𝐒𝐞𝐱𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐞𝐥𝐞́𝐟𝐨𝐧𝐨.

Gon se sentía solo. Estar varios días sin la presencia y atenciones de Killua le provocaban inquietud.

Hizo cosas que normalmente no haría, como leer algunos libros que nunca terminó porque siempre se distraía. Limpiar esas partes de la cocina que tenían grasa acumulada, aunque a comparación no fue nada trabajoso por la cantidad de esmero hace semanas atrás por el albino por la llegada de su hermana.

Volvió a suspirar al recordarlo pero no iba a permitir desanimarse de esa manera, claro que no.

Menos contando que esa misma noche iban en quedar en llamarse. Acordaron para estar cómodos ambos por la diferencia horaria. Así que la inspiración apareció de repente haciendo que se apurara para darle el tiempo suficiente para flojear un ratito y poder bañarse.

Cuando el cielo oscureció Gon parecía una adolescente que iba a salir con su novio en la  primera cita. Aunque no iban a poner la cámara para evitar que se cortara la conexión, el poder escucharlo le producía mariposas en el estómago.

Estuvo dando vueltas en la cama esperando que sonara el aparato en sus manos. Transcurrieron unos minutos donde se mantuvo quieto aunque moviendo a veces sus piernas para distraerse.

Entonces la pantalla se iluminó y contestó al instante:

—¿Killua...?

Pensó que hubo interferencia pero solo era su pareja acomodándose en la cama donde estaba.

—Cariño, ¿me escuchas bien? 

—Sí. —sonrió aunque sabía que no lo sabría. Dejó el aparato en la almohada cerrando los ojos para concentrarse en escucharlo. —¿Cómo están? ¿No hubo problemas con el viaje?

—No, todo en orden. Alluka ya está muy cansada porque estuvimos gran parte del día paseando por los lugares. El clima es agradable y tienes mucho por hacer.

El moreno volvió a moverse en la cama dejando su espalda contra el colchón, con la cabeza hacia dónde provenía la voz.

Hubo un silencio en la línea que de nuevo no supo al principio si fue natural o por otra razón.

De solo escuchar la respiración de Killua se sentía más tranquilo.

—¿Estás solo ahora?

—Estoy en una habitación aparte de la de mi hermana. Sabes que ya no es una niña y no quisiera incomodarla. 

Al escuchar esa respuesta juró que Gon parecía haber suspirado pero de una manera que le causó escalofríos. Reconocía ese tipo de sonidos.

—¿Gon...? —pensaba estar alucinando y que su cabeza le estaba jugando una broma.

—Te extraño mucho... —regresaron los suspiros bajitos junto a gemidos entrecortados. Comenzaba a acariciar sus pezones donde la camisa ya estaba desarreglada sobre su pecho.

Killua entró en un estado de shock. El rostro rojo con un gesto de confusión resultaría tan gracioso para cualquiera que pudiera verla. Pero estando ahí sin nadie más entre esas cuatro paredes reducidas nadie era testigo de aquello. Sumando la hora donde la mayoría estaba preparándose para dormir.

Volvió a escuchar su nombre siendo pronunciado de esa manera tan obscena sacándolo de su burbuja.

—Quiero escucharte, que digas... Que me deseas tanto como yo. —Gon pidió dejando que el deseo lo llevara en una danza lenta de placer. Prácticamente estaba desnudo de la cintura para abajo viendo como su miembro dejaba caer ese líquido transparente.

—Claro que te deseo, Gon. —dijo con un tono poco común, también añoraba regresar con su pareja y poder tocarlo a su antojo.

El azabache dio un gemido leve. Dejando que sus ojos se cerraran cuando empezó a estimular su agujerito que estaba ansioso de ser atendido. Fue tan salvaje que a los pocos minutos metió dos dejando salir sollozos por lo profundo que llegaban.

Su pareja no se quedó atrás. El pantalón junto a la ropa interior fue retirada lo suficiente para ver su erección que dolía y empeoraba su estado cada minuto. Empezó una masturbación lenta mientras gruñía imaginando todos los escenarios posibles donde imaginaba el cuerpo de Gon a su merced.

Ya llevaba tres dedos que entraban y salían pero no era suficiente. Desesperado los orbes acaramelados se abrieron prestando atención a lo que escuchaba excitándolo demasiado. Buscaba algo que pudiera reemplazar la necesidad de que Killua lo penetrara en ese instante.

—Killua... Killua, necesito que estés dentro de mí. —sacó los cuatro dedos bien lubricados al desesperarse. La voz de su amado lo volvía loco. —¡Ki-killuwah!

Ese chillido que opacó el resto dejó al albino de piedra. 

—¿Gon? ¿Qué estás...? —tembló, sintiendo una punzada en la entrepierna.

—Es-estaba... —hablaba entre jadeos. —Pensando que lo hacíamos pero no fue suficiente con mis manos. Ten-tengo un dildo que...

Se interrumpió asimismo al sacarlo e introducirlo con fuerza haciendo que se retorciera al dar de nuevo en ese punto que le hizo delirar.

—Mierda. —los movimientos del albino también aumentaron sintiendo que estaba muy cerca. —Cuando volvamos a estar juntos te follare tan duro como te gusta.

—S-sí, por favor... —mordió su labio con fuerza de repente. Las sensaciones se volvieron insoportables. Gimió el nombre de su pareja cuando el orgasmo se presentó siendo prolongado.

Estuvo perdido en su trance que apenas captó en la llamada como Killua pasó por lo mismo poco después. Ambos respiraban agitados.

El dildo rosa fue retirado con lentitud de su interior dejando salir un jadeo.

Estando calmados el albino fue el primero en hablar mientras se limpiaba.

—¿Cuándo lo compraste? —Gon juraba que sonó celoso.

—Ha-hace unos días... —por alguna razón tartamudeó.

Gon se quedó callado viendo el desastre que era su piel llena de sudor y fluidos. Pero estaba complacido.

—Quizás no sea el momento pero recibí un mensaje de que en unos días nos encargaron una misión juntos. 

—¡¿En serio?! —se sintió emocionado.

—Sí. Pero por ahora descansa, tonto.

—Tú igual, Killua. Te amo. —dejó que el sueño lo dominara.

—Yo también. —recibió como respuesta tras unos segundos haciendo que sus mejillas se sonrojaran.

Eso fue suficiente para él.

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