𝗢𝟴. 𝗐𝖾𝗅𝖼𝗈𝗆𝖾
─ CAPÍTULO ─
OCHO
❝BIENVENIDO❞
• • •
OSCURIDAD. TODO ESTABA OSCURO Y COMENZABA a sentir frió. Me abracé a mi misma en un intento de mantener mi calor corporal. Observaba a mis alrededores anhelando encontrar alguna luz que me llevara lejos de aquí.
Decidida a buscar una salida, mis piernas se movieron sin dirección exacta. Cada paso que daba el frío se intensificaba hasta el punto de no sentir alguna de mis extremidades tales como mis manos y nariz. Mis dientes titiritean chocando levemente contra ellos mismos y mis labios temblaban sin parar al igual que todo mi cuerpo.
De pronto, una fuerte ventisca de aire me golpeo brindándome una oleada de frío. Hice un gesto de dolor al sentir una pequeña punzada a un costado de mi vientre, justo donde yacía una marca que ha estado conmigo desde mi nacimiento. El dolor era más fuerte, como si estuviera llamando a alguien. Con mis pocas fuerzas, camine por donde vine para alejarme de las temperaturas bajas. Sin embargo, mi cuerpo se detuvo por completo al sentir una sofocante energía maldita detenerse detrás mío. En segundos, el frío se esfumó y el dolor en mi costado se intensificó.
Ahogue mi gritó al sentir un tacto filoso y frió deslizarse por mi muslo desnudo, mi cuerpo solo era cubierto por un short corto de licra y una blusa de tirante corta, el tacto siguió hasta detenerse en mi marca y como si fuera su medicina, dejó de dolerme.
Mi cuerpo temblaba y no era por el frío, era por la presencia de lo que sea que estaba detrás mío. Cerré mis ojos cuando comenzó a delinear mi marca con profundidad cortando parte de mi piel dejando mi sangre salir. Quería soltar mi dolor, pero mi boca fue cubierta por una mano sintiendo el filo de sus uñas clavarse en mi mejilla sin mucha fuerza para sacar mi sangre, pero lo suficiente para dejarme marcas rojas.
Entonces, él ríe con sorna en mi oído. Se ríe como si se estuviera burlando de algo, no parecía burlarse de mí. En esa risa habitaba tanto la burla como la ironía y... ¿diversión? No podía distinguirlo bien, mi cuerpo se tensó ante su mera presencia.
Y de pronto, después de minutos de miedo, dejé de sentir su tacto en mi piel y mi cuerpo nuevamente tenía control en sí mismo. Respiré frenéticamente sintiendo ganas de llorar por los minutos tan feos que había experimentado. Jamás me había sentido tan indefensa y asustada. Quería gritar pero mi gargante parecía no tener nada que dejar salir.
Para mi desgracia, no duró mucho cuando mis ojos se abrieron de golpe al sentir una mano enredar sus dedos en mi cuello asfixiando a mi persona. Una desconocida fuerza me estiró pegando mi espalda con su torso para susurrar en mi oído con voz sádica.
──Te encontré.
. Abrí mis ojos sobresaltada levantándome de golpe de donde estaba acostada. Llevé mis manos a mi cuello sintiendo todavía la opresión de aquella firme mano, tosía un poco a la vez que intentaba inhalar el oxígeno que mis pulmones buscaban. Era una sensación tan sofocante que en lugar de tranquilizarme me comenzaba a desesperar más al no poner respirar.
Pensé en cientos de cosas hasta que una imagén de hace años me trajo mi calma. Me tranquilicé al notar que estaba en mi habitación.
──Solo fue una pesadilla. ─murmuré para mi misma cerrando mis ojos.
Recargue mi cabeza contra la cabecera de mi cama inhalando y exhalando aire en un intento de calmar mi mente. Mi cuerpo se erizó al recordar esa risa junto a su voz sadica. Me había asustado al sentir la pesadilla tan real. Preferí levantarme de mi cama para tomar un poco de agua.
Me miré al espejo quedando helada al verme puesta con la misma ropa de mi pesadilla. Podía ser una coincidencia. Una muy grande. Mis manos temblaron a medida que las iba acercando a mi short para bajarlo un poco y subir mi blusa.
──N-no puede ser...
Sentí mis ojos cristalizarse al notar la marca en mi costado con sangre reciente. Llevé mi mano temblorosa a mi boca asustada.
Me sobresalte al escuchar unos toques en mi puerta. Acomodé mi ropa antes de ir a abrir encontrando unos ojos azules profundos esperándome detrás de ella. Sonreí antes de lanzarme a sus brazos.
──¿Estás bien? ─preguntó aceptando el abrazo un poco sorprendido. ──. Escuché un ruido y vine a ver si todo estaba en orden.
Me limité a asentir con mi cabeza sintiendo su mano acariciar mi cabello revuelto. Me sentía segura entre sus brazos.
──Tuve una pesadilla. ─confesé aún pegada a él.
──¿Quieres hablar de ello? ─negué. ──. ¿Quieres dormir? ─negué. ──. ¿Quieres dormir en mi cuarto? ─asentí.
No sé si fue mi imaginación, pero lo sentí sonreír por mi respuesta. Megumi al notar que no me quería separar, deslizó sus manos por mi espalda y piernas hasta cargarme al estilo nupcial. Me aferré a su cuello sintiendo sus pasos hasta llegar a su dormitorio.
Se acostó conmigo a su lado. Pasé mi pierna por encima de la suya, el tacto de su mano aferrarse a ella me hizo estremecer y él lo noto. Fue dejando caricias en mi pierna desnuda mientras su otra mano alejaba mi cabello de mi cuello. El vello de mi cuerpo se erizó ante su aliento chocar contra mi piel expuesta de mi cuello.
Mordí mi labio inferior sintiendo impaciencia por no sentir algún tacto en esa zona. Tal parece, Megumi lo notó y no tardó en dejar un beso húmedo que me hizo soltar un leve jadeo deseando más. Nunca había experimentado esto y creo que me estaba gustado. Pasé saliva cuando depositó otro beso. Sus labios calidos contra mi piel fría, en definitiva, me agradaba esta sensación.
Poco a poco, sus besos fueron borrando cualquier rastro de aquella mano asfixiándome.
Megumi detuvo sus besos soltando un gruñido con molestia. Abrí mis ojos lentamente al sentirlo levantarse de la cama para abrir la puerta y cerrarla.
──¿Estás al lado?
──¡Oh, Fushiguro!
Entonces entendí porqué su acción anterior, había personas afuera. Por la voz sabía que era Itadori junto al sensei.
Me levante dispuesta a ir a darle la bienvenida, me detuve al notar mi escasa ropa, así que preferí tomar prestado una susadera negro del azabache, despues se lo regresaria. Al colocarlo esté me llegó hasta la mitad de mis muslos ocultando mi short de licra.
──¡Ahora si te ves como nuevo!
Abrí la puerta encontrando a los tres hombres frente a ella. Sus miradas se centraron en mí, los dos recién llegados estaban sorprendidos de verme salir del dormitorio del azabache vistiendo su sudadera.
──¿Todo bien? ─pregunté al ver que ninguno hablaba, se limitaban a verme de pies a cabeza.
Me miré no notando nada extraño, salvo que la sudadera se bajó de uno de los hombros al quedarme un poco grande. No le di importancia y me acerqué a Itadori brindando un abrazo.
──Bienvenido, Yūji.
Itadori me envolvió con sus brazos temblando, estaba nervioso y no entendía el porqué.
──G-gracias, Kyomi. ─me separé del abrazo notando sus mejillas levemente rosadas. ──. Veo que ya estás mejor.
Asentí. ──Y me siento mejor. ─mentí, aún me sentía cansada. Miré al sensei recargado en la habitación a un lado de la de Megumi. ──. Veo que seremos vecinos. Mi habitación es está. ─señale la que estaba detrás suya, enfrente de la del azabache.
──¡Oh, es genial! ─sus ojos desprenden un ligero brillo.
Abrí mi puerta dejando ver mi cama destendida, pero todo lo demás estaba ordenado. No había mucha iluminación, las cortinas eran especiales para que no entrara la luz.
──Así es la habitación de una chica. ─murmuró para sí mismo. ──. Tiene olor a vainilla con caramelo. ─aspiró embriagándose con el olor. ──. Muy dulce~ ─suspiró. ──. Aunque, ¿no está muy oscuro?
──Mis ojos son delicados. La luz los lastima. ─expliqué cerrando la puerta. ──. También son sensibles al tacto. No puedo darme el placer de acariciarlos.
──Oh. ─emitió mirando fijamente mis ojos. Después de unos segundos, sonrió en grande. ──. Tienes unos hermosos ojos, Kyomi.
La sorpresa en mi rostro se mostró. En todos mis años de vida, nunca nadie me había dicho que tenía lindo ojos, mucho menos decir que son hermosos. Siempre se quedaban admirandolos, pero nunca comentaban nada.
──¿En serio crees eso? ─él asintió. ──. Nadie me había dicho eso. ─me acerque a besar su mejilla. ──. Gracias, Yūji.
Él se llevó su mano a la mejilla con una sonrisa tonta mientras sus mejillas se teñían de rosa.
──¿Qué? ─tanto Megumi como el sensei se quedaron estupefactos con lo ocurrido. Algo tan simple nunca se les ocurrió.
Itadori: 1
Los dos: 0
──¿No tenemos varios cuartos vacíos? ─cuestiono Megumi severamente destrozando el lindo ambiente que teníamos el pelirrosa y yo.
──¿No es mejor estar acompañado? Te hará bien al igual que a Kyomi. ─respondió el sensei acercándose al chico. ──. Pensé que con Itadori, la pequeña Kyomi se sienta más agusto. ─sentí su mirada, pero yo me reía de los chistes que Yūji me decía. ──. Pero ahora me estoy arrepintiendo.
──Las clases y las misiones bastan. ─bufó. ──. Es una molestia.
Deje de ver a Itadori para mirar al azabache molesto de brazos cruzados observando mi persona. Al parecer no le gustaba que lo dejara de lado por el pelirrosa.
──Yo creo que será divertido tener a Itadori con nosotros. ─comenté acercándome a ellos. ──. Deberías darle una oportunidad, Megumi.
Él me miró por unos segundos para mirar al chico.
──Cielos, pero que organizado. ─expresó el de ojos marrones asomando su cabeza por la habitación del azabache.
──Cómo dije. ¡Es una molestia! ─cerró la puerta golpeando al pelirrosa.
──Megumi. ─me molestó un poco su acción. ──. ¿Estás bien, Itadori? ─me acerque para ver si no fue grave.
Él se quejó un poco llevando su mano a la zona afectada. Le sobé un poco mirando mal al azabache.
──Estoy bien, Kyo-chan.
Aleje mi mano de él. ──Está bien. ─antes de alejarme deposité un beso en su frente.
──Espero y estés feliz de tus acciones, Megumi. ─murmuró el sensei a su pupilo con cierto recelo.
──Hmp. ─emitió el nombrado.
Gojō soltó un suspiro. ──¡En fin! ─dio un aplauso. ──. ¡Partiremos mañana mismo! Saldremos a buscar a la 4ta alumna de primero.
──¿A dónde iremos?
──A Harajuku.
Me emocioné. Ahora podría ir a pasear por Tokio y tal vez conozca algunos lugares del manga de Tokyo Revengers.
──Por ahora, descansen. ─él sensei despeinó mi cabello. ──. Kyomi, ¿me acompañas un rato?
Lo miré un poco intrigada, al ver su sonrisa de siempre, asentí. Me despedí de los chicos para caminar a un lado del sensei. El camino fue silencioso poniendo mis pelos de punta al no saber lo que él sensei me iba a decir. Comenzaba a creer que iba a regañarme por algo.
──Puedes tranquilizarte, no te voy a regañar, si eso piensas.
Escuchar su suave voz hizo que mi cuerpo se relajara por completo.
──¿A dónde vamos, sensei? ─quise saber reconociendo los pasillos.
Él sonrió. ──A mi habitación.
Una oración bastó para sentir mi cuerpo temblar de nervios. Recuerdo la última vez que estuve a solas con él en una habitación y terminó conmigo temblando ante su tacto y con un inmenso bochorno.
Pase saliva cuando llegamos.
──¿Nerviosa? ─inquirió con su típica sonrisa entre media coqueta y divertida. ──. No te preocupes. No sucederá nada que no quieras.
Suspiré con alivio entrando a su dormitorio. Conociendo lo infantil y saleroso que era no pensé que su habitación estuviera organizada, aunque no tanto como la de Megumi. Lo que más resaltaba eran los diferentes dulces que tenía en una repisa, bolsas enteras de dulces.
──Siento que algún día le dará diabetes por tantos dulces.
──Esperemos que no. ─mi cuerpo se estremeció al sentir su aliento chocar contra mi oído.
Soltó una ligera risa para pasar por mi lado e ir hacía una bolsa que se me hacía conocida.
──Creo que esto es tuyo. ─me tendió la bolsa.
La tomé un poco insegura. Cuando la abrí mis ojos se iluminaron sintiendo mi sonrisa surcar mi rostro.
──Kikufuku de Kikusian. ─lo miré sorprendida. ──. Creí que se los había comido.
──Lo míos sí. ─aclaró recargandose en el escritorio. ──. Te guardé los tuyos.
──Muchas gracias, Gojō-sensei.
Agradecí. Abrió sus brazos esperando ir hacia él. Solté una risa para ir a sus brazos sintiendo como me aferraba a él, como si fuera un peluche, restregaba su mejilla con la mía sacando risas de mi parte.
No me separé del abrazo. Me sentía tan bien y la calidez que me brindaba me hacía sentir segura. No quería que me soltara y él no quería hacerlo. Oculté mi rostro en su pecho mientras él recargó su barbilla en mi cabeza dejando suaves caricias en mi cabello.
No sabía cuánto había pasado y no quería saberlo. Alejó su cabeza de la mía y comencé a sentir su mirada, alcé un poco mi rostro para mirar sus "ojos", no sabía cómo miraba con eso ocultando su vista. Tambien tenia una duda de como eran sus ojos. Una de sus manos pasó de mi cabello hasta mi mejilla trazando una ligera línea invisible.
──¿Qué te pasó en tu mejilla? ─su preguntá me desconcentro.
──¿Qué tengo?
──Cuatro puntos rojos. Como si te hubieras clavado algo filoso.
De forma inmediata, mi cuerpo se tenso al recordar mi pesadilla. Me separé de él de golpe sin prestarle importancia a su mirada extrañada.
──S-seguramente cuando dormí me lastimé con mis uñas. ─evadí su mirada tomando la bolsa de dulces. ──. Tengo que irme, sensei. Le agradezco los dulces.
Me retiré antes de que dijera alguna palabra. Lo último que quería era preocuparlo por cosas sin sentido como lo eran mis pesadillas-no-tan-pesadillas.
Ya estaba por oscurecer, y por culpa de mi pesadilla me siento aún cansada.
Espero dormir está noche.
• • •
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top