𝟎𝟎𝟐.
LOS PRIMEROS DÍAS después de la ruptura con James, Kayla se negó a salir de su habitación, no quería hablar con nadie, no quería ver a nadie, ni siquiera quería probar bocado alguno. Sus días eran básicamente despertar, encender su toca discos para escuchar algo de Elvis Presley y llorar todo lo que sus ojos le permitían.
Su familia y amigos intentaban hacerla sonreír con detalles pequeños, le llevaban sus flores favoritas, sus caramelos favoritos, sus alimentos favoritos, pero nada podía parecía ser suficiente para alegrar el corazón de la rubia.
No había vuelto a saber nada de su ex novio desde aquella tarde en donde lo vio riendo como si nada hubiera sucedido, no había vuelto a escuchar su voz desde ese día donde pronunció por última vez su nombre.
— ¿De dónde saca tantas lágrimas si es tan pequeña?— le preguntó Damon en un susurro a Adara
— ¡Damon!— regañaron las chicas— No seas insensible
— Lo digo en serio. Kayla es la más pequeña de nosotros en tamaño y estoy seguro que con todas las lágrimas que soltó podría regar todas las plantas de los invernaderos— respondió el chico
Los tres estaban afuera de la habitación de la chica pensando en que hacer para tratar de alegrar el corazón de su amiga. Pero ninguna idea parecía ser algo funcional.
— ¿Han sabido algo de los demás?— preguntó Aria— ¿Peter, Remus o Sirius?
— Remus me escribió hace un par de días, todos están molestos con James por lo que pasó. Pero al parecer ellos tampoco saben mucho al respecto— contestó Adara tomando de su taza de té— Han querido venir, pero no saben que tan bien recibidos puedan ser, creen que Scott los va a sacar a sartenazos o que Victoria les va a azotar la puerta en la cara
— ¡Es que no tiene sentido nada de lo que pasó!— exclamó Damon tomando una galleta del plato frente a él— Estaban bien. Incluso yo vi a Potter rechazar algunas chicas en la fiesta de fin de año, hablé con el y me dijo que solo estaría ahí un rato porque iría con Kayla
Aria se removió incómoda en su asiento, cosa que no pasó desapercibida para Adara o Damon, quienes al notar la extraña actitud por parte de la castaña la miraron en espera de que esta diera una respuesta.
— ¿Qué?— preguntó Aria
— Tú sabes algo, habla ahora— dijo Adara con seriedad— Y ni te atrevas a negarlo porque tienes la misma cara que el día que te descubrí besando a mi hermano. Ocultas algo
— ¿Qué necesidad de recordar las babosadas que cometí hace ya mas de dos años?— preguntó Aria falsamente ofendida
— Aria Zoe...
— Odio que me digan así— exclamó la castaña— Está bien, está bien. Pero no se enojen conmigo por no decirlo antes, no había encontrado el momento... el día de la fiesta de fin de curso vi a Potter... besando a Evans
— ¿Que James hizo qué?— preguntó una voz que los hizo voltear a los tres
— ¡Ay por favor! ¿¡Tenías que salir justo ahora!?— preguntó Aria cubriendo su rostro con uno de los cojines del sillón— ¡Llevamos días durmiendo aquí y sales justo cuando digo esto!
Kayla creía que su corazón ya no podía experimentar más dolor, no creía que su pecho pudiera doler más, no creía que sus ojos pudieran soltar más lágrimas. Y sin embargo ahora se encontraba siendo abrazada por Damon de nueva cuenta.
— ¿¡Por qué no dijiste nada!?— regañó Adara a Aria
— ¡No tuve tiempo está bien, las cosas pasaron demasiado rápido!— respondió ella— Dejen que les explique todo, por favor.
Adara, Damon y Kayla miraron a Aria, quien se sentía muy culpable por ocultarle algo como eso a su mejor amiga. Ella quería hablar desde el primer instante, pero no encontró la manera correcta de abodar el tema, muchísimo menos después de todo lo que había estado pasando.
— Estaba buscando a Sirius porque quería hablar con él de... bueno, de cosas que no interesan ahora. El punto es que no lo encontré por ningún lado, así que pensé que tal vez ya se había ido a su habitación y caminé hasta la torre de Gryffindor, fue que vi a James con Lily en uno de los pasillos— confesó Aria sin dejar de mirar sus dedos, estaba muy nerviosa— No dejé que me vieran y corrí a la habitación para contarle a Kayla... pero cuando llegué a la puerta me quedé en blanco, no supe que decir... cuando abrí y la encontré estaba dormida, sabía lo mucho que esto le dolería... decidí que hablaría con Potter a la mañana siguiente para exigirle que le dijera la verdad... no lo encontré por ningún lado
— Me mintió... todo este tiempo dijo que lo suyo por Lily ya se había quedado en el olvido, que solo importaba yo... ¡Fuí tan tonta!— exclamó Kayla con dolor
— Kayla, de verdad perdóname por no decirte nada antes, quería hacerlo... pero después de como te pusiste cuando terminaron, no me pareció que fuera bueno agregarte más sufrimiento— decía Aria tratando de que su amiga no se molestara con ella— ¡Dime que puedo hacer para compensarlo, haré lo que sea!
— No... no es tu culpa— negó Kayla mirando al suelo— Tal vez solo es mía por no ser suficientemente buena para él
— Les prometo que cuando lo vuelva a ver, lo voy a matar— exclamó Damon abrazando a Kayla
×××
Había pasado un mes desde que las vacaciones de verano habían comenzado, eso significaba un mes desde que James había terminado con Kayla.
En ese tiempo la rubia aún se negaba a salir de su habitación, por lo que Aria, Adara y Damon se turnaban para ir a verla ya que no podían seguir quedándose los tres al mismo tiempo en la casa O'Connell.
Los padres de la chica ya no encontraban que hacer para alegrarla, ellos sabían muy bien que su hija quería a James, el día que la relación comenzó recibieron cerca de diez cartas departe de la rubia donde expresaba lo feliz que se sentía.
Hoy era el turno de Aria para ver a la chica, la pelinegra entró a la habitación y encontró a Kayla tirada en su cama abrazando un oso de peluche. Ya no lloraba, se diría que eso es algo bueno, pero la realidad es que ya no lo hacía porque Kayla ya no podía llorar mas, sus ojos estaban secos.
Aria sacó su varita y con un movimiento recogió el cuarto, ya que en el suelo había papeles, platos con un poco de comida y vasos con agua, Kayla con trabajos comía, se estaba muriendo en vida.
— Cariño, llevas un mes tirada en esa cama— dijo Aria sentándose frente a su amiga— Yo entiendo que te duela, pero no puedes dejar que tu vida se detenga por un idiota como Potter
— James me decía cariño— sollozó Kayla abrazando con fuerza el oso
— Bueno, Kayla, tienes que seguir con tu vida y...
— ¡James me decía Kayla!— lloró la chica
— ¡Ese es tu nombre, no me chingues!— dijo Aria cruzándose de brazos
— Ah... cierto— dijo Kayla levantándose lentamente, ese era un gran progreso— El que digas groserías de otros países me hace reír, nunca entiendo lo que dices, pero me da risa
— ¡A huevo!— sonrió Aria— Y mi madre diciendo que mi forma de hablar no me llevaría a ningún lado, este es un gran momento en mi vida
Kayla soltó una pequeña risa, una de las pocas que se habían podido escuchar en el verano.
— Kay, yo se que quieres a James, yo mejor que nadie lo se, no por nada somos mejores amigas y compañeras de habitación— dijo Aria tomando la mano de su amiga— Pero no puedes dejar que tu vida se detenga, te duele y es muy normal, pero te aseguro que el dolor no es para siempre. Se lo que te digo
— Me dejó por Evans, estoy segura— dijo Kayla bajando la mirada— ¿Por qué? ¿Qué tiene ella que yo no tenga?
— Deja de torturarte con esas preguntas, nada de eso tiene importancia— negó Aria— Potter es un idiota, fin de la historia
— Un idiota que amo— susurró Kayla
— Si bueno, nosotros no decidimos de quien enamorarnos— dijo la chica sonriendo de lado— Si así fuera, ni de a pedo hubiera elegido enamorarme del hermano de Adara hace un año
— ¿Cómo superaste eso?— preguntó Kayla levantando la mirada— Se que querías a Lucius, vi lo mucho que te dolió cuando rompió contigo para casarse con Narcissa, ¿Cómo lograste sanar?
— Igual que tú lloré hasta quedarme sin lágrimas, recuerda que pasaron meses para que pudiera volver a reír de una manera sincera y muchos más meses para que pudiera verlo sin sentirme estúpida— recordó Aria con amargura— No recuerdo cuanto tiempo pasó para que pudiera verlo sin hacerme pequeñita y soltarme a llorar, pero todo fue un proceso, son como las cinco etapas del duelo
— ¿Cuáles son esas?— preguntó curiosa Kayla
— Negación, ira, negociación, depresión y aceptación— respondió Aria— Si me lo preguntas, tu sigues en la depresión, lo cual en cierta manera es bueno porque estás un paso mas cerca de dejarlo ir. Llorar es totalmente necesario, pero no por eso significa que lo vayas a hacer toda la vida.
Kayla pareció pensarlo por unos instantes, odiaba sentirse de esa manera, esa no era ella. Ella era alegre y positiva, pero ahora ese brillo tan característico que tenía, se estaba apagando.
Detestaba verse en el espejo y encontrar que su sonrisa se había esfumado, que sus ojos ya no irradiaban esa felicidad que tanto la caracterizaba, que las lágrimas no pararan de rodar por sus mejillas.
— ¿Me ayudarías a salir de eso?— pidió Kayla
— Ni siquiera lo tienes que pedir, es obvio que si— asintió Aria con una sonrisa— Empecemos por cosas pequeñas, ve a tomar un baño en lo que tu madre y yo te preparamos algo de comer, ¿De acuerdo?
La chica asintió, al levantarse le dio un abrazo a su amiga. Sabía que esto no sería un proceso sencillo, pero lo intentaría así que caminó en dirección al baño. Al ver su reflejo se sorprendió demasiado, no se reconocía, su bello cabello rubio estaba hecho un desastre, muchos nudos, puntas abiertas, sus ojos lucían demasiado apagados, sus pestañas estaban caídas debido a tanto llorar, sus labios estaban resecos debido a la poca agua que ingería.
Hoy tendría un cambio.
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Para el anochecer Kayla tenía un corte de cabello nuevo (debido a que se maltrató demasiado por la falta de cuidado), su habitación estaba totalmente arreglada, tomaba agua para hacer que sus labios volvieran a estar humectados y vestía algo que no era una pijama, pequeñas cosas pero que tenían una gran importancia para las personas que rodeaban a la chica.
— Mañana me voy de viaje a México para ver a la familia de mi madre, así que quien va a venir creo es Damon— informó Aria— Te prometo traerte algo, ¿Te gustan los mexicanos?
Kayla volvió a reír por los comentarios de su amiga, extrañaba esa sensación de felicidad.
— Disfruta tu viaje— sonrió Kayla abrazando a su amiga— Mejor tráeme dulces, esos si me gustan
— Gracias por apoyar a mi hija— agradeció Victoria O'Connell, madre de Kayla
— No tiene nada que agradecer, estoy segura que ella haría lo mismo por mi— sonrió la chica adentrándose en la chimenea para usar la red flu
— Me mandas lechuzas cada que puedas, quiero saber todo lo que pase en tu viaje— dijo Kayla extendiendo los polvos
— Verá que puedo hacer, no quiero que mi lechuza cruce todo un continente— contestó Aria tomando los polvos— Bueno, las veré el siguiente mes, ¡Casa Russell, número 16!
Aria desapareció por la chimenea, Victoria abrazó a su hija.
— Me da mucho gusto verte intentando salir adelante— sonrió Victoria— Entiendo el dolor, pero eres una mujer muy fuerte, se que con el tiempo podrás salir adelante
— Gracias por comprenderme este tiempo— le dijo Kayla a su madre— Prometo hacer todo con tal de salir adelante
— Yo siempre te voy a apoyar mi niña— dijo Victoria besando la frente de Kayla
Victoria O'Connell de soltera Gerald, es una bruja mestiza que perteneció a la casa Hufflepuff, se casó con el muggle Scott O'Connell, fruto de este amor, llegó al mundo Kayla.
Kayla siempre fue muy querida por su familia, así que no fue ninguna sorpresa el hecho de que tuviera toda la comprensión al momento de su depresión.
— Tu padre no tarda en llegar, ¿Te gustaría ayudarme a hacerle de cenar?— preguntó Victoria
— Si, estaría bien— sonrió Kayla
Pequeños avances traerían de nuevo la felicidad a Kayla, poco a poco las cosas mejorarían.
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