𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗳𝗶𝘃𝗲

▃▃▃▃ 𝗦𝗧𝗔𝗥𝗦:
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𝐌𝐎𝐕𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐄 𝐏𝐎𝐃𝐄𝐑

La chica cruzó la puerta del salón, aún sintiendo una leve presión en su pecho debido a lo que había sucedido en la cancha. Al instante, sus compañeros se acercaron para llenarla de preguntas.


— Dalmi, ¿estás bien? — preguntó Suho, acercándose con una expresión seria en el rostro.

La mencionada intentó sonreír, pero su sonrisa fue débil, simplemente quería que el día acabará para poder descansar.

Suho miró a los demás, y aunque no dijeron nada, el silencio y las miradas preocupadas hablaron por ellos.

— Solo un poco cansada, no se preocupen — dijo rápidamente, pues no tenía muchos ánimos de hablar con Suho.

Había tenido en mente de nuevo aquellos pensamientos, como su amigo no había aparecido para ayudarla, en cambio, fue el chico con el que Suho no se llevaba bien.

Seo Jun, que estaba sentado un poco más alejado, observó a Dalmi con atención. No dijo nada, pero su mirada se detuvo en su figura mientras todos hablaban alrededor de ella.

No era el tipo de persona que se involucrara en esos temas, pero algo en su interior le decía que había algo más.

Al principio pensó que solo era su salud lo que le preocupaba, pero a medida que el día avanzaba, notó que había algo más, una atracción leve que no sabía cómo manejar.

¿Por qué me importa tanto? — pensó el chico, frunciendo el ceño mientras miraba a Dalmi — No es como si la conociera mucho, es solo que... — su mente divagaba, pero antes de que pudiera llegar a una conclusión, se obligó a callar esos pensamientos — Debo dejar de pensar en eso, no tiene sentido, está enferma, por eso me preocupa.

Seo Jun se pasó la mano por el cabello con frustración. Había algo en la forma en que ella luchaba por mantenerse firme, algo que lo hacía recordar a su madre, a esa mujer tan frágil en su salud, y cómo él tenía que lidiar con su enfermedad.

Esa misma preocupación que sentía ahora hacia Dalmi, era la misma que sentía por su madre, pero rápidamente se reprendió a sí mismo por pensar en ello.

No es lo mismo, no la conozco de esa manera...

En ese instante, la puerta se abrió de nuevo y todos los estudiantes se callaron al ver al director de la escuela entrar, seguido de un hombre que Dalmi reconoció de inmediato.

Su padre, Seo Doyun, estaba allí, y su rostro denotaba una expresión que dejaba claro que algo grave estaba a punto de ocurrir.

— Dalmi, ven aquí — ordenó su padre, con un tono que no dejaba espacio para discusión.

La castaña se levantó de inmediato y salió de la clase sin decir palabra alguna, aunque sentía la mirada preocupada de sus compañeros sobre ella.

Cuando entraron a la oficina del director, Seo Doyun comenzó a hablar con una voz que imponía respeto. Su hija no podía evitar sentirse incómoda ante la forma en que su padre se encargaba de todo.

— Este asunto no puede quedarse así — dijo Seo Doyun, su tono firme y su postura altiva — El profesor que la hizo correr sabiendo sobre su enfermedad debe ser despedido inmediatamente — exigió — No voy a permitir que alguien ponga en riesgo la salud de mi hija.

Dalmi intentó intervenir, pero su padre la interrumpió antes de que pudiera decir algo.

— No te preocupes, Dalmi, esto no es tu culpa, yo me haré cargo de todo — dijo Seo, sin mirarla directamente.

El director, visiblemente incómodo, intentó defender al profesor.

— Señor Seo, entiendo su preocupación, pero despedir a un profesor tan fácilmente…

— Mi hija es una Seo, no una niña cualquiera — cortó el empresario con voz baja pero demandante — Si ustedes no despiden a ese profesor inmediatamente, no me quedo aquí — el director alzó ambas cejas preocupado — Mi empresa podría retirar todo el patrocinio a esta secundaria, no quiero imaginar las consecuencias para ustedes si me veo en la necesidad de hacerlo.

Dalmi quedó en silencio, sintiéndose aún más incómoda. La manera en que su padre manejaba la situación la hacía sentirse como una carga, aunque sabía que lo hacía por su bienestar.

Aunque no podía evitar que su conciencia se revolviera al ver cómo su padre usaba su poder para que todo saliera a su favor.

El director, incapaz de hacer nada más, asintió nervioso.

— Entiendo, señor Seo, tomaremos las medidas que usted y su hija manden.

Dalmi miró al director y luego a su padre, que parecía completamente seguro de lo que había hecho.

Justo cuando iban a salir de la oficina, Seo Jun apareció en el pasillo, caminando hacia ellos, no le dijo nada a Dalmi, pero su mirada la encontró de inmediato.

Parecía como si estuviera allí por casualidad, pero la adolescente notó la forma en que sus ojos se detuvieron en ella por un segundo.

El chico Han no dijo nada, pero se alejó lentamente, dejando pensando a la chica sobre cómo anteriormente la había ayudado, y ahora parecía no querer acercarse.

Suspiró mientras su padre la guiaba hacia la salida, y aunque su mente estaba llena de preguntas, no dijo nada más.

Solo le quedaba aceptar lo que había pasado, aunque el peso de las decisiones de su padre le dejara un sabor amargo.

Cuando salieron de las instalaciones, el ambiente se sentía tenso, el sonido de sus pasos resonaba en el lugar vacío.

Ella caminaba en silencio, y su padre, a su lado, mantenía una postura firme y segura, como siempre lo hacía cuando algo salía a su gusto.

— No te preocupes, hija — dijo Seo Doyun, mirando al frente con calma en su voz — Ese profesor no tendrá trabajo en mucho tiempo — acomodó su saco — Ya he dejado claro que no toleraré que nadie ponga en riesgo tu salud.

Dalmi, aunque agradecía la protección de su padre, no podía evitar sentirse un poco incómoda con la forma en que todo había sucedido.

Sabía que su padre tenía los recursos y la influencia para hacer que las cosas se resolvieran a su manera, pero eso no le hacía sentir que la situación estaba bien.

— Papá, no necesitabas hacer todo eso... — comenzó, mirando al suelo, sin querer enfrentar la mirada de su padre. — Yo… solo fue un accidente, no era para tanto.

Seo Doyun la miró de reojo, su expresión inquebrantable.

— Un accidente, dices… — repitió, su voz baja pero llena de autoridad — ¿Te parece un accidente que te hayan hecho correr, sabiendo que tienes problemas de salud? — le cuestionó — Ese profesor no merece seguir en esta secundaria, no me importa lo que digan.

Dalmi se mordió el labio, sintiendo una punzada de incomodidad. Aunque su padre lo hacía por ella, no le gustaba la forma en que todo se manejaba, como si todo fuera un juego de poder, donde ella solo era una pieza más en su estrategia.

— Pero, papá… — intentó decir, pero su padre la interrumpió, con un tono que no dejaba espacio para más palabras.

— Ya está resuelto, Dalmi, no tienes que preocuparte más por eso — aclaró, mientras la tomaba de los hombros — A veces, las cosas se hacen de la manera más rápida y eficaz — sin dudarlo le mostró su cartera — No puedo permitir que algo así vuelva a suceder.

Dalmi guardó silencio, mirando a su padre, sabiendo que no había mucho más que decir. A pesar de la gratitud que sentía por su protección, algo en su interior le molestaba.

— No quiero que las cosas se resuelvan así… — murmuró en voz baja, casi para sí misma, sin que él la escuchara.

Él no respondió, pero su paso no vaciló mientras avanzaba hacia la salida. Dalmi lo siguió, sin saber si debía sentirse aliviada o culpable por lo sucedido.

La conversación quedó en el aire, y el peso de las decisiones de su padre quedó claro. Todo se había hecho para protegerla, pero no de la manera que ella deseaba.

— Desde mañana tomaré el bus — habló la castaña al subir al auto, no parecía pedir permiso, más bien, era un aviso.

Seo Doyun la miró por unos segundos, simplemente asintiendo ante tal comentario, pensando en lo poco que dudaría su hija con tal decisión.


La chica Seo estaba en su habitación, sentada en la cama con el celular en las manos.

Ya era tarde y no había mucho que hacer, así que aprovechó para responder algunos mensajes que sus compañeros le habían mandado, todos preguntandole si es que ya se encontraba mejor, aunque notó como Soojin le había enviado un mensaje diferente a los demás.

¿Has escuchado lo que dicen en la secundaria?

Muchos están diciendo que tu padre fue para darle un escarmiento al profesor de deportes, incluso algunos creen que amenazó al director para que lo despidieran.

Dalmi leyó el mensaje con una mueca de incomodidad.

El escándalo que su padre había causado comenzaba a convertirse en tema de conversación en toda la escuela, y aunque ella no quería hablar sobre ello, parecía que era imposible evitarlo.

La preocupación de Soojin era evidente en cada uno de sus mensajes, pero Dalmi prefería no entrar en detalles.

No te preocupes, Soojin. Todo está bien, solo fue algo que mi padre decidió hacer a su manera.

Contesto de inmediato, obtuviendo después de algunos segundos otro texto.

Pero, Dalmi, no es algo tan sencillo… Siento que te está afectando más de lo que dices.

Aquello hizo suspirar a la castaña.

Estoy bien, gracias por preocuparte.

Finalizó la conversación, saliéndose de inmediato del chat de su amiga y justo cuando apagaría su celular, vibró nuevamente, esta vez con una llamada entrante de un número desconocido, frunció el ceño, algo confundida, ya que no esperaba ninguna llamada a esas horas, y dudaba si atenderla o no.

Finalmente, decidió contestar, con la curiosidad ganando.

— ¿Hola? — respondió, sintiendo un ligero nerviosismo.

Al otro lado de la línea, una voz familiar, aunque un poco tensa, respondió.

¿Dalmi? — la voz era clara, y la chica reconoció al instante el tono de Seo Jun.

Un pequeño shock recorrió su cuerpo al escuchar su nombre, y por un segundo no supo qué decir.

No entendía por qué el chico la estaba llamando, había sido un día complicado y su mente estaba aún procesando todo lo ocurrido.

— Ah, ¿Seo Jun? — contestó, algo sorprendida. — ¿Cómo tienes mi número?

Suspiró ligeramente antes de responder, algo que Dalmi encontró extraño, como si estuviera evitando decir algo.

Lo obtuve de Sooah, ella me lo dio — explicó sin más, intentando sonar lo más casual posible. — Quería saber cómo estabas después de todo lo de hoy.

Dalmi sintió una pequeña punzada de incomodidad al escuchar su tono, que era suave pero cargado de una ligera preocupación que no estaba acostumbrada a escuchar de él.

No sabía por qué, pero se sintió un poco más aliviada de saber que él se había tomado un momento para llamarla.

— Estoy bien — contestó rápidamente, tratando de restarle importancia — Solo fue un poco incómodo, pero ya pasó.

El pelinegro hizo una breve pausa, como si estuviera buscando las palabras correctas para seguir con la conversación.

Ah, también... — continuó, su voz cambiando ligeramente de tono — Recuerda que te llevaste mi casco, tienes que devolverlo.

La castaña no pudo evitar sentir que Seo Jun estaba tratando de justificar la llamada, pero, al mismo tiempo, una parte de ella comprendió que era su manera de disculparse o de romper el hielo.

La idea de que le hablara por un motivo tan trivial, después de todo lo sucedido, la hizo sentirse un poco más relajada, aunque aún no completamente tranquila.

— Ah, el casco — repitió Dalmi, con una sonrisa algo forzada — Trataré de llevarlo mañana.

Seo Jun murmuró algo que sonó como un gracias y luego hubo un silencio incómodo por un momento.

Dalmi no estaba segura de qué más decir, pero no quería que la conversación terminara de manera abrupta.

Algo en la voz de Seo Jun la hizo sentir que había más que solo la preocupación por el casco, pero no quería indagar demasiado en eso.

Bueno, espero que descanses bien — dijo Seo Jun, rompiendo el silencio con un tono más relajado.

Dalmi pensó por un momento, y aunque no estaba completamente segura de qué más agregar, no quería parecer distante.

— Gracias por llamar, Seo Jun — respondió con sinceridad — También espero que todo esté bien contigo.

Seo Jun, al otro lado de la línea, hizo un sonido que pudo ser interpretado como una pequeña risa o un suspiro.

Nos vemos mañana — dijo antes de colgar, dejándola con un extraño sentimiento de inquietud.

Dalmi se quedó mirando su celular, aún procesando la breve conversación.

Apesar de que había sido relativamente corta y aparentemente sin importancia, algo sobre la llamada la hacía sentirse algo desconcertada.


¿Qué había sido eso?

No lo sabía, pero se dio cuenta de algo, había algo en ese chico que la inquietaba. No solo por lo que había pasado en la cancha, sino por cómo parecía preocuparse por ella, a su manera.

Eso la hacía sentirse confundida y, quizás, un poco más vulnerable de lo que deseaba.

Con una leve exhalación, Dalmi se recostó en la cama, dejando que su mente divagara entre los mensajes de Soojin, las palabras de su padre, y ahora, la llamada inesperada de Han Seo Jun.

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