- ᴇᴘɪ́ʟᴏɢᴏ -

Las pesadillas no desaparecieron. Tampoco es como que creyeran que fueran a desaparecer, inclusive las pesadillas en ocasiones le seguían despierta.

La fobia por los espejos seguía presente, y solo hacia por evitarlos lo más posible.

Comenzaba a llevar una vida tranquila, su padre le había llevado a vivir con la otra familia que tenía, siendo así que terminó por conocer a dos medios hermanos menores a ella. Las noches que despertaba gritando, siempre uno de ellos iba corriendo a su habitación a intentar calmarla. Era algo que aún cuando no pudiera contar de los sucesos reales, ya no estaba sola.

Atribuían sus pesadillas a la terrible forma en que habían asesinado a su madre, por lo que no recibía preguntas solo dulces palabras de aliento y consuelo por parte de ambos ignorando todo ello respecto a los reflejos y su mundo tan extraño. Era esto un secreto que se llevaría para siempre consigo, aún así ya no era un peso con el que cargará sola.

Se había encariñado rápidamente con aquellos dos chicos, jamás la trataron de extraña pese a serlo, no existían las diferencias, eran solo ellos y nada más. Era como si ahora verdaderamente comenzará a crear una familia.

Pasaba de varias noches en vela, con aquella chaqueta de cuero negra entre brazos con la mirada perdida en la luna que se asomaba por su ventana. Jay jamás había ido por su chaqueta, en algún punto agradecía tener un recuerdo de él.

Se había inscrito a un curso de dibujo por las tardes, haría todo por hacer un retrato de él antes de que olvidará su facciones por completo, había pasado ya año y medio de todo ello que comenzaba a olvidar lentamente los detalles de su rostro.

— ¿Es tu novio?

Jiyu levantó la mirada de su dibujo. Una chica de cabello negro con un mechón rosa se le había acercado observando su dibujo.

— Siempre dibujas a la misma persona — agregó.

Jiyu llevó una mano a su nuca sonriendo algo tímida, la chica le miraba atentamente, la forma de sus ojos le daban una mirada afilada, aún así se mostraba amigable la chica. EL aula estaba semi vacía, aún no terminaban de llegar todos quienes formaban parte del curso, el lugar a su costado seguía libre, sin embargo la chica colocó sus cosas, hoy compartiría lugar con ella.

— Algo así — comentó apenada — Terminamos hace tiempo.

Sonrió sin gracia volvió a fijar su vista en el boceto que tenía, suspiró; el salón se fue llenando. Notó como la chica quiso preguntar más, pero otra compañera se acercó a sacarle plática olvidándose del asunto. Jiyu no dijo más, volvió su vista al frente en donde se concentró en un solo punto, la chica del asiento de adelante tenía de varios tatuajes en sus brazos, sin embargo, lo que captó su atención del todo fue las notorias cicatrices de cortadas que con la tinta buscaba tapar. 

Se disponía a tomar el autobús para volver a casa, cuando dislumbró a la chica de tatuajes meterse entre uno de los callejones, miró su reloj, aún faltaba para que pasara el autobús a lo que se encamino para ir detrás de ella por entre los callejones. Había algo en ella que le había atrapado, sentía que si la seguía podría encontrar algo de lo cual no siquiera sabía que era.

Era una tarde fría, amenazaba con que en cualquier momento comenzaría de la lluvia, el cielo era de un gris claro y en el viento se podía sentir la humedad del ambiente. Acomodó su cabello tras su oído apretando el peso, para luego frenar de golpe.

El aliento escapó por su labios quedándose congelada ante lo que tenía delante suyo, iba retroceder cuando chocó son alguien.

— Me parece que tienes algo que me pertenece.

Aún estática en su lugar, una lágrima descendió con gran velocidad por su mejilla, y luego el cielo se soltó para dar pasar a una suave lluvia que los fue empapando, mientras se mantenían quietos en el mismo lugar.


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