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Único
Jisoo se acurrucó más en él abrigo mientras miraba a su alrededor. Sí tan sólo no se hubiera perdido, no tendría que estar en ese tipo de situación. Calada hasta los huesos, temblando cada vez que la tormenta decidía estallar en él cielo y aunque iluminaba mejor su camino, dudaba que pudiera guiarla mejor.
Suspiró una ronca palabrota que habría escandalizado hasta a sus antepasados, caminó hacía él único enorme edificio que veía ante sus ojos entre aquellos arrozales.
Atravesó las viejas verjas adentrándose en lo que parecía ser las ruinas de una vieja escuela. Él lugar era atemorizante, terrorífico, pero al menos podría servirle como cobijo de la lluvia.
Se escurrió el largo cabello a un lado de su cabeza y dejo un charco de agua junto a ella. Empezaba a desnudarse cuando escuchó el sonido de algo rasgar.
Caminó de puntillas hacia él sonido. Alguien parecía estar leyendo con una voz, que por más seductora le parecía.
Se detuvo en él quicio de una puerta y pasó la mirada por encima de los pupitres vacíos. Una de las sillas crujió, como si alguien acabará de acomodarse. Fue entonces cuando escuchó él sonido detenerse y como si un montón de miradas se hubieran posado sobre ella.
Tragó y desvío la mirada hacia la pizarra.
Un chico de unos cuantos años mayor que ella la miraba con el ceño fruncido. Sostenía en su mano un libro de Literatura y un giz. La pizarra estaba llena de escritos de manuscritos, y poemas de grandes poetas y otros detalles. Como si de una clase se tratará.
-¿Quién eres? .-cuestionaron a la par.
La chica sonrió y avanzó hacía él.
-Soy Kim Jisoo. Estaba resguardándome de la lluvia, ¿y usted?
Le vio levantar la mirada hacia las sillas y chistar. Jisoo parpadeó sin comprender y continuó mirándole con dudas. Empezó a retroceder. Él chico chasqueo la lengua.
-Kim Seokjin.-respondió cerrando con lentitud el libro y mirando por encima del hombro de la menor.-Ahora, sal lentamente por la puerta y cierra tras de sí.
-¿Qué?
-Sólo hazme caso.
Ella retrocedió y se volvio justo al mismo tiempo en que la tormenta volvió a escucharse con fuerza, iluminando la estancia.
Duró sólo un segundo. Pero los vio. Sentados en los asientos como alumnos normales. Adolescentes de preparatoria que la miraban fijamente. Abrió la boca para gritar, cuando de nuevo la oscuridad borró cualquier presencia.
Una mano cubrió su boca y en él mismo instante en que las sillas empezaron a separarse con brusquedad de los asientos, él la arrastró contra el pasillo y cerro las puertas. Estas se sacudieron y soltaron aire helado a través de los quicios y bisagras.
Luego, todo fue silencio, excepto por sus jadeos y él llanto reprimido. Buscó su mirada y lo encontró enfadado con ella, por lo que reflejaba el brillo de sus ojos. Antes de que pudiera preguntar algo, la tomó en brazos y la arrastró por los pasillos hasta lo que parecía ser una antigua sala de profesores, repleta de pergaminos de protección por todos lados.
Cuando él cielo sr iluminó nuevamente, no había nadie aparte de ellos dos en él lugar.
-¿Qué ha sido eso? .-cuestionó finalmente frotándose las mejillas y moviéndose por la habitación nerviosamente.
Él no respondió. Se entretuvo en quitarse la chaqueta y dejarla sobre la mesa, además de abrirse la camisa.
Lo primero que pensó fue que la violaría o algo, así que, ahogando un grito, se protegió con él escritorio escondiéndose tras éste y donde la puerta estuviera a su alcancé.
-Eran fantasmas. Alumnos de ésta antigua preparatoria, ¿ves esto?
Se pasó los dedos por encima de un tatuaje, justo sobre su pectoral y por los Dioses, estaba bien marcado para ser un simple muchacho.
Tragó y cabeceó afirmativamente. Tenía forma de la parte superior de un bastón de sacerdote.
-Por eso no pasó nada conmigo y podía estar dando clases tranquilamente. Ellos se alimentan de tontos perdidos, que terminan en ésta escuela y se asustan cuando los ven. En pocas palabras; se alimentan del miedo. Y hace bastante tiempo que no comen.
Tragó incrédula. Se acercó a él con curiosidad y posó su mano sobre el tatuaje. Él se tensó, pero le permitió tocarle en el transcurso.
La tormenta volvió a sonar, estridente y, brillo blanca y potente.
-Si no fuera porque lo he visto, no le creería.
-Es su decisión.-respondió Jin encogiéndose de hombros y entrecerrando sus ojos.
Hacia mucho tiempo que no tenía contacto con un humano, su tacto era suave y cálido, lo cual le estremeció. Acababa de conocerla y debía de controlar sus instintos. Lo más recomendable era sacarla del edificio lo antes posible, para que pudiera llegar a su destino.
Sin embargo, estaba tan ansioso de más calor que continuaba permitiéndole marcar las formas del tatuaje, con el que había sido bendecido al nacer. Hijo de sacerdotes.
Desterrado a una institución para fantasmas carnívoros. Lo que todo él mundo deseaba.
Su tiempo se había congelado por tal de educar y lograr que algún que otro alumno atravesará el mundo, hasta él lugar que le correspondía como muerto no errante.
Debía evitar que ella continuará ahí, cerca de él. No podía arrastrarla a un mundo como ése. Y sin embargo, estaba respondiendo sus preguntas como si lo necesitará.
En realidad, posiblemente, necesitaba de una mujer.
Tampoco es que fuera un monje.
-¿Ellos no te atacan por esto?
-Así es.-respondió volviendo al momento.-Pero a ti sí lo harán. Tendrás que esperar a que la tormenta cesé y que él son vuelva a salir. Es cuando ellos están durmiendo, hasta la noche.
Jisoo abrió sus ojos con sorpresa.
-¡Pero sí tenemos un temporal de alerta roja encima de nosotros!
-No era tan gravé cuando saliste a la calle.-objetó.
Ella enrojeció.
-Necesitaba salir. Tengo cuentas que pagar. Pero no sabía que tenía que ir tan lejos para sacar dinero y que terminaría por perderme, hasta llegar a este lugar. ¿Por qué no habían señales que advirtieran del peligró?
-Porque nadie que no quiera venir, viene.
-¿Qué quieres decir?
-Adolescentes suicidas, suelen venir aquí a morir. Creen que pueden suicidarse y sin embargo, terminan uniéndose a las filas de los demás una vez los han asesinado.
Jisoo agrandó los ojos enormemente.
-¿Y la policía?
-Le tiene terror a este lugar. Él que más y él que menos da por perdido el cuerpo cuando saben donde ha llegado él chico. Incluso, muchos perdieron familiares aquí, que ahora mismo estarían dispuestos a alimentarse de ellos.
-¿Qué sucede sí se alimentan? ¿Es un problema pasar al... Más allá?
Él mayor bajó la mirada de su rostro a la ropa ajustada contra su cuerpo. Estaba empapada de los píes a la cabeza.
-No, pero son más cabezones. ¿Sabes que puedo ver todo?
-Oh, venga ya.-río inocentemente.
-Lo digo sinceramente. Tu sujetador es color rojo, con bordados y encajes.
Su rostro pasó del pálido al carmesí en un segundo. Cubriéndose con un gritillo, le dio la espalda.
Jin maldijo entre dientes, al ver como su desastrosa intento de aliviarse un poco sexualmente, se iba al traste. De todas las mujeres del mundo que podían haberse perdido, tenia que tocarle una tímida de ese tipo.
Sin embargo, no pudo evitar alargar la mano y enterrarla en sus largos cabellos húmedos.
-Lo siento.
Jisoo le miró por encima del hombro. Ese chico tenía un gesto de timidez y travesura en su rostro, que era puramente atrayente. Sus ojos eran sincetos y a la vez, escondían un secreto que le encantaría descubrir.
Siempre había estado preocupada con sus relaciones sentimentales. De que la gente no la mirará mal, por tener un novio y pocas veces había sentido realmente la necesidad de desnudarse y apretarse contra otra persona.
¿Qué tenía éste muchacho?
Le miró con cautela.
-¿Tiene algo con lo que pueda cambiarme?
Él se lamió los labios y asintió.
Quitando la mano de sus cabellos, se volvió hacia un mueble, para sacar algo de ropa seca. Una camisa y unos vaqueros.
Tomó la camisa y le dio la espalda para buscar cobijo, junto a dos escritores y cambiarse.
Jin esperó y para entretenerse, preparó algo de café e intentó pensar en otra cosa que no fuera en sus partes privadas, y aplacará la erección.
Joder. Parecia estar en una de esas novelas rosas, en las que él tipo solo pensaba en su miembro.
-Ya esta.
Bien. Literalmente, toda su sangre fue directamente a su sexo en ese momento.
Con el cabello cayendo alrededor de sí misma y cubierta solo por la camisa. Ella salió detrás del escritorio, caminando de puntillas sobre él frío suelo y sus senos saltaron contra la tela blanca en señal de ser libres.
Oh, mierda.
-¿Tienes idea, de que eso hace que tenga ganas de tocarte?
Ella río con timidez, caminó hasta la cafetería y se calentó las manos en la jarra, hasta que no pudo soportar más él calor.
Él avanzó y tras cogerle las manos, tiró de ella para que las metiera bajo sus brazos.
Bien. Él podía darle calor, y de muchos modos.
Ella se dejo hacer e incluso, cosquilleo su piel contra las uñas hasta pegar más sus cuerpos. Sintió la dureza de sus senos al aplastarse contra su torso, y agradeció no haberse cerrado la camisa. Cuando se inclinó para besarla, ella dudo; rozando su nariz temerosa contra su mejilla y, finalmente, cedió a sus labios.
Torpe y enloquecido por él beso, frotó sus labios con fuerza contra ella, apretándola contra sí. Hasta que pudo invadir su boca y perderse en el sabor a lluvia y mujer.
Tantos años sin probar flor suave contra sus labios, sin recibir como respuesta la cálida sensación de una lengua contra la suya. O sentir como sus huesos encajaban contra los de otra persona, de una forma, tan perfecta aún superándola por varios centímetros.
La cargó fácilmente en sus fuertes brazos, escondiendo su rostro entre los montes femeninos y la sentó sobre la vieja silla gruñona, que era la más limpia en aquél lugar. Se arrodillo frente a ella y escondió nuevamente su rostro en su pecho, abriendo los botones hasta que su boca encontró el pequeño agujerito de su ombligo.
Ella suspiró cuando lo sintió presionar contra sus muslos, para abrirla más a él y tal como había sospechado, la falta de ropa interior era un detalle sumamente encantador y sexy.
¿Sinceramente? No tenia mucho tiempo para más allá que lo que deseaba.
Bajó más su rostro hasta enterrselo entre las suaves formas de su sexo y disfrutó de su nariz, cosquilleando ente los rizos y como sus labios besaban otros que estaban muy por debajo de su cintura. Hasta que la sintió estallar contra su garganta y saboreó su esencia femenina, dulce y pegajosa contra su lengua.
Se incorporó, lamiéndose los labios y clavó la mirada en ella.
La muchacha levantó la visga hacia él, jadeante y con la vergüenza de sus gritos, paso una mano por su torso, hasta descender justo a sus partes y apretarle.
Tiró del cinturón más hacia ella, abriéndole hasta que su dureza quedó a su altura y con una sorpresa imposible de dibujar, le observó.
-Cielos.-exclamó.
Él dudó.
-¿Eres virgen?
-No.-reconoció frunciendo el ceño.-¿Es un impedimento?
-Para nada, eso lo mejora.
Ella sonrió con timidez, algo que no calzaba demasiado con la idea de que sus dedos estaban pasando por su sexo, incitándolo y endureciéndolo más si era posible. Se sintió demasiado cerca, retirándose hacia atrás.
-¿Será un problema hacerlo para ti? .-cuestionó.
Jisoo abrió los ojos sorprendida por su pregunta.
-Oh, por dios, ¿dé que época eres?
Él sacudió la cabeza y encogió sus hombros.
-De antes que nacieras, seguramente, hace unos setenta años.
Ella abrió la boca en sorpresa y él le metió la lengua, saboreándola una vez más. Jisoo apretó las manos en su ancha espalda y rozó sus senos contra su erección, antes de echarse hacía atrás.
Él la levanto nuevamente, y esta vez, la cargó hasta un camastro en una esquina. Apartó cuadernos y libros con un movimiento de brazo y se sentó con ella encima, besando sus hombros con una devoción que jamás esperó tener por nadie.
Sintió las rodillas contra sus caderas u la presión contra su miembro. Jisoo lo ahuecó y guió directamente hasta el lugar aislado de ambos y cuando la penetró, gruñó entre dientes por la maravillosa sensación de sentirse unificado a una mujer después de tantos años.
Se tomo su tiempo en disco de la sensación de estar dentro de ella, que lo apresará en pequeños espasmos, mientras se acomodaba a él, hasta que por la misma ansiedad de el comenzará a removerse con pequeños gemidos infantiles, en busca de un motivo para su presencia en su interior.
Y él se lo dio.
Golpeó contra ella, adentrándose hasta lo más profundo de su ser. La sintió clavarle las uñas en los hombros, sacudirse en escalofríos y gritillos abogados sobre sí mismo. Hundirse a su comodidad y marcar el ritmo hasta el punto culminante de su propia necesidad.
Se vacío en ella más de lo que jamás había hecho en su propia mano.
Agotado, apoyó la boca contra su hombro desnudo, besando su piel, saboreando el aroma a sudor y lluvia que la tormenta había dejado en ella.
La luz estalló con un eco sonoro. La menor se aferró a él con un grito.
Las puertas de sacudieron por un instante y alguien le gritó que la entregará, que tenía hambre.
Seokjin la aferró de las caderas con fuerza y miró hacia la puerta con posesión. A través de los cristales, vio a varios de ellos mirarle con miedo y alejarse rápidamente.
No iba a entregársela a nadie.
👻
Horas más tarde, Jisoo despertó con las caderas adoloridas y recordando la segunda ronda de sexo fantástico, que habían terminando con increíbles orgasmos, dejándole a su vientre una sensación de relajamiento exquisita.
Se apoyó sobre los codos para observar la habitación.
Jin estaba dormido a su lado, roncando, con la mano sobre su vientre y una vieja sábana cubriéndole hasta las caderas.
Era realmente guapo. Muchísimo.
Se frotó las mejillas, avergonzada y recordando que acababa de tener él mejor sexo de su vida con un desconocido que aseguraba tener más de setenta y tantos años.
Sinceramente, se conservaba de maravilla de ser así.
Vio su tatuaje brillar cuando la estancia volvió a iluminarse, gracias a la fuerte tormenta. Sonrió y acarició la forma antes de salir de la cama, acomodándose la camisa nuevamente y asomarse a la ventana.
El vendaval era terriblemente y por las nubes, la tormenta no quería alejarse.
Por un lado, disfrutaba con la idea de tener que quedarse más tiempo. Tampoco nadie echaría de menos en su hogar.
Miró hacia el hombre en la cama, él cual movió el brazo como si la buscará y despertó para clavar sus ojos en ella.
Más brillantes. Más marrones.
-¿Crees que podría quedarme para siempre aquí? .-cuestionó.
Él bostezo y se rascó el mentón.
-Nunca nadie ha querido eso.
Señaló con la cabeza hacia las puertas, donde los fantasmas parecían divertirse con las puertas que abrían y cerraban, dando un aspecto tétrico a la vieja escuela. Ella sonrió y se acerco hasta él para acomodarse sobre sus piernas.
-¿A caso, no me protegerías?
La mirada que le dedicó, demostraba que sí. Completamente.
La estrecho entre sus fuertes brazos y le dio él beso más caliente que nunca en su vida había recibido, hinchándole él pecho con tanta fuerza que sintió un estallido en su pecho, como si acabará de explotarle de pura felicidad. Al separarse, jadeaba.
Él miró hacia la obertura de la camisa y con una tierna caricia, la hizo a un lado.
-Esperó, que nunca te arrepientas de tus palabras.
-¿Por qué?
-Mira por ti misma.
Ella bajó la mirada. Él retiró sus dedos.
Justo donde sus yemas habían estado acariciándole, se había formado sobre su piel.
La causa del estallido. La explosión de su corazón.
-¿Ahora... ?
Jin sonrió de lado, orgulloso.
-Ahora, nunca jamás podrán tocarte. Pero a cambió de ello, nunca podrás salir al exterior. Vivirás para siempre bajó está tormenta.
Jisoo le besó los labios y supo entonces, que nada importaba.
Había encontrado su sitió.
Con tormenta o sin ella.
🍃🌺🍃
Momo
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