Prólogo.
Hanahaki, o bien: vómito de flores. Esa letal enfermedad que se estaba extendiendo mundialmente hablando, que estaba cobrando vidas consecutivamente, que estaba dejando a mucha gente sin la posibilidad de amar, que estaba haciendo sufrir a muchas personas matándolas lentamente.
Según estudios, los primeros casos empezaron a aparecer alrededor de treinta años atrás, pero se mantuvieron aislados al no saber qué era esto; no querían alarmar a nadie sin haber fundamentos y pruebas de lo que estaba ocurriendo. Digo, no era común que gente escupiera sangre con diversos pétalos de flores y que, con el tiempo, falleciera, o que algunos -muy pocos, casi nulos- se curaran "mágicamente". Era toda una locura para los más grandes doctores, pues los síntomas no concordaban con ninguna enfermedad antes vista.
Fue un poco sencillo encontrar la respuesta, pero no fue creída al instante. Era científicamente imposible.
Los primeros casos fueron encontrados en oriente -de ahí el nombre-, aunque fue extendiéndose por todo el mundo poco a poco; ninguno se salvó. Parecía una epidemia de nunca acabar.
Los casos se fueron investigando más profundamente, al grado de abrir el interior de los cuerpos que lo padecían, mas grande fue la sorpresa al hallar flores -rosas, tulipanes, girasoles; iban variando- en los pulmones, con todo y raíces plantadas. Cuestionando cada vez más a los pacientes, todos coincidían en algo: era personas que tenían un amor unilateral, que no eran amadas ni correspondidas. Algo demasiado loco para ser el motivo de tantas muertes.
Tras más estudios -los científicos se mantenían reacios a creer en dichos disparates-, se comprobó la causa y se volvió real a mediados de veinticinco años atrás, cuando ya el Gobierno no pudo esconderlo más al incrementarse la cifra de enfermos. Algo que escribían poetas de manera metafórica, que compositores componían en sus canciones, algo que nunca se creyó verdad..., se volvió real.
El amar podía matar literalmente.
Hace veinte años se encontró cómo tratarlo: extirpando la flor desde la raíz; mas sin embargo, era muy caro y solo los de dinero podían costear tales operaciones. También se dio otra solución: que la otra persona -a la cual amas- te correspondiera sinceramente, de corazón, así la flor se iría marchitando y desaparecería con el tiempo, pero... esto casi no sucedía.
Hasta el día de hoy siguen habiendo casos, aunque a menor escala; se han logrado controlar y detectar con más facilidad los síntomas gracias a la evolución de la ciencia. Aún así, sigue habiendo muertes y gente incapaz de volver a enamorarse tras la cirugía.
¿Quién iba a decir que hasta amar iba a volverse peligroso?
-Lindassj1
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