MAL PRESENTIMIENTO

CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

Mal presentimiento,

Qué mala suerte.

¿En serio? ¿Una rana con pelos? ¿No pudo decir algo como 'Un asteroide con forma de calabaza'?
Tetsu acarició sus sienes mirando por unos segundos la prueba de embarazo en sus manos: Positivo.

Sabía que el hijo era de Ran, el hombre estuvo esforzándose realmente duro para poder tener su hijo, al punto de que la castaña llegó a encontrarlo en más de una ocasión pinchando uno que otro preservativo que claramente sólo él iba a utilizar. Y aunque lo sabía, la menor no hizo ni dijo nada.

Qué imbécil.

Claro que quería tener a la criatura, pero lo único indeseado era tener que dar a luz. El proceso de parto era aterrador y jodidamente doloroso. ¿Pero qué podía hacer ahora? No todo se consigue fácil en la vida.

La castaña tomó su teléfono y tomó una fotografía de la prueba de embarazo la cual envió a Ran con una leyenda que decía: "Cuando te vea prometo que voy a tirar de tu oreja tan duro que sentirás que te la arrancaré".

El mayor solo respondió con un: "🏃‍♂️".

Tetsu marcó a un número, y la otra persona contestó al poco tiempo. Hacía bastante tiempo no hablaba con su mejor amiga, a pesar de verse pocas veces al año, su amistad continuaba intacta y podían ser simplemente como las mejores amigas de hacía diez años atrás.

La castaña y Kioko acordaron reunirse en el parque central al medio día para charlar y ponerse al día con la vida de la otra.
Tetsu decidió prepararse, eran las diez y media y tenía poco tiempo para alistarse y viajar hasta el punto de reunión.

Tomó un tiempo estar lista, y antes de salir de su hogar escribió un mensaje a sus dos esposos, avisando que estaría en el parque central con Kioko, Rindo le dejó en visto y Ran solo respondió con un 'Ok'. Qué fríos, aunque la mujer sabía lo melosos que podían volverse ambos si se lo proponían.

— Yuna, cuida de Yoichi ¿Bien? — La mujer de la servidumbre asintió.

Tetsu salió del sitio, tomando un taxi hasta el sitio acordado con su amiga. A los pocos minutos llegó, y allí se encontró de inmediato con la pelinegra, quien ahora cargaba con un pequeño coche de bebé, y en su interior un niño de quizá un año.

— Hey. — Saludó Tetsu, Kioko sonrió, acercándose para darle un fuerte abrazo a la mayor. — Ha pasado muchísimo tiempo.

— Tetsu... Siento que han pasado siglos. — Ambas tomaron asiento en una banca. — ¿Cómo has estado?

— Todo ha estado bien. — La mujer mostró su mano. — Estoy casada y tengo un hijo, otro por venir.

— Espera, espera, son muchas cosas a la vez. — Kioko miró el anillo en su mano con sorpresa. — Se ve lujoso.

— ¿Adivinas con quiénes estoy casada?

— Oh, dios. — La pelinegra asintió. — ¿Fue posible con los dos?

— Lo fue, no sé cómo lo hicieron realmente, pero... Estamos casados. — Kioko también mostró su mano, a diferencia de la castaña ella llevaba un anillo más sencillo.

— También me casé, hace tres años, y dos años después tuve a Haru. — La menor señaló al niño quien dormía en su coche.

— Es muy lindo... Se parece bastante a ti. — Haitani sacó su móvil y mostró una foto de su hijo, Yamada no pudo evitar sonreír.

— Oye, se parece muchísimo a Rindo ¿No? ¿Es él el padre? — La mayor asintió.

— Sí, ahora mismo creo que espero un hijo de Ran.

— De seguro saldrán hermosos, no puedo esperar a verlos de grandes, con una madre y padres con características tan preciosas... Seguro serán todos unos modelos sacados de revistas.

— No exageres. —Tetsu guardó su teléfono. — ¿Qué has hecho estos años? No estuve muy al pendiente con esto de ir a estudiar al extranjero y después volver a encontrarme con los hermanos... Ya sabes, mi vida siempre ha sido un caos.

— Bueno, terminé la universidad y estudié diseño gráfico, me casé con un hombre llamado Takashi y tuvimos un hijo dos años después y creo que tú hiciste algo similar.

— Así es, con la diferencia de que yo me casé con los dos Haitani. — Ambas rieron. — Estoy segura de que mi yo de hace diez años estaría incrédula y asqueada.

— Estoy segura que así sería, eras terriblemente amarga y nunca pensabas en parejas. — Kioko miró por unos segundos el cielo azul. — ¿Te apetece ir a caminar por allí?

— Claro.

Ambas se levantaron, Tetsu se detuvo por un momento al sentirse observada, así que se giró, sin encontrar a nadie mirándole.

— ¿A qué se dedican los hermanos?

— Son dueños de hoteles y restaurantes. — Omitió la mujer varios detalles. — Cuando los vi nuevamente al regresar a Japón no lo podía creer, están bañados en dinero.

— Eso quiere decir que nunca le faltará nada al niño, una madre, sus padres y dinero. — Tetsu asintió. — Suena genial.

— ¿Qué tal es tu vida? ¿Vives bien?

— Lo hago, mi esposo y yo no somos los más ricos, pero nuestra vida es cómoda y podemos darnos uno que otro lujo, pero preferimos invertir correctamente nuestro dinero.

Haitani asintió. El resto del día continuó de la misma forma, ambas poniéndose al día de la otra, resaltando detalles importantes y otros no tanto mientras se reían y recordaban sus vidas como adolescentes y las comparaban con sus nuevas vidas como adultas.
Kioko se detuvo al escuchar a la criatura en el coche llorar, era la hora de volver a casa.

— Creo que ya debo marcharme, a esta hora suele querer estar pegado a su padre, extraño ¿No?

— Lo entiendo. — Rio Tetsu. — A veces Yoichi no se despega de Rindo, otras veces de Ran, es normal al ser sus padres.

— Deben de ser buenos padres. — La castaña asintió.

— Bien, supongo que ya debes irte, ten cuidado al volver.

— Claro, nos vemos otro día, señora Haitani.

— Hasta luego, señora Mitsuya.

Tetsu sonrió, girándose para caminar de vuelta a su hogar.

Kioko se detuvo de golpe al estar a una gran distancia de la castaña, sus ojos se abrieron con impresión antes de girarse y sentir un escalofrío recorrer su espalda, su piel se erizó, y su labio tembló.

Tenía un mal presentimiento.

— Oh, dios, Tetsu... — Gimió la mujer, girándose para volver hacia donde había dejado a su amiga.

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No todo es sempiterno, solo las cucarachas.

D. P. F. - 1

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