Capítulo 26. Andrómeda: El Secreto de Pléyades.

"Cada integrante de mi lista negra escribió un pergamino baladí de mi reputación, crearon personajes ficticios de una imagen quimérica que originó a nuevos alter egos en mi vida."

 Las monjas desaparecieron por la luz de las velas que había en el pasillo y me adentré apresuradamente. El pasillo era estrecho y sus paredes eran blancas, el piso mosaico estaba marcado por huellas de sangre que se dirigían a un pequeño salón al final, saqué las hojas de mi bolsillo y comencé a leerlas con mucho interés.

Querido padre, soy tu única hija, Andrómeda, es la chica que tú nunca quisiste por toda la lujuria machista que impregnó tu corazón, quizás sea esta la última carta que leerás de mí hasta que estemos de nuevo cara a cara. Hoy fui arrestada por tus hombres, sé que la vida de mí y de mi bebé sólo dependen de una mala decisión que tomaste sin pensar y, nunca antes había estado tan decepcionada y entristecida por alguien como tú, veo que mi madre siempre tuvo la razón, aunque tú sólo hiciste que me llenase de odio y resentimiento, creyéndote que ella se había ido con otros hombres mientras que tú la enterraste en el jardín de nuestro palacio. Tus frailes me han amenazado con apresar a mi espíritu, profanarán mi cuerpo después de ser sepultada porque tú lo pediste así, ellos me han dicho toda la noche que no descansarán hasta ver que mi alma quede a la disposición de los demonios. Mi corazón está roto y vacío, me prohibiste una vida feliz y también me prohibirás tener un descanso eterno, eres un narcisista, un déspota, un corrupto y amargado asesino, pero, no sólo eso destroza mi corazón, la vida de un pequeño angelito está a punto de ser destruida por tus malditas manos infernales. Sé que decidiste elegir entre la fortuna y mi vida, pero, te quedaste con una fortuna que no te pertenece y también con el anhelo de ver muerta a tu propia hija, Pléyades me aclamará para elogiar tu orgullo y tu dinastía, porque será ella la responsable de arruinar lo que seguro me esperaba en otra vida. Nunca creí que moriría tan joven, no obstante, acusaste a mi tía Cherssy de brujería y herejía por rechazar a tu maldito Dios falso, la despellejaste junto a su familia al rojo vivo cuando era inocente. Tus verdugos entraron a la fuerza en la humilde casa de mi familia, sacaron de la cama a mi tía junto a sus hijos y lo encarcelaron en medio de la noche, ¿Es justo eso? Los sanguinarios le cortaron los senos a mi tía y después se lo frotaron en los rostros de sus hijos adultos, fueron obligados a abrir la boca para que masticaran los pezones de su madre.

El padre de la familia fue asesinado en un empalamiento, supongo que es lo que me espera para mañana cuando cante el gallo. Mis primos se convirtieron en un pulpo de cuatro tentáculos, la rueda de despedazar trituró sus huesos entre la carne glutinosa y sangrante, parecían títeres aullantes. Finalmente, los restos de los hombres de la familia fueron quemados más de cuatro veces con hierros ardientes, no suficiente todo el suplicio familiar, los quemaron a todos en la hoguera. Destruiste mi vida padre, tuve que ver a mis parientes morir por tu maldita e imperdonable culpa, además... ¡Mi esposo me fue infiel! Encontré al padre de mi hijo teniendo relaciones sexuales con uno de tus monjes, ¿También le pediste a mi marido que se revolcará contigo? Hoy recibí la noticia de que mandaste a torturar a mis abuelos maternos por venganza, sé que los condenaste en la sierra en presencia toda Valaquia. Ni siquiera te importó la salud de mis abuelos, ellos estaban enfermos y moribundos, luego lo colgaron de cabeza para impedir la pérdida de sangre de todo el cuerpo, y así quisiste que ellos tuvieran una muerte paulatinamente dolorosa. Adiós, Eros, hasta nunca.

¡No podía creerlo! Su larga historia era tremebunda y lamentablemente tribulada. ¿Su padre habrá leído esas cartas? ×Me preguntéØ, si bien lo recordaba, un lóbrego recuerdo se vino a mi mente en ese momento cuando supe la manera en la que murieron sus abuelos. La sierra cortaba desde la parte baja del coxis, hasta que las victimas apenas perdían el conocimiento a mediados del diafragma, de todas maneras, la biblia hacía mención a este tipo de torturas por el Rey David, contribuyendo al uso de las técnicas de torturas por esa era antigua.

¡Todo tenía sentido! Andrómeda fue usada por la población de Pléyades para hacerla una Diosa espiritual a través de actos luctuosos y perversos. Por esa razón ella pidió justicia cuando hablamos por medio de la Ouija, Orión y sus inquisidores estaban altamente relacionados con la historia ocultada de Eros y Andrómeda, ella simplemente quería el descanso eterno junto a su hijo.

Parece que todos los demonios sabían de la llegada Cristo a Pléyades, la falsa imagen de Andrómeda pudo haber sido creada por la rivalidad de Satanás contra Cristo, las personas se apoyaron en los demonios por las creencias paganas de una Diosa sufriente. Andrómeda sólo era un alma en pena, eran otras fuerzas malignas que usaban su apariencia para realizar milagros diabólicos que arruinara la fe de los cristianos. Sentía que la salvación de una mujer ya fallecida estaba en mis manos.

Ya había recorrido el largo pasillo, me escondí detrás de una columna cuando observé la abadía oculta que había en ese lugar. ¡Los gritos eran más fuertes! ¡Eran los lamentos de Aradia! Aparte de los gritos escuchaba la voz áspera de un hombre que hablaba con mucha superioridad y amargura.

¡Era un grupo de hombres desnudos! Una congregación de católicos que se reunían en la iglesia abandonada para sacrificios. El anciano sacerdote Jacob estaba desnudo al igual que los demás del grupo, la misa negra consistía en sacrificar a una mujer joven para poder obtener riquezas en la jerarquía.

Dentro del grupo estaba un hombre al que había visto anteriormente, era Russel el profeta de los Nigrum Mortem. Me acerqué más a la abadía para ver quién era la mujer que tenían capturada, ¡Era Aradia! Mi corazón estaba detonándose a 200 latidos por segundos cuando la observé claramente, ¡Estaba descuartizada! Sus condiciones eran peores que en las que estuve; Aradia estaba calva y mutilada, los hombres la bañaban de gasolina para encenderle fuego a la cruz, su mirada desorientada me entristecía, pero, ¿Qué se supone que debería hacer por ella? ¿Salvarle la vida cómo ella lo hizo por mí? No lo sé... Fue mi primer acto de cobardía, la situación era complicada y delicada para bajarla de esa cruz.

Aradia soltaba lágrimas de agonía mientras gemía quejumbrosa, ella había sido una de las cosas más hermosas que me sucedió después de la muerte. No podía hacer nada por ella, había muchos hombres que seguro podrían llevarme con Orión nuevamente y encarcelarme, Aradia moriría y yo viviría encerrado para siempre.

¡Todo era una trampa para capturarme! Sabían que Aradia era la presa favorita para atraparme y lograr lo que querían.

– ¿De dónde vienes, maldita prostituta? –Graznó Jacob–.

– No te responderé nada, no seré usada como tu carnada. –Respondió Aradia con la voz quebrantada–.

– ¡Esta mujer es la mayor vergüenza para nuestro mundo! –Exclamó Jacob señalándola–, es una miserable rebelde y cobarde. ¡Oremos!

Los demás hombres se arrodillaron y juntos oraron.

– Dios te salve maría.... El señor está contigo, bendita tú eres entre todas y bendito sea ese fruto de tu vientre, Jesús... Santa María madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores... Ahora y en la hora de nuestra muerte, amén. –Bramaron los hombres haciendo un puente con sus voces–.

– Oh, Señor Jesús, –clamó Jacob apretando sus genitales–. Protégenos de esta inicua mujer, bendícenos con tu amor y abrázanos con tu poder. ¡Bendito seas!

Algo perverso y retorcido le ocurrió a Aradia en ese instante, ella menstruó bruscamente mientras estaba crucificada delante de todos los hombres. Aradia comenzó a gritar por el sangrado vaginal, la sangre se derramaba entre sus piernas y su vagina expulsó una secreción verdosa acompañada del sagrado, enigmáticamente, todos los hombres se acercaron a la cruz y eyacularon una sustancia amarillenta y pestilente.

– ¡NOOO! ¡NOOOO! ¡AAAAAHHH! –Gritó Aradia lastimosamente–, si me van a matar no me hagan sufrir más.

– ¡Dinos! –Increpó Jacob, escupiéndole la cara–, ¿De dónde vienes?

– ¡Vengo del maldito infierno! –Vociferó Aradia–, ¡Soy la mismísima hija de Satán! ¡Mi madre es Diana, la Reina de toda la magia!

Los hombres se quedaron atónitos con su respuesta, no era lo que esperaban.

– ¡Bruja! –Replicó Jacob coléricamente–, ¡Ha confesado! ¡Es la hija del diablo! ¡Enciéndanla!

Los hombres estaban listos para quemar a Aradia, dos de ellos se levantaron y buscaron un fosforo para encenderla.

– ¡Dios! –Clamó Jacob extendiendo sus brazos junto a Russel–, te hemos entregado un divino siervo perdido, que en tus bienaventuranzas sea salvado.

Podía esperar lo que sea de esos hombres brutales, ¡Pero no iba dejar que quemasen a Aradia! Una enorme valentía creció dentro de mí y corrí rápidamente a la cruz mientras golpeaba a todos los hombres. Cogí una estaca del suelo y se la enterré en la garganta a uno de los hombres, repentinamente, todos comenzaron a ceñirme mientras que los golpeaba en la cabeza con la estaca de hierro, enloquecí como un sanguinario y ataqué a todos los que se metían en mi camino para hacerle daño a Aradia.

La abadía se convirtió en un terrible baño de sangre, emprendí una masacre feroz contra todos los hombres ortodoxos, trituré cerebros y partí cráneos con la estaca mientras la movía hacia todos lados. Aradia se asustó mucho al pensar que podían hacerme daño, ella se sorprendió bastante al verme pelear con todos los hombres que la crucificaron.

– ¡Veteeee! ¡No permitas que te hagan daño! ¿Qué haces aquí? –exclamó Aradia abatida–.

– ¡Hago lo mismo que tú hiciste por mí, daré mi vida por ti, como tu diste la tuya por mí! –Clamé afligidamente–.

– ¡No tienes nada que agradecerme, Jericco! –Dijo ella hundida en su llanto–, nunca olvides lo que hablamos cuando sólo éramos tú y yo.

– ¡No quiero dejarte aquí! –Detoné fatigadamente mientras los hombres me circunvalaban–, nada podrá separarnos de nuevo.

– ¡Déjame y huye! –Insistió con los ojos rojos y llorosos–, nunca me olvides, por favor.

Los hombres me apresaron a traición en la parte trasera, me sostuvieron la cara frente a la cruz y me sentaron para que observara la muerte de Aradia. Mi corazón se rompía a pedazos con mi mundo, continué forcejeando hasta que Jacob me golpeó en el estómago con una patada, me tiré en el suelo sin oxígeno y mi vista se nubló por completo. Era un angustioso tormento, los gritos de Aradia me llenaron de dolores y sollozos.

– ¡AAAAAAAAAAAAH! –Gritó Aradia con la voz ronca–, ¡Suéltenlo! ¡Suéltenlo! ¡Mátenme a mí! ¡No le hagan daño! ¡POR FAVOR!

Imploró encolerizada.

– ¡Quémenla, ya! –Concluyó Jacob iracundamente–.

Prendieron un fosforo y lo lanzaron hasta encender la cruz con fuego, las flamas reflejaban los gritos de Aradia y el brillo de su sangre en mis ojos. Padecí de una crisis mientras escuchaba los desgarradores clamores al quemarse viva, Aradia me ayudó a creer en mí aunque nadie más lo hiciera por mí, lloré desconsoladamente cuando su rostro se fue desintegrando con las ampollas que recubrían su piel; ya no era la Aradia a la que conocí, su cuerpo se carbonizaba lentamente abriendo cada estrato de la piel.

Su sangre se evaporaba con mi impotencia, ¿Acaso este es su juego final? Me preguntaba a mí mismo con el dolor en mi corazón. Tenía miedo de no volver a verla nunca más, la aflicción me sacudía en una profunda paranoia que me sumergía en mi sufrimiento hasta ahogarme por completo, presenciar la muerte de quien algún día fue mi mejor amiga ha sido una de las peores escenas que he vivido.

Grité en mi mente, ¡Recuerda este momento! Dentro del profundo abismal de mi mundo. Sentía pánico de que nada volvería a ser igual para mí, abandoné a mi héroe en manos de villanos que robaron todo de mí, como si fuera el final de mi existencia gritaba con dolor tratando de continuar el próximo capítulo de la historia que jamás será leída, perdido en el tiempo me trasladaba por medio del ensueño que hidrataba el espíritu sediento que llevaba dentro de mí, nuestros recuerdos se volaban por el aire con las cenizas que se esparcían en la memoria que nunca podré olvidar.

La noche en la que nos reencontramos parecía haber sido hace meses cuando en realidad fue hace un par de horas, toda esa magia negra que llevábamos por dentro la pudimos recrear en una magia divina y colorida, moviendo montañas y nadando en mares tempestuosos, nos sumergíamos entre las fosas más recónditas y ocultas, desplomando nuestros cuerpos a lo más bajo para encontrarnos en la oscuridad que nos sofocaba, pero, a la vez nos mantenía diluidos con el poder del agua. Reinando en las profundidades de éxitos y riquezas, construyendo civilizaciones perdidas en el olvido, llenando el vacío del océano con secretos y devociones que hacían crecer anemonas, para que los peces vivieran en el ecosistema desafiando los crustáceos y resistiendo las aguas turbias que revolvía la Luna llena.

Domando monstruos submarinos que hurgaban los castillos que construimos con esa mirada que decía que todo va estar bien, buscando tesoros en barcos hundidos repletos de perlas que iluminaban las algas envolviendo los cráneos de marineros perdidos. Fuimos tridentes oceánicos que protegían sus islas desde los arrecifes más brillantes, con tiburones y cetáceos que alejaban náufragos que buceaban en nuestras aguas.

Lo recordaré todo muy bien por el paso de las décadas y los siglos, seremos solemnizados por los frutos que dejamos en un mundo lejano donde ahora crecen y florecen con los nutrientes que algún día sembramos. Después de extractar toda una vida en tan solo un minuto me libero de tormento de la realidad.

Cuando Aradia murió su cuerpo quedó tostado y pulverizado, las cenizas de su cadáver empezaban a volarse cuando los vendavales del amanecer purificaron su cuerpo quemado... Pasaron 3 horas de la muerte de Aradia y todos los hombres se habían ido, desperté del desmayo ocasionado por la crisis nerviosa, me dejaron tirado en el suelo y huyeron mientras yo todavía estaba conmovido con lo que veía; había una enorme puerta de madera que raramente estaba abierta y funcionaba como atajo para salir a otro lugar, me levanté lentamente y me puse de pie ante la cruz con la cabeza abajo.

El tiempo pausado volvió a correr, recordándome que todavía me quedaban muchas cosas por realizar en Pléyades. Pensé comprometidamente en la venganza y la justicia, meditando con el corazón destrozado quise abrazar la cruz de Aradia para aferrarme a su recuerdo, saqué la piedra de mi bolsillo y comencé a tocar el cadáver esperando un milagro mágico, pero, ¡Nada sucedió y nunca hubo una esperanza! No tenía sentido seguir pensando incoherencias que nunca sucederían en algún lugar.

Mi vida volvía empezar de nuevo luego de creer que todo estaba terminado, con el corazón en la mano terminó un capitulo para comenzar otro más radiante. El veneno corría dentro de mí con muchas fuerzas de crecer y despertar, los misterios que debilitaban mi espíritu ya no eran lo suficiente para vencerme con enigmas y malos recuerdos, mi nueva misión era enorgullecer a lo más grande que perdí y que desde ese entonces me protegían desde la lejanía, como ángeles.

– "Gracias por haber formado parte de mi vida, Aradia. Por todos los siglos estaré agradecido contigo, has sido la virtud más valiente que ha conquistado una gran parte de mi mundo oculto, pero, te fuiste... Volviste a sentir el primer dolor que te mató en la otra vida y, nuevamente fuiste asesinada por el mismo dolor que se basó en el primero que te traumó, siempre vivirás en mi corazón y espero verte alguna vez en otro lugar."

Fueron las últimas palabras de despedida, las cenizas de su cuerpo llenaron mi túnica como escarcha del invierno. Guardé en mi bolsillo la piedra y abracé tenuemente su abrigo de piel, era lo único que me quedaba ella aparte de los recuerdos que compartimos.

¡Estoy listo por lo que viene de ahora en adelante! Es aquí donde seré el villano de mi propia película, la maldad y la crueldad refuerza mi armadura de hierro, ×dije mientras me dirigía a la puerta de salidaØ. En todo ese tiempo mis enemigos se dignaron en hacer mi vida mejor, haciéndome más fuerte y potente con cada uno de los obstáculos que lanzaron a mi camino, me hirieron gravemente en la vida y en la muerte, esas heridas que quedaron en mi cuerpo después de todas las noches de martirio pudieron cicatrizar. En un campo de batalla no importa el dinero ni la notoriedad de alguien, simplemente, lo usarán para intimidarme con sus lecciones.

No sabía a dónde me dirigía, Pléyades no ha sido más que una relatividad constante e imperecedera. El amanecer se levantaba por el horizonte, pintando el cielo de rosa y azul mientras el día se fortalecía con los tres poderosos soles.

El nirvana de octubre congelaba los rayos de luz que dieron la apertura del glamuroso 14 de octubre. Wittenberg reinaba la soledad perdida en la ausencia de una ciudad fantasma, antes de huir no paraba de meditar y deliberarme del miedo que todavía me acosaba.

La salida alternativa se constituía por una larga escalera de cristal que bajaba hasta el otro lado de la carretera, con las manos cubiertas de cenizas quise pasarlas por mi cara para estar marcado por la fortaleza. Bajando las escaleras la brisa resoplaba mi cuerpo mientras esparcía las cenizas al infinito, desde las ventanas de la catedral se observaban los fantasmas que respiraban la amargura de la iglesia.

Las escaleras estaban congeladas, el hielo en los escalones reflejaba el renacimiento como en un espejo astral. El clima contemplaba mi resurrección con la prodigiosa nevada que congeló mi maldad, por primera vez me sentí libre con el poder de la valentía que derretía icebergs, venciendo mis miedos observar de cerca a las bestias a las que tanto temía.

Las lumbres bailaban sobre los lagos congelados como en pistas de hielo, el escape se volvía una excursión celestial, caminé rápidamente mientras los arcoíris nacían con el cielo rosado-morado y los relámpagos se quedaban con la noche, cantando en el grito de las águilas que me hacían volar hasta creer que la felicidad era sólida y verdadera.

Cuatro horas después... Había caminado bastante lejos de Wittenberg, la presencia del verano calentaba mi cuerpo con las tierras envueltas de vapores. Después de un largo y caluroso camino llegué a una zona desértica, estaba en el gran desierto Patagónico de Pléyades con una temperatura máxima de 53 grados centígrados, lo suficientemente lejos de Memphis, Wittenberg y Núremberg.

A pesar del sofocante calor que requemó la totalidad de mi cutis, tenía una exhausta energía que seguía empujándome adelante para progresar cansinamente. El sudor goteaba mi frente, mi piel enrojecida seguía abriéndose con grietas de calvario generando un intenso ardor en las plantas de los pies, ¡La arena carbonizó mis talones! Me caía de rodillas sobre las colinas de arena mientras rodaba con el calor del suelo, tenía un fastidioso sarpullido alérgico en todo mi cuerpo por las altas temperaturas.

Me topé con un ardiente pozo de fuego que se hallaba en el desierto, el rojo vivo de la lava revivía mis resentimientos con el odio y la repulsión que enunciaba una larga lista negra. El ardor de la lava me llenaba la mente de buenas ideas, pensé fervorosamente en regresar a Núremberg para derribar el imperio de los inquisidores, regresaría a Memphis para arruinar las vidas cortas de los que me clavaron en la cruz romana, ¡Había caído en lo más bajo que cualquiera podía hacerlo! Fui ultrajado y humillado por la vergüenza que crecía enérgicamente, sólo fui un lustre ficticio para los homicidas.

Era increíble la manera en la que seguía alejándome mucho más, eran las 6:00pm y el desierto Patagónico de Crouse me traía más necesidades que prosperidades, ya que, el calor, la sed, el hambre, la fatiga general y el malestar físico me quitaban las ganas de continuar. La sed de la sequía evaporizaba los ríos que murieron en el calor, la fuente de mi vida se vaciaba en cada gota de sudor seguía destilando, para bien, ya no había riesgos extremos para ser capturado por alguien.

Estuve sobreviviendo como un animal en extinción, la temperatura del recebo descendía lentamente cuando el anochecer se acercaba, el cambio de temperatura matizó un hermoso contraste en el atardecer de Crono. El día pasó rápidamente, con los ojos irritados escrudiñaba el extenso desierto para hallar un sitio de alta seguridad para pasar la noche.

No podía dejar de pensar en ¿Qué puedo buscar para comer? Tenía que saber enfrentar la supervivencia antes de morir deshidratado, de frío o de hambre. Los roedores y reptiles salían de sus cuevas en busca de alimentos, era el momento justo para cazar y alimentarme de lo que pudiese apresar.

Mis pies se hundían entre la suavidad rebosante de la arena, rastreaba todo lo que hubiese dentro de ella para no desperdiciar lo que podía encontrar, repentinamente, una enorme rata salió del interior de la arena y corrió rápidamente mientras se escabullía. Empecé a seguirla tan pronto que la vi y di un salto hacia adelante que me echó en la arena con los brazos extendidos, halé al animal de la cola y pude sujetarlo completo, aunque graznaba terribles chillidos mientras se sacudía entre mis manos.

Retorcí el cuello de la rata y le ocasioné una muerte rápida, el cuerpo del animal se detuvo e introduje su cabeza en mi boca hasta que empecé a masticarla. La sangre de la rata se escurría sobre mis labios mientras apretaba la dentadura, con el hambre que tuve a esa hora del día después de tanto tiempo sin alimentarme, no pensé en el amargo sabor de la viscosa carne entre mi lengua.

Mastiqué suavemente las patas y la cola del animal por su consistencia dura y glutinosa, en menos del transcurso de una hora pude devorar a toda la rata sin quejarme, me sentí satisfecho y decidí continuar el largo camino para aprovechar la noche. Tenía el abrigo y mi túnica, pero, con el frío nocturno las heridas de mis pies se aliviaban un poco más al no tener contacto con el irritante calor.

Los astros relucían el admirable universo que se observaba desde la superficie desértica, me observaba a mí mismo con las estrellas fugaces que diseñaban el arte de las galaxias.

Al pasar más de 3 horas estaba debilitado y abatido, el cansancio me desvaneció y me lancé a la arena con el abrigo puesto, sentí una contracción muscular en todo el cuerpo que me ocasionó dolores agudos al moverme. Cuando quise levantarme de la arena ya no podía hacerlo, todo mi cuerpo estaba paralizado con el fatídico dolor que atravesaba mis sentidos, al sentirme tan exhausto y fatigado quise quedarme a dormir en esa zona del desierto, sin tomar en cuenta las pésimas condiciones físicas y mentales me quedé a dormir.

Simplemente necesitaba descansar, fueron largas noches sin dormir y días sin alimentarme.

Al día siguiente desperté bastante temprano, el frío matinal se conservaba con la arena fría y me sentía mucho más alentado que el día anterior. En una noche recuperé las energías que perdí en eso últimos días, continuamente, mi físico se desguarnecía con la mala alimentación y la falta de estabilidad, ¡Lucía como un indigente! Mi cuerpo abrasado y cadavérico se deslucía en el paso de las horas en el lejano desierto, ¿Qué sucederá conmigo? ¿Qué debo hacer? ¿A dónde voy sin que me hagan daño? Pensaba pesadamente. Sentía vergüenza propia por mí mismo, odié todo lo quedaba de mí.

¡Balaaaam! ¿En dónde estás Balam? ×Exclamé irascibleØ ¿Es esto lo que querías? ¡Me arruinaste! Después de todo desapareciste y me dejaste esperando por ti. ¡Estoy solo y sufriente! Siempre lo he estado, ¡Porque soy un maldito lobo solitario! ¡Y no necesito nada de ti! ×Rugí en llantos mientras pateaba la arena y caía de cabeza sobre la misma con revoloteos de furiaØ Aradia tenía razón, los demonios simplemente mienten cuando se trata de lograr su objetivo. ¡Nunca más caeré en tus garras! ¡Maldito! ¡Maldito seas, Balam! ¡Te repudio! ¡AAAAAAH! ¡Te aborrezco!

Estuve enérgicamente colérico, decía cosas sin pensar y tenía lóbregas alucinaciones que me desquiciaba. Todo lo que vivía era un extremado trastorno mental, halaba mi cabello y arañaba mi piel hasta revolcarme en la arena como si fuese un perro, mis extraños compartimentos violentos y sobresaltados me impedían tranquilizarme para seguir progresando, las horas continuaron transcurriendo sin perdón y me alejaba más de lo que pensaba.

Eran las 10:00 am y el cielo estaba oscuro, una gran tormenta se avecinaba para hidratar la sequía de la lejanía. La lluvia llegó inundando el desierto con potencial, las nubes cargadas descargaron su furia con las impresionantes gotas pesadas sobre la arena, fue una bendición cuando la lluvia arrasó con la sangre de mi cuerpo y la despojó con mis males, me sentí feliz con el hecho de estar lejos y solitario para aprender lecciones conmigo mismo; volví a hidratarme cuando sorbí de la lluvia, la vitalidad del agua me devolvió el aliento que perdí en el patíbulo. Las horas siguieron pasando rápidamente hasta el anochecer, era la misma rutina que debía continuar diariamente, me alimenté de animales desérticos no venenosos y viví de la lluvia que caía de improviso, hubo un tiempo en donde simplemente contaba los días para no perder la razón, hasta que las semanas fueron pasando más rápido y yo seguía cambiando. Por largos meses supe que ya no era el mismo.

¿En quién me convertiría?

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