“Entonces me posicioné sobre el cuerpo de mi pequeño novio, estaba temblando, lleno de nervios por lo que iba a pasar pero también lleno de ansias, porque al igual que yo, los dos nos deseábamos desde hace mucho.

Suavemente mis grandes manos acariciaron su pálido rostro, guardando en mi tacto lo suave que era su piel, me incline hacia delante dejando varios besos por todo su cuello, besos que lentamente se volvieron succiones.

Pude escuchar como un gemido débil escapó de sus labios, me alegraba mucho saber que mi novio, lo estaba disfrutando, que era débil ante mi toque.”

Rubén: Ummmm, ¡Sí, Samu, tocame más! (leía el ruso muy concentrado mirando su celular)

“Iba a seguir dándole atención a sus clavículas, marcando lo que era mío, pero sus lindos pezones brotaron, y yo no pude contener la cantidad excesiva de descontrol que brotó dentro de mí.

Baje y jugué ahí por un rato, deleitandome con los sientos de sonidos lujuriosos que soltaba sobre mi cabeza mientras que sus largos dedos se enredaban en mi cabello.

—Samu... tu barba... me hace cosquillas. — pronunció entre jadeos, pero sabía que era mentira, sabía que quería que me detuviera porque creía que no me había cuenta de lo mojado que ya estaba ahí abajo.”

Rubén: ¡Oh, shit, esto es tan cierto! (se carcajeo y empezó a comentar)

«Me pasa»

Y a Rubén era al único al que le pasaba porque no todos teníamos esa suerte de tener tan guapísimo novio.

“— ¿Aquí también sientes cosquillas? — cuestionó, pero mi novio no tuvo tiempo de responder, pues un gemido entre placer y desesperación fue lo único que obtuve.

Un gemido que rompió toda consideración en mí, esta noche haría Rubén mío, haría que ese lindo rostro, ese esbelto cuerpo y voz melodiosa, sean míos para siempre.

Rubén: ¡Síííííí! ¡Marcame, Samuel, marcame!

Alex: ¡QUERÉS CALLARTE DE UNA PUTA VEZ TÍO, SON LAS TRES DE LA MAÑANA, ¿QUE HACES LEYENDO A LAS PUTAS TRES A.M.?!