1.11
CAPITULO ONCE
OTRA VEZ
TW: saltó en el tiempo, (maybe) capítulo de relleno.
꥟
DESPUÉS DE QUE LA PAREJA saliera de la habitación, ninguno de los dos volvió a dirigirse la palabra. Ni siquiera, por casualidad, cruzaron una sola mirada.
Incluso cuando entraron al ascensor y tuvieron que apretujarse el uno contra el otro por falta de espacio debido a las maletas, el silencio reinaba entre ellos.
El trayecto del hotel al aeropuerto fue igual de silencioso y tenso entre Peli y Cassandra. Mientras Alexandra y Pablots hablaban sin parar, los otros dos no soltaron ni un suspiro.
Al llegar al aeropuerto, ambos colombianos bajaron las maletas de las mexicanas y las acompañaron al interior del lugar. Una vez que Alexa y Cassandra documentaron su equipaje, se reunieron nuevamente con ellos para despedirse.
O más bien, Alexandra y Pablots se despidieron de forma muy efusiva, mientras Cassandra y Peli permanecían al margen, observando la escena sin intervenir.
Cuando Alexandra y Pablots finalmente se separaron, Alexa se acercó a Peli con una sonrisa y lo abrazó con cariño, gesto que él correspondió sin dudar. Mientras tanto, Cassandra aprovechaba para despedirse de Pablots con un abrazo breve, pero no sin antes susurrarle al oído:
—Si le haces daño a mi mejor amiga, te juro que estarás muerto.
Pablots soltó una risa nerviosa mientras Cassandra se separaba de él y volvía su atención al otro colombiano. Al cruzar la mirada con Pelicanger, la castaña dudó por un instante sobre qué hacer. Ambos se miraron a los ojos durante largos segundos, como si el resto del mundo se desvaneciera a su alrededor.
Peli sentía una enorme necesidad de abrazarla, pero temía arruinar el pequeño progreso que había logrado con ella. Por su parte, aunque Cassandra no lo admitiera, también deseaba abrazarlo, incluso darle las gracias por todo lo que había hecho: por no dejarla a su suerte y por compartir su habitación.
El momento parecía eterno. Alexandra, Pablots e incluso Pelicanger empezaban a perder la esperanza de que Cassandra se despidiera de él. Entonces, de forma repentina y rápida, la castaña lo abrazó, rodeando su cintura con fuerza.
Los tres presentes abrieron los ojos con sorpresa. Pelicanger quedó tan atónito que tardó lo que pareció una eternidad en corresponderle el gesto, y Cassandra estuvo a punto de separarse al pensar que él no iba a reaccionar.
Sin embargo, cuando él finalmente respondió al abrazo, ambos permanecieron así, como si el tiempo se detuviera. Ninguno parecía querer separarse, pero lo hicieron al escuchar el anuncio del vuelo de las mexicanas.
Ese momento breve pero significativo quedó grabado en sus mentes, sin necesidad de palabras.
Habían pasado cuatro meses desde La Velada del Año 3.
Cuatro meses desde la última vez que Cassandra había visto o hablado con cierto colombiano en cualquier sentido.
Lo último que supo de él fue que ahora tenía un equipo de fútbol en la Kings League Américas junto a James Rodríguez.
La castaña había estado demasiado ocupada durante los meses de agosto y septiembre escribiendo y componiendo sus próximas canciones, además de hacer un par de streams con sus amigos.
Alexandra sabía cuánto había estado trabajando su mejor amiga y que prácticamente no tenía tiempo para relajarse.
Sin embargo, estaba preocupada. Según Alexa, de las 24 horas del día, Cassandra dedicaba 20 a su estudio de grabación y las otras 4 apenas le alcanzaban para bañarse, vestirse, comer algo rápido y hablar con ella por unos minutos.
Alarmada por la rutina de su amiga, Alexandra le comentó la situación a Pablots, quien le sugirió la idea de invitar a ambas al viaje de fin de semana que estaban planeando hacer junto a Peli, Román y Valeria.
Por supuesto, Alexa no tardó en aceptar la oferta, aunque antes se aseguró de preguntarles a Peli y Vale si no sería un inconveniente que las mexicanas se unieran.
Con la luz verde de los colombianos, solo faltaba obtener la aprobación de su mejor amiga.
—De verdad, a veces te odio demasiado.—le espetó Cassandra a su amiga con fastidio.
—Me amas.—respondió Alexandra burlonamente mientras seguía escribiendo en su teléfono.
Se encontraban en el aeropuerto, una vez más, esperando que anunciaran su vuelo. Cassandra no dejaba de preguntarse cómo había sido tan estúpida como para creerle a su amiga.
Alexa la había llevado con engaños hasta allí, y no fue sino hasta después de registrar sus maletas que soltó la verdad:
—Ah, por cierto, en realidad iremos con Peli, Pablots, Valeria y un amigo de ellos.
Antes de que Cass pudiera reaccionar, Alexa aceleró el paso y buscó los asientos donde ahora se encontraban.
Cassandra tenía una sensación extraña en el estómago. No sabía si era enojo o, por un momento fugaz, pensó que quizá eran mariposas de emoción.
Descartó lo último al instante.
¿Emocionada por volver a ver a Pelicanger? Ni en un millón de años.
Para distraerse, decidió ocupar su tiempo escribiendo la letra de su próxima canción. Sacó sus audífonos de diadema, una libreta y una pluma, concentrándose en sus pensamientos mientras ignoraba el bullicio a su alrededor.
Unas cuantas horas después y con pocas horas de sueño, por fin las mexicanas llegaron a Colombia.
Alexa le había escrito a Pablots cuando abordaron, avisándole que su vuelo debía aterrizar aproximadamente a las 4 de la tarde.
Sin embargo, tardaron mucho más en salir del aeropuerto, ya que sus maletas fueron de las últimas en aparecer en la banda.
Cuando finalmente ambas recogieron sus maletas, se dirigieron a la salida, donde lograron distinguir a Peli, fácilmente identificable por su altura. El colombiano no pudo evitar sonreír al divisar a Cassandra acercándose.
Los dos colombianos dieron algunos pasos hacia adelante hasta encontrarse con las mexicanas, momento en el que Alexa se lanzó a los brazos de Pablots.
Esto dejó a Pelicanger y Cassandra en una situación incómoda.
Cassandra no sabía qué decir, así que se limitó a mirar el suelo como si de repente hubiera algo muy interesante allí.
Pelicanger, por su parte, tampoco entendía por qué no podía dejar de sonreír ni por qué las palabras parecían haberse quedado atoradas en su garganta. Lo único que sabía era que no podía apartar la mirada de la castaña frente a él.
—Una foto te duraría más, Angerson —soltó Cassandra, con una voz tan baja que, si no hubiera estado justo junto a ella, él ni siquiera la habría oído.
El colombiano solo se rio ante el comentario antes de tomar la maleta que ella llevaba.
Cassandra apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Pelicanger empezó a caminar hacia su auto, con Alexa y Pablots siguiéndolo, dejando a la castaña atrás sin darle oportunidad de replicar.
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