𝐌𝐚𝐬𝐭𝐮𝐫𝐛𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧.
Era algo normal que siendo una pareja tan joven en el momento de comenzar la intimidad probaran de todo un poco. Más cuando Killua sacó a la luz una faceta nueva donde le encantaba comprar cualquier tipo de atuendo o juguete sin dudarlo ni un segundo.
Pero eso de alguna forma se detuvo para regresar a lo convencional. El albino no quería avanzar tan rápido, deseaba disfrutar cada etapa con suma dedicación.
En lo simple también se encontraba lo adictivo. Ver el cuerpo de Gon cuando se estremecía por sus toques indecorosos o los besos en las zonas erógenas juntos a sus sonidos era algo que quería repetir para siempre en su cabeza. Jamás olvidaría los ojos contrarios brillosos por la lujuria que se entrecerraban con lentitud.
Por esa razón, se mantuvo fantaseando a pesar de que su pareja se levantó hace unos minutos del sofá donde compartían una película. No pudo evitar que al tenerlo de nuevo tan cerca tuviera ansias de tocarlo.
El cuerpo más bajo no pudo evitar estremecerse y dejar salir un suspiro cuando las manos pálidas fueron explorando su anatomía sin miedo alguno. Tuvo un escalofrío cuando terminó tras unos minutos en su entrepierna acariciando el bulto que se formó.
—Killua... —escuchar su nombre con ese tono de excitación lo volvió loco. Sin perder el tiempo sacó el miembro mientras continuaba lamiendo los pezones.
Gon se retorcía cuando los movimientos empezaron lentos para tomar un ritmo rápido que le encantaba. Su amado estaba con el cuerpo girado a su posición mientras él se mantenía con el cuerpo sentado hacia el frente.
Tenía ganas de morder sus dedos para evitar ser tan escandaloso. Una de sus manos se encontraba apretando el cabello blanco y la otra se mantenía en la muñeca de Killua para que no dejara de tocarlo, quería que siguiera con ímpetu.
De repente una sensación placentera fue incrementando en su pelvis, dejó caer su cabeza contra el respaldar y juró que sintió como Killua tomaba especial atención a su glande.
—V-voy a... —mordió su labio con fuerza cuando se presentó el orgasmo.
Las piernas canelas buscaron cerrarse por inercia pero pudo evitarlo. En cambio dejó que sus músculos se estiraran teniendo cuidado de dejarlos caer hacia el piso.
El albino sonrió con picardía viendo como parte del semen quedó en sus manos.
—Me gusta tú sabor.
Gon estaba en otro mundo. Regresó cuando los ojos azules le vieron con intensidad.
—¿Dijiste algo? —sonrió cuando su respiración se calmó un poco.
El rostro de Killua se tornó completamente rojo.
—¡Cla-claro que no, idiota! —la valentía que tomó para decir semejante comentario se fue por el retrete.
—¿En serio? Pensé que de verdad...
—¡Ya olvídalo! —interrumpió para levantarse tratando de escapar de la escena del crimen.
—¡Killua, no me dejes aquí así!
Lo persiguió hasta la habitación.
A veces no entendía la dualidad de su pareja, pero a la vez le encantaba que llegara a ser atrevido y repentinamente se avergonzara por cosas que ni logró escuchar.
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