𝗢𝟵. 𝖻𝖾𝖺𝗎𝗍𝗂𝖿𝗎𝗅
─ CAPÍTULO ─
NUEVE
❝HERMOSA❞
• • •
TRANQUILIDAD. ERA LO ÚNICO QUE ME ABRAZABA en todo momento. Sumergida en mis sueños me encontraba disfrutando de la calma que la noche me brindaba.
Me giré en la cama quedando boca arriba sintiendo una leve oleada de frío. Cubrí mi cuerpo con mi frazada calentándome poco a poco, o eso intente. Gruñí un poco al sentir otra vez dolor en la marca de mi vientre.
Estaba tan profundamente dormida que casi no sentía mi cama hundirse por el peso de alguien más encima suyo. Hice un gesto molesto cuando mi frazada se deslizó hasta descubrir mi cuerpo dejando ver mi vestimenta de ayer.
Deje salir un suspiró ante un tacto frío deslizarse por mi muslo, y cada que subía, mi costado dolía más. Dejó de palpitar cuando una mano la acarició por encima de la tela de mi short. Pronto, los dedos se enredan alrededor de la cintura de mi short para guiarla por mis piernas llevándo consigo mi ropa interior dejándome descubierta y a su merced.
Un calor infernal inunda mi rostro mientras él deslizaba su lengua sobre mi ombligo hasta presionar mi pelvis. Besos húmedos recorrieron mi piel hasta posarse a un costado de mi vientre, justo en mi marca. Cuando sus labios rozarón las lineas negras el dolor cesó.
Me estremeció escuchar nuevamente esa risa sádica contra mi vientre sintiendo su vibración. Un chillido salió de lo profundo de mi garganta al sentir un par de pequeños colmillos perforar mi piel justo en su marca. Su lengua saboreando mi sangre me enloqueció por completo, algó que jamás me imaginaria. Su lengua se sentía tan caliente que pronto el bochorno en mi entrepierna no tardó en presentarse.
Cerré mis piernas al sentir el frío chocar contra mi húmeda entrada, jamás había llegado a estos estremos en ninguna situación. Sin embargo, unas uñas filosas se enterraron en mis muslos abriéndolas con fuerza bruta, grité por ello y a él le gusto mi dolor. Me estremecí al sentirme tan expuesta a alguien que no sabía quién era, hace minutos que intentaba abrir mis ojos, pero no lo conseguía.
──Dejá de fingir ser tímida. Se lo que te gusta, mocosa. ─su voz ronca con una pizca de sadismo me erizó mi piel. ──. Devorarte.
Sin pedir permisó y sin esperarlo, él da una lamida fuerte y caliente a través de mis pliegues, lo suficiente para hacerme jadear y apretar las sábanas en mis manos. Abré mis piernas un poco más y se inclina para mover la curva de su nariz contra el clítoris, llevándome al cielo y al infierno a la vez, su lengua se sumerge cada vez más profundo saboreando mi sabor.
──Oh, sí. ─gemí, quedándome sin aire.
En medio de tanto placer, logré abrir mis ojos observando entre la oscura habitación una silueta entre mis piernas, sus ojos rojos como la sangre brillaban con intensidad. Sus manos clavadas en mis muslos con firmeza me obligaba a permanecer quieta y a su merced. Deje caer mi cabeza a mi almohada cerrando mis ojos con fuerza al sentir como mordió mi clítoris haciendo temblar mis piernas.
──Ah... sí~
Mis gemidos salieron cada vez más cuando su cálida lengua se movió rápido y cada vez más profundo. Mis paredes vaginales comenzaron a contraerse mientras se formaba un nudo que en mi vida he experimentado, mis piernas comenzaron a temblar con frecuencia. Él soltó un gruñido cuando mi cuerpo comenzó a contraerse con sensaciones que jamás había experimentado, más cuando mis piernas por inercia quería cerrarse, pero él lo impedía con sus enormes manos.
Fue cuestión de segundos para liberar el nudo de placer siendo saboreado por sus labios. Mi mente estaba en blanco, no podía pensar con claridad lo que acaba de suceder, mis pulmones me exigían más aire del que podía darles.
Con dificultad, levanté mi mirada encontrando esos dos pares de ojos rojos observandome incapaz de moverme con mi entrepierna palpitante y sensible. Escuche su risa. Esa jodida risa que me estremecia. Quise hablar, pero gemí cuando pasó su lengua entre mis paredes hasta morder mi clítoris poniéndome mis ojos en blanco, mordiendo mi labio inferior.
──No te recordaba tan deliciosa, mocosa.
Mi vista se fue normalizando hasta observar su rostro acercarse a mi. Sus manos se alejaron de mis muslos deslizándose por mis costillas hasta apresar mis senos erectos y sensibles entre sus firmes y cálidas manos.
Mi jadeo lo hizo sonreí maliciosamente.
──Sigues siendo tan sensible. ─estrujo con fuerza mis senos sacando un dulce gemido.
Abrí mis labios dispuesta a hablar, pero una de sus manos me lo impidió. Aún con su rostro cerca, no podía distinguir su rostro por la inmensa oscuridad. Intenté quitar su mano, pero solo gané que me golpeara en mi frente con su dedo.
De pronto, el sueño me reclamaba.
──Pronto te haré mía nuevamente. ─su aliento en mi oído me estremeció.
Mordió el lóbulo de mi oreja, eso fue lo último que sentí antes de caer en un profundo sueño.
BOSTECÉ. POR UNA EXTRAÑA RAZÓN TENÍA sueño. Según me había dormido temprano para despertar a buena hora e ir a conocer a nuestra nueva compañera, pero, el sueño parecía no querer irse y mis piernas adoloridas no me ayudan a estar despierta.
Por una extraña razón, desperté con dolores en mis muslos. Me asuste al ver rasguños en ellas, tal parece que en la noche me rasque con fuerza o no sé qué pasó para que amaneciera así. No tengo memoria alguna.
Sacudí mi cabeza para olvidar eso y enfocarme en la conversación que mantenían Megumi e Itadori, mientras esperabamos al sensei y a nuestra nueva compañera.
──¿No les parece poco que solo seamos cuatro en primer año? ─preguntó Itadori sentándose a un lado mío. ──. Ten, Kyomi. La compré para ti. ─me tendió una paleta de hielo.
──Gracias, Itadori. ─la tomé con gusto brindando una sonrisa.
──¿Conoces a otras personas que puedan ver maldiciones? ─cuestionó Megumi colocándose a mi otro lado.
Él se quedó pensando. ──Pues no.
Solté una leve risa mordiendo con cuidado la paleta para no congelar mis dientes.
──Los hechiceros somos una minoría. ─comenté mirando el cielo despejado.
──¿Y no me habían dicho que yo era el cuarto?
──Su ingreso se decidió hace bastante tiempo. ─le respondió la duda al pelirrojo. ──. Así funciona nuestra escuela. Está llena de casos especiales.
Sonreí al ver una blanca cabellera caminar hacía nosotros.
──Ya llegué. ─la conocida voz del albino llamó la atención de mis compañeros.
──Sensei. ─sonreí feliz de verlo.
Él me regresó la sonrisa, para después enfocar su vista en Itadori.
──Tu uniforme llegó a tiempo.
Miré de reojo al pelirrosa. Me gustaba el detalle de la capucha roja, resalta bien.
──Sí, me quedó perfecto. ─soltó con entusiasmo. ──. Pero no es idéntico al de Fushiguro. Este tiene capucha.
──Es porque puedes solicitar todo tipo de cambios. ─informó aclarando su duda.
──Pero yo no pedí nada.
──El que solicitó los cambios fui yo.
──Me gusta como te queda, Itadori. ─expresé mi opinión. Él sonrió ante mi cumplido.
──Ten cuidado, Gojō-sensei suele hacer las cosas así. ─señaló Megumi uno de los puntos que odiada del sensei. ──. También hizo lo mismo con Kyomi.
──¿En serio? ─tanto Itadori, como yo preguntamos a la vez.
──Deberían de agradecerme, que gracias a mí, mi Kyomi se ve hermosa en su uniforme. ─dijo, orgullosamente seguramente deslizo su mirada en todo mi cuerpo.
──Algo me decía que no era normal que se equivocaran tanto. ─murmuré para mi misma observando mi uniforme.
──Te ves linda, Kyo-chan. ─miré a Yūji. ──. Resaltan tus largas piernas ─sonreí. ─. Y tu enorme trasero. ─mi sonrisa se desvaneció.
──¡I-itadori! ─balbuceé avergonzada.
Gojō-sensei se rió e Itadori le hizo segundas por lo bajo.
──Megumi que pena. ─murmuré yéndome a sus brazos en busca de consuelo.
Las risas cesaron al ver al azabache abrazarme con firmeza pegandome a su cuerpo.
Megumi: 1
Itadori: 1
Gōjo: 0
──Solo ignoralos. ─acarició mi cabello. ──. Por cierto, ¿por qué nos reunimos en Harajuku? ─desvio el tema al ver mi pena.
──Porque ella nos lo pidió.
──¡Hay palomitas! ¡Quiero! ─creo que Itadori se fue a comprar palomitas.
Me aleje poco a poco de Megumi cuando escuche unos gritos a unos metros de nosotros. Era una chica con nuestro uniforme preguntándole sí ella era lo suficientemente bonita para ser modelo o algo así. El señor se fue, pero ella lo impidió exigiendo respuestas.
──¿Y tenemos que ir a hablar con ella? ─preguntó el pelirrosa una vez con nosotros. ──. Da vergüenza ajena. ─lo dice el que tiene lentes con la palabra "rook" con palomitas y una crepa en la mano.
──Tú también. ─mencionó Megumi mirándolo de reojo.
──¡Oye! ¡Por aquí! ─gritó el sensei llamando la atención.
──Mira, ¿qué hay con ese de los ojos vendados? ─se escuchó el murmullo de una mujer.
──Parece ser que no podemos ser sigilosos. ─susurré para nosotros.
──Hola. ─giré mirando a un hombre tenderme una flor. ──. Pasaba por aquí y no pude evitar acercarme a una belleza como lo es usted. ─me sentí un poco incómoda ante su mirada penetrante sin buenas intenciones. ──. Mi nombre es Shao, ¿y el suyo, mi amada?
──Alejate de ella. ─Megumi se puso enfrente mío.
──No estoy hablando contigo, ¿o sí niño? ─el hombre le plantó cara, le sacaba media cabeza al azabache. ──. Esto es entre la hermosa chica y yo.
──La hermosa chica no está a tu disposición. ─Gōjo-sensei le plantó cara agachando su rostro para verlo mejor. ──. Y si no quieres causar problemas, te sugiero irte por donde viniste.
El hombre pasó saliva al ver que el albino le sacaba un poco más de una cabeza y media. El señor sin decir nada, se fue corriendo.
──¿Estás bien, Kyomi~chan? ─el sensei se acercó a mí.
──Sí, no se preocupe. ─sonreí agradecida. ──. Gracias. A ambos. ─los miré.
──Oh, sensei. La chica nueva. ─escuchamos a Itadori.
Miramos a la castaña pasar por nuestro lado, nos miramos entre nosotros para después seguirla. Esperamos a que guardara sus cosas en los coin lockers. Al terminar nos miró.
──Adelante, presentense. ─pidió el sensei.
──Nobara Kugisaki. ─su mirada un tanto desinteresada me hizo temblar. ──. Pueden alegrarse de sumar a una chica más al grupo.
El silencio nos invadió por unos segundos en los cuales ella nos observaba.
──Yo soy Yūji Itadori. De Sendai.
──Megumi Fushiguro.
──Kyomi, un placer conocerte.
Nobara frunció el ceño sumergiéndose en sus pensamientos sin quitarnos la mirada de encima.
──Siempre acabo envuelta en las peores situaciones. ─murmuró por bajo, suspirando.
──Nos miró y suspiró. ─remarcó Itadori.
Solté una leve risa por eso. Al parecer ella me escuchó, pues me miró fríamente. Por unos segundos se quedó perdida observando mis rubiés. ──Kyomi, ¿cierto? ─asentí levemente. ──. ¿Tu cabello es natural o teñido?
──Oh. ─pasé mis manos por un mechón. ──. Es natural.
Ella pareció sorprendida. ──Es muy lindo. ─me dio una pequeña sonrisa.
Sonreí al ver que no parecía caerle mal.
──Tu cabello también es lindo. ─comenté. ──. Al igual que tu, Nobara.
Antes de darme cuenta de lo que dije, el sensei y Megumi me habían cubierto mis labios, como si quisieran evitar mis palabras hacia la castaña. Mis ojos observaron a Nobara. Su cuerpo se estremeció al escuchar mi nombre salir de mis labios. Parecía que aquello fue un detonante en su interior, su mirada fría y desinteresada hacía mi cambio a una amorosa e intensa.
──Demasiado tarde~ ─cantarreó el sensei alejando su mano de mis labios.
──Tsk. ─Megumi imitó su acción.
No les preste atención, me enfocaba en ver a Nobara, quien no quitaba sus ojos de los míos. Se me hizo un poco raro su repentino cambio.
──Así que soy linda, ¿eh? ─cuestiono con una sonrisa juguetona acercándose a mi. ──. Pues dejame decirte, mi pequeña Kyomi, que tu eres hermosa.
Pase saliva al sentir su rostro muy cerca del mío, mis nervios no se hicieron notar agrandando más su sonrisa. No tenía palabras para decirle algo, simplemente me quedé estática. Podía sentir una tensión comenzar a fluir de entre nosotras.
──¿A dónde iremos ahora? ─Megumi preguntó cortando la tensión.
Suspiré con alivio escuchando el bufido de la mujer. El sensei soltó una pequeña risa despeinando mi cabello para después abrazarme por mis hombros acercandome a su cuerpo. No se si era imaginación mía, pero lo sentí como si me estuviera reclamando delante de ellos. Los tres chicos se limitaron a fruncir el ceño.
──Por fin están los cuatro juntos. ─formuló con una de sus sonrisas. ──. Y ustedes dos son provincianos, ¿no? ─señaló a los dos nuevos. ──. ¿No es obvio? ─creó algo de tensión. ──. ¡Conoceremos Tokyo!
Eso fue más que suficiente para que ambos comenzaran a gritar "tokyo" una y otra vez. Me alejé de ellos tres hasta quedar a un lado de Fushiguro.
──¡We love Tokyo! ─expresarón ambos, Megumi y yo nos miramos por unos segundos en silencio.
──¡Quiero ir a Tokyo Disneyland!
──¡Tonta, eso queda en Chiba! ¡Vayamos al barrio chino! ─propuso Itadori.
──¿Así me veía cuando fuimos a Miyagi? ─quise saber.
──Un poco sí. ─respondió. ──. Pero no gritabas. Solo me hacían ojitos. ─sonreí por eso.
──Atención, anunciaré nuestro destino. ─todos miramos al albino en silencio, Yūji y Nobara se pusieron de rodillas. ──. ¡Roppongi!
¿Roppingi? Fue cuestión de minutos para que mis ojos se abrieran de asombro.
──¡¿Roppongi?! ¡He querido ir desde que leí Tokyo Revengers! ─fui la primera en gritar para abrazar al sensei con ilusión. ──. ¡Lo amo tanto por esto, Satoru-sensei!
Sus brazos se aferraron a mi cintura, pronto dejé de sentir el suelo bajo mis pies.
──¡Ah, yo también te amo, mi Kyomi~chan! ─restregaba su mejilla con la mía con su voz melosa e infantil.
Al fin conoceré el lugar donde Ran y Rindou gobernaban.
Mientras Kyomi fantaseaba con Roppongi. El albino recibía miradas molestas por parte de sus alumnos. Al notarlas, les enseñó su lengua.
Gōjo: 1
Megumi: 1
Itadori: 1
Nobara: 0
• • •
. nobara♡kyomi
. noomi
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top