desubicada. Y no sabía cómo manejarlo. Su vida había consistido en controlar a los Alfas con los que mantenia relaciones hasta dar con uno que le llegara al alma y al corazón. Había imaginado que podría romper los muros de sus defensas una vez que encontrara a su alma gemela, a su destinado; pero comenzaba a sospechar que a esas alturas no había marcha atrás.

Desconocía lo que era una relación normal, una de Verdad. Desconocía lo que era entregarse y ofrecerse a otra persona. Tal vez fuera demasiado tarde. Porque simplemente con degustar un ápice de lo que Min Yoongi Rizzo podía ofrecerle su mundo había quedado patas arriba, ese mundo que él había reconstruido para poder seguir viviendo. De modo que había decidido actuar en plan borde y hacerle daño de forma deliberada. Al recordar la cara que Yoongi había puesto sintió un nudo en el estómago. Lo había mirado fijamente, decepcionado, y lo había desafiado a mostrarle su alma, su verdadero ser.

Tenia que irse bien lejos. Tenía que adelantar su partida. Hacer cualquier cosa para evitar el desastre que se avecinaba. Pero ¿y si despertaba y comprendía que Yoongi era el hombre de su vida?

El único Alfa al que podía amar. El Alfa que estaba enamorado de su mejor amigo y para quien sería el segundo plato.

–¡Jimin!

Su nombre retumbó en la habitación. Se dio la vuelta con un respingo. ¿La plastilina? ¿O algo peor? Sintió una punzada en el corazón, por el temor de haber hecho algo mal.

–¿Qué?

–¿Le has dado jugo a Luke?

Maldición, ¿cuál de los tres era Luke? Todos eran morenos, con pelo ondulado, ojos oscuros y sonrisas traviesas. Tres sinvergüenzas en toda la regla.

–¡Sí! – gritó– Se puso a llorar al ver que Ryan estaba bebiendo, y le di un poco.

–¿Puedes venir?

La conversación a gritos era ridícula. Se colocó a Thomas sobre la cadera mientras el bebé seguía chupandole el deso con fervor y enfilo el pasillo, sorteando los juguetes esparcidos por el suelo.

–Háblame con educación, por favor–le soltó, preguntándose por qué de repente hablaba como lo haría una madre. Se detuvo en sexo al ver lo que antes era una cocina impoluta. En en suelo había cinco tetrabricks de jugo. Dicho jugo chorreado por ano cruzó los brazos por delante del pecho y miró furioso a su sobrino.

–Luke, ¿por qué no le cuentas al Tío Jimin lo que paso aquí?

El niño ladeo la cabeza a sabiendas de que la postura lo hacia parecer tierno. El omega se negó a admitir que el niño tenía razón.

–Estábamos jugando a los chorros–contesto– ¿Ves?

–¡No! –gritaron ellos al unísono.

Demasiado tarde. Luke le asustó un pisotón a un tetrabrick de jugo. El contenido salió en forma de chorro, manchandolo todo. Ellos incluidos.

Yoongi lo agarró y lo cogio en brazos.

–Estas en problemas– advirtió al niño– Espera a que llegue tu madre y le cuente lo que has hecho.

El omega contuvo una risilla por los ridículo de la situación. Su marido ficticio lo miro asombrado.

–¿Te parece gracioso?

Él se mordio el labio.

–Bueno, un poco. Quiero decir, que es tan ridículo que parece que estamos en un programa de cámara oculta.

–¿Puedes limpiar esto mientras baño a Luke?

Jimin observó el desastre que tenia delante.

–Pero tengo al bebé en brazos. Esta callado y no pienso sacarle el dedo de la boca hasta que se me arrugue y se me caiga solo.

El Alfa parecía atrapado y sin saber que escenario era peor.

–¡Diosa, Bien! Entonces, ayúdame a bañarlo.

Lo siguió y lo vio asomar la cabeza por la puerta del dormitorio para echarles una ojeada a los otros dos.

–Quédense aquí, bien tranquilos hasta que Luke salga del baño. Después todos a la cama, Capito?

Sí, Tío Yoongi –contestó Robert con solemnidad.

El omega lo miró con recelo. La mirada de esos ojos marrones le pareció rara, como si tuviera algún otro plan diabólico en mente. Desoyó la voz de su instinto y se sentó en el inodoro mientras Yoongi metía a Luke en la bañera.

–¿Y esto es lo que hacen tus primos todas las noches para divertirse?

El Alfa tomó el gel de baño mientras negaba con la cabeza.

–Algo me dice que son más organizados que nosotros. Pero sí, estoy seguro de que esta es su rutina habitual.

Jimin comenzó a mecer al bebé y trató de aparentar que no le picaba la curiosidad.

–¿Y tú? ¿También quieres algo así?

Yoongi pareció pensarse la respuesta. Después, asintió con la cabeza.

–Sí.

–¿En serio? ¿Todo este glamour? –enarco una ceja– ¿Te das cuenta de que se acabarían las cenas sofisticadas, trabajar hasta última hora para cerrar un trato o irte en avión privado a una isla tropical cuando te apeteciera? ¿Renunciarías gustoso a tu libertad?

Por un instante, y mientras contemplaba al niño desnudo en la bañera, la expresión de Yoongi adoptó una ternura conmovedora. Después, le revolvió el pelo a su sobrino y lo miró a los ojos fijamente.

–Sí.

Su respuesta lo descolocó y despertó en él un anhelo. ¿Qué hombre querría volver a casa y encontrase con ese caos? ¿Quién elegiría libremente formar parte de ese desastre y disfrutaría de cada minuto de él?

–¡Hola, Tío Yoon!

Ambos se volvieron hacia la puerta. Junto a ella descubrieron a un niño fantasmagórico de cuatro años. Jimin parpadeó varias veces y abrió mucho los ojos. Los únicos rasgos visibles eran los ojos, un mechón de pelo castaño dorado y un trocito de los labios. El niño parecía el Joker en plan infantil. ¿Por qué estaba desnudo?

El omega rubio se preparo para el estallido de furia, pero Yoongi se mantuvo tranquilo.

–Robert, ¿que hiciste?

–¡Encontré este bote en el bolso del Tío Jim!– exclamó, orgulloso– ¡Es crema!

Jimin cerró los ojos.

Yoongi lo atravesó con la mirada.

–Ajá. Te dije que dejaras el bolso encima del frigorífico para que no supusiera una tentación.

Él soltó el aire con un resoplido.

–¡Lo escondí detrás del sofá porque no me dio tiempo! Nada más entrar por la puerta. Lizzie y Leonardo salieron corriendo como si tuvieran un cohete en el culo. Y ahora sé por qué. ¿Por qué tuvieron más hijos después de Robert?

El Joker infantil soltó una carcajada.

–¡Culo! –exclamó– ¡El Tío Jimin ha dicho culo! Culo es trasero. Culo, culo, trasero, trasero.

La canción sigue, haciendo que Jimin se estremecieron.

–Si vuelves a decir esa palabra, te lavo la boca con jabón – lo amenazó Yoongi –A la bañera ahora mismo.

–Esto... ¿Yoongi?

–¿Qué?

–Vas a tener problemas. Es loción hidratante resistente al agua. Tardará horas en irse

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