𝟭𝗢. 𝗆𝗂𝗇𝖾

CAPÍTULO
DIEZ

❝MÍA❞

• • •

PARPADEÉ DOS VECES OBSERVANDO EL EDIFICIO abandonado y lúgubre frente a nosotros con una energía maldita emergiendo de adentro, ignorando los quejidos de enfado y decepción de mis dos nuevos compañeros. Nunca había visto Roppongi en persona ni en fotos, solo lo conocía por el nombre y, claramente por Ran y Rindou.

Jamás había imaginado que fuera tan... decadente.

──Hay una maldición.

Se declaró lo obvio.

──¡Mentiroso!

──¡Esto no es Roppongi!

──¡No juegues con los provincianos!

Solté un leve suspiro. Mi rostro no estaba decepcionado, más bien, asombrado de que mi imaginación no tiene límites. Pensé que iba a ser un hermoso lugar y solo es un... lugar.

──Mis expectativas de Roppongi eran más altas, pero no me quejo. He visto cosas peores. ─miré a mi sensei con una gran sonrisa. ──. Gracias por traerme a Roppongi, sensei.

Las quejas de los chicos se detuvieron en cuanto me escucharon. Cuando los miré, noté sus rostros de enfado hacia el albino, a quien se le notaba mal por mis palabras.

──Usted es un desconsiderado. ─soltó Nobara cruzando sus brazos.

──Disculpese con Kyomi-chan, sensei. ─pidió el pelirrosa.

──No juegues con la inocencia de Kyomi.

Me confundí un poco al escucharlos. No sabia a que se refieren con que me pidiera disculpas. ¿Esté no era Roppongi?

──Kyomi-chan, cuando terminemos aquí pasearemos por Roppongi. Así lo conocerás realmente. ─Gōjo despeinó mi cabello.

──Está bien, sensei. ─acepté sin problemas observando el edificio frente a nosotros. ──. ¿Cual es la historia? ─cambié de tema.

──Me alegro que preguntaras. ─me sonrió. ──. Hay un cementerio cerca de aquí. Y sumando el edificio abandonado, surgió una Maldición.

──¿Son más comunes entre las tumbas? ─preguntó Yūji aún sin entender el jujutsu.

──No es por el cementerio en sí. ─respondió el azabache. ──. Se debe al hecho de que la gente sienta aversión por los cementerios.

──Pasaba algo parecido en las escuelas, ¿no?

Iba a responder a Itadori, pero una voz algo molesta se adelantó.

──Espera un momento. ─habló la castaña. ──. ¿No sabe algo tan básico?

──Verás... ─Megumi le resumió lo sucedido.

Por mi parte, me quedé en silencio al recordar que por mi culpa se comió el objeto maldito. Un escalofrío sacudió mi cuerpo al recordar de quién era el objeto.

──¡¿Se tragó el objeto maldito especial?! ─gritó eufórica y asqueada. ──. ¡Qué asco! ¡Es absurdo, insalubre y asqueroso! ─corrió hasta quedar detrás mío aferrándose a mi cuerpo. ──. Aunque aprecio que salvarás a mi Kyomi~chan. ─pellizcó mi mejilla.

──¿Qué dijiste? ─preguntó Ita indignado por sus palabras.

──Concuerdo. ─Megumi estaba de acuerdo con esas palabras. ──. Aunque Kyomi no es tuya. ─recalcó mirandola de reojo.

Ella se limitó a enseñarle la lengua abrazandome.

──Quiero saber de que son capaces. ─Gōjo interrumpe la riña de sus alumnos alejando a la castaña de mi. ──. Consideren un experimento de campo. Nobara, Yūji, exorcicen la maldición del edificio.

──Puaj. ─soltó Nobara resignada.

──¿Qué? Pero creía que una Maldición exorciza a otra, ¿no? ─cuestionó el recipiente de Sukuna. ──. Yo no sé nada de hechicería.

──Ya eres prácticamente mitad maldición. ─señaló. ──. Por tu cuerpo corre energía maldita. Pero como nadie podía canalizar de un día para otro. Usarás esto.

Le entregó una arma maldita. Había leído sobre ellas, no obstante, nunca había visto una de cerca. Megumi, por mi contrario, pareció sorprenderse. Como si conociera de quien era.

──Se llama Demonio Asesino. ─Itadori la tomó asombrado. ──. Está impregnado con energía maldita. Funcionará contra maldiciones.

Eso pareció gustarle al moreno. Su sonrisa lo delataba.

──Patético. ─bufó Nobara. ──. ¿Me deseas buena suerte, Kyomi? ─su rostro desprectivo cambio a uno feliz miranso mis ojos.

──Ten suerte y cuidado, Nobara. ─le deseé.

──Me basta. ─se alejó colocándose un cinturón.

Ambos caminaron hacia el edificio. Yūji se despidió de mí con su mano y una sonrisa.

──Y algo más. ─lo detuvo el albino. ──. No dejes salir a Sukuna.

Mi cuerpo se estremeció al solo escuchar su nombre.

──Aunque acabarías con cualquier maldición cercana, también podrías involucrar a inocentes.

──Entendido. No dejaré salir a Sukuna.

──¡Apuraté! ─gritó nuestra compañera.

──Voy. Voy. ─murmuró corriendo hacia ella.

──¡Qué les vaya bonito! ─deseó el mayor.

No les quité la vista de encima hasta que desaparecieron dentro del edificio. Estaba algo preocupada por ellos y me puse un poco triste al no poder acompañarlos.

──Ven, Kyomi. Vamos a esperarlos sentados. ─el sensei tomó mi mano llevándome a una banca.

Dude en sentarme por el polvo. Él al percatarse de eso, se le hizo fácil sentarse en el pasto para sentarme en sus piernas.

──¡S-sensei! ─mis mejillas se tiñeron de un rojo carmesí mismo que eran cubiertas por mis manos.

Él reía. ──Es para que no te ensucies, pequeña. ─aclaró pasando mi cabello por detrás de mi cuello.

──P-pero...

──Shhh... ─me silencio con uno de sus dedos en mis labios. ──. No sucede nada. Sólo serán unos minutos. No me molesta.

Quería decir algo, pero sus manos envolverse en mi cintura y su cabeza recargarse en mi hombro me hacía sentir mal sí le exigía soltarme. Suspiré accediendo a su acción.

Escuche el pequeño bufido de Megumi. Giré mi cabeza observando su perfil, el parecía algo molesto. Tomé su mano encima de su pierna dando un suave apretón. A él no parecía molestarle mi gesto, al contrarió, lo tranquilizó.

En segundos, un cálido silencio nos inunda por minutos.

──Debería ir con ellos. ─el silencio se rompió gracias al azabache.

──No te fuerces. ─dijo, mi cuerpo tembló al escuchar su voz en mi oído. ──. Aún te estás recuperando, al igual que Kyomi. ─inició unas leves caricias en mi cintura.

──Pero hay que vigilar a Itadori, ¿no?

──Supongo. ─sus caricias me estaban haciendo dormir. ──. Pero esta vez estamos poniendo a prueba a Nobara.

──¿Nobara? ¿Por qué? ─cuestioné.

──Para ver su capacidad. Como sucedió contigo, ¿recuerdas? ─asentí. ──. Además, a Yūji le faltan unos cuantos tornillos. No dudó a la hora de atacar y matar a las cosas que intentaron asesinarlo adoptando formas biológicas de los más extraños.

A mi mente llegaron los recuerdos de hace tres noches. En las cuales él luchó contra las maldiciones a pesar de nunca haberlas visto en su vida.

──Y eso que no ha conocido las maldiciones por tanto tiempo como ustedes. ─recalcó el albino, mi cuerpo tembló inconscientemente recordando mi niñez. ──. Hace poco que llevaba una vida escolar común y corriente.

Me hubiera gustado conocer lo que significa llevar una vida normal y corriente.

──Hoy quiero confirmar cuán demente está ella.

──¿Qué tan demente estoy, sensei? ─pregunté intrigada.

Él soltó una risa. ──Kyomi, tú eres un terrón de azúcar. ─me abrazó más. ──. Uno que me encantaría comer.

Susurró algo al final que no escuche muy bien. No le preste atención, me sentí un poco ofendida de que no dijera que estaba demente.

──Puedo ser demente si me lo propongo, ¿sabia? ─crucé mis brazos haciendo un mohín.

──Si ese día sucede, prometo llevarte a cualquier lugar.

Mis ojos brillaron ante su propuesta. ──. Es un trato, sensei. ─sonreí estrechando su mano.

Aunque comenzaba a creer que nunca llegará ese día. Siempre he sido muy pacífica, y no suelo molestarme de verdad con casi nada. Si un dia me vuelvo demente y destruyo cuanta cosa delante mía, tal vez sea por un buen motivo.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no le prestaba atención a la conversación que mantenían ambos hombres.

Siempre suelo ser así, no prestarle atención a las cosas que sucedían a mi alrededor. Supongo que es una parte interna mía, ser rencorosa. Recuerdo cuando vagaba por las calles de niña y a nadie le importaba, al contrario, les daba asco verme. Ahora que crecí, a mi no me importan las vidas de los demás, así como yo no les importaba, ellos no me deben de importar.

Cuando creí perder la fe en la humanidad, alguien tan jodido como yo me salvó de mi miseria. No era la mejor persona, estaba muy lejos de serlo, pero lo fue para mí. Me rescató de las calles y me dio un techo y alimento, incluso cuando no tenía ni para él. Ese hombre fue quien me hizo creer de nuevo en la humanidad.

Sin embargo, lo asesinaron.

Suspiré. Aleje todos mis pensamientos observando las calles tratando de buscar algo interesante. A lo lejos, a un lado del edificio había una máquina expendedora de dulces.

──Gojō-sensei, ¿me permite ir a la máquina expendedora? ─señale al otro lado de la calle.

──Claro, siempre y cuando me traigas un dulce.

──¿Quieres algo también, Megumi? ─pregunté mientras me levantaba.

Él negó. ──Estoy bien. Gracias.

Asentí para caminar hacia la máquina. Me quedé observando los dulces para escoger uno que me gustara. Al tenerlo en mente inserte el dinero oprimiendo los botones correspondientes. El dulce cayó y no tardé en deshacerme de la envoltura para llevarlo a mi boca.

Mientras lo disfrutaba, inserte otra moneda para seleccionar el dulce del sensei. No obstante, una presencia me heló por completo. Giré mi cabeza encontrando a la maldición del edificio saltar quedando frente mío.

No me deje dominar por el miedo y mi cuerpo se envolvió en mi energía maldita preparada para exorcizarlo.

──¡Kyomi, espera! ─me gritó el sensei.

No sabía porque lo pedía, pero hice caso. La maldición al ver esto no tardó en abalanzarse hacía mí riendo en el proceso. Me cubrí con mis brazos esperando el golpe, pero nunca llegó en su lugar se desvaneció. Lo habían exorcizado.

Me dejé caer de rodillas soltando un suspiro por el miedo que sentí al final.

Nobara junto a Yūji salieron del edificio con la compañía de un pequeño a quien salvaron de la maldición.

──Me alegro verlos sanos. ─abracé a ambos, quienes respondieron en seguida. ──. Lo hicieron bien. ─sonreí.

──Gracias, Kyo-... ─Nobara interrumpió al pelirrosa empujándolo para tomar mis manos.

──¿Estuviste preocupada por mí, Kyomi? ─me miró con sus ojos llorosos. ──. Estuve a punto de morir y lo único que pensé fue en ti.

──Pero estás aquí conmigo. ─la tranquilice. ──. Y con ellos. Nada pasará.

──¡Eres tan pura, Kyomi! ─me abrazó con firmeza.

Solté una pequeña risa palmeando su espalda.

──Kyomi, acompañas al pequeño a su casa. ─ordenó el sensei.

──Hai. ─me separé de Nobara. ──. ¿Vamos? ─le ofrecí mi mano.

Él la aceptó y me indicó donde vivía, no era muy lejos de aquí. De hecho, prefirió que lo dejara a unas cuantas cuadras para no molestarme. Acepté no me moví hasta verlo entrar a su casa.

Di media vuelta regresando con los demás. Megumi y el sensei me esperaban junto a los demás.

──Listo, sensei. El niño llegó a su casa. ─informe. Él sonrió por ello.

──¡Buen trabajo, escarabajos! ─se dirigió a los dos provincianos. ──. ¿Qué tal si vamos a comer?

Eso fue más que suficiente para que ambos comenzaran con sus escenas.

──Bistec.

──Sushi.

──¡Déjenmelo a mí! ─el sensei se unía a ellos. ──. ¿Kyomi? ─me señaló.

──Como fue misión de ellos, que ambos elijan a donde ir. ─comenté llegando junto a ellos. ──. Me gustan las dos opciones.

──¡Qué considerada! ─palmeo mi cabeza. ──. ¿Y tú, Megumi?

El azabache lo ignoro. Estaba sumergido en su celular sin prestarnos atención.

──Bueno, ¿nos vamos?

Sentí al sensei tomarme de mis hombros mientras que Nobara y Yūji se aferraban a mis brazos para comenzar a caminar dejando atrás a Fushiguro.

──Nobara, ¿no irás por tus cosas? ─recordé.

──Cierto, casi olvido mis cosas. ─sacó unas llaves lanzandolas al pelirrosa. ──. Oye, ve a buscar mis cosas.

──¿Qué? ¿Por qué yo? ¿No estábamos a mano?

──Ganamos gracias a mi energía maldita. ¿Algún problema?

──¿Y qué hay de mi fuerza bruta?

──¿La que ganastes comiendo cochinadas? ─solté una pequeña risa.

──Aunque cuesta creerlo, su fuerza bruta la tenía antes de comer eso. ─comenté mirando a la castaña.

──¡¿Vez?!

──No se que le diste a mi Kyomi-chan para que mintiera. ─cruzó sus brazos mirándolo mal. ──. Sigo pensando que tu fuerza es por comer eso. ─soltó con cierto asco.

──¡Que no es solo por eso! ¿Verdad, Fushiguro? ─miró al chico que permanecía en silencio. ──. ¿Eh? ¿Qué te pasa, Fushiguro?

──Nada.

──Está de malas porqué quería pelear. ─respondió el sensei ante la negatividad de su alumno.

──Qué infantil. ─Nobara se burló haciendo que se moleste.

──Tranquilo, Megumi. ─me acerque a él envolviendo mis manos en su brazo. ──. Seguramente nos tocará una misión a nosotros y acabaremos en menor tiempo que ellos.

Él me miró por unos segundos escondiendo su sonrisa detrás de su camisa del uniforme. Miré al frente a Nobara furiosa y a Yūji hicieron un gesto de molestia.

El sensei se limitó a reír como siempre. ──Mejor vamos a cenar y después a recoger las cosas de Nobara. ─aclaró mirándonos. ──. Ahora, la pregunta del millón. ¿Qué cenaremos?

──¡Bistec! / ¡Sushi! ─se miraron con rayos chocando entre sí.

──Resolvamos esto como dos adolescentes lo hacen. ─la mirada oscura de Nobara me dio miedo.

──Eso mismo pensaba. ─Yūji le respondió con la misma intensidad.

──¡Piedra, papel o tijera! ─ambos sacaron piedra. ──. ¡Piedra, papel o tijera! ─volvieron a sacar lo mismo y así siguieron por un rato.

──¿Por qué no dejamos que Kyomi-chan elija? ─sugirió el sensei.

Ambos chicos me miraron para después mirarse a ellos mismos.

──Por mí no hay problema. ─aceptó el pelirrosa.

──No me molesta. ─accedió mi compañera.

──¿Y bien? ─me preguntó el albino.

Anoche cenamos un poco de carne así que Yūji ya la había probado, en cambio, Nobara aún no ha tenido el placer de comer nada en Tokyo.

──Creo que se me antoja el sushi.

Nobara gritó con entusiasmo mientras me abrazaba con mucha fuerza.

──¡Eres la mejor, Kyomi! ─me tomó de mis manos acercando su rostro al mío. ──. ¡Cásate conmigo!

──¿C-casarme? ─mis mejillas se tiñeron de rojo, estaba muy nerviosa. ──. ¿A-ahora?

Los presentes se congelaron al verme de ese modo.

──Kyomi, no me digas qué... ─Nobara se puso seria. ──. ¡¿Te gustan las mujeres?!

Mi rostro se puso rojo y mi cuerpo tembló. Desvie mi mirada a lo lejos.

──Y-yo... m-me gus-gustan... a-ambos... ─murmuré bajando la cabeza.

──¡Te gustan los hombres y las mujeres! ─gritó Nobara emocionada, a los chicos no tanto. ──. Entonces, ¿te quieres casar conmigo?

──¿De qué hablas? Si ella se va a casar será conmigo. ─Itadori me alejo de ella diciendo aquello con cierta "inocencia".

──¿Ah? ¿Contigo? ─lo miró de pies a cabeza. ──. Mi Kyomi no tiene malos gustos.

──Kyomi no es tuya. ─Megumi se metió entre ambos, quitándome de los brazos de Itadori. ──. Ustedes apenas llevan un día con ella.

Pase saliva, sin palabras. Mi rostro solo enrojecia por la pelea que tenían por mi.

──¡Eso no justifica nada! ─señaló Kugisaki. ──. En cuanto dijo mi nombre, hubo una conexión entre ambas. ─me tomó entre sus brazos.

──¡Mi conexión fue primero que la tuya! ─ahora Itadori me tenía.

──Idiotas. La conocí antes que ustedes. ─Megumi me volvió a tomar en sus brazos.

──Chicos calma. ─el albino me separa con cuidado del azabache y me alejo. ──. Esto no es una competencia. Y su compañera no es ningún objeto para tratarla así.

──Gracias, Satoru~sensei. ─sonreí llamandolo por su nombre.

──¡Pero, de ser así! Fui el primero en conocerla por lo tanto, es mi Kyomi-chan. ─me abrazó con firmeza.

──¡Sensei!

• • •

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top