- ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏ: ᴋɪᴍ sᴜɴᴏᴏ -
Salió de la habitación un tanto molesto mientras otras tres personas le seguían, uno de estos llamándolo continuamente para hacerlo entrar en razón. Haciendo caso omiso terminó dirigiéndose a uno de los jardines del palacio para poder tomarse un respiro.
Se apoyó en la barandilla con ambas manos mientras intentaba aclarar sus pensamientos, volvió a escuchar que uno de sus sirvientes le llamó y cuando estaba por replicar de que quería estar solo notó como su madre se acercaba a él con esa sonrisa tan carismática que siempre portaba.
El enojo se disipó rápidamente mientras sonreía con gran ternura hacia su madre, hasta que quedó frente a él, sus damas de compañía se alejaron un poco para darles de su espacio. Sunoo aprovechó para darle un rápido abrazo a su madre y luego ambos caminar por el enorme jardín en dónde comenzaron a conversar, claro, sabía bien que su madre había venido a buscarlo después del escándalo armado en su pequeña reunión con su padre.
Sin embargo no podía enojarse con ella, no podía reclamarle, amaba mucho a su madre, era su sol. Por lo que se intentaba mantenerse sonriente, lo cuál le fue imposible, cuando ella comenzó a toser notó como el pañuelo blanco que tenía entre sus manos se tiñó de escarlata.
— Deberías estar descansando — dijo él un tanto preocupado.
— Sunoo, estoy bien — habló ella en un tono armonioso mientras intentaba ocultar el pañuelo que él ya había visto — Es por la temporada.
Claro que él no le creyó, así que sonrió con cierta tristeza apartando su vista de aquel pañuelo manchado caminando lentamente. El enojo provocado por su padre volvía a arder, y es que aún cuando fueran solo sospechas, él tenía razón aún cuando lo hubieran tachado de el levantar calumnias contras sus hermanos.
— Nunca te has enfermado por los cambios de estación, madre — habló en un tono triste — Por favor, habla tu con mi padre, no me ha querido hacer caso, por más que se lo diga.
Su madre tomó el rostro de Sunoo, acariciando de aquellas regordetas mejillas con gran ternura, él amaba tanto las muestras de cariño de su madre. Tenía la fortuna de tener la madre más amorosa de todos, y no era por alardear, aquello era una realidad, entre todos sus hermanos, era él a quien verdaderamente era tratado con amor.
— Hijo, es solo eso, estoy bien — intentó por volver a tranquilizarlo.
Entendió entonces que su madre no quería ayuda, al menos no de su padre. Claro, él en su lugar también lo rechazaría, después de todo, su madre había sido desterrada del palacio en dónde su padre mayoritariamente estaba, permitiendo únicamente de esporádicas visitas.
— Está bien — terminó por ceder.
No, no iba a quedarse con los brazos cruzados, investigaría por cuenta propia para castigar el culpable, y es que cómo podría dormir tranquilo cuando tenía la sospecha de que su madre estaba siendo envenenada por alguno de sus hermanos o las madres de sus otros hermanos.
Eran tiempos un tanto complicados, su padre ya estaba algo viejo, por lo que, inclusive él, ansiaba por el anuncio de quién de entre todos ascendería al trono, y era este mismo hecho el que mantenía a todos en alerta, cada quien moviéndose por intereses propios, con tal de alcanzar el trono.
Y su padre, simplemente ignoraba ello, los problemas internos pasaban a segundo plano estando en plena invasión, es que para todos era una situación crítica.
— Hijo — volvió a llamar dulcemente su madre — Olvida lo que sea que estés investigando, los rumores se han corrido, dicen que has perdido la cabeza o has sido tocado por el demonio...
Sunoo suspiró pesadamente, notó el rostro afligido de su madre, claro, era su único hijo, obviamente estaría preocupada por lo que fuera que sucediera a su alrededor, no quería dejar de lado su investigación, sentía él tener de un avance significativo, aparte de ser algo completamente no visto, y era este mismo último punto por lo que los rumores acerca del príncipe loco se había extendido por todo el reino.
— Madre, los espejos son... — habló al cabo de un rato.
— Sunoo — interrumpió — Estoy enferma, estamos en mitad de una invasión y pronto habrá un nuevo rey, por favor, no me des más preocupaciones, querido hijo mío... Tu no estás loco, ¿Verdad?
Se quedó en silencio, se sentía ciertamente algo dolido, inclusive su querida madre desconfiaba de él, también creyéndolo como todos, el príncipe que había perdido la cabeza.
Le terminó sonriendo para calmarla.
— No madre, cambiaré para ser un buen gobernante — terminó por decir.
No hablaron más después de ellos, su madre tuvo que marcharse al palacio en dónde había sido exiliada y él volvió a su aposento. Pasaba más de media noche y aún mantenía las velas encendidas mientras escribía con tinta cada cosa nueva que podía.
Le sonrió amablemente a su reflejo en el pequeño espejo que tenía, mientras que este solo desvío la mirada.
Recordaba perfectamente ese día en el que se interesó por su reflejo propio, realmente no tenía mucho tiempo de ello, había escuchado en diversas ocasiones de chamanes decir que los espejos conducían a otras realidades o bien, podrían mostrarte de sucesos futuros, cosas en para ese entonces el solo creía que se trataban de patrañas.
No hasta esa ocasión que en un entrenamiento, que por su parte era un juego entre hermanos, quiso herirlo adrede, lo supo cuando lo hizo caer y luego fue corriendo contra él con la espada con la intención de hacerle una herida en el torso.
En un momento pudo ver su reflejo en el filo de la espada de como se movió por cuenta propia haciendo caer al reflejo de su hermano, que por consecuente, si hermano también tropezó, o más bien, pareciera como si hubiera sido tirado de una soga invisible ante sus ojos y cayó antes de que pudiera herirle gravemente. Quedando así con un ligero corte en su mejilla, mientras seguía completamente aturdido por lo sucedido, en su rostro no había nada mas que estupor reflejado.
Fue ahí cuando empezó a quedarse hasta altas horas de la noche investigando acerca de ello, por supuesto que en un principio no obtuvo nada, pensó incluso que verdaderamente estaba loco y había sido solo una visión errónea debido al momento. Pero ahora, de alguna forma había logrado poder avanzar, lento, muy lento, pero a paso seguro.
A estas alturas no estaba tan interesado en convertirse en gobernante, solo quería investigar y conocer de ese nuevo mundo desconocido que siempre estuvo a la vista de todos y la vez tan oculto, estaba completamente fascinado ante cada nueva cosa que descubría, haciéndose de miles de planes de como usar esto a su favor.
Los rumores eran cada vez mas fuertes, y aunque el jurara no haber perdido el juicio, ante los ojos de todos, Sunoo no era mas que esa promesa rota de un buen gobernante, había sido el príncipe favorito por gran parte de la corte, y ahora, solo obtenía el chasco y el rechazo por su perdida de cordura notable.
— No he perdido la cabeza, madre — decía — Lo que te digo es cierto, el espejo dice verdades, son...
— Sunoo, te amo tanto hijo mío, he deseado que seas el próximo rey — interrumpió ella con voz débil — Deja eso de una buena vez, te he educado para algo mejor.
El pelinegro dejó de caminar por la habitación notando la decepción en el semblante de su madre, estaba bastante deteriorada, se veía tan cansada, no parecía esa mujer fuerte llena de lividez, la escuchó toser, un ataque fuerte de tos que varios de sus criados corrieron a socorrerle con varios pañuelos que uno a uno tiñó de carmesí. Salió de la habitación completamente enojado, incluso su madre creía que estaba loco, su madre quién le apoyaba incondicionalmente.
Y luego, para horas mas tarde enterarse del fallecimiento de esta misma.
Quizá y debía cumplir con su última petición antes de morir, quizás y debía olvidarse de su investigación para centrarse en ser el futuro rey, su madre jamás se había equivocado, y merecía cumplir de su voluntad.
Un tanto dolido, quemó uno a uno de todos aquellos pergamino en donde había estado anotando de cada uno de sus descubrimientos, viendo en medio de lágrimas que escurrían en silencio por su rostro como estos se consumían hasta volverse cenizas, uno a uno.
Nuevamente sería ese príncipe amado por el pueblo, volvería a ser el favorito de la corte, es sería el próximo rey...
Leves golpes en el espejo lo alertaron notando de su reflejo algo desesperado por captar su atención, harto de esto quiso romper el espejo cuando su reflejo señaló detrás suyo, curioso se giró solo para recibir una flecha justo en su entrecejo.
Y luego un montón mas que lo terminaron hacer caer mientras hilos finos de sangre comenzaban a escurrir, el espejo se rompió en pedazos, y lo último que vio antes de morir fue a su propio reflejo correr tras su hermano para asesinarle.
Era Sunoo un príncipe maldito, aún cuando su palabra hubiera estado llena de razón.
『Playlist』
♫︎ Hand of Sorrow - Within Temptation
♫︎
•
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top