── 𝟏𝟓. 𝐁𝐢𝐧𝐤'𝐬 𝐒𝐚𝐤𝐞

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐈𝐍𝐂𝐄 ── 𝐄𝐋 𝐒𝐀𝐊𝐄 𝐃𝐄 𝐁𝐈𝐍𝐊𝐒

Mientras caminaban, Mar no podía dejar de pensar en las palabras de su hermano en el sueño. Estaba claro que no podían seguir su rumbo habitual sin primero hallar a esas personas, pero ¿cómo encontrarlas? No había muchas pistas, y el tiempo no estaba de su lado.

—Oye, Mar —la voz de Buggy rompió el silencio nuevamente, con un tono más bajo y serio—. ¿Qué fue lo que soñaste exactamente?

Mar dudó por un momento. Aunque Buggy le había demostrado que podía confiar en él, revelar todo lo que había soñado aún le resultaba difícil, pero sabía que, tarde o temprano, tendría que compartir lo que había descubierto.

—Soñé con mi hermano —dijo finalmente, su voz suave pero llena de un peso emocional—. Me dio otra pista, algo sobre personas que lo conocieron antes... que compartieron un sueño con él.

Buggy levantó una ceja, pensativo.

—¿Personas que lo conocieron antes? —repitió, mientras su mente trabajaba en la idea—. ¿Y sabes dónde buscarlas?

Mar negó con la cabeza, con una ligera sonrisa cansada.

—No mucho más que una pista críptica... Un lugar cerca del mar, donde el sol nunca se pone, donde las historias de antiguos piratas aún viven en las sombras. Pero eso podría ser cualquier cosa. Cualquier lugar.

Buggy frunció el ceño, mordiéndose el labio mientras pensaba. Él había navegado por muchos lugares, conocido a muchos piratas, y la descripción de Mar no le resultaba completamente extraña. Sin embargo, como siempre, el mundo era vasto y los océanos, infinitos.

—Tal vez no sea tan críptico como parece —dijo finalmente, su tono más reflexivo de lo habitual—. Hay ciertos lugares en los mares donde esas descripciones tienen sentido. Solo necesitamos pensar como piratas. Y buscar en las historias antiguas.

Mar lo miró, sorprendida por el repentino tono de seriedad de Buggy. A veces olvidaba que, bajo esa actitud bufonesca, había alguien que conocía bien el mundo de los piratas, y no solo como un espectador. Buggy había sido parte de algo mucho más grande, aunque él mismo rara vez hablaba de ello.

Antes de que Mar pudiera responder, llegaron al campamento. Las tripulaciones ya estaban despiertas, la tensión palpable en el aire mientras todos preparaban sus pertenencias, listos para partir en cuanto recibieran la señal. Hikari, Ren y Kaito se acercaron rápidamente a Mar, sus miradas llenas de preocupación, aunque intentaban disimularlo.

—¿Estás bien? —preguntó Hikari, observando el cansancio en el rostro de Mar.

Mar asintió, intentando mostrar una sonrisa tranquilizadora.

—Sí, estoy bien. Solo necesitaba un momento para pensar. Pero debemos movernos pronto. Tengo una nueva pista sobre dónde ir después.

Ren cruzó los brazos, levantando una ceja.

—¿Otra pista? ¿Sobre tu hermano?

—Sí —respondió Mar—. Pero primero necesitamos alejarnos de aquí. La Marina puede no estar cerca, pero no podemos arriesgarnos a quedarnos mucho más tiempo.

Buggy intervino, con su habitual tono impaciente.

—Entonces dejemos de perder el tiempo y pongámonos en marcha. Ya la escucharon, tenemos una dirección, aunque sea vaga, y un montón de agua por delante.

Mientras las tripulaciones comenzaban a movilizarse, recogiendo el campamento rápidamente, Kaito se acercó a Mar con una expresión de preocupación en el rostro.

—Oye, Mar, ¿qué pasa con Zou? —preguntó, recordando que ese era su destino original—. ¿No íbamos a dirigirnos alli?

El resto de su tripulación también la miraba con preguntas en los ojos, esperando alguna respuesta que esclareciera su próximo movimiento. Mar se detuvo por un momento, dudando. Zou había sido parte de su plan durante un tiempo, un lugar al que creía que debía ir. Pero las prioridades habían cambiado.

—Lo sé, Zou era nuestro siguiente destino —respondió ella, su mirada recorriendo a sus compañeros—. Pero... esto es más urgente. Es sobre mi hermano. Necesitamos seguir esta nueva pista antes de continuar hacia Zou.

Hikari frunció el ceño, cruzando los brazos.

—Pero Zou es importante para nosotros. Allí podría haber respuestas sobre lo que buscamos también. ¿Estás segura de que deberíamos cambiar de dirección ahora?

Mar exhaló lentamente, sintiendo el peso de la decisión sobre sus hombros. Sabía que sus compañeros también tenían sus propios objetivos, sus propias razones para haberla seguido hasta aquí. Pero este sueño, estas palabras... no podía ignorarlas. No podía dejar que la oportunidad de encontrar otra pieza del rompecabezas sobre su hermano se le escapara.

—Entiendo lo que dices, Hikari —dijo, con un tono más suave—. Y créanme, no estoy descartando Zou. Pero lo que vi... —su voz se quebró un poco, como si las emociones detrás de sus palabras comenzaran a filtrarse—. Mi hermano me habló en ese sueño. Me dio una pista para encontrar a quienes lo conocieron, personas que pueden decirme más sobre él. No sé cuánto tiempo tengamos antes de que esa oportunidad desaparezca.

—No estamos en una carrera contra el tiempo —dijo Ren más calmado, pero comprensivo—. Pero entiendo lo que sientes. Si esta pista es tan importante, no deberíamos ignorarla. Podríamos cambiar de rumbo por ahora y regresar a Zou después.

El silencio cayó sobre el grupo mientras todos procesaban las palabras de Ren. Mar asintió agradecida, sabiendo que su tripulación siempre la respaldaría, pero aún sintiéndose algo culpable por desviar su curso.

—Volveremos a Zou —les prometió Mar—. Sé que también es importante para nosotros, y no lo olvidaremos. Pero por ahora... tengo que seguir este rastro. Lo siento si esto causa alguna incomodidad.

Kaito y Hikari intercambiaron miradas antes de finalmente asentir. Sabían que el viaje con Mar siempre sería impredecible, y aunque habían planeado dirigirse a Zou, confiarían en su instinto una vez más.

Buggy, quien había estado observando en silencio hasta ese momento, dejó escapar un bufido.

—Tch, si seguir a tu hermano significa más aventuras, pues que así sea —dijo, con su acostumbrada arrogancia—. Además, no soy el tipo de persona que se aburre de explorar misterios. ¡Así que vamos de una vez!

Mar no pudo evitar sonreír, aliviada de que Buggy, a su manera, también la apoyara.

—Gracias, Buggy —murmuró Mar, reconociendo su apoyo, aunque disfrazado de arrogancia, y luego alzó la voz, capturando la atención de todos—. Bien, cambiaremos nuestro rumbo. Buscaremos a esas personas que compartieron un viaje con él. El lugar donde el sol nunca se pone... eso será nuestro siguiente destino.

Las tripulaciones la miraron con mezcla de curiosidad y expectación. No hubo preguntas inmediatas, pero era evidente que las mentes de todos estaban trabajando a toda velocidad, tratando de descifrar qué significaba ese lugar. Buggy se cruzó de brazos, su expresión mostraba tanto interés como impaciencia.

—¿Dónde demonios está ese lugar? —soltó Buggy con su tono directo—. "Donde el sol nunca se pone". ¿Es una metáfora o tenemos que buscar un lugar en el que el sol esté pegado al cielo?

Mar se quedó en silencio un momento, observando a sus compañeros mientras trataba de poner en palabras lo que su intuición le decía. La frase había resonado en su sueño de una manera tan vívida que sabía que no era solo una simple metáfora, pero también sabía que había algo más profundo en ello, algo que tenía que desentrañar.

Ren, siempre el más analítico, fue el primero en intervenir.

—"Donde el sol nunca se pone" —repitió en voz baja, pensativo—. Puede que se refiera a un lugar en el norte o muy al sur, donde en ciertos períodos del año el sol nunca llega a ocultarse. Podríamos estar hablando de una zona cercana a los polos. Pero también... —hizo una pausa, mirando a Mar—. También podría ser una referencia simbólica a una tierra o cultura conocida por su resistencia, por mantenerse firme ante los embates del tiempo, donde las historias y los legados no desaparecen.

Hikari asintió, sus ojos brillaban con interés.

—Exacto, podría ser una isla o una región donde las historias de antiguos piratas siguen vivas, como dice la pista. Donde las leyendas y los secretos del pasado aún están presentes, a la espera de ser descubiertos.

—Sabaody —respondió, pronunciando el nombre como si cada sílaba fuera un paso hacia la verdad. —Es un archipiélago donde se encuentran los nobles del mar, un lugar donde muchos piratas se reúnen. Es donde las historias se cruzan, y donde la gente que ha navegado con mi hermano podría estar.

Buggy arqueó una ceja, claramente intrigado.

—¿Sabaody? —repitió, pensando en las leyendas que había escuchado sobre aquel lugar. —El sitio con las burbujas y la gran cantidad de gente, ¿verdad? Siempre se habla de él en términos de locura y oportunidades.

Mar asintió, sintiendo que su corazón latía más rápido al hablar del lugar.

—Exactamente. Además, hay muchas historias y rumores que giran en torno a ese lugar. Necesitamos encontrar a aquellos que conocieron a mi hermano y que compartieron un viaje con él. Tal vez ellos puedan darnos respuestas sobre su paradero.

Ren, con su característico enfoque pragmático, agregó:

—Entonces deberíamos prepararnos bien antes de llegar. Sabaody no es solo un lugar de encuentros; también puede ser peligroso. La Marina tiene un fuerte control sobre la zona y no podemos permitirnos ser capturados ahora.

—¿Peligroso? —se burló Buggy, con una sonrisa desafiante—. Si hay algo que me gusta es un buen desafío. Después de todo, ¿quién no disfrutaría de un poco de caos?

Mar no pudo evitar reír ante el entusiasmo de Buggy, sintiendo un alivio temporal de la presión que había estado acumulando. Sin embargo, no podía ignorar la seriedad de su búsqueda. Había mucho en juego, y la emoción de la aventura tenía que equilibrarse con la realidad de su misión.

—Haremos un plan —declaró Mar, tomando el control de la conversación nuevamente—. Necesitamos reunir información sobre Sabaody antes de llegar. Las leyendas pueden ser útiles, pero también pueden ser peligrosas. Debemos ser cautelosos y astutos.

Kaito se acercó con una mirada determinada.

—Puedo investigar un poco sobre las redes de contactos en el archipiélago. Conozco algunos que han estado allí y podrían darnos una idea de cómo movernos por el lugar sin llamar demasiado la atención.

Mar asintió, agradecida por el apoyo de su tripulación.

—Perfecto. Necesitamos todas las ventajas que podamos conseguir. Si encontramos a alguien que haya conocido a mi hermano, eso cambiaría todo.

Mientras el grupo se preparaba, el ambiente a bordo de los barcos comenzó a llenarse de un aire de expectativa. Todos tenían sus propios pensamientos sobre Sabaody, sobre lo que podrían encontrar y lo que podría significar para ellos. Mar sintió un ligero escalofrío recorrer su espalda; había tanto desconocido esperándolos en ese archipiélago.

—Sabemos que no será fácil —continuó Mar—. Habrá muchas personas con sus propios intereses en juego, pero también hay oportunidades para quienes buscan la verdad.

—¿Y si nos encontramos con el Gobierno Mundial? —interrumpió Hikari, con un leve temor en su voz—. No quiero terminar en una celda.

—Esa es una posibilidad —reconoció Mar—. Pero la clave será ser astutos y mantener un perfil bajo. No podemos permitir que nos atrapen. No solo por nosotros, sino por lo que representamos.

Buggy se cruzó de brazos, su expresión seria.

—Entonces nos aseguraremos de que nadie nos reconozcan. Si logramos llegar a Sabaody y reunir la información que necesitamos, entonces podremos salir sin problemas.

Mar miró a su tripulación, sabían lo que estaba en juego, y aunque la incertidumbre del viaje hacia Sabaody era palpable, había una fuerza que los unía: el deseo de encontrar respuestas, de descubrir la verdad. Con un último vistazo hacia el horizonte, Mar tomó una profunda respiración. El rumbo estaba trazado, y mientras los barcos comenzaban a moverse hacia el vasto océano, una nueva aventura los esperaba. El lugar donde el sol nunca se ponía estaba al alcance de sus manos, y con su tripulación a su lado, Mar estaba lista para enfrentarlo.

Sin embargo, mientras las velas se inflaban y los barcos avanzaban, Mar sintió una inquietud que no podía ignorar. Se volvió hacia Buggy, que había comenzado a tambalearse un poco, como si la seriedad del momento lo hubiera sorprendido. Su expresión había cambiado, mostrando una mezcla de confusión y algo más que Mar no podía identificar.

—¿Estás bien, Buggy? —preguntó Mar, un poco sorprendida por su comportamiento inusual.

—Sí, sí... claro, estoy bien —respondió él rápidamente, pero su voz sonaba un poco más alta de lo habitual, y sus gestos eran más exagerados. —Es solo que... ya sabes, Sabaody, piratas, la Marina... ¡todo eso es tan emocionante!

Mar levantó una ceja, intentando no reírse ante su torpeza.

—¿Emocionante? ¿En serio? No sé si debería sentirme aliviada o preocupada.

Buggy frunció el ceño, sintiéndose un poco ofendido, pero luego su expresión cambió a una sonrisa traviesa.

—¿Preocupada? ¿Yo? ¡Vamos, Mar! ¡Soy el mejor! No hay nada que me detenga... excepto, tal vez, un par de marines con armas y un fuerte sentido del deber, pero eso es solo un pequeño detalle.

Mar no pudo evitar soltar una risa suave. Era evidente que Buggy estaba tratando de actuar más valiente de lo que realmente se sentía, y esa vulnerabilidad, en medio de su torpeza, hizo que se sintiera un poco más cerca de él.

—Solo quiero asegurarme de que todos estemos a salvo, Buggy. A veces, ser el "mejor" no es suficiente para evitar problemas, especialmente en un lugar como Sabaody.

Buggy hizo un gesto con la mano, como si intentara desestimar sus preocupaciones.

—Claro, claro, lo entiendo. Pero, ¿sabes? No soy solo un payaso, tengo un buen instinto para estas cosas... aunque a veces me confunda. Como... por ejemplo, cuando te miro y pienso en lo valiente que eres, y de repente siento que mi cerebro se detiene un momento. Es... es raro.

Mar se quedó mirando a Buggy, sorprendida por la súbita sinceridad en sus palabras.

—¿Tú... te confundes cuando me miras? —preguntó, intentando no reírse y al mismo tiempo sintiéndose un poco halagada.

Buggy se sonrojó, algo inusual para él.

—¡No, no! Quiero decir... sí, pero no es eso... quiero decir que... bueno, a veces parece que no estoy prestando atención a lo que estoy diciendo porque me distraes. ¿Ves? Es... es complicado.

Mar sonrió, disfrutando del momento en que Buggy se mostraba tan torpe y vulnerable.

—No tienes que preocuparte, Buggy. Todos tenemos momentos de confusión. Lo importante es que estamos juntos en esto.

Buggy pareció relajarse un poco, su postura se volvió menos rígida y más cómoda.

—Sí, juntos. Eso suena bien. Además, ¿quién mejor para estar a mi lado que la capitana más valiente que he conocido? —dijo, tratando de recuperar un poco de su confianza habitual.

Mar lo miró con una mezcla de admiración y diversión.

—Gracias, Buggy. Y no te preocupes, prometo no distraerte demasiado... al menos, hasta que lleguemos a Sabaody.

Con esas palabras, ambos compartieron una sonrisa, una conexión que iba más allá de la aventura que les esperaba. Mientras el mar los envolvía, el ambiente a bordo se llenaba de un sentido renovado de camaradería y determinación, y Mar sabía que, sin importar los desafíos que enfrentarían, tenían la fuerza de su tripulación y la inesperada complicidad que estaba creciendo entre ella y Buggy.

Mar se quedó observando el horizonte un largo rato, disfrutando de la pequeña conversación con Buggy. Sin embargo, se dio cuenta de algo. Había una falta de energía, una especie de silencio incómodo entre las dos tripulaciones. Hikari y Ren trabajaban en silencio, mientras que los hombres de Buggy apenas intercambiaban palabras. El entusiasmo y la chispa que usualmente acompañaban a sus viajes parecía haberse desvanecido un poco. Sabía que la incertidumbre sobre la constante tensión con la Marina estaban afectando a todos.

Reflexionando un momento y sin decir nada, caminó hacia la bodega de su barco y regresó con su violín en la mano. Había estado mucho tiempo alejada de él, pero sabía que en momentos como estos, la música podía hacer maravillas. Se situó en el centro de la cubierta, donde todos pudieran verla, y comenzó a afinar las cuerdas con movimientos suaves y precisos.

El sonido del violín atrajo la atención de todos a bordo. Primero miraron con curiosidad, luego con una mezcla de sorpresa y expectativa. Buggy, que estaba a su lado, ladeó la cabeza, observándola con interés.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó él, con una pequeña sonrisa divertida, aunque también algo intrigado.

—Solo quiero levantar un poco el ánimo —respondió con una sonrisa tranquila—. He notado que estamos algo apagados.

Buggy no dijo nada más, solo se cruzó de brazos y esperó, claramente interesado en ver lo que haría.

Mar cerró los ojos por un momento, tomando una respiración profunda antes de comenzar a tocar las primeras notas. El sonido del violín llenó el aire, suave pero potente, y pronto todos en ambas tripulaciones se vieron envueltos por la melodía. Era una canción que muchos de ellos conocían, una que resonaba en lo profundo del corazón de cualquier pirata.

A medida que Mar tocaba, algunos miembros de la tripulación comenzaron a tararear la melodía, sus espíritus empezando a despertar. Pronto, fue Hikari quien se animó a cantar las primeras líneas:

El sake de Binks será
Lo que vamos a entregar
Ni el viento, ni el tiempo nos podrá parar

Ren, con una sonrisa de lado, se unió al siguiente verso, su voz profunda resonando junto a la música de Mar:

Cae la tarde sobre el mar
Y en el cielo escucharás
El cantar de los pajaritos al volar

Los piratas de Buggy también comenzaron a unirse, levantando sus voces en el aire mientras movían sus cuerpos al ritmo de la música, golpeando suavemente los barriles y cajas a su alrededor, creando una percusión improvisada que daba más vida a la canción.

De mi pueblo yo me voy
Con orgullo zarpo hoy
Este canto es la fuerza para navegar

Hey, borras de esplendor
Y la brisa de la mar
Que nos va a acompañar a dónde hay que viajar

Mar observaba a su tripulación mientras tocaba. Sus rostros ahora estaban iluminados con sonrisas y la pesadez se desvanecía. El ánimo de todos estaba subiendo, como si la música les recordara por qué estaban en ese barco, navegando bajo la bandera pirata. Habían elegido este camino no solo por el peligro o la aventura, sino por la libertad, el compañerismo y la promesa de un futuro lleno de posibilidades.

El sake de binks será
Lo que vamos a entregar
Navegar por el mar
¡Piratas hasta el fianl!

Buggy, que había estado callado todo este tiempo, finalmente se animó a unirse también. Aunque al principio intentaba mantener su fachada de dureza, poco a poco fue sucumbiendo a la energía que envolvía la cubierta. Golpeó suavemente el suelo con el pie, marcando el ritmo, y después, casi sin darse cuenta, comenzó a cantar en voz baja junto a los demás.

Este barco es nuestro hogar
Siempre nos hace llegar
Calaveras en las velas nos hará notar

La canción continuaba, envolviendo a todos en su marea de melodía y camaradería. Las voces se alzaban, cada vez más fuerte, más seguras. Incluso aquellos que normalmente eran más reservados se unieron al coro, sintiendo cómo la canción les devolvía la energía.

La tormenta viene ya
Y muy pronto llegará
El sonar de los tambores nos alcanzará

Mar seguía tocando, su violín como un ancla que mantenía la cohesión de la canción. La brisa nocturna ondeaba su cabello, y por un momento, sintió una conexión profunda con todos los que estaban a su alrededor. No importaba el peligro que se avecinaba o las dificultades que enfrentarían. En este instante, bajo el manto estrellado del cielo, eran una tripulación, una familia.

No te vayas a rendir
Es momento de vivir
Que el Sol siempre volverá a salir

Cuando la canción llegó a su fin, el eco de las últimas notas del violín y las voces se desvanecieron en el aire. Por un momento, todo estuvo en silencio, pero era un silencio diferente al de antes, era un silencio cargado de emoción, de unidad. Luego, de repente, estallaron en aplausos y vítores. Los piratas se abrazaban, se reían y daban palmadas en la espalda. El peso que había caído sobre ellos antes había desaparecido.

Mar bajó el violín, y al abrir los ojos, se encontró con la mirada de Buggy, quien ahora la observaba con una mezcla de admiración y algo que ella no podía descifrar del todo. Aunque no se acercó a hablar, el brillo en sus ojos lo decía todo.

—Gracias, Mar —dijo finalmente uno de los piratas—. Eso era justo lo que necesitábamos.

Mar sonrió, respirando hondo. El viaje aún era incierto, pero al menos ahora sus compañeros estaban listos para enfrentarlo con una sonrisa y el espíritu alto.

—Sabía que necesitábamos un buen empujón —respondió, sin dejar de sonreír—. Recuerden, no importa lo que venga, estamos juntos en esto.

Uno de los piratas del barco de Buggy se adelantó, rascándose la nuca con torpeza, se le notaba emocionado, aunque siempre había intentado mantener una actitud de tipo duro.

—Señorita Mar... Nunca pensé que diría esto, pero... gracias por eso. A veces olvidamos por qué estamos aquí —admitió con una sonrisa tímida—. La canción nos recordó lo que significa ser piratas.

Mar sonrió aún más, asintiendo. Sabía que en momentos como ese, lo que más importaba era mantener la moral en alto. Si había algo que todos entendían, era la música y el compañerismo.

—Somos piratas —dijo ella con orgullo—. Pero más que eso, somos una familia en el mar. Así que, mientras sigamos juntos, siempre encontraremos el camino, no importa lo difícil que sea.

Las palabras de Mar resonaron en los piratas, algunos murmuraron afirmaciones, otros sonrieron entre sí. A lo lejos, Buggy seguía apoyado contra uno de los mástiles, observando la escena. Su expresión, a diferencia de la mayoría, no reflejaba la misma tranquilidad. Sus brazos estaban cruzados, pero su postura estaba claramente más tensa de lo normal. Estaba tratando de no destacar, aunque eso era difícil siendo Buggy, siempre tan extravagante.

Uno de los miembros de su tripulación le dio un codazo, sonriendo.

—¿No va a agradecerle también, capitán? —dijo en tono de broma.

Buggy lo fulminó con la mirada, evidentemente molesto por el comentario.

—¿Agradecer? ¿Qué estás diciendo? Yo no necesito ninguna canción para animarme. Siempre estoy al máximo —respondió, cruzando sus brazos aún más fuerte como si quisiera reafirmar su postura. Pero mientras hablaba, su tono carecía de la típica confianza que solía tener. Parecía nervioso, inquieto, algo que no pasó desapercibido para Mar.

Ella se acercó lentamente, con una leve sonrisa en sus labios.

—¿Todo bien, Buggy? —preguntó suavemente, su mirada fija en él.

Buggy, que usualmente habría soltado algún comentario sarcástico o burlesco, solo tosió torpemente, desviando la mirada como si intentara evitar la situación.

—¿Qué? Claro que estoy bien. ¿Por qué no habría de estarlo? —dijo, aunque su tono lo traicionaba. No podía evitar moverse ligeramente de un lado a otro, claramente incómodo.

Mar lo observó por un momento, tratando de descifrar su comportamiento. Desde el momento en que se había quedado dormida en sus brazos, había notado algo extraño en él. A diferencia del Buggy arrogante y altanero que conocía, ahora parecía... torpe.

—¿Seguro? —insistió ella, inclinando la cabeza levemente—. Estás más callado de lo habitual. Pensé que tendrías algún comentario gracioso o... algo.

Buggy soltó una risa nerviosa, sacudiendo la cabeza.

—¿Yo? ¿Callado? No, no... es solo que... bueno, no es nada —dijo, intentando sonar despreocupado. Pero mientras hablaba, se tropezó con una cuerda suelta en la cubierta y casi pierde el equilibrio, algo que no pasó desapercibido para nadie.

Mar contuvo una risa, pero sus labios temblaban con una sonrisa divertida.

—Claro, nada en absoluto —respondió ella, divertida—. Solo asegúrate de no caerte del barco, ¿de acuerdo?

Buggy se sonrojó ligeramente, visiblemente frustrado consigo mismo. No solía ser torpe, al menos no en lo que respectaba a su presencia frente a los demás. Pero había algo en la forma en que Mar lo miraba, en cómo parecía entenderlo sin que él tuviera que decir nada, que lo ponía más nervioso de lo que estaba dispuesto a admitir.

—¡Yo nunca me caería! —replicó Buggy, recuperando algo de su usual arrogancia—. Solo estaba... inspeccionando la cuerda. Asegurándome de que todo esté en orden.

Mar asintió lentamente, fingiendo estar de acuerdo.

—Ah, claro. Me alegra saber que alguien se toma la seguridad del barco tan en serio.

Los piratas que observaban la interacción no pudieron evitar reírse por lo bajo. Buggy, claramente incómodo con la atención que estaba recibiendo, levantó la barbilla con su habitual actitud de "yo soy el mejor", aunque su rostro todavía mostraba cierto nerviosismo.

—Bueno, si ya terminamos con el show, ¡es mejor que volvamos a lo que importa! —dijo Buggy, intentando cambiar de tema rápidamente—. Tenemos un destino, y no tenemos tiempo para tonterías.

Mar lo miró de reojo, notando cómo Buggy se alejaba ligeramente de la conversación, como si intentara recuperar algo de compostura.

—Buggy... —dijo de pronto, en un tono más suave, lo que lo hizo detenerse en seco—. Gracias por estar aquí.

Él se giró, claramente sorprendido por sus palabras.

—¿Eh? ¿Yo? ¿Gracias? —repitió, desconcertado.

—Sí. Sé que las cosas han sido... complicadas —dijo ella, eligiendo sus palabras con cuidado—. Pero realmente aprecio que estés aquí, ayudando. No lo esperaba, pero estoy agradecida.

Buggy, por primera vez no supo qué decir. Se quedó allí, mirando a Mar con una mezcla de confusión y algo más que no podía describir. Su usual arrogancia parecía desvanecerse por completo ante sus palabras. Estaba más confundido que nunca, y eso lo ponía nervioso.

—Eh... sí, bueno... ya sabes... no es gran cosa —murmuró finalmente, rascándose la nuca de manera incómoda.

Mar lo miró durante unos segundos más, antes de sonreír suavemente.

—Es más de lo que crees.

Con esas palabras, se alejó de él, dirigiéndose hacia el timón del barco. Buggy, por su parte, se quedó quieto por unos segundos, mirando el lugar donde ella había estado, con una expresión que mezclaba torpeza, frustración y algo que ni siquiera él podía entender. El viento del mar le revolvía el cabello, pero en lugar de disfrutarlo como solía hacerlo, estaba perdido en sus pensamientos, algo poco común en él. ¿Por qué las cosas eran diferentes con Mar? ¿Por qué se sentía tan torpe y... nervioso?

Normalmente, Buggy no se detenía a pensar tanto. Era impulsivo, decía lo primero que se le venía a la cabeza, y siempre encontraba la manera de salir de cualquier situación incómoda con alguna broma o comentario sarcástico. Pero con Mar era distinto, no se intimidaba con sus excentricidades ni lo trataba como una molestia. Y aunque él intentaba mantener su fachada habitual, cada vez que ella lo miraba o le agradecía, sentía que algo dentro de él cambiaba.

Mientras seguía parado, tratando de procesar todo, Mohji, se le acercó con una sonrisa burlona en el rostro.

—Capitán, no sabía que tenías tan buen sentido del humor cuando se trata de ella —dijo Mohji, riendo por lo bajo—. No se te da bien el disimular

Buggy lo miró con una mezcla de frustración y enojo.

—¡¿Qué se supone que significa eso?! —exclamó, claramente irritado—. Yo no estoy disimulando nada, Mohji, deberían concentrarse en lo que importa

Mohji levantó las manos en señal de paz, todavía sonriendo.

—Está bien, capitán. Solo digo que, bueno... pareces diferente con ella, eso es todo. —Mohji se encogió de hombros antes de retirarse, dejando a Buggy aún más irritado.

El payaso pirata gruñó por lo bajo, volviendo a cruzarse de brazos mientras seguía observando a Mar de reojo. Odiaba que sus tripulantes notaran algo, pero odiaba aún más la idea de que tuvieran razón. ¿Diferente? ¿Cómo que "diferente"? Él era Buggy, el capitán que no se preocupaba por nadie más que por él mismo... ¿verdad?

El murmullo de las tripulaciones alrededor le dio algo de alivio, ya que desvió la atención de él. Los piratas de ambas bandas trabajaban en conjunto para preparar todo lo necesario para la navegación hacia Sabaody. Mar estaba concentrada, dando instrucciones a su tripulación y asegurándose de que todo estuviera listo para zarpar. No podía evitar admirar la forma en que ella se movía entre los suyos, cómo sus palabras resonaban con autoridad y calma. Tenía un liderazgo que, aunque no se comparaba con su estilo ruidoso y extravagante, lograba algo igual de poderoso: le ganaba el respeto de todos a su alrededor.

Mar, por su parte, podía sentir la mirada de Buggy sobre ella, aunque intentara disimularlo. No era la primera vez que lo notaba actuando extraño. Desde que habían pasado más tiempo juntos en este viaje, había sentido que algo en su relación había cambiado. Buggy seguía siendo el mismo capitán excéntrico que siempre había conocido, pero ahora, en ciertos momentos, parecía... vulnerable. Era algo que nunca había visto en él antes.

De repente, Buggy sintió que no podía más con el silencio incómodo. No era su estilo quedarse callado cuando algo lo perturbaba. Así que, tomando una decisión impulsiva, se acercó a Mar.

—Oye, Mar... —comenzó, su voz más firme de lo que se sentía—. Sobre lo que dijiste antes... sobre que "es más de lo que creo" —imitó sus palabras, torpemente intentando sonar despreocupado—. ¿A qué te referías?

Mar, sorprendida por su repentina cercanía, giró sobre sus talones para mirarlo. Sus ojos se encontraron con los de él, y por un momento, el ruido de las tripulaciones trabajando se desvaneció en el fondo.

—Exactamente lo que dije —respondió ella, con una leve sonrisa—. Que estar aquí, ayudando, es más importante de lo que parece. No es solo por mí. Es por todos.

Buggy frunció el ceño, confundido. Se rascó la cabeza, incómodo. Era raro para él escuchar palabras como esas, especialmente dirigidas a él. Mar... Mar lo veía de una manera distinta, y eso lo hacía sentir... raro.

—Bueno... —comenzó, tratando de encontrar las palabras—. No es que me importe tanto, ya sabes. Solo... soy un capitán increíble y es mi deber asegurarme de que todos lleguen a salvo. Nada más. No es que esté aquí por alguna razón especial o algo así... —Su voz se iba apagando a medida que hablaba, claramente incómodo.

Mar lo miró fijamente, tratando de no reírse ante su evidente torpeza. Sabía que Buggy estaba lidiando con algo que no entendía del todo, y aunque él intentaba mantenerse en su papel de siempre, era obvio que había más en juego.

—Claro, Buggy. Lo que tú digas —dijo ella, finalmente soltando una pequeña risa—. Solo... no te preocupes tanto. Estoy agradecida por tu ayuda, y sé que los demás también lo están. No tienes que fingir que no te importa.

Por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente desarmado. Mar tenía una forma de verlo que lo dejaba sin palabras, y eso lo ponía más nervioso de lo que quería admitir. Finalmente, decidió no decir nada más, simplemente asintió torpemente y se alejó, regresando a su lugar en la cubierta.

Mar observó cómo Buggy se alejaba, era una faceta suya que no había esperado ver con tanta claridad. Siempre había pensado que Buggy era más sencillo, impulsivo y alocado, alguien que nunca se detenía a pensar demasiado en nada. Pero pudo notar una capa que iba más allá de su fachada de payaso extravagante. Había algo... más profundo, incluso vulnerable, que ella empezaba a percibir, aunque aún no pudiera definirlo del todo.

Mientras los barcos comenzaban a moverse, las velas inflándose con el viento que empujaba hacia el vasto océano, Mar se tomó un momento para respirar profundamente. Buggy había retomado su actitud mandona, dando órdenes en su estilo habitual, mientras Mohji trataba de calmar a Richie, que estaba inquieto.

Mar aprovechó la breve calma antes de que la travesía se tornara más agitada, pensando en lo que les esperaba en Sabaody. Sabía que no sería un lugar fácil, pero confiaba en sus habilidades y en la fuerza de su tripulación. Además, la presencia de Buggy, aunque caótica, le brindaba una sensación de seguridad, por más extraño que le pareciera.

Buggy estaba en la proa del barco, intentando recuperar su compostura, inútilmente, mantenerse ocupado revisando algo insignificante en la cubierta, pero su mente seguía volviendo a ella. Había algo en esa mujer que lo hacía sentir más inquieto de lo normal, y no podía entender exactamente qué era. Con cada palabra suya, cada gesto, parecía desarmar las defensas que él había construido a lo largo de los años.

El mero hecho de no verla, pudiera ayudarlo a aclarar su mente. Pero el efecto era el contrario: más la evitaba, más pensaba en ella. Justo cuando Buggy comenzaba a creer que podía escapar de ese torbellino de emociones, escuchó la voz tranquila de Mar detrás de él.

—¿Estás bien, Buggy? —preguntó ella, acercándose con pasos ligeros. Su tono era neutral, sin la menor insinuación de burla, como si simplemente estuviera preocupada por su bienestar.

Buggy dio un pequeño respingo, sorprendido por la pregunta y la proximidad de Mar. Su mente, que ya estaba en un caos, no pudo procesar de inmediato una respuesta coherente.

—¿Yo? ¡Ja! Por supuesto que estoy bien, ¡soy Buggy el Payaso! Nada puede preocuparme. —Su risa estruendosa intentó disimular el nerviosismo que aún lo embargaba.

Mar no se dejó engañar, pero decidió seguirle el juego por un momento, alzando una ceja con una sonrisa cómplice.

—Claro, Buggy. No esperaba menos de ti. —Luego, se apoyó en la barandilla, mirando al océano—. Pero, aun así, sabes que puedes hablar conmigo si lo necesitas, ¿verdad? Estamos en esto juntos. Y me refiero a todo.

Buggy la miró de reojo, incómodo con la oferta de apertura. Suspiró internamente, sabiendo que no podía evadirla para siempre. No con Mar.

—Bueno, supongo que sí... —murmuró, cruzándose de brazos, como si intentara protegerse de una revelación que él mismo no quería escuchar—. Es solo que... todo esto... —gesticuló hacia el horizonte, refiriéndose a la misión, la Marina, y quizá incluso a la propia Mar—. No estoy acostumbrado a trabajar con alguien que no sea solo mi tripulación. Pero tú... eres diferente. Me haces querer hacer las cosas bien, y eso... eso es raro para mí.

Mar lo miró con sorpresa. No había esperado una confesión tan sincera de Buggy, y mucho menos que él se sintiera motivado por ella. Su rostro suavizó la expresión, y asintió, comprendiendo lo que intentaba decir.

—No tienes que ser diferente solo por mí, Buggy —respondió ella, con suavidad—. Confío en ti tal como eres. Lo que has hecho hasta ahora ha sido suficiente.

Buggy abrió la boca, buscando algo sarcástico que decir, algo que pudiera romper la tensión en su pecho, pero no encontró las palabras. Finalmente, se limitó a asentir, incapaz de formular una respuesta más elocuente.

—Uh, sí... claro —murmuró, antes de apartar la mirada nuevamente, su rostro ligeramente enrojecido.

Antes de que la conversación pudiera volverse aún más incómoda, un sonido suave atrajo la atención de ambos. Richie se había acercado sigilosamente a Mar, con Mohji siguiéndolo de cerca, preocupado por el comportamiento inusual de su compañero.

—Capitán, ¡Richie está actuando raro! No sé qué le pasa, pero parece que quiere estar cerca de Mar —dijo Mohji, claramente confundido.

Mar se rió suavemente mientras Richie, el enorme león, se le acercaba con sus ojos brillantes y una actitud sorprendentemente tranquila para un animal de su tamaño. Richie inclinó su enorme cabeza hacia ella, como si estuviera esperando algo.

—¿Qué ocurre, Richie? —preguntó, agachándose un poco para acariciar la suave melena del león—. ¿Qué necesitas?

—¡Ese animal es tan raro como Mohji! —dijo Buggy en voz alta, aunque sin verdadera malicia.

Mohji se apresuró a intervenir.

—¡No es eso, Capitán! ¡Es que Richie parece querer algo de Mar! Cada vez que la mira, se calma y... espera. ¿Qué es lo que quiere, Richie?

El león ronroneó con fuerza bajo la caricia de Mar, inclinando la cabeza hacia su mano en busca de más atención, tratando de entender su comportamiento. Richie la miraba con esos grandes ojos suplicantes, como si estuviera esperando algo específico.

—¿De verdad? —Mar rió suavemente—. ¿Quieres más música?

Richie soltó un gruñido suave, moviendo la cabeza de arriba abajo como si estuviera asintiendo. Buggy, que observaba la escena con una mezcla de diversión y desconcierto, se cruzó de brazos nuevamente, esta vez con una sonrisa.

—Podría ser. Richie siempre ha sido sensible a la música, ¿verdad? —dijo mientras miraba a Mohji, quien asintió rápidamente.

Mar se dirigió a su camarote para buscar su violín nuevamente, y cuando regresó, Richie se sentó pacientemente, moviendo la cola de lado a lado, claramente emocionado por lo que estaba por venir. Buggy observaba todo el escenario con una mezcla de incredulidad y diversión.

—¿Ahora eres la violinista oficial de los leones? —comentó en tono burlón.

—Si eso lo mantiene tranquilo, no veo por qué no —respondió Mar con una sonrisa.

Se acomodó en una caja vacía cercana y comenzó a tocar una melodía suave y tranquila. Richie se tumbó junto a ella, cerrando los ojos mientras la música llenaba el aire. Los piratas de ambas tripulaciones comenzaron a relajarse, e incluso Buggy dejó de lado su postura tensa, aunque trataba de no mostrar que estaba disfrutando del momento.

La melodía fluía suavemente, calmando a todos en el barco. Mar tocaba con maestría, y aunque había terminado de tocar hacía poco, algo en la mirada de Richie le hizo continuar. Parecía que el león quería seguir escuchando, y, para sorpresa de todos, Buggy no objetó en absoluto.

Mar, al notar la relajación de todos, incluidos Buggy y Richie, se permitió un pequeño respiro, agradecida de poder usar su música para aliviar la tensión que, inevitablemente, acompañaba cada una de sus aventuras.

El último acorde del violín se desvaneció en el aire, y los susurros del viento marino volvieron a llenar el silencio. Richie, completamente relajado, soltó un largo suspiro y rodó sobre su costado, completamente satisfecho. Mar dejó el violín a un lado con una suave sonrisa, viendo cómo sus compañeros volvían lentamente a sus tareas, el ánimo más ligero y las tensiones disipadas.

Se levantó de su lugar, sintiendo el frescor del viento en su rostro, y entonces, antes de que pudiera moverse, Buggy apareció a su lado una vez más, con las manos metidas en los bolsillos y una expresión que intentaba ser despreocupada, aunque el leve rubor en su rostro lo traicionaba.

—Tienes... talento —dijo de repente, sin mirarla directamente—. Quiero decir, no es gran cosa ni nada, pero no estuvo mal. Claro, no es que me importe mucho, pero supongo que fue útil para tranquilizar a la tripulación.

Mar lo miró, claramente divertida por su torpeza. Había pasado mucho tiempo desde que alguien como Buggy la sorprendiera de esa manera. Normalmente, él se mostraba confiado y ruidoso, pero ahora parecía casi... vulnerable.

—Gracias, Buggy —respondió suavemente, inclinando la cabeza hacia él—. Me alegra que haya servido para levantarles el ánimo. Tú también pareces más relajado.

Buggy se encogió de hombros, intentando aparentar desinterés mientras miraba hacia el horizonte.

—Yo... yo siempre estoy relajado, ¿entiendes? No soy de los que se estresan por pequeñeces. Pero, bueno, la música no estuvo mal, eso es todo. ¡No creas que me tienes en tus manos o algo por el estilo!

Mar reprimió una sonrisa. Estaba claro que Buggy se estaba esforzando por mantener su fachada, pero ella podía ver a través de él. Había algo en la forma en que evitaba su mirada, en cómo se frotaba la nuca cada vez que hablaba, que la hacía pensar que, en el fondo, había algo más que simple arrogancia.

—Lo sé —respondió con calma—. Nunca te subestimaría, Buggy.

—Tch, ¡claro que no lo harías! —respondió finalmente, aunque su tono sonaba más torpe que arrogante.

El viento soplaba suavemente alrededor de ellos, y por un instante se hizo un silencio extraño y cómodo. Mar miró de reojo a Buggy, quien ahora parecía más inquieto que nunca. De alguna manera, eso la hacía sonreír internamente.

—Bueno... —dijo finalmente Buggy, casi titubeante—. Tengo cosas que hacer. ¡Deberías descansar también! No queremos que te desgastes antes de llegar a Sabaody, ¿verdad?

—Claro —respondió Mar, con una sonrisa suave—. Descansa tú también, Buggy. Te vendrá bien.

Buggy asintió, aunque evitaba mirarla a los ojos. Cuando se dio media vuelta para alejarse, tropezó ligeramente con una cuerda suelta en la cubierta, algo que nunca le ocurría a un hombre tan ágil como él. Mar tuvo que contener la risa cuando él soltó un gruñido de frustración, pero siguió caminando rápidamente, como si nada hubiera pasado.

Mar lo observó mientras se alejaba, divertida y un poco enternecida por la torpeza de su capitán aliado. Había algo en Buggy que la intrigaba cada vez más, una complejidad detrás de su fachada de bravucón que la hacía preguntarse cuánto tiempo pasaría antes de que finalmente él dejara caer sus muros por completo.

Finalmente, respiró hondo, mirando de nuevo al cielo nocturno. Las estrellas brillaban sobre ellos como testigos silenciosos de sus aventuras. El viento suave le recordaba que el viaje hacia Sabaody no sería fácil, pero con sus compañeros a su lado, estaba lista para lo que fuera que el destino les deparara.

El barco avanzaba lentamente bajo el firmamento estrellado, y mientras se perdía en sus pensamientos, una pequeña sonrisa permanecía en los labios de Mar. Algo había cambiado en el aire. Sabía que, en algún lugar del camino, las cosas iban a tomar un giro inesperado.

Y tal vez, solo tal vez, Buggy sería parte de eso.

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