✧ 𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗻𝗶𝗻𝗲

Jaemin se sujeta del volante, mirando desde el espejo retrovisor la escena de padre e hijo riendo y conversando animadamente, ambos en su propia burbuja. Jaemin escuchaba atentamente todo lo que Renjun y su pequeño hijo conversaban y se permite mirar el brillo en los inocentes ojos del menor al escuchar a su padre prometerle que le compraría algodón de azúcar y que ganaría cientos de peluches para él. El alfa sonrie inconscientemente, junto con una extraña sensación cálida en el pecho.   

—¡Señor gruñón! —Jungwon le llama con una animada sonrisa—. ¿Ya llegamos?

Jaemin sonríe y niega lentamente. Realmente prefería mil veces el apodo de "Jaejae".

—Aún no, pequeño —dice sin dejar de mirar al frente y sin borrar su sonrisa—. La feria está un poco lejos, está fuera de la ciudad —explica.

Jungwon asiente ante la respuesta con un ligero puchero en sus labios, pues aunque el realmente está emocionado por llegar ya a la feria, sabía que debía ser paciente.

Tal y cómo su papi le ha enseñado.

El camino no era para nada silencioso, había música infantil sonando en el auto, a petición del pequeño Jungwon quien con un simple puchero logró convencer a Jaemin para poner música. Renjun tarareaba y miraba con una sonrisa brillante a su pequeño hijo, quien disfruba de la música y cantaba a todo pulmón con su vocecita ligeramente chillona.

Pero pronto el alfa da un ligero brinco desde su asiento al escuchar al omega y al pequeño chillar de emoción.

—¡l got a ponytail, I got a ponytail! —comienza a cantar Jungwon con una gran alegría, mientras intentaba bailar desde su asiento la coreografía que su tío Hao le había enseñado.

—I got a p-p-p-p-p-p-p-ponytail —Renjun le siguió alzando sus brazos al aire con Jungwon imitandole y siguiéndole cómo podía.

—¡Vamos señor gruñón! ¡Cante! —le dijo el pequeño Jungwon y sin pensarlo mucho Jaemin se les unió, mientras reproducían una y otra vez aquella pegajosa canción infantil que el menor le comentaba una y otra vez que su tío Hao le enseñó.

Cuando finalmente llegan, Jaemin apaga la música y estaciona su auto memorizando en que fila del estacionamiento se estacionó. El alfa es el primero en salir y con grandes pasos rodea su auto para abrir la puerta del copitolo, ignorando la mirada confundida de su asistente y simplemente le sonríe inocente. El pequeño Jungwon ya los espera con los brazos abiertos y con su bonito rostro expresando toda la emoción que sentía, pero esta vez no extiende sus brazos en dirección a su padre, si no hacia Jaemin y este mira al omega pidiendole su permiso, pues él pequeño quería ser cargado por él.

—Está bien, puedes hacerlo —Renjun le da luz verde y el alfa asiente con una ligera sonrisa.

Jaemin toma al pequeño en sus brazos después de desatarle el cinturón de seguridad a Jungwon. El menor suelta una risita al ser llevado por el alfa en sus hombros y prenden marcha hasta la entrada de la feria, con Jaemin jugando con Jungwon al avión mientras que el pequeño extendía sus bracitos por los lados y el alfa hacia soniditos de avión con su boca. Renjun sólo iba detrás de ellos asegurándose de que su hijo no cayera de espalda, listo para extender sus brazos y salvarlo. El alfa paga las entradas y Renjun se compromete a pagar la cena, pese a saber que la invitación había sido hecha por el alfa.

El lugar olía a manzana acaramelada y gracias al aire hileras de algodón de azúcar volaban sobre sus cabezas, habían lindas y brillates luces por doquier y la gran rueda de la fortuna era quien más brillaba. También se escuchaban los ruidosos gritos de las personas más valientes que se aventuraban a subirse a la montaña rusa y el martillo, pequeños niños corrían de aquí y allá y las familias disfrutaban del colorido y alegre lugar.

—¿Y a dónde vamos primero? —Jaemin les pregunta mirando los miles de juegos a los que podían ir. Padre e hijo se encontraban dando de saltitos emocionados mientras veían las infinidades de atracciones. Dandole así al alfa una vista sumamente tierna.

—¡Quiero ir a las canicas, por favor señor gruñon! —Jungwon pidió tiernamente.

Jaemin asiente sin rechistar y prenden camino hasta el puesto más cercano y con los mejores premios. Afortunadamente no tardaron mucho en encontrar un buen puesto y para que su turno llegase y comenzaran rápidamente con el
juego.

Si Jaemin era sincero no recuerda momentos en los que se haya sentido completamente feliz, verdaderamente eran contados. Era un instante que le parecía irreal, eran emiferos los momentos en dónde podía respirar con calma y ser el mismo. Estaba siendo rodeado solamente de la risa tierna de Jungwon, mientras reía y jugaba felizmente y las luces de colores alumbraban su pequeña carita.

Pero a su lado, Huang Renjun, oh la sonrisa brillante de ese hombre que tanto ama su pequeño hijo, deslumbraba más que cualquier otra luz artificial de la feria, sus cabellos negros se mueven juguetonamente por brisa de aire frío que azotó de repente, mientras que sus manos sostienen a su hijo protectoramente, mientras intenta acertar las canicas en los orificios indicados y con mayor puntaje. Jaemin se permite atesorar aquella escena y toma una fotografía mentalmente para nunca olvidar el lindo momento.

Porque por alguna extraña razón sentía miles de mariposas revoloteando por su estómago y aquella calidez en el pecho que le brindaba el omega y su hijo, se sentía tan... bien.

Se sentía correcto.

—¡Señor gruñón! —Jungwon corrió hasta él—. ¡Gané una alcancía de Buzz Lightyear!

Jaemin asintió con una sonrisa mientras escuchaba atentamente al menor decirle que en cuanto llegara a casa miraría Toy Story junto a su padre y que por supuesto, él también estaba invitado. Renjun llegó hasta ellos unos segundos después, con una preciosa sonrisa que hizo suspirar al alfa.

Si Jaemin era sincero, temía arruinar el momento porque se sentía tan bien, tan íntimo. Que realmente temía arruinarlo y hacer algún comentario estupido que hiciera enojar al omega y alejarlo. Sonrió con ironía pues hace tan sólo unas horas atrás se llevaban cómo un perro y un gato y ahora parecían una linda, tierna y pequeña familia con mucho amor.

Renjun cumplió su promesa y jugó el juego de la botella acertando todos los aros y así ganando un oso gigante de peluche para su amado hijo. Oso que Jaemin cargó durante todos los juegos, y para cuando bajaron del carrusel se dirigieron a comprar algodón de azúcar, ambos sujetando a Jungwon uno de cada mano.

La boca de Renjun quedó algo sucia, con rastros del caramelo dulce, y Jaemin sin pensarlo bien se tomó el atrevimiento de limpiar el dulce de la boca del omega. El alfa miraba sin disimulo los labios rosas y cubiertos del caramelo azul, mientras que el omega le miraba atentamente y sin moverse, pues la cercanía del alfa le ponía nervioso.

—Uh, y-ya está... —Jaemin dijo al separarse, con sus orejas rojas y así delatando su vergüenza.

Cosa que le pareció tierno al omega, pues había notado que cada vez que el alfa se avergonzaba rápidamente se ponía rojo y por más que Jaemin intentaba ocultarlo sus orejas rojas lo delataban.

—Gracias... —responde Renjun con una sonrisa tímida y ambos conectaron fugazmente sus brillantes miradas.

Los tres siguieron disfrutando de la feria, subieron al juego de las tacitas, jugaron nuevamente en las canicas y cenaron pizza en uno de los puestos cercanos. Para cuando fue el turno de finalmente subir a la rueda de la fortuna, Renjun se puso nervioso e inconscientemente tomó la mano de Jaemin.

—¿No quieres subir? —Jaemin le pregunta confundido.

—Papi le tiene miedo a las alturas —explica Jungwon soltandose del agarre de Jaemin, para así ir a abrazar las piernas de su padre—. Si quieres nos podemos ir, papi —Jungwon le dijo con una linda sonrisa—. ¡Ya me divertí mucho!

—Vamos Renjun —Jaemin le sonrie compresivo—. No pasa nada, podemos irnos ya, no necesitas hacerlo.

—No, no —Renjun negó—. Debo ser valiente, así cómo mi pequeño Jungwon. Vamos...

Y Renjun no es consciente en el lío en el que se metió hasta que siente la canasta subir y sus piernas se mueven rápidamente ante su nerviosismo.

Pero querías hacerte el valiente. Se reprocha así mismo el omega mientras observa con miedo la altura donde ya se encontraban.

—¿Estás bien? —Jaemin le habla despacio, cómo si no quisiera alterarlo, cómo si quisiera calmarlo con su voz.

—Lo estoy... Sólo que aún tengo un poco de miedo —Sonrie avergonzado y Jaemin asiente compresivo.

El alfa toma suavemente la mano del omega en un movimiento para hacerlo sentir seguro, quien le mira avergonzado pero aun así afianza su agarre tímidamente.

—Renjun yo... Yo quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mi —se sincera el alfa mirando al cielo—. Sé que mi comportamiento no ha sido el mejor, se que me comporte cómo un total tonto, y un perdón no podrá remediar todos los dolores de cabeza que te hice pasar —ríe avergonzado—. Lo único que espero es que nos llevemos mejor y que en todos estos meses que estaremos juntos cómo una pareja... Mantengamos una relación sana y si es posible que seamos amigos...

Renjun mira con asombro a Jaemin, y de pronto siente que tal vez lo juzgó mal, solo tal vez—. Está bien... Empecemos desde cero, Señor Na —dice Renjun con una tímida sonrisa—. ¿Será menos insoportable? —pregunta y sube a Jungwon a su regazo, acariciando delicadamente con sus dedos los cabellos de su hijo.

—Trataré de no serlo tanto —Jaemin dice con una risita.

—Mientras no trate de volverme loco, por mi todo bien.

—Admite que te vuelvo loco —esta vez no había arrogancia en sus palabras, simplemente estaba bromeando y Renjun lo entendió.

—Sí, muy loco —dice Renjun rodando los ojos y riendo.

El perfil de Renjun bajo la luz de la luna y las estrellas era aún más hermoso... Jaemin sólo deseaba tener una cámara entre sus manos para poder sacar una bonita fotografía de Jungwon durmiendo plácidamente en los brazos de su padre con el hermoso cielo estrellado y nocturno de fondo.

Jaemin no comprendía... El por qué se sentía tan bien el estar al lado de Renjun y su amado hijo, el por qué de repente decidió ser tan bueno con el omega, lo único que sabia es que estaba realmente estaba jodido.

Y muy en fondo tenía la respuesta, pero no quería admitirlo.

El camino de regreso fue tranquilo, Jungwon dormía tranquilamente en el asiento trasero, junto a su gigantesco peluche de oso. Renjun abre la ventana del auto y permite que la brisa fresca azote su rostro y con eso una sonrisa escapa de sus labios. Jaemin por su lado mira hacia el frente, manejando con cuidado y de vez en cuando se permite mirar disimuladamente de reojo al omega.

Cuando finalmente llegaron sanos y salvos, ambos bajaron del auto de manera silenciosa, Jaemin cargó al pequeño entre sus brazos, mientras que Renjun abria la puerta de su hogar y le indicaba al alfa la habitación correspondiente de Jungwon.

El alfa acomodó delicadamente al pequeño en su cama y espero a que su padre le arropara con sus sábanas, para así salir de la habitación del infante y del hogar. Cuando estuvieron frente a la puerta del omega ambos se miraron el silencio.

Simplemente contemplando sus brillantes miradas e ignorando ambos a sus emocionados lobos.

—Me divertí mucho hoy, gracias por todo... M-mi hijo realmente se divirtió mucho —el omega le agradece y se acomoda el cabello en un gesto de nerviosismo.

En su defensa... no estaba acostumbrado a la extraña amabilidad de su jefe.

—Yo soy quien debería agradecer... También me divertí mucho, Renjun —sonríe ligeramente—. Yo... Creo que ya debería irme el alfa señala su auto.

—Uh... Si —el omega asiente—. Buenas noches, señor Na.

—Buenas noches, Renjun...

Y lo observa marcharse, con el corazón latiendole a mil por hora y con su lobo aullando de felicidad. El lujoso auto desaparece de su campo de visión, dejando a un Renjun confundido y extrañamente feliz.

—Ya estamos aquí —Jaemin anuncia, pese a que ya sabe que todos ya se percataron de sus presencias.

—¿Cómo les fue en el viaje? —pregunta la madre del alfa con una enorme sonrisa plantada en su rostro.

Jungwon por su lado corrió a esconderse detrás de su padre, ganándose rápidamente las miradas enternecidas de los adultos.

—Muy bien señora Na, fue un viaje tranquilo —responde con una sonrisa—. Yo quiero presentarles a alguien muy importante para mi —dice al notar que todos miran al pequeñito que se escondía tras sus piernas—. Él es Jungwon, mi hijo. —dice orgulloso y con una brillante sonrisa.

Jungwon primeramente se mostró tímido, pero una vez su padre le alentó a saludar el pequeño agarró confianza y salió de su escondite.

—Soy Jungwon, pero mi papi y tíos me dicen Wonnie —se presenta jugando con sus deditos y con una tímida sonrisa.

Todos se presentan por su nombres y desbordando ternura por el menor, hasta que la señora Na llega hasta el y se agacha a su altura. La mujer estaba verdaderamente encantada por el menor.

—Hola pequeño —le saluda con una dulce sonrisa—. Soy la madre del tonto alfa que tienes al lado —dice causando que Jungwon se riera cubriendo su boquita con sus manitas y Jaemin miró ofendido a su madre—. Pero si quieres y te hace sentir cómodo... Puedes decirme abuelita —la mujer dice lo último con bonito brillo en sus ojos e ilusión.

Jungwon mira a su padre en busca de su aprobación, y el pequeño sonríe ampliamente al ver el visto bueno de su papi, pues nunca antes había tenido una abuelita.

—Abuelita... —dice tiernamente Jungwon.

La mujer chilla e inevitablemente abraza al pequeño, quien feliz abraza de vuelta a la omega.

—¡Hyunbin, ven acá viejo tonto! ¡Tienes que conocer a tu nieto! —demanda la omega.

Pronto el señor Na se les une y Renjun sonríe ante la calidez del momento, su hijo se mostraba contento y sus ojitos brillaban cada vez que usaba la palabra "abuelos" internamente les agradeció esta oportunidad a los señores Na, gracias por aceptar a su amado hijo y quererlo cómo si de su verdadero nieto se tratara.

—¡Vamos Jungwonnie! ¡Tienes que abrir los regalos que tu abuelo y yo te compramos! —dice la señora Na avanzando hacia las escaleras y tomando de la manito a Jungwon.

Renjun sonríe negando mientras ve las figuras de su hijo y suegra desaparecer por las escaleras.

—Mis disculpas por mi esposa —dice el padre de Jaemin—. YeJin está muy emocionada por la llegada del pequeño Jungwon, hacia mucho tiempo que no la veía tan feliz... —comenta el señor Na con una pequeña sonrisa—. Iré con ellos... Me hace feliz verte de nuevo Renjun, sientete cómo en casa —el señor Hyunbin se despide y se dirige a la planta de arriba.

—Bueno ya que nadie ha dicho dónde dormirás, yo seré quien te guíe y te de el recorrido por la casa —dice su cuñada y Renjun asiente—. Jaemin, amor, vayan y preparen las cosas para la piscina.

Su esposo asiente sin renegar, pero Jaemin frunce el ceño y se niega cruzando sus brazos.

—¿Creíste que estás serían unas vacaciones y tú no harías nada? —su hermana le mira acusadoramente—. ¿Estás loco? Ve y preparen todo para la albercada, que aquí los únicos invitados son Renjun y Wonnie.

Ordena mientras espuja a los dos alfa hacia la parte de afuera, mientras que Renjun le da una última mirada divertida a Jaemin.

—Primero hay que dejar tus cosas en tu habitación —dice la omega mientras le mira con una sonrisa—. Dormirás con tu pequeño, en una habitación exclusiva para ustedes —le dice mientras lo dirige hasta su habitación correspondiente—. Mamá y yo creemos que te será más cómodo dormir separado con tu pequeño de Jaemin...

—Es perfecto, gracias —se limita a responder con un suave sonrisa entre sus labios.

La habitación es un lugar amplio, luminoso y acojedor. Tiene las cuatro paredes pintadas de color verde pistacho las cuales dan un aire de frescura a este lugar. Hay muchos muebles, como armarios, una cama, cómodas, estanterías y un escritorio; También hay una gran ventana por la que casi todo el día entra la luz del sol y se puede observar la hermosa vista del paisaje.

Renjun estaba tan concentrado viendo cada detalle de la lujosa habitación que no era consiente de la sonrisa traviesa de su cuñada.

—Renjun —la omega le llamó—. ¿Alguna vez te has teñido el cabello?

—No realmente... ¿Por qué?

Y es ahí dónde Renjun quería tener poderes de tele transportación y escapar.

—¡El rojo se te verá perfecto! —dice la omega mientras lo arrastraba hacia otra habitación.

Renjun salió tímidamente de la casa, pasando sus manos nerviosamente por sus cabellos ahora rojos. Con la mirada buscó a su pequeño hijo y sonrió al ver que este jugaba animadamente con Jaemin.

Jungwon vestía un tierno traje de baño que consistía en un short azul con estampados de patitos y una camisa a juego. Mientras que el alfa vestía un simple short de baño azul y estaba con el torso desnudo.

Cosa que tal vez y sólo tal vez el alfa hizo suspirar al omega.

Jungwon y Jaemin jugaban alegremente con las pistolas de agua que seguramente la señora Na se había encargado de comprar para el menor. El alfa cargó al pequeño quien con risitas divertidas daba pequeñas patadas al aire al sentir que el alfa le hacía cosquillas. Y Renjun sintió aquella calidez en el pecho nuevamente... Aquella calidez extrañamente que sentía al ver al alfa y a su hijo convivir armoniosamente.

Cómo si fueran padre e hijo.

Su lobo aulló de felicidad y le ordenó unirse a su alfa e hijo. Pero Renjun realmente prefería admirar la hermosa escena desde lejos.

El pequeño Jungwon reía y se divertía al lado del alfa, pero chilló al ver a su padre a unos cuantos metros de él.

—¡Papi, tu cabello es rojo! —dijo corriendo maravillado hasta su progenitor.

El alfa, quien no se había percatado de la presencia de Renjun hasta que el menor corrió despavorido hasta él, se quedó sin aliento al ver al omega.

Definitivamente el rojo era su color.

El omega se encontraba sonrojado hasta las orejas, sin percatarse de la hambrienta mirada del alfa que se encontraba dandole a unos cuantos metros de él. Porque ese traje de baño rojo que el omega estaba usando se amoldaba exquisitamente a su menudo cuerpo y a esos hermosos muslos gruesos, y ni hablar de lo perfecto que se ajustaba ese short rojo a su también exquisito trasero...

Oh Dios...

El alfa suspiró y no salió de su ensoñación hasta que su hermana gritó que ya era hora de almorzar.

—Te miras bien —suelta el alfa una vez llegó hasta el, no podía despegar su mirada del omega, no podía.

—Gracias, usted tan poco está tan mal... —murmura el omega siendo sólo audible para el alfa, quien sonríe satisfecho ante la respuesta de su omega.

Su omega...

Oh Dios... Estaba quedando loco.

Loco por nuestro omega. Le repetía una y otra vez su lobo.

El resto de la tarde fue divertida, Jaemin y Renjun se la pasaron jugando con Jungwon todo el tiempo. Nadaban y jugaban con las pistolas de agua, rápidamente los tres creando un ambiente alegre, cariñoso, amoroso y calido.

Cómo una familia.

La señora Na no desaprovechó la oportunidad y capturó los mejores momentos con su cámara, estaba segura que habrían más de cien fotografías en ella y no esperaba la hora de enmarcarlas.

Cuando la noche cayó, todos decidieron ir a ducharse y cambiarse las prendas húmedas y cenar. Todos disfrutaron de una maravillosa cena, entre risas y una platica amena cenaron. Todos menos el pequeño niño, su padre y Jaemin se fueron a la cama, pues el menor quería mirar las estrellas.

Se encontraban sentados en el verde pasto, admirando la hermosa luna y a sus bellas acompañantes, las estrellas.

—Mira Jungwonnie... Esa estrella brilla tan hermosa cómo tu sonrisa —le dice su padre, dejando un besito en su coronilla.

—¡Papi, tu eres mi luna! —Jungwon dice recostandose en el pecho de su padre, mientras que su bonita sonrisa hacia suspirar a su padre.

—Y tú eres mi sol, siempre iluminando mis días —Renjun le dice de vuelta con una dulce risita y con sus ojitos brillantes.

El alfa simplemente escuchaba al padre e hijo con mucha ternura.

No queriendo hacer ruido alguno y romper el lindo momento de padre e hijo.

—Tú eres mi luna porque eres esa pequeña luz de mis noches oscuras, papi —Jungwon le dice con un tierno bostezo.

El omega sonrió en grande, con sus ojos brillando y con su corazón dando un agradable vuelco, su hijo era su mayor felicidad.

—Iré por mantas, hace frío... —dice el alfa y se retira dejando a solas al omega y su hijo.

—¿Te divertiste, Jungwonnie?

—¡Lo hice! Estoy muy feliz papi ¡Tengo abuelitos! ¡Y me aman mucho! ¿No es así, papi?

—Es así, mi amor...

Renjun se contuvo y retenio aquellas traviesas lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos, ahora era más cuando se preguntaba... ¿Qué hubiera pasado si la situación con sus padres hubiera sido diferente?

—Definitivamente conocerían al magnífico niño que tienen por nieto...

Renjun atrajo más a su cuerpo a su hijo, pegandolo protectoramente hacia él y arullandolo entre sus brazos. Le cantaba una suave melodía mientras el pequeño poco a poco caía dormido entre sus brazos.

—Aquí están las mantas... —el alfa habló bajito al percatarse del menor durmiendo plácidamente entre los brazos de su padre.

—Gracias —Renjun le sonrió y se encargo de tapar cuidadosamente el cuerpecito de su hijo con las mantas.

El alfa por su lado, cubrió al omega con otra manta y se sentó al lado de él, aspirando su aroma y dejándose relajar mirando hacia el cielo.

—Renjun... —Le habló sin despegar su mirada del cielo.

—¿Uh?... Dime.

—Haces un trabajo excelente —Jaemin le mira, y deja a Renjun encantado por el brillo que sus ojos poseían—. Jungwon es un niño increíble... Créeme que no habría mejor padre que tú.

Halagado y nervioso, Renjun baja la mirada tímidamente, incapaz de mantener ese contacto físico con el alfa.

—Jungwon es mi todo... Yo haría cualquier cosa por ver la felicidad plantada en su rostro.

—Lo sé... De eso estoy muy seguro.

Sus miradas chocan y brillan, el tiempo no parece existir y sus lobos agitaban sus colas emocionados. Jaemin le sujeta el rostro con sumo cuidado, apenas con un toque suave le hace estremecer al pelirojo, se miran sin vergüenza, se miran sin miedo y logran percibir el cálido golpe de sus respiraciones. Cierran sus ojos apenas sus labios se rozan, pero sin tocarse... Sus corazones laten fuertemente y sus estómagos sienten un fuerte vuelco por la emoción, y es Renjun quien decide acortar la distancia y unir sus labios por primera vez.

Sabe dulce, cómo caramelo, esponjosos y suaves, así eran los labios del omega.

Sus labios encajan perfectamente, sus labios unidos eran perfectos.

Cuando se separan, lo hacen mirándose a los ojos, abriendo lentamente sus párpados y ambos perdiéndose en sus brillosas miradas.

—Sigue siendo un estupido jefe...

El alfa ríe y roza nuevamente sus labios.

—Lo sé, ser estupido está en mi... —asiente riendo—. Lo siento, tenía... tenía que hacerlo, quería besarte...

—Está bien, yo lo quería también...

Jaemin ríe nuevamente y ahora es el quien acorta la distancia y une nuevamente sus labios en una bella danza lenta.

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