𝐷𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝑠𝑒𝑟𝑡𝑖𝑑𝑢𝑚𝑏𝑟𝑒
𝐂𝐨𝐫𝐫𝐞𝐫 𝐨 𝐌𝐨𝐫𝐢𝐫
Aún recuerdo la primera vez que pisé este lugar. Estaba tan asustada y lo único que me quedaba por hacer era cerrar los ojos con fuerza y esperar que todo eso se tratara de una terrible pesadilla. Pero nunca pasó. Hace unos meses subí por aquella sofocante caja de metal. Mi respiración se veía afectada por el abrazador olor a estiércol, animales y condimentos mesclados. Salté de aquel pozo únicamente para darme cuenta de que estaba encerrada una vez más. Los muros eran formidables y lo que había afuera era todavía peor.
Me veía rodeada por decenas de miradas llenas de desdén. Fui recibida por los fuertes y bien formados brazos de una pelinegra, dándome cuenta así, de que no estaba sola. Había una gran comunidad de chicas viviendo entre esas paredes y ahora, yo era una más.
El tiempo desde entonces es lento, cada día es más largo que el anterior y la única manera de olvidarnos de muestro entorno es trabajando sin parar, para mantenernos vivas.
── ¡Sonya! ── La rubia giró su cabeza en mi dirección.
── ¿Thalia? ¿Ahora qué has hecho? ── Río quitando su gorra para descansar. ── Parece que te arrastraste por toda el área.
── Es Rhea. ── Me toqué el pecho intentando retomar aire luego del maratón que recorrí para llegar a ella. ── Llegó del laberinto y acaban de convocar a una reunión.
── ¿Crees que hayan encontrado algo? ── Frunció ambas cejas y aventó su pala hacia laguna parte.
── Últimamente tengo más esperanzas.
Entramos corriendo a la pequeña cabaña siendo recibidas por las miradas de todas. Apenadas nos detuvimos detrás de Aris abrazándolo para así obtener una respuesta sin llamar la atención.
── Hey, ¿qué sucede? ── Susurré.
── Es Kassandra... la encontraron muerta. ── Sentí mi sangre helarse por una fracción de segundo. Hace unas horas salió por los muros del laberinto, perdiéndose entre ellos. Su tardanza alarmó a más de uno y en su defecto, fue Rhea, la líder de las corredoras quien se encargó de la tarea de buscarla. Ahora sabíamos cuál era su paradero y era devastador.
Harriet estaba cerca y logró escuchar nuestra conversación. Se acercó con disimulo y nos envolvió entre sus cálidos brazos.
Kassandra llevaba más tiempo aquí que muchas de nosotras y se convirtió en una honorable líder gracias a su osadía. Disfrutaba de ayudar a las demás en distintas áreas y esta vez se había esmerado en salir a investigar los pasillos de las afueras del área. Esta vez no tuvo una surte favorecedora y en consecuencia dejó a todas las habitantes sin el habla.
[...]
El Sol nos abandonaba y las puertas pronto se cerrarían. En ese momento sólo podíamos prepararnos para lo que se venía. Una despedida. Era duro y triste, ya que hacia un buen tiempo no perdíamos a nadie. El sonido de unos oxidados engranes nos hizo saber que era hora. Los inmensos bloques de piedra se arrastraron por los pisos, dejándonos una vez más atrapadas sin la esperanza de encontrar una salida.
La multitud se agrupó frente a la caja. Desganada me vi en la obligación de ir hacia allá, tomando el brazo de Aris y Sonya, nos abrimos paso hasta el hueco por el que le daríamos un último adiós a nuestra valerosa líder, amiga y hermana.
Ver su cuerpo inerte tendido en el piso de metal me hizo aguantar el nudo que se había formado en mi garganta. Rachel se movió dejándonos una mejor vista de la chica, justo ahí sentí un líquido amargo subir hacia mi boca, obligándome a tragarlo de vuelta. Los sollozos ajenos fueron suficiente para hacerme romper en llanto. Mis amigos sentían lo mismo que mi corazón sentía. Todos éramos uno.
Las delgadas puertas se cerraron y pronto vimos a nuestra chica bajar por aquel hueco en el suelo perdiéndose entre la oscuridad. Y estaba hecho. Sentí impotencia ante la situación y no me quedó más opción que abandonar el lugar con mi corazón entre las manos.
── Thalia... piensan enviarnos también. ── Me encontraba en un laboratorio, vistiendo uniformes con estampados que no logré reconocer. ── Nos harán lo mismo y yo... no quiero olvidarme de ti.
Pegué un brinco sobre mi hamaca y abrí los ojos notando que aún no amanecía. Mis músculos dolían como nunca y mi cara ardía, me pasé las manos limpiando cualquier rastro de saliva y lagrañas para luego ponerme mis botas.
Arrastré mis pies hasta el baño, donde mi idea era lavar mi cara nada más, pero sentí asco al percibir mi olor corporal.
Tomé como ventaja el haberme despertado más temprano que de costumbre, dándome mi tiempo para asearme y llegar a la cocina antes que cualquiera. En la pequeña cabaña se encontraban un par de corredoras y mi pelirroja cocinera.
── Buen día, Gaia. ── Saludé a la pelirroja con un abrazo torpe y me senté sobre la barra situada detrás de ella. ── ¿Necesitas ayuda? Hoy no hay mucho trabajo en los campos y las chicas pronto saldrán.
── Gracias, corazón, pero no lo creo. Hoy no tienen pensado salir.
── ¿No? ¿hasta cuándo? ── Estaba confundida. Las corredoras trabajaban duro día tras día y nunca aceptaban por si mismas faltar al laberinto. Aunque después de tanto buscar sin respuesta, yo también me rendiría. Creo que comenzaba a hacerlo.
── No creo que vuelvan. Digo ── hizo una pausa dando un mordisco a su sándwich ofreciéndome uno a mí también ── no es normal que esas cosas atranquen a plena luz, ahora cualquiera teme por lo que pueda suceder.
Vagué un rato por el campo notando la ausencia de la mayoría de las chicas en sus trabajos. Todas lucían agotas y ¿cómo no? la rutina era monótona y abrumadora.
Divisé a Rhea dar fuertes zancados hasta mi dirección, incluso giré sobre mi eje buscando a alguien más pero no, efectivamente venía hacia mí.
Mi respiración se tranquilizó al recibir una sonrisa torcida de su parte. Se detuvo despreocupada posando sus manos sobre sus caderas y miró a los alredores.
── ¿Qué pasa, Thalia? no has podido dormir ¿he? ── Habló con su demandante y atractivo tono de voz. Asentí tragando saliva. ── Si... dudo que alguien lo haya hecho.
── Sí, creo que por hoy el área merece un descanso.
── Pienso que a partir de ahora es lo único que merecemos ¿no lo crees?
── ¿Cómo? O sea que ya no... ¿ya no saldrán? ── la vi negar desinteresada. ── ¿Por qué?
── Somos como animales en un zoológico esperando ser libres y que el mundo se apiade de nosotras. ── Soltó con un tono agrio. Allá afuera no hay nada ── me dio una mirada severa ── solo no sigas nada. Ellas aún tienen fe en los creadores.
Esto inundó mi mente toda la tarde. "Allá afuera no hay nada". Entonces ¿eso era todo? ¿aquí acababa toda nuestra nuestra búsqueda? No era tan ridículo, pero si latoso. Mi mente no descansó luego de eso, aunque mi plan para ese día era dormir todas las horas que mi cuerpo necesitara, mi mente se negaba a dejar de trabajar.
── ¿En qué piensas? ── La voz de Aris me sacó un susto haciéndome recordar que llevaba un par de horas sentada sobre un tronco junto al chico.
── No pienso en nada. ── Mentí.
── Yo sí, pensado mucho últimamente... ¿tú crees que algún día veamos el mundo detrás de esas puertas? ── Suspiré pesado, miré al chico y sus ojos más brillantes que de costumbre. Una lagrima rodó por su mejilla poniéndome alerta. ── Si hubiera una forma, ya la habríamos encontrado.
Abrace su torso permitiéndole recargar su cabeza sobre mis brazos, sintiendo mi playera mojada.
No sabía que decir, porque, aunque en el fondo compartiera sus pensamientos, me negaba a cumplir luto. Estaba enojada y la impotencia era cada vez más grande. Divagué entre mis pensamientos:
"C. R. U. E. L."
"¿Familia?
"Enviarnos"
¿Qué más nos falta por descubrir?
¿Cómo era el mundo allá afuera?
Lograba recordar algunas cosas, como las escuelas y tiendas, pero nada que me aportara demasiado.
No encontraba sentido, pero de algo significaba y de eso estaba segura. Había algo que ignorabamos sin pudor, y sea lo que sea, no tenía planes de quedarme mucho tiempo más ahí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top