𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄


Dicen que los recuerdos son todo lo que queda cuando lo pierdes todo. Para mí, son cicatrices, tan profundas como las heridas que me moldearon.

La primera vez que vi una orquídea fue en el jardín botánico del Arca. Mi madre, una mujer firme y respetada del arca, la sostenía como si fuera un tesoro.

—Es para ti, Alessia —dijo, colocando la delicada flor en mis manos—. Una orquídea es fuerte, incluso en los peores lugares. Como tú.

No sabía lo que significaban sus palabras hasta que fue demasiado tarde.

Tenía diez años cuando mis padres murieron. No fue un accidente. Ellos sabían demasiado, hablaron de cosas que no estaban permitidas en el Arca. Todo lo que quedó de ellos fueron cenizas y el eco de una sirena que aún me persigue en sueños.

Después de eso, el consejo decidió dejarme con vida y me dejaron a su respaldo. Aprendí rápido que el Arca era una cárcel disfrazada de hogar. Y yo, una niña huérfana, era poco más que un número

En medio de todo, estaba Bellamy Blake. Era solo un niño cuando lo conocí, con unos ojos que parecían contener todo el peso del universo. Pero había algo en él, una chispa de valentía que desafiaba todo lo que yo creía sobre este lugar frío y cruel.

Nos encontrábamos en el jardín botánico, un refugio en medio de la monotonía. Yo llevaba mi orquídea, esa que me recordaba que incluso en el peor de los lugares podía haber belleza.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó, cruzando los brazos con una actitud que parecía mayor a su edad.

—Cuido mi flor —respondí, mostrando la orquídea con una sonrisa.

Bellamy se inclinó, mirándola como si fuera algo sagrado.

—Es bonita. Como tú.

Aquellas palabras se quedaron conmigo más tiempo del que esperaba o eso creía


Me convertí en un nombre más en la lista de la Guardia de la Arca. Pero en lugar de abandonarme, me reclutaron.

Mis días eran una mezcla de sangre y esperanza. Por las mañanas, entrenaba con los guardias. Aprendí a disparar, a pelear, a sobrevivir. Era buena, quizá demasiado buena.

Por las tardes, Abigail Griffin me tomaba bajo su ala. Me enseñaba a sanar, a reparar lo que el mundo quebraba. No solo heridas físicas, sino también las invisibles.

—Tienes un don, Alessia —me dijo una vez mientras suturaba una herida en un maniquí—. Puedes salvar vidas, si eliges hacerlo.

Yo quería creerle. Quería creer que podía ser más que una herramienta del sistema. Pero sabía que el Arca no era lugar para sueños.

Yo cometí errores. Algunos pequeños, otros lo suficientemente grandes como para ponerme en peligro. No fui una mártir, ni una heroína. Solo una chica tratando de sobrevivir en un lugar donde incluso respirar era un acto de rebelión.

𝑏𝑦:ʲᵗⁱⁿⁱᵗⁱᵈᵃʳᵏ

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