𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

"DIEZ AÑOS DESPUÉS "

SE ENCONTRABA BASTANTE NERVIOSA EN ESOS MOMENTOS, una cena muy importante se llevaría a cabo donde todos los familiares de ella y Shōto asistirían.

Observó con cierto nerviosismo la hora, aún faltaban horas para dicho evento, pero Natsuki no podía pensar en otra cosa que no fuera esa.

Soltó un suspiro, debía tranquilizarse, nada iba a salir mal, toda su familia se iba a alegrar por ella.

Fue una hora después que decidió tomar una ducha y empezar a vestirse adecuadamente, se colocó un vestido sencillo y se maquilló un poco.

Al terminar salió de su habitación, en la sala observó con una sonrisa como su hermano se encontraba ya listo. A pesar de que Natsuki ya ganaba bastante dinero como heroína, ella no había querido irse del apartamento, y su hermano estaba encantado con eso.

—¿Ya estás lista? —cuestionó el rubio mientras observaba con una sonrisa a su hermana menor.

—Claro que sí, ¿tú ya estás listo?

—Desde que nací.

Ambos bajaron el gran edificio y entraron al bonito auto negro del mayor, en el transcurso al restaurante Keigo le hacía muchas preguntas a la chica, preguntas que ella no respondió.

Al llegar al lugar indicado, el mayor se aparcó en el estacionamiento y juntos salieron, por suerte nadie los reconoció, y si lo hicieron pues fueron discretos.

Habían reservado todo el lugar por lo que a ninguno de los hermanos Takami le sorprendió que nadie estuviera ahí. Aún faltaban unos minutos para la hora acordada.

—Ya dime de qué se trata —le rogaba el rubio a la de cabello azules por milésima vez.

—Lo sabrás en su momento —respondía ella cansada, su hermano no cambiaba.

Unos minutos después Kira, Aizawa y su pequeña hija de cinco años llegaron, la peliazul de inmediato corrió para abrazar a la pequeña Akira.

El amor de Natsuki por los niños no había cambiado ni un poco, es claro que la de cabellos azules consentía a su pequeña prima siempre, y no solo ella, Keigo también lo hacía.

Kira los regañaba, pero ambos alegaban que solo eran los primos divertidos que debían consentirla mucho.

Después llegó Shōto, quien saludó a la familia de su novia con esa pequeña sonrisa tan característica de él.

Cuando se acercó a su novia ella le dio una sonrisa nerviosa, el bicolor la abrazó y acarició su espalda en un intento de reconfortarla.

—Todo saldrá bien cariño —murmuraba Shōto con la intención de calmar los nervios de Natsuki.

—Si... tienes razón, todo saldrá bien.

Se separaron y fueron a sentarse con los demás. Un rato después llegó la ahora adolescente Eri, quien tenía una gran sonrisa en su rostro, abrazó a quien consideraba su hermana mayor y al novio de ésta.

Eri de igual manera fue adoptada legalmente por los Takami una vez todo el desastre relacionado con Shigaraki terminó, la chica de ahora dieciséis años observaba con una sonrisa como su salvadora daría una gran noticia.

Por último llegaron los Todoroki, los padres de Shōto y los hermanos de este. Los últimos en llegar fueron Bakugō y Midoriya, quienes habían llegado tarde por estar entrenando.

La cena transcurrió con tranquilidad, todo era paz y armonía, o así fue hasta que la pareja se levantó.

—Tenemos un anuncio que dar —espetó el bicolor mientras tomaba con fuerza la mano de su novia—. Natsuki-san y yo nos vamos a casar.

Ella agradeció que su ahora prometido dijera tales palabras pues ella no se consideraba lo suficientemente valiente como para hacerlo.

Todos lo felicitaron, se encontraban realmente alegres por la noticia. Claro que Bakugō y Keigo amenazaron al bicolor de una manera nada sutil, con Natsuki y Midoriya intentado controlarlos.

Mientras todos terminaban el postre, la pareja salió, ambos admirando las calles de Japón en silencio hasta que Natsuki lo rompió.

—¿Imaginaste en algún momento terminar queriéndote casar conmigo?

—Desde el momento en el que supe que me gustabas ya sabía que serías tú mi esposa —respondió el bicolor con una pequeña sonrisa.

Se observaron fijamente, el amor impregnado en sus irises, sin duda alguna los dos se sentían agradecidos de haberse encontrado.

—Te amo —murmuró ella con una sonrisa.

—Yo te amo mucho más —respondió él acercándose a su prometida.

Ella pensaba que Shōto solo sería un verso en su canción llamada vida, sin embargo él se convirtió en algo más.

No era un verso, ni una estrofa, era toda una canción. Y así lo sería hasta su muerte.

Nuestra canción, pensó ella mientras abrazaba con más fuerza a su prometido.

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