SECUESTRO

CAPÍTULO OCHO

Secuestro,

Kioko tomó las dos cajas de leche de vainilla que compró de la máquina expendedora, entregando una a su amiga.

— Creo que no vinieron hoy. — Se decepcionó la menor. — Bueno, que vinieran dos días seguidos es ya un logro.

Con una última mirada a su alrededor por parte de Yamada ambas comenzaron a caminar hacia la salida. Tetsu sonreía feliz, pues tampoco habían tenido la última clase de inglés y aquello le producía gran felicidad, no porque le fuese mal en la asignatura, simplemente era porque tenía más tiempo libre.

Pero su felicidad no duró mucho al encontrarse de frente con dos chicos, quienes le miraban sonrientes.

— No. Olvídalo. — Habló la chica, deteniéndose. Kioko le miró, después siguió su mirada, encontrándose también con los dos hermanos quienes esperaban afuera.

— ¿Son ellos? — Hubo un corto silencio. — Tetsu, creo que te están haciendo señas.

— Los voy a asesinar. — Kioko se asustó, intentando detener a su amiga, pero la diferencia de fuerzas era clara entre ambas. Yamada soltó finalmente a su amiga, y esta no dudó en acercarse rápidamente hacia los hermanos, lanzando su puño hacia Ran, quien fácilmente lo esquivó.

En un ágil movimiento Rindo tomó a la chica de la cintura, y después la colocó sobre su hombro, como si fuese un saco de papas.

— Nos llevaremos a tu amiga, nos vemos luego, Kiyoko. — Se despidió Ran con una sonrisa divertida.

— Es Kioko... — Corrigió embobada la chica.

— ¡Rindo! ¡Bájame, maldita sea! — Se quejó la chica, intentando soltarse del agarre del chico de lentes, pero sus intentos eran en vano.

— No seas necia, te vas a caer.

— ¡Prefiero mil veces eso! ¡Esto es secuestro! ¡Los denunciaré!

— ¿Sí? — Preguntó divertido Ran, subiendo a su motocicleta. — No creo que lo hagas.

Tetsu quiso quejarse, pero al darse cuenta ya se encontraba sentada detrás del chico de trenzas y este aceleraba su motocicleta, logrando que la chica se descolocara por unos momentos.

— ¡Avisa, idiota!

— Hoy amanecimos agresivos ¿Eh? — El mayor sonrió al sentir los brazos de la chica rodear su cintura. — Sostente fuerte.

— ¿Vas a acelerar? — Ran sonrió, aunque esta vez su sonrisa no mostraba intenciones de coqueteo, sino más bien, tranquilidad.

El viaje no tardó mucho tiempo, para cuando Tetsu se dio cuenta ya se encontraban en un muelle, observando las olas del mar alejarse y acercarse constantemente mientras el sol descendía por el horizonte.
Los ojos de Yamagawa brillaron, no solamente por la luz reflejada en sus orbes causada por el sol, sino por lo maravillada que se encontraba con las vistas.

— Es hermoso. — Susurró, acercándose al borde del muelle.

Rindo tomó rápidamente uno de sus brazos, evitando que la chica avanzara más, su distracción estaba a punto de llevarle a caer al agua.

— Fíjate por donde caminas, tonta. — Tetsu sonrió, extrañamente el ambiente le hacía sentir feliz.

— ¿Te gusta? — Preguntó Ran, al contrario de la chica, sus ojos no observaban el sol o el mar, sino que se posaban sobre la menor, observando cada pequeño detalle de su rostro.

— Mucho. — Respondió la castaña. — ¿Por qué estamos aquí?

— No hay una razón. — Rindo se sentó en el borde del muelle tras sacarse las botas que llevaba puestas. — Simplemente queríamos traerte aquí.

Tetsu imitó su acción, sacándose sus zapatos escolares, los cuales dejó al lado de los del chico de lentes, después tomó asiento en el mismo sitio que el menor de los hermanos, mirando al horizonte.

— Adoraría quedarme aquí toda la vida.

— ¿No es aburrido? — Ran fue el último en sentarse. — Llegaría un punto en el que tanto de esto te aburriría.

— No lo sé, creo que es una vista demasiado hermosa como para aburrirse de ella. — Yamagawa miró a Ran, quien sonrió al notar los ojos de la chica sobre él.

— ¿Sabes nadar? — Preguntó Rindo, esta vez Tetsu le observó.

Una mueca en su rostro fue respuesta suficiente para Rindo, quien sonrió. Se sacó la camisa junto a sus lentes y sus brazos se posaron rápidamente alrededor de la cintura de la chica, segundos después ambos caían hacia el agua, acompañados del grito de sorpresa de la menor.

Ran rio siendo salpicado por el agua, notando como los dos volvían a salir del agua, Rindo aun sosteniendo a la chica por la cintura.

— ¡Rindo! — La chica tosió un par de veces. — ¿¡Eres idiota!?

— Quizás. — El chico miró a Ran, quien se sacó la camisa y se dejó caer al agua junto a ellos, saliendo a la superficie unos segundos después.

— Definitivamente ustedes son idiotas. — Tetsu se sostuvo fuertemente al cuerpo de Rindo al sentir como este fingía querer soltarla. — ¡No me sueltes!

— ¿Qué me harás si lo hago? No sabes nadar de todas formas. — La chica frunció su ceño, golpeando el hombro del chico. — Auch.

— Deja de molestar a Tetsu, hermano. — Ran se acercó a ellos, tomando a la chica de las caderas. En un rápido movimiento ambos habían cambiado de lugar, y esta vez era el chico de las trenzas quien cargaba a la menor.

— Nos terminaremos resfriando por culpa de su grandiosa idea. — Se quejó Tetsu, rodeando la cintura del mayor con sus piernas. — ¿Podemos salir?

— Sí, pero antes quiero preguntarte algo. — La chica elevó una ceja. — ¿Por qué te molestó tanto que te besara?

Tetsu quiso estrangular al chico, pero no lo haría, no quería terminar en el fondo del mar, muerta por ahogamiento.

— Yo... — La chica sintió sus orejas calentarse. — Uhm... Simplemente me tomó por sorpresa.

— Bien, y si te besaran ahora ¿Te tomaría por sorpresa?

— Que ni se te ocurra. — Ran sonrió.

— Nunca dije que yo lo haría. — Tetsu frunció su ceño, poco después sintió como era girada nuevamente y un par de suaves labios se posaban sobre los suyos.

Quiso alejarse, pero la mano de Rindo tomando su nuca se lo impedía. No quería besarlo, pero tras unos segundos la sensación de los suaves labios del chico sobre los suyos se volvía agradable, y sin darse cuenta, Yamagawa había comenzado a hacer danzar sus labios al ritmo del hermano menor.

Ran se inclinó, y aun tomando a la chica de la cintura, posó sus labios sobre la nuca de la menor, cerrando sus ojos para disfrutar del dulce de la piel contraria mezclado con el salado del agua marina.
Los brazos de Tetsu buscaron el cuello del chico frente a ella, enrollándolos alrededor del mayor al encontrarle, continuando con aquel danzar de labios.

Tetsu estaba más que segura de que cuando volviese a casa estaría terriblemente molesta consigo misma. ¿Qué diablos creía que hacía?

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