➥ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐭𝐫𝐞𝐬
Por fin habían llegado al refugio escondido donde conocerían al gran Minerva, pero no grata fue su sorpresa al enterarse que él no estaba en ese lugar. En cambio se encontraron con un adulto que no quiso revelar su nombre, la palabra perfecta que definirá a aquel sujeto sería "un completo lunático".
Después de varios inconvenientes, entre ellos que el hombre tomara a Emma de rehén y querer volar su cabeza, dejando a un Ray completamente enojado hasta que la chica lo golpea fuertemente en su orgullo de hombre dejándolo noqueado. Sin embargo, habían llegado a un acuerdo, ese extraño adulto guiaría a los dos mayores del grupo a Goldy Pond.
Al empezar el viaje, el azabache junto con la pelirroja se quedaban en vela, siempre alerta por algún demonio salvaje que los sorprendiera en medio de la noche.
Los días pasaban y los dos solo podían pensar en una sola cosa.
«Este hombre quiere matarnos»
Ray había calculado fríamente todo el plan de aquel hombre, dejar murieran en las garras de los demonios del bosque. Aunque obviamente no lo conseguirían tan fácilmente.
Estaba alerta a todo, no se podía distraer ningún momento y prepararse para todo lo que sucediera. Pero, aún así, nunca pasó por mente que secuestrarían a Emma.
—¡EMMA, AGÁCHATE!
—¿Eh?
El azabache reaccionó demasiado tarde, trato de alcanzar el brazo de la pelirroja sin resultado alguno, sus manos apenas se rozaron y Emma se esfumó. Estaba fuera de su alcance.
—¡NIÑO, CORRE AHORA! —exclamó el adulto desesperado.
—¡No me iré sin Emma! ¡Debo ir tras ella!
—Esa chica fue llevada a Goldy Pond, ya no puedes salvarla.
—¡La salvaré! ¡No dejare que muera! —Ray estaba decidido y su mirada fulminante lo decía. Era su promesa, una promesa entre los dos que cumpliría sin importar que pasara.
Su cuerpo dolía de una manera infernal, veía sangre saliendo de su estómago, su vista se volvía borrosa y sentía un enorme cansancio.
—¡EMMA! —esa voz, era de Ray.
«¿Que pasó? ¿Por qué se encontraba tan asustado?» esas y más preguntas pasaban por la cabeza de la chica mientras su cuerpo caía en el gélido piso.
Ya recordaba, estaban intentado matar a Lewis, destruir ese horrible juego de una vez por todas cuando las garras de ese demonio atravesaron su cuerpo. Así que, ese era su cruel destino tanto esfuerzo para acabar así. No, no podía morir ahí, todavía tenía mucho que hacer.
Escuchó disparos y gritos, gritos desgarradores llamando su nombre, le dolía escuchar a esa persona tan desesperada. Tenía que volver con su familia, con sus hermanos... con Ray.
Cerró sus puños, juntado fuerza intentando levantarse, su cuerpo se tambaleaba repetidas veces extendió la pistola que le había dado el chico, hacia aquel monstruo y disparó cegándolo; y con ayuda de sus amigos dieron el golpe final a su existencia.
—Lo logramos —susurró la pelirroja cayendo al suelo.
—¡Emma! —el azabache se dirigió rápidamente hacia ella y la tomó entre sus brazos desesperado, no podía perderla, no quería perder a nadie más— ¡Emma, no cierres tus ojos!
El tan calmado Ray ahora se encontraba en un estado deplorable al lado de su mejor amiga.
—R-Ray... —lo llamó la contraria sujetando débilmente la chaqueta que portaba el azabache.
—Estarás bien, solo debemos llevarte a un lugar seguro para curarte. Estarás bien —Ray se encontraba inquieto, tenía miedo de que ella se fuera de su lado.
«Nos protegeremos mutuamente, es una promesa» esas palabras resonaban en su cabeza sin parar, no había sido capaz de cumplir su promesa.
El chico tomó a Emma en su brazos y se dirigieron con todos los demás rápidamente a la zona segura pero, al llegar se habían acabado las medicinas.
Todos se encontraban nerviosos, necesitaban salir de ahí rápidamente antes de que lo demonios se enterarán de lo ocurrido en Goldy Pond y tenían que curar a los heridos incluyendo a la pelirroja.
—¡Al menos tenemos que parar la hemorragia! ¡Tenemos que localizar las heridas sangrantes y tratarlas de inmediato! —el ojos ónix estaba alterado, no sabía que hacer— ¡Si llevamos de vuelta a Emma ahora, podemos tratarla!
Pero, aún así, si fallaban le esperaría un trágico destino, ella muere. Era el pensamiento que no quería asimilar, le dolía infernalmente el llegar a imaginar su vida sin la chica a su lado con esa hermosa sonrisa adornado su rostro.
«No dejaré que mueras, haré lo que sea necesario para eso ¡No puedes morir!»
Los niños heridos se habían decidido a que los abandonaran para que los demás escaparan, pero Ray tenía otros planes.
—No abandonaremos a nadie —exclamó de forma severa— Salvaremos a Emma y llevaremos a todos con nosotros.
Todos se quedaron confundidos, ¿qué es lo que pretendía el chico?.
Sin embargo, Yuugo lo había comprendido— La antena nunca aceptaría ayuda si eso significa sacrificar a alguien.
—Yo iré con ustedes. Los llevaremos de vuelta al refugio cueste lo que cueste —habló el ojos ónix, estaba decidido a hacer lo que fuera con tal de salvarla. Ray se quedó observando detenidamente a la pelirroja en su regazo, aunque se encontraba inconsciente seguía sosteniendo firmemente su ropa.
Tomó suavemente la mano de la chica y juntó sus frentes— Llegaré pronto —dijo Ray viendo cómo Emma no soltaba el agarre de su chaqueta, después de unos segundos el azabache la tomó en sus brazos y la dejó en los hombros de Yuugo.
—Viejo, cuídala ¿Bien? —pidió viéndolo seriamente con una mirada sombría— Ni me lo digas. La llevaré de vuelta, puedes confiar en mí.
Y con un pequeño duelo de miradas entre el niño con el adulto cada uno emprendió su camino, él tomando el camino más largo junto con el resto del grupo mientras Yuugo iba deprisa por el estado de la pelirroja. Lo último que se vio a la distancia fue aquel lugar de caza completamente destruido.
Habían pasado tres semanas desde lo ocurrido, y el grupo liderado por Ray llegó sano y salvo al refugio. Al entrar el azabache desesperado por el estado de Emma, fue guiado por Gilda caminando de forma rápida tratando que no se dieran cuenta de su ansiedad por la chica.
Llegando al lugar donde se encontraba la pelirroja, un nudo se formó en su garganta y su mirada se tornó de preocupación por lo que veía, allí se encontraba la chica que tanto apreciaba, postrada en esa camilla de enfermería con una máscara de oxígeno y una intravenosa conectada a su brazo izquierdo.
Se acercó cuidadosamente y se sentó en una silla cercana, para tomar su pequeña y delicada mano entre las suyas. La observo por unos momentos lo entristecía verla en ese estado, esa sonrisa radiante junto con sus ojos color esmeralda... no podía apreciarlos en ese momento, en su lugar su rostro reflejaba cansancio y debajo de sus párpados se encontraban notables ojeras.
«Soy un completo idiota, es mi culpa» se repetía una y otra vez, dejando caer su rostro en la cama donde reposaba
Una semana más había pasado desde su llegada y Emma no despertaba de su extenso sueño, desde el momento en que Ray la vio no quiso separarse de su lado por nada en el mundo, a pesar de las insistencias de Gilda y los demás en turnarse para cuidarla.
El chico a pesar de la culpabilidad que sentía, no era esa la única razón por que se quedaba siempre con la chica. Aunque este, negaba ese tipo de pensamientos después de todo solo se cuidaban entre ellos, nada más.
Pasaron unos días hasta que por fin, la chica despertó de su profundo sueño, encontrándose una bonita bienvenida de parte de todos sus hermanos.
—Bienvenida de regreso, tonta.
El oji-ónix tenía una expresión que Emma no había visto desde el día en que hicieron aquella promesa. Realmente le encantaba esa sonrisa cariñosa que solo le dedicaba a ella.
—Estoy de vuelta, Ray —respondió sonrojada al notar como el azabache tomaba suavemente su mano y con su mano libre su cintura ayudándola a sentarse en la camilla.
«¡E-Está muy cerca!» pensó mientras desviaba su mirada.
Sin duda, sería una larga recuperación, con un Ray sobreprotector y una Emma avergonzada.
Emma se encontraba aburrida, no la dejaban salir aún cuando ya estaba en "perfectas condiciones". Aún así, las advertencias de Ray no eran un impedimento para ella al escaparse con las muletas.
—Tonta, deberías seguir descansando —le susurró al oído el chico haciéndola saltar por su repentina presencia.
—¡¿C-Cómo?!
Antes de que pudiera terminar la oración, con cuidado la cargo al estilo nupcial llevándola de regreso a su habitación.
—¡Espera, R-Ray! —se quejó por las acciones del azabache mientras se aferraba a su cuello para no caerse con un leve rubor en sus mejillas.
«Se un poco más consciente de tus acciones, idiota» pensó dejándose cargar por el chico.
Al volver a la habitación, Emma no le dirigía la mirada a Ray enojada al ser atrapada por él en su escape.
—¡Ya puedo volver a caminar! ¡No puedo quedarme aquí sin hacer nada mientras los demás se están esforzando! —exclamó con un puchero cruzando sus brazos con indignación.
—Emma, entiende que haz hecho mucho necesitas reposar —el azabache se sentó junto a ella cerrando sus puños, la culpa no se había ido de su interior.
—Pero, aún así...
—¡Hace un mes ese desgraciado demonio perforó tu estómago! ¡Emma casi mueres! Todo por mi culpa —gritó exasperado, ya no podía guardarse todo lo que sentía, con ella era imposible. Avergonzado bajo la mirada, evadiendo los ojos esmeraldas de la contraria.
—Ray, mírame. Por favor —pidió Emma tomando su rostro entre sus manos.
—Desde que estuvimos en Gracefield tú siempre me has protegido, también cuando me salvaste de los demonios salvajes de camino a Goldy Pond y cuando Lewis intentó matarme no fue para nada tu culpa, fue mi propia responsabilidad al confiarme demasiado rápido en que estaba muerto. Además, cuando estaba en coma siempre te quedaste a mi lado, al igual que ahora. De verdad, muchas gracias por todo Ray.
Los ojos del azabache comenzaban a nublarse a lo que ella lo abrazó fuertemente, siendo correspondida por él dejando caer su cabeza en su hombro sintiendo como se mojaba por las lágrimas derramadas.
«Ya no tengo dudas de lo que siento por ti»
Sin duda se sentía a gusto en los brazos de la pelirroja, en la persona que más confiaba.
Después de un rato Ray ya se encontraba más calmado— Así que, ¿Quién te contó sobre qué te había cuidado cuando no despertabas? —la interrogó tomando su mejilla pellizcándola.
—Anna me lo contó cuando me cambiaba los vendajes ¡Ray eso duele! —chilló Emma tratando de soltarse de su agarre.
—Bueno, que se le va hacer —fue lo único que dijo para después besar su frente cariñosamente— Gracias, Emma.
Ante esto un leve sonrojo se formó en la cara de la pelirroja pero, ella no fue la única. Emma tomó el rostro del azabache y depositó un pequeño beso en la comisura de sus labios.
—N-No hay de que —tartamudeó la chica para volver a abrazarlo escondiendo su rostro, dejando a Ray sorprendido en el proceso.
«Emma, me vuelves loco»
Fue lo único que logró pensar el azabache mientras abrazaba a la chica y se sonrojaba por lo ocurrido.
NOTAS DE LA AUTORA:
Que puedo decirles, nunca he sido muy buena a la hora de poner notas, bueno me esforcé demasiado a la hora de escribirlo.
Como dato curioso, este capítulo fue pensado en ser un one-shot, pero decidí crear una historia más extensa, lo que es hoy en día Rainy Days.
Quiero agradecerles por su paciencia y apoyo a lo largo de este fanfiction, ya que soy muy perezosa y desorganizada a la hora de actualizar, ahora ya lo saben.
¡Espero les haya gustado mucho este capítulo! 💞
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