➥ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

El búnker B06-32, el cual alguna vez habían llamado un dulce hogar ya no era seguro, era momento de dejarlo atrás y seguir adelante.

Estaban rodeados por el enemigo pero, gracias a Lucas pudieron encontrar una forma de ir al exterior del refugio tomando la entrada principal.

—¡Yuugo! —ante la exclamación de su mejor amigo, él lo miró seriamente, ya tenían claro lo que debían hacer.

—Les daremos tiempo para escapar, ustedes adelántense.

Yuugo estaba decidido a darles el tiempo necesario para que escaparan pero, aquello se podría considerar una misión suicida.

—¡Si ustedes van, yo también! —gritó Gillian siendo secundada por cierto azabache.

Ray, al darse cuenta de sus acciones apretó su puños con fuerza, sabía lo que significaban esas palabras él mismo había tenido esa mirada cuando realizó su intento de suicidio que falló gracias a la pelirroja.

—Los alcanzaremos después, ¡ahora corran y no miren atrás! —exclamó el adulto poniéndose la máscara para volver al refugio junto a Lucas.

—Mamá gallina a hablado, sean buenos niños y háganle caso —a pesar de estar en un momento tan crítico, Lucas no perdía los estribos tan fácilmente como su amigo, tratando de aligerar el ambiente.

«Eres un mentiroso»

Eso fue el único pensamiento que pasaba por la cabeza de Ray mientras miraba con desprecio al adulto frente a él.

—¡Los dos tienen que volver! ¡Los estaremos esperando! ¿Entienden? —gritó Emma mirando a Yuugo con una sonrisa temblorosa.

Una parte de ella confiaba en que volverían con ellos pero, la otra no podía evitar sentir temor por no volver a ese hombre que fue lo más cercano a una figura paterna que tuvo.

—Tenemos que irnos —Ray tomó la mano de Emma susurrando esas palabras con dolor. La chica solo asintió correspondiendo el gesto del azabache.

Las despedidas era algo que odiaba con toda su alma, en especial las que no sabías si volverías a ver a esa persona. Aquellos pensamientos solo les traía más dolor al corazón de los dos mayores del grupo, hasta que un grito los sacó de su ensoñación volteándose de manera brusca hacia esa voz.

—¡Oye, antena, cíclope!

Los llamó Yuugo con sus característicos apodos, cuando logró su atención se rascó la cabeza avergonzado no había pensado en que decirles, solo fue un impulso.

—S-Sólo, cuídense y no hagan locuras.

Los dos chicos lo miraron sorprendidos de sus palabras y en un instante corrieron hacia él abrazándolo fuertemente, el adulto solo se tambaleó un poco por la fuerza de Emma y Ray pero, luego de unos segundos correspondió el cariñoso abrazo.

—Ya, tienen que irse —les recordó con su voz casi inaudible y temblorosa sin querer separarse de sus dos chicos.

Cuando Emma se había alejado lo suficiente de los dos, el adulto se dirigió a Ray susurrándole unas palabras que lo hicieron sonrojar de forma leve para después chocar sus puños.

Aunque el azabache no lo quisiera admitir lo consideraba de cierta forma como su padre, su figura paterna desastrosa según él.

—Entonces, así es cómo termina todo en el viejo refugio, que nostálgico.

Murmuró Yuugo bajando las escaleras de vuelta al lugar acompañando de Lucas.

Y con esa despedida sus caminos se dividieron con los demás siguiendo un mañana y los adultos acercándose cada vez más hacia su descanso eterno, aunque por un lado no lo quisieran.

Después de tantos años de sufrimiento y culpabilidad esperando constantemente el día en que durmiera eternamente ¿porque ahora deseaba estar junto ellos una vez más?

«Tal vez, me encariñe demasiado con esos mocosos»

El mayor se rio levemente al recordar sus buenos tiempos con todos, no se arrepentía de nada en absoluto solo...

«Tienen que sobrevivir, Ray, Emma»

Y con ese último pensamiento en su mente el cansancio lo invade siendo atrapado por las ardientes llamas de la explosión.

Sin duda alguna, aquella despedida que se llevó sus vidas esperan que sea una que les entregue un futuro lleno de esperanza.

Desde ese momento los túneles subterráneos serían su nuevo hogar, todos angustiados por los acontecimientos vividos hace unos momentos hicieron caso a las órdenes de Ray en descansar.

Por otro lado, la pelirroja se encontraba absorta en sus pensamientos, no sabía si había tomado la decisión correcta, si había más opciones, estaba desesperándose cada vez más.

«¿Todo esto será mi culpa? Estoy asustada»

Sin darse cuenta, en un instante el cansancio la dominó y calló rendida en los brazos de morfeo esperando que los dos adultos volvieran sanos y salvos.

—¡Oye, antena! —Emma levantó la cabeza sorprendida, esa voz y ese apodo solo podían ser de una persona.

—¡Yuugo! ¡Estás a salvo, estoy tan feliz! —exclamó aliviada por verlo de vuelta.

Tenía muchas cosas que preguntarle, pero él la detuvo pidiéndole que se relajara. En ese momento, ella se desahogó con aquel que consideraba un padre y habló sobre todas sus preocupaciones, como la culpa la estaba consumiendo por las dos muertes y la inconsciencia de Chris.

—Emma, no fue culpa tuya.

Las palabras de Yuugo la descolocaron, como no podía ser culpable, después de todo lo que sucedió ella estaba ahí y no pudo hacer nada, si tan solo hubiera tenido más cuidado.

—Nadie en el mundo puede saber por adelantado cual será la mejor decisión, eso es algo imposible —le explico acariciando sus cabellos con cariño— Sé que tomarás la decisión correcta, lo harás, confío en ti.

—Yuugo, ¿de que estás hablando? parece como si tú... —la pelirroja no quería terminar la frase, no quería aceptarlo.

—Lo siento Emma.

«Ah, ya comprendo, esto es un sueño»

Emma se despertó de forma acelerada y se dirigió corriendo rápido hacia la entrada del lugar llamando la atención del azabache, este la siguió preocupado de que hiciera una locura.

«¡No, no, no puede ser real!»

Ya afuera de los túneles observo cómo el humo salía del búnker que alguna vez fue su hogar.

—¡Yuugo! —fue lo único que pudo exclamar mientras su voz se quebraba cayendo de rodillas al suelo.

—Emma —el oji-ónix la tomó de los hombros girándola en su dirección con un semblante preocupado en su rostro.

—Ray... —murmuró la chica con la vista nublada por las lágrimas que amenazaban con salir de sus orbes esmeraldas.

Aquella expresión causó un profundo dolor en el mayor y la abrazó fuertemente a su cuerpo, Emma al sentir el reconfortante calor del azabache ocultó su rostro en su cuello y sus manos se aferraron de forma temblorosa a su camisa.

Porque sabía que Ray era la única persona que podía dejar que su corazón descansara y se desahogara todo lo que quisiera.

«Maldito viejo ¿Por qué no vuelves?»

Ray apretó sus dientes tratando de reprimir sus sollozos fallando en el intento, haciendo que las lágrimas cayeran de forma continua por sus ónix.

El llanto de los dos chicos era envuelto por la oscura noche de aquel lugar, siendo las estrellas testigo de la persona querida que se había marchado para no volver.

Cuando lograron calmar su llanto volvieron bajo tierra sin separarse en ningún instante, en aquel momento de debilidad se habían vuelto dependientes el uno con el otro. Sin darse cuenta de sus acciones, la chica se aferraba al brazo del contrario y esté afianzaba más su agarre para que no lo soltará.

Llegaron a un lugar apartado de los demás y se sentaron intentando dormir mientras Emma apoyaba su cabeza en el hombro de Ray.

Tenían muchas cosas que asimilar y sus mentes eran un caos, al recordar las personas queridas que habían perdido en tan poco tiempo les provocaba un profundo dolor.

—Duele —soltó el azabache sobresaltando a la pelirroja, ese tono frío y sepulcral la hicieron tener un mal sabor como aquellos dulces amargos que tanto le desagradaban.

Ese no era su Ray, a pesar de demostrar seriedad, esa personalidad fría que tuvo en su niñez fue disminuyendo de a poco en los dos últimos años que estuvieron cada vez más cerca. La firme barrera de oscuridad que bloqueaba su corazón de los demás, estaba volviendo.

«¿Por qué siento este dolor en mi pecho? Es horrible, no quiero sufrir más»

Esos pensamientos llenos de desesperación abundaban la mente del oji-ónix sin parar, nublando su juicio.

—Ray —la dulce y cálida voz de la chica lo despertó de su ensoñación, miró fijamente sus bellas esmeraldas ahora llenas de tristeza y preocupación. Esos ojos que sin importar las circunstancias seguirán con ese pequeño brillo de esperanza que iluminaban su oscuro caminar.

—Emma... yo —no sabía que es lo que estaba diciendo, palabras incoherentes salían de sus labios mientras se acercaba cada vez más al rostro de la pelirroja.

Por otro lado, el corazón de Emma latía de forma desenfrenada al ver el acercamiento tan repentino del chico, pero aún así no se alejó, deseaba que aquel momento pasará.

Ray nervioso tomó con una de sus manos delicadamente el mentón de la chica como su en cualquier momento llegará a romperse, y la otra la dirigió a su cintura acercándola más a su cuerpo. El suave tacto de sus manos en la piel de la oji-esmeralda provoco una pequeña electricidad por todo su cuerpo y la sangre subió rápidamente a su rostro.

Anhelaban esa pequeña e intensa muestra de cariño y cómo si de un hechizo fugaz se tratase, finalmente juntaron sus labios con el otro, en un beso nervioso e inexperto, pero lleno de sentimiento. Tratando de profundizar el beso, el azabache movió sus labios de forma tímida y al no saber que hacer en esa situación, introdujo su lengua en la cavidad bucal de la chica, a lo que ella soltó un leve jadeo por la imprevista intromisión.

Después de unos cortos minutos sus pulmones reclamaban oxígeno separándose de forma jadeante y un pequeño hilo de saliva en sus labios. Se miraron frente a frente, demasiado cerca a decir verdad pues, por el calor del momento las manos de Ray estaban aferradas a la cintura de Emma, mientras sus delgados brazos estaban en el ahora despeinado cabello azabache.

Analizando todo lo que acababa de suceder, se separaron abruptamente y sus rostros se sonrojaron furiosamente.

«¡¿Q-Qué es lo que hice?!»

La mente de Emma era un caos, tanto que se podía observar como humo salía de su cabeza, mientras la mente de Ray... para bien o para mal, había dejado de funcionar.

Sin saber qué hacer en esa situación tan vergonzosa para los dos, Ray tomó desprevenida a Emma tomándola en sus brazos para sentarla en sus piernas y estrechándola en un abrazo reconfortante y cálido.

—R-Ray —ella seguía nerviosa por lo anterior y eso se podía notar en su voz.

—Sólo, quédate así por unos segundos.

Sin escapatoria y disgusto por parte de la pelirroja, correspondió el abrazo acomodándose en el ancho torso del chico sintiéndose tranquila y protegida entre los brazos de su enamorado, o eso quería pensar por el momento.

—¡Emma, Ray! —la voz apresurada de Gilda la hizo levantarse de forma abrupta.

—¿Gilda? —en pánico porque la vieran de forma tan acaramelada con Ray alzó sus manos en señal de inocencia— Puedo explicarlo.

—¡Pasó algo! ¡Alicia y Dominic han desaparecido!

La calma y paz que había vuelto a sus corazones por breves minutos después de tanta ansiedad por los sucesos desastrosos vividos giras atrás se había esfumado completamente.

NOTAS DE LA AUTORA:

¡Sigo viva y he vuelto! Sucedieron tantas cosas por las cuales este capítulo no pudo llegar, pero ya está aquí tarde como siempre.

¿Fangirlearon con el beso? Me esforcé mucho en esa parte tratando de describirlo profundamente, al principio no podía expresarlo hasta que logré algo que me dejara satisfecha.

Como en anteriores apartados, muchas gracias por todo su apoyo en estos meses y agradezco su enorme paciencia en las actualizaciones de esta pendeja.

¡Espero hayas disfrutado este capítulo, aquí tienes un dulce! 💞

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