vi. medusa

❪ MEDUSA ❫

(advertencia de contenido: homicidio y bullying)

Un golpe seco resonó en el pasillo de la escuela, y las risas no tardaron en estallar mientras todos dirigían la mirada a un solo lugar.

Un pequeño pelinegro se levantó sacudiendo su ropa para despejarla de rastros de polvo; sus manos ardían un poco por detener el impacto de su cuerpo con el suelo.

—¿Qué pasó, estúpido? ¿Ahora tampoco puedes ver por dónde pisas? —se escuchó una voz preadolescente.

Teivel simplemente lo ignoró y trató de seguir su camino al baño, pero lo tiraron de la camisa, haciendo que se tambaleara, a punto de caer otra vez.

—¿A dónde crees que vas? Tú te quedas con nosotros —dijo el mismo chico.

El timbre que indicaba el inicio de una nueva clase comenzó a sonar; todos los que se divertían con la situación se quejaron para ir a sus salones, dejando solos a los 5 chicos.

Otra vez tendría que ir a la enfermería.

Por la noche, Teivel se movía en su cama entre sueños, en él estaba Adam, su bully del nuevo colegio al que asistía. Adam caminaba por la calle con un hombre parecido a él, su padre. Teivel, sabiendo que estaba en un sueño, imaginó que un camión se desviaba del camino por un ciclista imprudente y arrollaba a Adam.

Dos días después, la noticia del trágico accidente estaba en primera plana en el periódico.


ㅤMe encontraba sentado, esperando a que todos subieran y cuando subieron los últimos pasajeros, vi algo que me hizo ponerme en alerta.

ㅤEran las tres furias; Alecto, Tisífone y Megera.

ㅤVolteé para ver si los chicos se habían dado cuenta de la presencia de las furias, pero me encontré con una escena que hizo que quisiera saltar de mi escondite.

ㅤAnnabeth Chase tocaba la rodilla de Percy.

ㅤVi como Percy se agachaba en su asiento, escondiéndose de las furias, las cuales aparentaban ser ancianas, unas horribles.

ㅤSe sentaron en la primera fila, justo detrás del conductor. Las dos del asiento del pasillo, Tisífone y Megera, miraron hacia atrás con un gesto disimulado, pero de mensaje muy claro: de aquí no sale nadie.

ㅤEl autobús arrancó y nos encaminamos por las calles de Manhattan, relucientes a causa de la lluvia.

ㅤAl parecer los chicos planeaban escapar por las ventanillas, pero estas no se dejaban abrir. Estábamos en la Novena Avenida, de camino al puente Lincoln.

ㅤMi mente estaba pasando todas las posibles situaciones que se podían presentar, saqué la cuchilla que me había dado Quirón, como yo todavía no he sido reclamado, no tengo ningún regalo que me ayude para las misiones. Me quité la manta, ahora estaba totalmente expuesto a que los chicos se dieran cuenta de mi presencia, pero necesitaba tener movilidad si de pronto las furias me atacaban.

ㅤLlegamos al túnel Lincoln, y el autobús se quedó a oscuras, salvo por las bombillas del pasillo. Sin el repiqueteo de la lluvia contra el techo, el silencio era tenso, como los de una película de terror.

ㅤAlecto se levantó. Como si lo hubiera ensayado, anunció en voz alta:

ㅤ—Tengo que ir al aseo.

ㅤ—Y yo —añadió Megera.

ㅤ—Y yo —repitió Tisífone.

ㅤY las tres echaron a andar por el pasillo, yendo en dirección a los tres chicos, mierda.

ㅤHabía más probabilidades que atacasen a Percy, siendo hijo de uno de los tres grandes, las posibilidades de morir gracias a un monstruo se triplicaban.

ㅤMe alivié al ver la sombra de Percy ponerse la gorra de Annabeth y desaparecer, pero su aroma seguía estando en el autobús.

ㅤMiré a mi alrededor, recordé que frente a mí un hombre tenía colgando en su mochila una gorra parecida a la de Annabeth, solo que no lo hacía invisible, así que se la robé y me la puse, Percy podría estar a mi lado y yo necesitaba esconderme, al menos solo por hoy.

ㅤAlecto se detuvo, olisqueó y se quedó mirando fijamente a unos asientos detrás de mí, ahí estaba Percy. El corazón me dejó de latir, me tensé y el ambiente se puso frío, estaba dispuesto a atacar, pero al parecer no vio nada, pues las tres siguieron avanzando.

ㅤYa casi salíamos del túnel Lincoln cuando oí unos aullidos desagradables en la última fila.

ㅤLas ancianas ya no eran ancianas. Sus rostros seguían siendo horribles, pero a partir del cuello habían encogido hasta transformarse en cuerpos de arpía marrones y coriáceos, con alas de murciélago y manos y pies como garras de gárgola. Los bolsos se habían convertido en fieros látigos.

ㅤA los hijos de Afrodita les gustaría tener un bolso así.

ㅤLas Furias rodeaban a Grover y Annabeth, esgrimiendo sus látigos.

ㅤLos demás pasajeros gritaban y se escondían bajo sus asientos. No sabía lo que sus mortales mentes veían, pero no parecía agradable.

ㅤ—¡No está aquí! —gritó Annabeth—. ¡Se ha ido!

ㅤDefinitivamente iban tras Percy.

ㅤLas Furias levantaron los látigos.

ㅤAnnabeth sacó el cuchillo de bronce. Grover agarró una lata de su mochila y se dispuso a lanzarla. No creo que su bocadillo ayude mucho con un par de pajarracos gigantes atacándolos.

ㅤEl conductor del autobús estaba distraído, intentando ver qué pasaba por el retrovisor. Aún invisible, le arrebaté el volante y lo giré abruptamente hacia la izquierda. Todo el mundo aulló al ser lanzado hacia la derecha, y yo oí lo que esperaba fuera el sonido de tres Furias aplastándose contra las ventanas.

ㅤ—¡Eh, eh! ¿Qué dem...? —gritó el conductor—. ¡Uaaaah!

ㅤEl conductor parecía forcejear con el volante, enseguida me di cuenta de que Percy era el responsable, pero a este punto si no los mataban las furias, los mataba el posible accidente automovilístico que se avecinaba. El autobús rozó la pared del túnel, chirriando, rechinando y lanzando chispas alrededor. Salimos del túnel Lincoln a toda velocidad y volvimos a la tormenta, hombres y monstruos dando tumbos dentro del autobús, mientras los coches eran apartados o derribados.

ㅤDe algún modo, el conductor encontró una salida. Dejamos la autopista a toda prisa, cruzamos media docena de semáforos y acabamos, aun a máxima velocidad, en una carretera rural de Nueva Jersey. Había un bosque a la izquierda y el río Hudson a la derecha, hacia donde el conductor parecía dirigirse.

ㅤEl autobús aulló, derrapó ciento ochenta grados sobre el asfalto mojado y se estrelló contra los árboles al frenar de forma agresiva. Se encendieron las luces de emergencia. La puerta se abrió de par en par. El conductor fue el primero en salir, y los pasajeros lo siguieron gritando como enloquecidos.

ㅤLas Furias recuperaron el equilibrio. Revolvieron sus látigos contra Annabeth, mientras esta les amenazaba con su cuchillo y ordenaba que retrocedieran en griego clásico. Grover les lanzaba trozos de lata.

ㅤObservé la puerta abierta. Sabía que Percy no se había bajado, no sería capaz de dejar a sus amigos solos.

ㅤ—¡Eh! —. Percy se quitó la gorra, revelando que estaba en el asiento del conductor.

ㅤLas Furias se volvieron, le mostraron sus colmillos amarillos. Alecto se abalanzó hacia él por el pasillo. Cada vez que su látigo restallaba, llamas rojas recorrían la tralla. Sus dos horrendas hermanas se precipitaron saltando por encima de los asientos como enormes y asquerosos lagartos.

ㅤ—Perseus Jackson —dijo Alecto con tono de ultratumba—, has ofendido a los dioses. Vas a morir.

ㅤ—Me gustaba más como profesora de matemáticas —le dijo Percy.

ㅤElla gruñó en respuesta.

ㅤAnnabeth y Grover se movían tras las Furias con cautela, buscando una salida. Estaban tan ensimismados en su propia pelea que no se habían dado cuenta de que solo yo quedaba en el autobús junto a ellos.

ㅤPercy sacó el bolígrafo de su bolsillo y lo destapó. Contracorriente se alargó hasta convertirse en una brillante espada de doble filo.

ㅤLas Furias vacilaron, cobardes.

ㅤ—Sométete ahora —silbó Alecto entre dientes— y no sufrirás tormento eterno.

ㅤ—Buen intento —contestó Percy.

ㅤ—¡Percy, cuidado! —le advirtió Annabeth.

ㅤLa furia enroscó su látigo en su espada mientras las otras dos Furias se le echaban encima.

ㅤEl rubio golpeó a la Furia de la izquierda, Tisífone, con la empuñadura y la envió de espaldas contra un asiento. Se volvió y le asestó un tajo a la de la derecha, Megera. En cuanto la hoja tocó su cuello, gritó y explotó en una nube de polvo. Annabeth aplicó a Alecto una llave de lucha libre y tiró de ella hacia atrás, mientras Grover le arrebataba el látigo.

ㅤ—¡Ay! —gritó él—. ¡Ay! ¡Quema! ¡Quema!

ㅤTisífone volvió a atacar a Percy, con las garras preparadas, pero le asestó un mandoble y se abrió en dos.

ㅤAlecto intentaba quitarse a Annabeth de encima. Daba patadas, arañaba, silbaba y mordía, pero Annabeth aguantó mientras Grover le ataba las piernas con su propio látigo. Al final ambos consiguieron tumbarla en el pasillo. Intentó levantarse, pero no tenía espacio para batir sus alas de murciélago, así que volvió a caerse.

ㅤ—¡Zeus te destruirá! —prometió ella—. ¡Tu alma será de Hades!

ㅤ—Braceas meas vescimini! —le gritó Percy en latín.

ㅤUn trueno sacudió el autobús. Sin que nadie se diera cuenta, salí rápidamente, seguido escuché a Annabeth gritar:.

ㅤ—¡Salgan! ¡Ahora!

ㅤSalieron corriendo fuera y se encontraron a los demás pasajeros vagando sin rumbo, aturdidos, discutiendo con el conductor o dando vueltas en círculos y gritando impotentes. Yo, en cambio, permanecí detrás de una señora que, tal vez, ocupaba asiento doble.

ㅤ—¡Vamos a morir! —. Un turista con una camisa hawaiana le hizo una foto a Percy antes de que pudiera tapar la espada.

ㅤ—¡Nuestras bolsas! —dijo Grover—. Hemos dejado nues...

ㅤ¡BUUUUUUM!

ㅤLas ventanas del autobús explotaron y los pasajeros corrieron despavoridos, yo me interné en el bosque, esperando que de milagro los chicos también lo hicieran para no perderlos de vista. El rayo dejó un gran agujero en el techo, pero un aullido enfurecido desde el interior me indicó que Alecto aún no estaba muerta.

ㅤ—¡Corred! —exclamó Annabeth—. ¡Está pidiendo refuerzos! ¡Tenemos que largarnos de aquí!

ㅤPara mi suerte, se internaron en el bosque, dejando atrás el autobús en llamas y a Alecto furiosa.



ㅤSeguía de cerca al grupo, fijándome de vez en cuando de que Alecto no estuviera cerca de ellos, algo difícil de hacer mientras me preocupaba de no ser visto.

ㅤMe tuve que detener debido a que los chicos estaban teniendo una discusión acerca de algo que no me importaba, pero me estaba desesperando, ya que Alecto podría alcanzarlos si no seguían caminando. Luego unos minutos el primero en avanzar fue Grover, siendo seguido por Annabeth y Percy quienes lucían confundidos.

ㅤMe llegó el olor de comida recién hecha, algo que me llevó a la misma dirección que seguía Grover. Unos metros más adelante, pude distinguir varias estatuas de piedra y un letrero que decía: "Emporio de gnomos de la Tía Eme".

ㅤEra obvio que se trataba de Medusa.

ㅤY al parecer no fui el único en darse cuenta.

ㅤQuise avanzar un poco más, pero la presencia de Alecto hizo que me escondiera detrás de una camioneta que estaba como exhibición para no ser visto. Me sentía como un ladrón, bueno, estaba en la cabaña de Hermes, pero aún no se me contagia esa manía de tomar cosas sin permiso.

ㅤ¿Por qué tenía que ser en secreto? Ya me harté de no hacer nada, me siento inútil. Vi a Percy sacar la pluma-espada.

ㅤLa conversación entre Alecto y los chicos no era algo que pudiera escuchar a tan larga distancia, pero vio a una hermosa mujer salir del emporio, era Medusa.

ㅤ—Hoy no, amigos. No en mi umbral —dijo Medusa con un tono de voz que podría hipnotizar a cualquiera.

ㅤAnnabeth, Grover y Alecto voltearon, evitando la mirada de la mujer, Percy al ver la acción de sus compañeros, hizo lo mismo. Yo, en cambio, tuve que esconderse mejor, ahora eran cinco personas las cuales podrían saber sobre mi presencia.

ㅤMedusa al acercarse más a los presentes bajó su voz varios tonos al tener la atención de los chicos.

ㅤNo consideraba a Medusa un monstruo, pero podría ser un potencial peligro y con mayor razón estando Annabeth, hija de la diosa que le dio esa maldición sin motivos. Ahora tenía dos motivos para estar a punto de salir de mi escondite.

ㅤAl parecer Medusa convenció a los chicos de que entraran, Alecto estaba cada vez más cerca de mí, hasta que finalmente habló.

ㅤ—Ya sé que estás ahí —habló con voz seria.

ㅤRodé los ojos y salí un poco de mi escondite, siendo tapado por Alecto y sus alas.

ㅤ—¿Por qué no me atacaste? —pregunté directamente.

ㅤ—Tu muerte no me interesa.

ㅤ—Qué encantadora —ironicé.

ㅤ—Aún te recuerdo, pero ya no eres ese pequeño niño. Eres peor de lo que pensé que llegarías a ser —me dijo Alecto.

ㅤ—¿Cómo creías que llegaría a ser? —pregunté curioso.

ㅤ—Yo te imaginaba como un presidiario, encerrado, ya sea en la cárcel o en un psiquiátrico. Hasta muerto, pero me equivoqué. Resultaste ser un fugitivo sediento de sangre —explicó Alecto.

ㅤMi mandíbula se tensó, ella no sabe nada sobre mí. —Yo no me fui de Londres por ser un fugitivo, fue para seguir con vida gracias a ustedes —respondí con furia.

ㅤ—¿Eso quita la parte de ser una asesino, niño? Claro que no, todos en el inframundo sabemos de tus víctimas. Las hemos visto y oído, las almas con arrepentimientos enterradas gracias a que tú les diste final sin haberles dado más oportunidad de decir o hacer cosas —expuso Alecto.

ㅤMi furia creció, ¿víctimas? Merecían morir. —¿Y tú crees que acaso ellos me importan? Por algo están muertos, por algo los maté —dije remarcando cada palabra que decía.

ㅤ—Eres un pequeño monstruo, chico. Me sorprende que él aún no te haya reclamado —se burló Alecto.

ㅤ—Mira quién me dice monstruo —contesté, ignorando lo otro que dijo. —No me quieras hacer sentir culpable, sabiendo a cuantos tú también has matado. ¿Me vienes a dar clases de moral? Asegúrate de poder dar el ejemplo, voy a matar a quien quiera y tú no eres nadie para impedirlo.

ㅤAlecto estuvo a punto de atacarme, pero desvié la mirada hacia la puerta que estaba a espaldas de la Furia al notar movimiento y vi a Annabeth y a Percy hablar.

ㅤMuy juntos.

ㅤ¿Acaso era necesario hablar estando tan cerca?

ㅤ—Carajo —. Sin tiempo a tener celos, volví a esconderme detrás de la camioneta.

ㅤAlecto volteó confundida y vio a Percy salir, entonces con decisión fue a atacar, pero Percy en un movimiento rápido hizo aparecer la cabeza de Medusa, haciendo que Alecto se transformara en otra de las estatuas de exhibición del emporio.

ㅤAl ver eso solo pude pensar en lo bien que se veía derrotando monstruos, sus ojos azules brillaban con una determinación que le daba un aura aún más heroica.

ㅤPercy volvió al interior del emporio, salí una vez más de mi escondite y fui hacia Alecto.

ㅤ—Salúdame a los muertos si es que puedes —me burlé.

ㅤAhora tocaba esperar a que los chicos vuelvan a salir.











Nota de la autora: meperdonan? Me ganó la flojera y tuve dolor de cabeza hasta hace 1 día, pero ya llegó el capítulo. Mañana publico otro. Me voy a morir, ya solo queda 1 capítulo de la serie. ¿Qué les pareció?  Voten y comenten. En un rato les voy a subir un tiktok que va a ser spoiler.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top